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Cómo un español convirtió un trozo de cartón en un superventas de Google
Ni una tableta, ni un móvil, ni un portátil Chromebook. Cuando Sundar Pichai anunció a los asistentes del Google I/O allá por 2014 que iba a obsequiarles con un trozo de cartón, no se quedaron gratamente sorprendidos. Al menos hasta que se acercaron al ‘stand’ presidido por unas gafas de cartón gigantes, montaron un par y se las pusieron en la cabeza.
“Lo probaron y todos se quedaron con la boca abierta”, rememora Leandro Graciá Gil, responsable técnico de las Google Cardboard por aquel entonces y ahora al frente de toda la estrategia de realidad virtual del gigante. Vivir una experiencia inmersiva solo con introducir su móvil en aquel económico cacharro de cartón “les encantó”.
Incluso antes de que comenzara la ‘keynote' (el plato fuerte de la conferencia), ya había fans proclamando en internet que se habían montado sus propias gafas con una caja de pizza o con papel higiénico y pidiendo las lentes para completar su obra, ya que los planos para fabricarlas estaban disponibles antes de que el CEO de Google hablara de ellas públicamente.
Al par de horas, cuenta Graciá, una primera empresa había mostrado su interés por fabricar y vender las insólitas gafas de realidad virtual. El cofundador de Google se llevó cuatro. “Realmente era uno por persona, pero si te parece le digo a Larry Page ‘no cojas más de uno’”, comenta el español entre risas. En la misma jornada se agotaron las 10.000 Google Cardboard que habían preparado para repartir entre 6.000 asistentes.
“Ese fue el primer día, que estábamos que no nos lo creíamos”, explica Graciá en su entrevista para Nexo. Los inicios de su cruzada por “llevar la realidad virtual a todo el mundo” no pudieron salir mejor. “Si no sabes lo que es y no la pruebas, nunca vas a invertir en ella. Es algo que tienes que experimentar y no solo contar”, destaca. Eso sí, le costó su esfuerzo conseguir, en tan solo dos meses, llevar aquellas miles de económicas gafas al prestigioso congreso para desarrolladores del gigante de internet.
EL RETO DE CONSEGUIR 10.000 IMANES EN UNOS DÍAS
Las Cardboard nacieron en realidad muy lejos de Silicon Valley. A David Coz y Damian Henry, dos trabajadores del parisino Google Cultural Institute,Cultural Institute se les encendió la bombilla cuando vieron en Youtube un vídeo estereoscópico grabado por un dron. Se les ocurrió entonces que, con un sencillo casco que envolviera su teléfono, podrían a llegar a disfrutar de unas imágenes envolventes similares.
Comenzaron a darle vueltas. ¿Cómo podían diseñar un buen visor con un material tan sencillo y asequible como el cartón? Decidieron destinar a esta iniciativa el famoso 20 % de su tiempofamoso 20 % de su tiempo del que disponen los trabajadores de Google para dar rienda suelta a su imaginación y llevar a cabo experimentos de los que se pueda beneficiar la compañía.
David Coz acabó viajando con un rudimentario prototipo debajo del brazo a Mountain View. “Cuando probamos el trozo de cartón y vimos la reacción de la gente —no solo la nuestra, sino la de todos a los que se lo enseñábamos—, nos dimos cuenta del potencial que esto tenía”, recuerda Graciá. Mientras Facebook compraba la ‘startup’ Oculus por 2.000 millones de dólares (más de 1.800 millones de euros) para desarrollar unas ambiciosas gafas de realidad virtual, en Google estaban fascinados con aquel sencillo diseño.
Hasta tal punto les apasionó el recién nacido proyecto Cardboard que decidieron detener todos los demás en los que estaban trabajando. “Me envió un mensaje mi jefe y me dijo ‘necesito a alguien que sea capaz de hacer esto realidad en dos meses. ¿Puedo contar contigo?”, cuenta Graciá. Su respuesta: “Estás loco, pero sí”.
El ingeniero español, especializado en gráficos 3D, comenzó entonces a buscar colaboradores en departamentos como Youtube o Google Earth y a coordinarlos. Había que diseñar tres cosas: el 'software' — “la magia de esto, o la ingeniería, está en el teléfono en sí”—, esas gafas provistas de lentes para concentrar la imagen y algunas aplicaciones para demostrar su potencial. Mucho trabajo para tan poco tiempo.
Uno de los problemas más difíciles que tuvieron que resolver fue la interacción de las Cardboard con el teléfono. Para ello, la versión más reciente de las gafas dispone de un botón especial, hecho de cartón, que toca la pantalla. Sin embargo, la original incluía un imán que acabó desechándose porque los sensores de algunos móviles no detectaban bien los cambios en el campo magnético, que era la base de esta técnica.
En cualquier caso, cuando parecía que habían resuelto el problema gracias a aquel imán, apareció un obstáculo mayor: ¿dónde comprar gran cantidad de imanes en tan poco tiempo? “El problema es que estábamos a dos o tres semanas de la fecha límite para llevar todo a la fábrica y que empezaran a montar. En ese tiempo no iban a llegar desde China”, relata Graciá.
Ni corto ni perezoso, el jefe de este español se fue a una tienda de hogar y bricolaje de la cadena estadounidense The Home Depot, cogió una bolsa de imanes y le dijo a la cajera que quería 10.000. La dependienta creyó que se estaba riendo de ella, así que se vio obligado a enseñarle su tarjeta identificativa de Google. La petición fue escalando, primera al encargado del establecimiento y luego a sus superiores, hasta que por fin los creadores de Cardboard lograron su propósito.
EL TRIUNFO DE LA VR DE CARTÓN
“Durante esos dos meses pasó de todo”, recuerda Graciá. De hecho, la experiencia fue intensa incluso la noche anterior al Google I/O, cuando les informaron de que a un directivo le había gustado tanto su visor de cartón que habían decidido incluirlo en la ‘keynote’. Una presión añadida de última hora que acabó compensada por el éxito de las Cardboard.
Poco después presentó el proyecto en las reuniones TGIF que Google celebra cada viernes, solo para empleados, en presencia de los fundadores de la multinacional. “Al terminar, Larry Page y Sergey Brin nos firmaron las Cardboard. Lo tengo ahí en casa guardado”, indica el español.
Las económicas gafas de cartón —el 'kit' de la versión 2 solo cuesta 14,99 dólares— se han convertido en la herramienta idónea para llevar la realidad virtual a las masas. En poco más de año y medio se han vendido cinco millones en todo el mundo cinco millones en todo el mundo, algunas de ellas tan originales como las Star Wars Cardboard.
El grupo que desarrolló aquellas primitivas gafas es precisamente el que ha seguido trabajando en el área de realidad virtual de Google, con Graciá como responsable tecnológico. Google Expeditions, un programa que trata de llevar la realidad virtual a los colegios, o Google Jump, una plataforma que permite grabar vídeos 360º en 3D gracias a sus 16 cámaras GoPro dispuestas en una estructura circular, son algunos de sus proyectos más recientes.
“Si la gente no la prueba, la realidad virtual será algo que utilizarán los que les gustan los ordenadores y los juegos serán una moda pasajera”, señala Graciá. “La gente tiene que probarlo y sentirlo”. Y eso es precisamente lo que han permitido aquellas gafas de cartón que desarrolló en tiempo récord. Algunos se las tomaron a broma y se acabaron quedando boquiabiertos.
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Las imágenes que aparecen en este artículo son propiedad de othree (y 2), BeauGiles y robertnelson