Cuando alguien siente pasión por un tema y la transmite al contarlo, esa emoción acaba por contagiar a todos los que le escuchan. Esto es lo que sucede con Andreu Veà, quien, más allá de su discurso cargado de conocimiento y entusiasmo, asegura haber invertido más de un millón de euros de su propio bolsillo en el proyecto en que lleva embarcado más de dos décadas.
Su propósito no es otro que explicar al mundo de forma rigurosa 'Cómo creamos internet'. Parece sencillo, pero, en mitad de un escenario en el que abundan los falsos mitos y las verdades a medias, el objetivo se torna complicado. Para ello, no solamente ha charlado con miles de personas (entrevistando y grabando a 320 de ellas) que vivieron en primera persona el nacimiento de la Red, sino que además ha diseñado un exhaustivo método para corroborar las palabras de todos estos 'padres' de internet. Un proceso arduo y lento que, sin embargo, ha compensado su pasión por lo que ocurre entre bits, códigos y protocolos informáticos.
'Cómo creamos internet' es el título de tu libro, pero ¿acaso internet está ya creado? ¿Está acabado?
El título de 'Cómo creamos internet' está pensado para aprovechar que el castellano es un lenguaje completamente ambiguo. Es una pregunta, a la que yo respondo, o es una afirmación y te presento a los pioneros para que respondan. ¿Es pasado o es presente, porque internet no está acabada? Incluye un plural mayestático a toda la comunidad, al lector, que también puede aportar. Esta es un poco la ambigüedad del título.
¿Por qué consideras necesario que los ciudadanos conozcan el origen de internet?
A mí me parece fundamental, porque después de haberte leído este libro lo ves de una manera totalmente distinta. No ves internet como algo comercial, la ves mucho más próxima. Puedes comprender que si tú quieres hacer algo, lo puedes hacer, porque los que aparecen son personas que simplemente han estado ahí en medio, y que cuando se ha presentado un problema lo han resuelto. Para animar a universitarios a que se hagan de la Internet Society, de la Internet Engineering Task Force, que vean que aquí en España no tenemos ninguna desventaja.
Con un ordenador y una conexión a internet puedes trabajar de forma global. Como cualquier ingeniero español, puedo asegurar que estamos mejor preparados que otros norteamericanos. Cuando voy a la Universidad de Stanford se me respeta y no tengo ninguna vergüenza al hablar de aspectos técnicos ni de nada. Lo que no tengo aquí es el entorno ni el contexto, pues tengo que ir a sobrevivir y hacer otras cosas para poder seguir investigando. Pero yo no me quejo de esto, porque el no estar subsidiado por la administración me da más libertad.
Tal y como dice Vint Cerf en el prólogo: “Parece ser que los humanos poseemos un insaciable deseo de compartir información”. Si, como ha quedado demostrado, tal era esa necesidad, ¿por qué crees que la gente no se preocupa de saber quién y cómo nos ha llevado a nuestra actual situación de evolución tecnológica?
A mí también me extraña que sigamos copiando libros que son incorrectos. Pero además incorrectos de base, de entrada y a lo bestia. ¡Y mintiendo! Pero no mintiendo con mala fe (bueno, puede que alguno sí...), sino que la mayoría lo hacen por desconocimiento absoluto y total. Yo me siento muchas veces muy solo porque muchos de los 'padres' de internet se me están muriendo y yo no puedo publicar mucho. Esto es una excepción. Yo tengo el tiempo limitado para poder capturar y generar información, que después será tratada para llegar a un conocimiento.
Entonces, ¿al final qué queda? Quedan los vídeos 'bonitos' en Youtube que la gente ve. Quedan las mentiras, los mitos, que a costa de la repetición al final parecen verdad, pero son mentira. Entonces este libro va a generar polémica positiva, en el aspecto de que por fin alguien, de una forma rigurosa, ha estado abordando esta situación. Sin ir más lejos, es la primera vez que se publican los primeros 26 dominios que se registraron en España bajo el .es. Esto no lo sabe nadie.
En relación a la historia de internet en España, abordas tres cuestiones: cuál fue la primera conexión a internet, cuándo se envió el primer correo electrónico y quién configuró el primer servidor en España. Es algo inédito.
Las tres preguntas tenían varias respuestas hasta ahora, porque hay competidores para cada una de estas cosas. Hay varios 'padres'. Yo me he dedicado a hacer incluso careos, y he recopilado los principales hitos, hasta las universidades por las que entró en España... Y también demuestro que en España hay un montón de gente y de proveedores de internet que se crean. Hubo un momento en que el 10% de los proveedores de internet del mundo estaban en España. Claramente muertos de hambre. Todos muy pequeños, pero sí que fue un negocio.
Si existe tanta ambigüedad, ¿cómo has conseguido imponer el rigor en tu libro?
Aquí tenemos un compendio de pequeñas historias. Es decir, una historia original que con noventa páginas cuando lo 'pescas' no puedes parar, y después, basado en el rigor científico, cada entrevista que encuentras en el libro. Como yo no tenía prisa, mi método me obliga a que varios coetáneos lo revisen, por lo que dura como mínimo un año y como máximo seis. ¿Por qué seis? Porque el entrevistado mentía, y cuando alguien falta a la verdad mi método lo detecta.
Es tan sencillo como mandarlo a cinco o seis personas coetáneas, que estaban en su departamento cuando lo hizo. Esto, que parece tan fácil, tienes que volver cuarenta años atrás para construir la red que te permita llegar a esas personas: primero para saber cómo se llamaban y después para saber cómo contactarles. Luego ir a su casa o, bueno, si tienen email, mandarle el original de la entrevista diciéndole “mira lo que dice este de ti”. Luego esos comentarios se añaden directamente a las notas de pie de página.
¿Qué destacarías de todas las personas a las que has entrevistado?
Si hay algo que tienen en común todas las personas que encontraréis es que todas son muy discretas, muy sencillas. Hay gente que no quiere aparecer en medios. Del inventor del email, por ejemplo, nunca verás un artículo o una entrevista sobre él. Yo estuve casi un año, intentando que se dejase entrevistar. Yo le decía: “que soy ingeniero. No soy periodista. Soy un colega tuyo. No vas a aparecer en la radio o en la televisión”. Él considera que no ha hecho nada importante. Él considera la invención del email como algo trivial, porque hizo muchos más inventos.
¿Con qué historia te quedas de todo tu periplo y de todas tus conversaciones con las personas que aparecen en el libro?
La del creador del correo electrónico, Raymond S. Tomlinson. Primero porque me costó muchísimo acercarme a él y, como al resto del mundo, no me dejaba. Por eso no le conoces, no lo vas a ver jamás. Es un 'ratón de teclado'. Lleva desde 1971 en la misma empresa, en la misma oficina del mismo edificio y en el mismo despacho. Ahora hace videojuegosde guerra para ARPA, es decir, para el Departamento de Defensa de Estados Unidos, en Java.
Estuve más de seis meses para acceder a él y me decía que no quería, que no consideraba que la invención del correo electrónico fuera suficientemente importante. Hablé con Vint Cerf para que intemediase. Había inventado otras muchas cosas, pero él estaba en su mundo. Entonces supe que en ARPA, cuarenta años atrás, las contraseñas estaban en clave apuntadas en un fichero de texto, y su director decía que había que encriptar ese documento. No había manera de que Tomlinson lo hiciese. Hasta que un día, a este director se le ocurre mandarle un mail a Ray en el que aparecía tan solo su clave: “Zuccini” (calabacín). Y al día siguiente las claves estaban encriptadas.
Otro pionero, dentro de mis entrevistas, que casualmente había sido su director, me contó esto como anécdota. Y cuarenta años más tarde, cuando Raymond no se dejaba entrevistar, se me ocurrió mandarle un email con la misma palabra y nada más. La respuesta instantánea fue “vaya Andreu, tú conoces más de mí que el resto del mundo. Anda, ven”. Entonces cogí el primer avión que salía y fui corriendo a entrevistarle.
¿Siempre te presentabas como ingeniero? ¿Era así como lograbas ganarte su confianza?
Sí, porque yo también he hecho cosas. He sido un pionero de internet. Cofundé ASERTEL S.A., un proveedor de internet, el cuarto que hubo en España en el año 1994. Después, me fichó Retevisión para hacer lo mismo pero a nivel nacional, con el objetivo de romper el monopolio ante el operador histórico. Entonces hicimos algunas cosas bastante bestias como lanzar el acceso gratuito (el 17 de junio de 1999) y en el año 2000 (el 1 de julio) lanzamos la tarifa plana. Nueve días más tarde el operador histórico presentó la suya, forzado por nosotros.
En un año doblamos el número de usuarios de internet en España, con estas dos acciones. Entonces, de alguna forma, esto me da credenciales fuera de España. Aquí no me conoce nadie, pero esto no me importa. Dentro de la Internet Society soy el único europeo que está en el Internet Hall of Fame, y me felicitaron desde todas partes del mundo, salvo en España donde nadie se enteró.
Dejando a un lado el caso de Raymond Tomlinson, ¿los entrevistados se mostraban reacios a participar en el proyecto?
En Estados Unidos hay un mejor marketing y un mayor interés hacia la preservación de la historia. Una cosa que tenga 50 años para ellos ya es historia. Aquí ves un pergamino o un tapiz del siglo XI y lo tachas de antiguo. Pero ellos tienen que reportar a la administración cualquier cosa que encuentren con más de 50 años. Allí tienen mucha más sensibilidad para la historia, porque nosotros la damos por descontada: esta aquí y ya está. Entonces la mayoría me invitan a sus casas, me invitan a comer, es más un convivir. En Europa tengo yo que invitarles a comer y aún gracias si se dejan entrevistar...
Es un tema cultural, básicamente. Es distinto. Salvo algunos raros, que es un tema más de personalidad. Una persona como Jake Feinler es una perfecta desconocida, pero te ha organizado la vida. Te ha estructurado los dominios como tú los conoces y ya te parece que de toda la vida es así. Pero esto es solo tiene 30 años.
Por lo que me cuentas, entiendo que es un libro para 'frikis' de internet...
He querido hacer que sea un libro para todos y, por eso, durante un año ha estado en 'beta'. He creado el club de los 'betalectores' que durante un año lo han revisado, lo han mejorado, para decirme “oye, al principio es un poco duro, pero a partir de la página trece ya empieza a enganchar”. Ahora el libro empieza en la página trece de antes, ama porque una de casa me comentó: “esto es un coñazo, a partir de la página trece es chulo”.
A veces asusta porque hay gente que lo utiliza como 'Catedrales de España', es decir, lo tiene en casa, en la mesa del salón, porque como hay tantas fotos y es algo que puedes enseñar a tus amistades aunque no lo leas, es bonito de tener.
¿Cómo has conseguido financiar este proyecto durante más de dos décadas?
Intento trabajar en otras cosas. Y si digo intento es porque no me queda mucho tiempo. En California trabajaba dos días al mes, conseguía 3.000 dólares, y el resto los dedicaba a la investigación. Lo que hacía era localizar 'software' y 'hardware' para que tuvieran nivel D, que es el máximo en catalán. Y como que supieran de tecnología, hablasen catalán y además vivieran en Silicon Valley había uno o ninguno, podías cobrar lo que quisieras. Trabajaba 22 horas dos días y el resto a dedicarlo a investigar. Si tú ves un error en cualquier Play Station de correcto castellano salmantino, eso es culpa mía... Encontré un nicho que me permitía vivir muy bien. La innovación es fruto del desespero. No todo es tan bonito como parece.
Al principio no cobraba nada, porque ser profesor de Stanford da prestigio, pero tenías que buscarte 'las habichuelas'. Es duro irte sin una beca a la universidad más cara del mundo. Eso sí, invitado por uno de los 'padres' de internet... Por eso, como solo pasa una vez (o ninguna) en la vida, decidí dejarlo todo y me fui. Por entonces yo era director de internet en Retevisión. Y sí, todo era muy bonito, pero tengo la mala costumbre de comer tres veces al día y, además, tengo familia. Entonces solo quiero que el libro se venda para dar de comer a la familia durante una temporada, mientras acabo los de Asia y África.
En Estados Unidos, cualquier universidad pelearía por financiar un proyecto así, ¿no crees?
Sí. De hecho la mayor parte de la financiación de este libro viene de Estados Unidos. El propio Vint Cerf me paga de su bolsillo para que yo pueda seguir trabajando en este proyecto. Esto se llama mecenas. Pero no es ninguna queja, porque yo no quiero dinero público para que me empiece a poner problemas y determine a quien he de incluir en el libro o no u otras cuestiones. Yo quiero máxima libertad, y esta la tengo sin ningún subsidio.
¿Y por qué no apostaste por la versión digital?
Me criticaron. A mi, que soy un talibán de la digitalización, me acusaron de no haber hecho una versión en digital. Es un tema que he pensado muchísimo. Yo quiero que este trabajo perdure, entonces la perdurabilidad de las cosas en electrónico es mucho menor que las cosas en papel que, encima, está hecha con tapa dura y como los libros de antes. Un letrado del Estado me llegó a decir: “esto es como un códice miniado medieval, pero del siglo XXI”.
Está hecho con mucho mimo, con mucho esfuerzo, hasta tal punto que cada vez que aparece un personaje nuevo va acompañado de su foto de carné al lado para ayudar al lector en su memorización. No lo he puesto en digital porque si te doy este libro en digital en un iPad y otro usuario lo lee en un dispositivo Android y otro en un Kindle de Amazon, pueden hacer anotaciones, subrayar o apuntar algunas notas sobre el libro, pero todo eso se pierde al pasarlo a otro dispositivo. Puede que se conserve el formato, pero lo que no vas a conservar es el enriquecimiento semántico de ese documento. Yo creo en la perdurabilidad de este libro al máximo.
Cuando tu compras este libro yo considero que me estás ayudando a conservar un 'backup' de la historia de internet que pones en un sitio bonito de la estantería. Me estás ayudando en el proyecto. Si de aquí a 25 años se quema mi casa o me roban, de alguna manera podremos seguir teniéndolo. Y esto lo consigue un libro y no un fichero pdf, que además no te aporta el valor que te aporta poder leer y ver las fotos.
¿Qué hará Andreu Veà a partir de ahora?
Este libro para mí ya es pasado. Sigo entrevistando a gente a nivel mundial. Hemos ampliado el proyecto para llevarlo a todo el mundo. He estado en Singapur, en Asia, mirando quién ha llevado el internet a China, o quién a Tailandia (donde hay una 'madre' de internet). O Sri Lanka, o Australia, o Nueva Zelanda. Es ir recogiendo, con gente de allí que me ayuda de forma voluntaria ha determinar las dos, tres o cuatro personas que son los 'padres' de internet en esos países. Especialmente en Sudamérica, todos son 'padres' de internet, entonces necesito una estricta metodología para poder separar el grano de la paja. Pero esto sucede en muchos lugares. Los éxitos siempre tienen muchos padres y los fallos siempre suelen ser huérfanos, esto es normal. E internet no olvidemos que es, una red de personas interesantes.