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Del Xerox Alto a los portátiles y PDA: así llegaron los ordenadores a las oficinas

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“Llegas a la oficina, coges una taza de café y la máquina de Xerox te presenta tu correo matutino en la pantalla. Presiona un botón y las palabras y las imágenes que ves en la pantalla aparecerán en el papel… Pulsa otro botón y la información se enviará electrónicamente a unidades similares a la vuelta de la esquina o alrededor del mundo”.

Así explicaba una voz en 'off' en 1972 la llegada del Xerox Alto, un ordenador revolucionario para el hombre de negocios que protagonizaba ese anuncio de televisión. De hecho, el ordenador se acordaba hasta de comprar flores a su esposa en una fecha señalada y respondía a sus excusas con un “está bien, todos somos humanos”.

Sin embargo, esa máquina revolucionaria, la primera provista de una interfaz gráfica de usuario —con el puntero en forma de flecha incluido—  no llegó a las oficinas. Se fabricaron 1.500 unidades, pero nunca llegaron a venderse, entre otras razones por su elevadísimo precio.

Cuando aún faltaba una década para que naciera la figura del Chief Information Officer (se suele considerar que apareció en los años 80, y de hecho fue en 1987 cuando apareció la revista CIOrevista CIO dirigida a los “ejecutivos de la información”), Xerox ya auguraba que los ordenadores en el puesto de trabajo serían decisivos. Eso sí, otros ya habían llegado a las empresas antes y muchos más llegarían después.  

UNIVAC I, el primer ordenador empresarial

“El primer ordenador electrónico práctico para uso comercial”. En 1954, cuando ni Steve Jobs ni Bill Gates habían nacido, la compañía Remington Rand anunciaba el que ha pasado a la historia como el primer ordenador especializado en los negocios: el UNIVAC I.

Sucesor directo de ENIAC, considerado como el primer ordenador electrónico digital de propósito general, esta máquina no era precisamente pequeña: estaba formada por 5.800 tubos de vacío que ocupaban una gran habitación.

Aunque evidentemente no todos los trabajadores sabrían utilizarlo, UNIVAC facilitaba el trabajo de las compañías al imprimir 8.000 cheques cada hora”, según la entusiasta voz en ‘off’ de otro de los anuncios de televisión del UNIVAC I. Aunque a estas alturas pueda no parecer revolucionario, en aquellos momentos lo era: el resto de máquinas de la época empleaban un 10 % del tiempo en procesar los datos y el otro 90 % en leer las tarjetas perforadas. Los porcentajes se invertían gracias a este ordenador.

La Oficina del Censo estadounidense fue una de las primeras instituciones en utilizar esta máquina, que incluso predijo para la CBS que Eisenhower ganaría las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 1952. “Hoy UNIVAC está ahorrando tiempo e incrementando la eficiencia de la ciencia, la industria, el negocio y el gobierno”, aseguraban desde la empresa. Poco a poco, los transistores primero y los circuitos integrados después reeemplazaron a las válvulas de vacío y las empresas de ordenadores pudieron dirigir sus anuncios a los trabajadores sentados en un escritorio.

Secretarias o ejecutivos: los tópicos para vender PC  

El cineasta Stanley Kubrick y el novelista Arthur C. Clarke pidieron a numerosas empresas tecnológicas que predijeran cómo sería el futuro para el rodaje de ‘2001: una odisea del espacio’. La compañía Honeywell, que por entonces solo fabricaba grandes ‘mainframes’, contribuyó a la causa presentando un ordenador en una maleta.

La revista Esquire señaló entonces que “la electrónica en un maletín transformaría el sello distintivo de la vida ejecutiva”. La publicación afirmaba además que un ordenador como ese, con teléfono incluido, comenzaría a venderse en un periodo de “diez a quince años”. Aunque aquella máquina ni siquiera apareció en la película de 1968, lo cierto es que la predicción de Honeywell acabó por cumplirse.

En el diseño de Honeywell, era una chica la que llevaba los mandos de aquel ordenador imaginario. También lo era la primera que, poco después, aparecía en el controvertido folleto del Datapoint 2200Datapoint 2200, un ordenador dotado de pantalla, teclado y hasta sistema operativo. Comercializado por primera vez en 1970, el panfleto de Computer Terminal Corporation (CTC) mostraba a una trabajadora completamente desesperada ante la presencia de un ordenador en su escritorio. “Aproximadamente unos 45 minutos después de que esa magnífica cosa aparezca en su mesa, será una experta”, rezaba el texto.

 

Con un sentido del humor algo retorcido, aquella publicidad trataba de demostrar que cualquier trabajador sería capaz de utilizar el editor de textos de aquella máquina que aún no podía transportarse en un maletín porque pesaba 20 kilos. En un año, Computer Terminal Corporation (CTC) vendió mil equipos completos de aquel modelo que solo algunas empresas podían permitirse el lujo de tener.  

La publicidad de CTC siguió dirigiéndose a las mujeres trabajadoras los años siguientes, aunque de forma bastante más inocente. Eran ellas las protagonistas de los folletos del Datapoint 5500, con sus 64 kilobytes de memoria RAM.

Sin embargo, la equivocada decisión de CTC rechazando el Intel 8008, el primer microprocesador para ordenadores que ellos mismos habían concebido, acabó pasando factura a esta compañía pionera. Fue otro gigante el que se llevó la fama por utilizar el Intel 8088, sucesor de aquel microprocesador, en el famoso IBM PC que acaba de cumplir 35 años.

El IBM PC marcó la llegada de los ordenadores al hogar, pero el gigante tecnológico había dirigido sus primeros ordenadores de pequeñas dimensiones a los profesionales, desde un gestor de inversiones a un arquitecto, un agente de seguros o incluso un granjero. “Ayuda a diferentes personas a hacer su trabajo de forma más productiva”, sostenía el locutor de un anuncio del IBM 5100, que se anunciaba como un “ordenador portable” aunque difícilmente pudiera trasladarse a ninguna parte.  

Fue en 1981 cuando se produjo el milagro para aquellos ejecutivos que ansiaban trasladar su ordenador de un lugar a otro. “Ir a trabajar con un ordenador personal para negocios Osborne”, señalaba un folleto en el que aparecía un señor, con riguroso traje y corbata, sonriente por poder llevar su máquina de diez kilos de una parte a otra. De hecho, hasta un periodista transmitió sus crónicas desde Afganistán gracias a uno de aquellos aparatos, demostrando su eficacia en el ámbito profesional.

Mientras tanto, al otro lado del charco, Telesincro, la compañía que vendió los primeros ordenadores españoles, dirigía sus máquinas para hacer facturas en los 60 a los mismos colectivos que las estadounidenses, incluso tratando de venderlas con panfletos similares. Hombres y mujeres ataviados con vestimentas de oficina posaban sonrientes junto a aquellos ordenadores. Ya en los 70, una publicidad de la época dejaba claro cuál era su público: “El mundo de Factor está preparado. En cada hombre de empresa está la libertad de ponerlo en marcha”.

Más allá de las máquinas, en esa década comenzaron a desarrollarse los primeros programas orientados al mundo empresarial. Uno de ellos fue VisiCalc, un precursor de Excel orientado a los Apple II. “Resuelve tu crisis de energía personal. Deja que Visicalc Power haga el trabajo por ti”, sugería la publicidad de aquel “‘software’ personal” que permitía gestionar hojas de cálculo para hacer la vida más fácil a cualquier trabajador.

Fue precisamente contemplar este programa en funcionamiento lo que animó a Donna Dubinsky a trabajar en Apple. Esta emprendedora fundaría ya en los 90 Palm, una empresa que popularizaría las PDA en los 90. Las Palm Pilot eran muy útiles para, entre otras tareas, programar reuniones de trabajo. De hecho, la propia idea de crear un asistente digital personal surgió de la necesidad de un hombre de negocios.

El ingeniero japonés Tomoshi Hirayama ideó una de las primeras mientras viajaba en avión. Necesitaba un “cerebro auxiliar” para sus viajes y pensó que estaría bien disponer de un dispositivo que reconociera su propia letra. En 1991, creaba la Sony PTC-300 Palmtop, una de las primeras PDA de la historia, que prácticamente solo se vendió en Japón.  

En aquel año, el entorno de programación más utilizado era aún MS-DOS y los ordenadores invadían progresivamente no solo nuestra vida profesional, sino también la personal. Ya lo presagiaba aquel anuncio de Xerox Alto: nuestra pantalla es la que nos recuerda ahora las fechas señaladas. 

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Las imágenes son propiedad de Jack Frassanito (1, 2 y 3) y Jordi Vidal (5)

“Llegas a la oficina, coges una taza de café y la máquina de Xerox te presenta tu correo matutino en la pantalla. Presiona un botón y las palabras y las imágenes que ves en la pantalla aparecerán en el papel… Pulsa otro botón y la información se enviará electrónicamente a unidades similares a la vuelta de la esquina o alrededor del mundo”.

Así explicaba una voz en 'off' en 1972 la llegada del Xerox Alto, un ordenador revolucionario para el hombre de negocios que protagonizaba ese anuncio de televisión. De hecho, el ordenador se acordaba hasta de comprar flores a su esposa en una fecha señalada y respondía a sus excusas con un “está bien, todos somos humanos”.