Desde 2007, el Consejo Europeo insiste en la necesidad de que los estados miembros cumplan con su compromiso de alcanzar un 20 % de uso de energías renovables y un 10 % de biocombustibles en transporte para el año 2020, un objetivo que recoge en una de sus directivas y que España también debe perseguir. De momento, según el último dato disponible, las energías limpias suponen el 17,3 % del total del consumo en nuestro país.
Como quedó patente en la Cumbre de París y en la última conferencia sobre el cambio climático y las ciudades, respaldada por el IPCC y celebrada en Edmonton (Canadá) a principios de mes, las ciudades juegan un papel fundamental en esta transformación energética. Los núcleos urbanos son responsables de más del 70 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y las iniciativas para convertirlos en espacios más sostenibles repercutirán en el panorama nacional.
Por estas razones, son muchas las ciudades a nivel mundial que hacen un verdadero esfuerzo por cambiar sus modelos energéticos. Y lo consiguen. La organización no gubernamental británica Carbon Disclosure Project (CBD), dedicada a publicar datos sobre las iniciativas sostenibles de empresas, urbes, países y regiones, ha sacado a la luz recientemente una lista con algo más de un centenar de ciudades donde las energías renovables (hidráulica, geotérmica, solar y eólica) suministran más de un 70 % del consumo eléctrico total.
Además de las 59 metrópolis que cumplen o superan por poco este porcentaje mínimo —algunos ejemplos son Oslo, Nairobi o Seattle—, en este catálogo de buenos ejemplos figuran los nombres de 42 localidades que alcanzan nada más y nada menos que un 100 %, como es el caso de Burlington (EE. UU.), Basilea (Suiza) o Reikiavik (Islandia). Lamentablemente, en ninguna de las dos categorías puede encontrarse una sola ciudad española.
Claro que, más allá de las que recoge la lista del CBD, muchas otras ciudades han puesto en marcha planes e iniciativas para promover la transición energética y reducir las emisiones, un “fenómeno global” impulsado definitivamente por la Cumbre de París que, esta vez sí, se refleja en España.
Los éxitos españoles
Según los datos de Greenpeace, las tecnologías renovables disponibles permitirían producir más de diez veces la demanda de energía total de España en el 2050. Sin embargo, aunque la situación ha cambiado en los últimos años, y el Plan de Acción Nacional de las Energías Renovables contribuye a ello, el documento advierte que los avances se producen a un ritmo mucho más lento del que cabría esperar.
Aunque la energía solar es uno de los puntos fuertes de un país como España, medidas como el polémico impuesto al sol, que el Parlamento Europeo quiere eliminar en una futura directiva, no han allanado precisamente el camino a la instalación de plantas y paneles fotovoltaicos. La reforma del sistema eléctrico, que primero generó la moratoria a las energías renovables en el 2013 y, después, las rebajas retroactivas de las ayudas a las mismas, ha pisado el freno al desarrollo del sector.
Sin embargo, ni las autonomías ni las ciudades se han resignado a permanecer de brazos cruzados. En comunidades como Canarias o Baleares se lo han tomado en serio y planean cumplir con el objetivo del 100 % ese mismo año apoyándose, sobre todo, en la energía solar. Mientras tanto, Castilla y León es líder en producción de energía eólicalíder en producción de energía eólica, por encima de Castilla La Mancha, Andalucía y Galicia.
Ciudades como Cádiz, Barcelona, Zaragoza o Madrid han decidido aprovechar el ahorro económico que puede suponer la adopción de las energías renovables y poner en marcha planes para implantar su consumo generalizado.
La Ciudad Condal fue la primera urbe europea en introducir una ordenanza solar ordenanza solaren 1999 que estipula que la energía solar debe generar el 60 % del agua caliente consumida en edificios de nueva planta o rehabilitados. Debido a esta medida, el área ocupada por paneles solares aumentó de 1.650 metros cuadrados a 87.600 entre el 2000 y el 2010.
En Madrid, según un reciente informe del Observatorio de la Sostenibilidad, se podrían instalar paneles fotovoltaicos en 6.722 hectáreas energéticamente viables de terrazas y tejados para producir casi 6.500 gigavatios al año. Según se explicaba en la presentación del documento, la instalación de placas en las ciudades contribuye a abaratar el precio de esta tecnología, que ha bajado un 73 % desde 2010, y, además, constituye una importante fuente de generación distribuida debido a su situación cerca de la demanda.
Junto con los arriba mencionados, más de un centenar de municipios españoles tienen contratada electricidad de origen 100 % renovable, como los de las tres capitales vascas, Irún, Toledo, Gijón, Ávila, Valladolid, Murcia, Albacete y Salamanca. No obstante, pese a los esfuerzos, aún están lejos de alcanar el 100 % del que pueden presumir algunas ciudades de otros países.
Los secretos de las ciudades con energía 100 % renovable
Observar las medidas y estrategias adoptadas por las urbes de la lista CBD puede darnos algunas pistas de los pasos que las ciudades españolas todavía tienen pendientes.
Una de las principales claves comunes a estas ciudades es haberse convertido en centros de innovación tecnológica donde se desarrollan soluciones para disminuir las emisiones y contribuir a un sistema energético más sostenible. En algunas regiones, el precio de la energía solar y la eólica compite ya con el coste de la generada en centrales de carbón, una situación que, según IRENA, se extenderá a todo el mundo en 2020.
Otro de sus secretos es aprovechar al máximo las ventajas de su entorno y situación geográfica para implantar modelos eléctricos basados en fuentes renovables.
En Burlington, las autoridades han logrado obtener toda la energía a partir de la combinación de plantas solares, eólicas, hidráulicas y de biomasa, impulsando las empresas locales que basan su negocio en estas tecnologías y fomentando el autoabastecimiento por parte de los propios ciudadanos. Además, la ciudad mantiene su propia red eléctrica y es propietaria de una central hidráulica.
En Reikiavik aprovechan tanto la fuerza del agua como la energía geotérmica. Pero no es el único territorio islandés que apuesta por la sostenibilidad: el país ha conseguido la casi total transición energética tanto en el abastecimiento eléctrico de los hogares como en los sistemas de calefacción.
Aunque las ciudades tienen un papel fundamental en el cambio y pueden actuar con mayor rapidez que un país en su conjunto, los estados donde se encuadran siguen estrategias similares. El año pasado, Suiza decidió desterrar para siempre la energía nuclear a favor de las fuentes renovables. Estas abastecen por completo a la ciudad de Basilea, que obtiene su electricidad de la fuerza del viento y del agua y que dispone de un fondo para invertir únicamente en eficiencia energética, renovables y proyectos para reducir las emisiones. Además, el Ayuntamiento ha implantado una norma para que las nuevas construcciones y edificios públicos produzcan un 50 % del agua caliente con energía renovable.
En muchos territorios de países en vías de desarrollo, las energías renovables suponen, además, una oportunidad para mejorar la eficiencia y fiabilidad del suministro eléctrico. Como Reikiavik, Nairobi recurre a los recursos geotérmicos para satisfacer sus necesidades energéticas y ha puesto en marcha medidas para que los nuevos edificios aprovechen la energía solar, reduciendo la presión sobre la red eléctrica.
Según datos de CBD, Europa lidera el camino hacia la creación de infraestructuras, tanto de transporte como energéticas, que cumplan las condiciones para adoptar una economía basada en la sostenibilidad y la eficiencia. Para ello, destina una inversión que ronda los 1.700 millones de dólares (unos 1.380 millones de euros) a proyectos en áreas como la eficiencia energética y el transporte sostenible.
Si bien las ciudades españolas avanzan a paso lento, los cambios que se avecinan de manos de Europa pueden suponer un empujón definitivo para la adopción de las energías renovables. Según Matthias Nabholz, responsable de medio ambiente y energía de Basilea, “todo lo que necesitas es una meta clara y liderazgo político” para sacar adelante medidas que contribuyan a la transición energética.
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