De acuerdo, no soy ni el primero ni el único que ha asociado las impresoras 3D con una nueva revolución industrial. Muchos han visto en estos nuevos inventos un mundo de posibilidades que podría echar por tierra la cadena de producción tal y como la conocemos. Tanto es así que hasta el propio Barack Obama, en un Discurso del Estado de la Unión, hizo referencia a esta nueva máquina de la que solo se hablan maravillas.
Solo tienes que hacer una sencilla prueba y ver las reacciones. Coge a una persona que no esté muy puesta en el tema y cuéntale que con estas nuevas impresoras podrán fabricar desde una vajilla hasta los adornos de la casa, pasando incluso por los juguetes para sus pequeños. Van a flipar. Menudas caras... Aunque, claro, siempre hay alguien que te dice: “¿Y qué será de las personas que se encargan de fabricar los juguetes? ¿Las mandamos al paro?”. O aquella otra persona que comenta: “¡Pero no es lo mismo una vajilla de plástico que una de porcelana!”. Sin olvidar al familiar o amigo que pregunta: “¿Y vas a tener todos los adornos de tu casa del mismo color? ¿Todos de plástico y de un solo color?”.
¿La 'era de las impresoras 3D'?
Muchos vaticinan que la revolución será planetaria y trastocará nuestras vidas de una forma que no podemos siquiera imaginar. En principio, razón nos les falta. ¿Te imaginas poder imprimir los recambios de cualquier electrodoméstico? Sería genial. ¿Se te han roto los famosos manguitos del coche? ¡Sin problema! Buscas en internet a ver si hay un diseño que te sirva y, si no hay suerte, lo diseñas tú mismo y lo imprimes. Fácil, sencillo y para toda la familia.
Pero claro... ¿Qué será del empleado de Peugeot, Renault o Citröen que se encarga de diseñar o fabricar esa misma pieza? ¿A la cola del paro? Hay quien, como Alberto Méndez, CEO de la compañía española bq, afirma que tal cosa no sucederá. Bajo su punto de vista, debemos apostar por la educación, hacer que los niños sientan curiosidad por el diseño y la electrónica, ya que gracias a las impresoras 3D podrán experimentar y ver cómo sus dibujos cobran vida de forma instantánea.
¿Algo así como un mundo de ingenieros? ¿Para qué? Si los niños se interesan por materias como el dibujo técnico y sienten la necesidad de formarse en ese campo, ¿qué pasa con los que, bien por inquietudes o bien por aptitudes, se decanten por otras ramas del saber? ¿De qué les sirve a ellos - al filólogo, al abogado, al escritor - esta revolucionaria tecnología?
Vale, es cierto, no podemos olvidar que, como sucedió con internet, la popularización de las impresoras 3D traerá consigo la creación de nuevos perfiles profesionales. Se nos viene a la mente un ejemplo que nos contaron en los ingenieros de bq. Como se utiliza laca durante el proceso de impresión en tres dimensiones, alguien con vista de pájaro identificó la oportunidad y se lanzó a desarrollar una laca especial, más propicia que otras ya presentes en el mercado. Y como esos habrá muchos que sepan sacarle partido
¿Otro 'espejismo' tecnológico?
El ecosistema de la impresión 3D ya está suficientemente maduro como para dar el salto a un público más general. Al menos esa es la opinión que nos transmiten varios ingenieros que trabajan en el desarrollo de estas máquinas. Según las fuentes, ya hay expertos de todo el mundo compartiendo esfuerzos para mejorar los productos. De la misma forma que sucedió con el 'software' o el 'hardware' libre, se ha generado una comunidad que comparte sus diseños a través de foros como Thingiverse.
Pero aún no hemos respondido a la pregunta del millón. ¿Serán aptas para el bolsillo de un usuario medio? Aunque las posibilidades que ofrecen este tipo de máquinas son múltiples, si tiramos de calculadora, ¿nos permitirán ahorrar en útiles de cocina u otro tipo de utensilios que podamos imprimir? Veamos. Muy pronto este tipo de máquinas estarán por debajo de los 2.000 euros y, a día de hoy, una bobina de un kilo de PLA (junto al ABS son los elementos con los que trabajan estas impresoras) cuesta 30 euros.
En función de la densidad con la decidas imprimir, el gasto de material será mayor o menor, aunque también variará evidentemente la dureza y resistencia del material. Entonces, ¿realmente saldrá rentable? ¿Serán los objetos que produzcamos suficientemente valiosos? ¿Seguro que no es más barato comprarlos en el 'todo a 1€' de la esquina?
Piensa que a todo esto tienes que sumarle la inversión en tiempo. El usuario deberá buscar el modelo y, en caso de no encontrarlo, tendrá que diseñarlo, llevarlo a la impresora y esperar a que esta haga su trabajo. Modelos de 'hazlo tú mismo' como Ikea han demostrado atraer a las grandes masas, ¿sucederá lo mismo con las impresoras 3D?
Además, aunque muchos niños - y no tan niños - verán este invento como una “máquina de juguetes”, no olvidemos que las grandes compañías aún no se han decidido a hincarle el diente. De acuerdo, es cierto que la NASA ya planea ahorrarse el traslado de materiales para la construcción de edificios en territorio lunar y que hay doctores que ya se atreven a imprimir los órganos que necesitan sus pacientes, ¿pero os suena que Google, Amazon o Apple hayan incluido entre sus planes el desarrollo de una impresora 3D? No, ¿verdad?
Muchas de estas empresas ya cuentan con impresoras de este tipo para realizar modelos a escala de sus nuevas creaciones, pero aún no creen que haya llegado la hora de probar suerte con el gran público. ¿Por qué? No lo sabemos. Quizá un impedimento es que los modelos asequibles solo permiten imprimir en un color, que el plástico es el material que se ha impuesto o que los objetos que se pueden crear aún son muy limitados. Sea como fuere, los grandes aguardan su momento.
Witbox Printer de bq: ¿una apuesta arriesgada?
En medio de toda esta ambigüedad, una empresa española ha decidido apostar fuerte por este nuevo campo. La compañía bq confía en que este tipo de aparatos son el futuro y van a popularizarse, así que comenzará a fabricar y comercializar su propia impresora 3D a finales de año. Según su consejero delegado, Alberto Méndez, la empresa pondrá en marcha la fabricación masiva de la Witbox Printer 3D a mediados de este mes de noviembre y se hará en tandas de 500 unidades. Su salida al mercado está prevista para el próximo mes de diciembre y las expectativas de la compañía con esta nueva creación son ambiciosas.
Con ingeniería 100% española, pero con cierta tecnología procedente de otros países, su fabricación se llevará a cabo en España. Así, bq pretende democratizar el uso de esta nueva máquina bajo una máxima clara: “productos tecnológicos de la mejor calidad a un precio reducido”.
No tienen reparo en confesar que en cinco años esperan estar instalados en muchos hogares de todo el mundo, ya que, más allá de España, pondrán especial atención a la exportación del producto. ¿Surtirá efecto? ¿Conseguirá esta compañía española hacer historia y liderar la 'nueva era de las impresoras 3D'? La suerte está echada.