Han creado y lideran tecnológicas con millones de usuarios, en constante innovación y en las que han tomado decisiones de todo tipo. Un trabajo arduo que exige tiempo y pasión. Y eso no les ha hecho perder el pelo o masa muscular. Todo lo contrario: con el tiempo los vemos más atractivos, robustos, siguiendo cánones de belleza normativos en la masculinidad occidental. El tiempo no pasa por Elon Musk (que tiene más pelo que hace casi dos décadas), Jeff Bezos (rapado y con unos brazos que parecen columnas) o Jack Dorsey (hijo del punk hace 20 años y hoy adaptado a la estética de leñador).
Años 90. Cada uno por su lado y en momentos distintos de la década, Musk (nacido en 1971) y Bezos (1964) inician su camino de éxito en el mundo de la tecnología. El primero, con Zip2, un servicio de alojamiento y mantenimiento de webs, y X.com, una compañía de pagos que más tarde se convertiría en PayPal. El segundo, con la librería Amazon. Entonces, a ambos les faltaba pelo; hoy, Musk luce un corte contemporáneo que lleva varios años manteniendo y Bezos se ha rapado y puede presumir de daddy en Instagram.
Jack Dorsey, uno de los cofundadores de Twitter, también ha cambiado a lo largo de dos décadas. Nacido en noviembre de 1976, en los 90 seguía una estética punk (en una entrevista en 2014 decía que “todavía” se consideraba así). En 2008, dos años después de que Twitter naciera, no quedaba rastro de la gomina o el tinte y tenía el aspecto de un treintañero camino a la formalidad. Ahora, diez años después de aquello y con la cuarentena estrenada, la estética lumbersexual se ha apoderado de la barba; también, a lo largo de esta década ha llevado el pelo rapado o con una moderna raya en un lateral:
Además, es habitual ver a Dorsey con más chaquetas y camisas que hace unos años, aunque sigue llevando camisetas básicas. Las mismas de las que tanto se vanagloria Mark Zuckerberg (1984): dice que siempre lleva el mismo modelo para no perder tiempo en el armario cada mañana. En 15 años, Zuckerberg tiene un cuerpo más definido, quizá por sus carreras diarias de al menos 1,5 kilómetros. ¿Es que no han pasado los años, los 'me gusta', los grupos y las notificaciones de la granja por él?
Otro que se apuntó a la moda de las barbas es Serguéi Brin (1973), cofundador de Google y hoy presidente de Alphabet, la matriz que engloba al buscador y los otros proyectos que se comandan desde Mountain View. Con 44 años, mucho ha llovido desde que a mediados de los 90 lanzara el buscador; en el camino ha dejado la imagen de niño, ha apostado por la barba y un pelo más frondoso y sube fotos a las redes sociales practicando yoga.
Este cambio de apariencia contrasta con el desgaste que se suele ver en el rostro de muchos dirigentes políticos cuando llevan varios años de mandato. Solo hay que recordar las canas de Barack Obama o el José Luis Rodríguez Zapatero de siete años en La Moncloa. Un estudio de 2015 concluyó que los jefes de Gobierno podrían envejecer más rápido o tener mayor riesgo de mortalidad que quienes se quedaron a punto de ocupar ese puesto, pero a la vez advertía de que sus resultados no podían aplicarse a todos los países (solo habían analizado 17).
Hay una respuesta fácil para explicar el cuerpo de los techies con responsabilidades parecidas a las de un presidente nacional: detrás hay dinero invertido en injertos capilares, tratamientos de belleza o nutricionistas y entrenadores personales que saben cómo ponerlos a punto. Sin olvidar los cánones de belleza que imperan. Un estudio de 2014 relacionó la pérdida de peso con el nivel de ingresos de la persona. Analizaron a 3.000 niños y adolescentes y 5.000 adultos; de todos ellos, al menos dos tercios intentaron adelgazar haciendo ejercicio o comiendo menos el año anterior. Los adultos ganaron una media de 1,3 kilos y los más pequeños hasta 5,4 kilos. Pero, además, las personas con menos ingresos subieron casi un kilo más que aquellos más pudientes.
No es la única relación que se ha visto entre dinero, ejercicio y alimentación. En 2016 se publicó un estudio con encuestas realizadas a la población estadounidense entre 1999 y 2012. Los investigadores también detectaron diferencias en los hábitos alimentarios de acuerdo a la raza, el nivel educación o el del ingresos, que podían llevar a mejorar la atención nutricional en algunas zonas del país.
Arrugas en el entrecejo y demandas laborales
Estos techies no solo tienen más dinero para acceder a tratamientos o profesionales. También viven en un entorno que premia la eterna juventud. La discriminación por edad en Silicon Valley se experimenta de tal manera que algunos cirujanos plásticos de la zona aseguran que veinteañeros acuden a ellos para someterse a implantes capilares.
“El envejecimiento se posiciona como enfermedad que se cura, y el envejecimiento no es una enfermedad. Es un proceso natural, poderoso y para toda la vida por el que todos pasamos”, contaba a HojadeRouter.com la escritora estadounidense Ashton Applewhite, que investiga estos temas. Las arrugas del entrecejo o de los ojos también preocupan por los prejuicios laborales en la meca de la tecnología.
De 2012 a 2016 los juzgados californianos archivaron hasta 90 denuncias por discriminación de edad a 12 compañías de Silicon Valley. Más de 20 tenía HP, seguida por Cisco (11), Apple (9), Google (8) y Oracle (7). Entonces, de acuerdo al comparador de sueldos PayScale, la media de edad de un trabajador de Facebook era de 29 años, la de Google de 30 y la de Microsoft de 33.
El elixir de la vida eterna
Algunos directivos de estas compañías han mostrado su interés por frenar el envejecimiento vía inyección de dinero. Calico es una empresa biotecnológica dentro de Alphabet, matriz de Google, cuya misión es “permitir a las personas llevar vidas más largas y saludables”. Jeff Bezos es uno de los inversores de Unity Biotechnology, una compañía que se dedica a desarrollar medicamentos para “detener, frenar o revertir las enfermedades asociadas a la edad”. Antes, el fundador de Amazon había puesto su dinero en Juno Therapeutics, que busca ayudar a los pacientes con cáncer. Y el director de Ingeniería de Google, Ray Kurzweil, aseguraba en 2017 que tomaba 90 suplementos al día para mantener la fuerza muscular y la piel elástica, entre otros aspectos.
En 2007, con 22 años, Mark Zuckerberg dijo que la gente joven era “más inteligente”. “¿Por qué la mayoría de maestros del ajedrez tienen menos de 30 años?”, se preguntaba. Ahora, él mismo tiene 34 años, y muchos de sus homólogos en Silicon Valley pasan por una atractiva cuarentena o cincuentena. La pregunta es si envejecer en Silicon Valley está bien… pero solo si sabes cómo.
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