España es una potencia turística por sus precios baratos tanto en restauración como en hoteles, alimentación y ocio. Sin embargo, a la hora de conectarnos a internet hemos sido durante muchos años de los países que más pagaban por la conexión a la Red de redes, llegando a ser el más caro de Europa.
La crisis y la pericia de las operadoras alternativas a Telefónica han ido cambiando poco a poco este escenario, y hemos visto paulatinamente una reducción notable en el precio del acceso gracias a la llegada de las ofertas convergentes de fijo, móvil y ADSL, aunque antes de la llegada de éstas seguíamos siendo los sextos más caros de Europa.
La lenta inversión durante más de 10 años por parte de Telefónica, la reina de la telefonía y el acceso a Internet, en las redes que 'heredó' del antiguo ente estatal, sumada a una legislación que supuestamente le ha beneficiado y sigue beneficiando, se encargaron de fijar el escenario. A pesar de que parecía existir un libre mercado, las redes seguían perteneciendo en su gran mayoría a la todopoderosa Telefónica, la cual ya siendo una empresa privada, y sirviéndose de los recursos que antes eran públicos, ha marcado en los últimos años el ritmo del mercado en cuanto a la telefonía y el acceso a Internet. Y todavía lo sigue haciendo, aunque la llegada de las ofertas convergentes o combinadas de Internet más fijo y móvil, unidas a una galopante crisis económica, están cambiando el panorama y los abusivos precios del ADSL se van normalizando.
El control de la tradicional red de cobre, la R.T.C. (Red Telefónica Conmutada), que era propiedad de la C.T.N.E. (Compañía Telefónica Nacional de España), fue otorgado a Telefónica tras su liberalización. Así, era esta compañía, con la C.M.T. (Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones) como organismo regulador, la encargada de otorgar el acceso a la red más potente que existía en España a otros operadores alternativos. La red que era de todos, era y sigue siendo hoy en día alquilada por Telefónica, ya como empresa privada, al resto de operadores.
La pseudoliberalización
Una mala liberalización del mercado de las telecomunicaciones provocó que una sola empresa, Telefónica, fuese propietaria de la mayor red de telefonía, y por ende, a través de la misma, del acceso a internet en España. Estaba obligada, eso sí, a ceder espacio para equipos propios a otras operadoras en sus edificios y centralitas, así como a alquilar la red para que en el mercado existieran otras opciones, pero los cánones por dicho uso han determinado durante un largo tiempo una desigualdad entre operadoras que hemos pagado (los usuarios) muy caro.
La CMT reguló los precios y fijó las normas del juego, que muchas veces resultaban favorables para el antiguo monopolio. Por ejemplo, al principio Telefónica solo se comprometía a portar un máximo de 800 líneas telefónicas diarias, que no llegaba ni a 300.000 líneas al año, marcando por tanto el ritmo de la liberalización del mercado y asegurándose el predominio de cuota de mercado ya como entidad privada. Muchas operadoras acusaron a Telefónica de competencia desleal, y estas prácticas, reguladas, han perdurado durante mucho tiempo.
A todo esto hay que sumar el hecho de que los operadores alternativos, sin red, se veían abocados a tener que alquilar la línea a Telefónica para después revenderla al usuario, y hasta hace poco, el 40% del territorio nacional solo tenía un operador que pudiera prestar servicio, y ese era, como no, Telefónica.
Con el paso del tiempo, se fueron desplegando nuevas redes, de alta velocidad y a menudo con mejor calidad que las ofrecidas por Telefónica. Aparecieron Madritel, Retecal, Cable de Valencia, Euskaltel y otras operadoras de cable, algunas de ellas hoy integradas en ONO (Cable Europa). Pero desplegar redes de fibra óptica o red propia no era precisamente barato, puesto que, aparte de la consiguiente licencia autonómica y estatal para operar, tenían que realizar costosas inversiones para desplegar sus redes. Es por esto que la oferta tuvo que igualarse a la de un ADSL normal para poder competir en velocidad con un precio similar. Aún así, la principal desventaja era y sigue siendo que su red, al ser nueva, no tenía cobertura nacional y solo podía cubrir grandes ciudades, sin llegar a los entornos rurales.
Los grandes olvidados
Internet, con ciertas limitaciones, no ha llegado a las pequeños núcleos urbanos o los entornos rurales hasta hace unos pocos años. Obligadas por las directivas europeas, las operadoras se han puesto las pilas, pero hoy por hoy sigue siendo imposible contratar un ADSL Rural en muchos puntos de nuestra geografía. Y eso que el ADSL rural solo garantiza velocidades de 512 Kbps (en descarga) en la mayoría de los casos. En este sentido, la directiva europea de acceso a internet ha determinado como objetivo que el acceso a Internet sea universal en 2020 y que las velocidades sean de 30 Mbps en descarga para toda la población europea.
Ante este nuevo escenario, la operadora propietaria de la red tradicional no parece haberse esforzado demasiado por mejorar su red en los últimos años. De hecho, buena parte de los usuarios del entorno rural han tenido que optar por nuevas tecnologías para conectarse a internet, como el acceso a la banda ancha móvil (3G) - vendida como supuesta banda ancha, pero con tarifas que limitan la descarga - u opciones alternativas como el satélite o la radiobanda. Estos accesos alternativos necesitan de antenas con visión directa del satélite o la torre del radioenlace, y unos costes para el usuario mayores por el despliegue de la infraestructura en su domicilio.
Telefónica no apostó por renovar la red y dejó sin acceso a Internet a pequeños núcleos urbanos. La brecha digital entre las grandes ciudades y los pueblos se incrementaba y, para algunos, ha sido una de las causas de la progresiva despoblación del ámbito rural.
La tecnología ADSL2+, que ofrece velocidades de hasta 20Mbps, quedaba relegada tan solo a los usuarios cuyo par de cobre estaba a una distancia no superior a 3 km de la centralita (a mayor distancia, menor velocidad y estabilidad en la conexión). Muchas poblaciones que carecían de centralita por tener una baja demanda de líneas han tenido que conformarse durante mucho tiempo con un acceso a internet de 64kbps. El básico, el del módem que corta la línea telefónica durante el uso de Internet, el que teníamos en la década de los 90. Se calcula que casi 1 millón de hogares en España carecen de la simple posibilidad de tener un acceso a Internet a través de la red tradicional de teléfono, lo cual tendrá que suplir en los próximos años el satélite, la banda ancha móvil, o los accesos por radio.
¿Por qué los precios ya no son tan altos?
Antes de las crisis estábamos pagando unos 35 euros + IVA al mes por un ADSL de 20Mbps con llamadas. A día de hoy, podemos encontrar ADSL sin fijo desde 15 euros u ofertas con paquetes que incluyen el móvil, fijo y ADSL desde 19,90 € + IVA. Es una diferencia muy notable, pero la crisis, al contrario de lo que podría parecer, no es la única responsable de esta tendencia.
Como decíamos, Telefónica tenía su precio y como las otras operadoras tenían que alquilar su red era muy dificil que mejorasen la oferta. Trataban de poner precios más bajos, pero no en exceso. Además, cuando las ofertas sí resultaban ser mejores solían venir acompañadas de penalizaciones, que provocaban verdaderos quebraderos de cabeza a los usuarios para cambiar de operadora - sin perder su número de teléfono, por ejemplo -, aunque la portabilidad también se encuentra regulada por la C.M.T.
Con la llegada de la crisis y una pequeña reducción en el número de usuarios con acceso a internet, que alertó a las operadoras del problema del precio, el escenario cambió.
Y el precio empezó a reducirse no solo por la crisis, sino también porque las operadoras, ante el escenario de predominio de Telefónica tiempo atrás, empezaron a apostar por redes propias, sobre todo en torno al mercado móvil, mucho mejor liberalizado al ser una tecnología en la que todas las compañías tuvieron que desplegar sus redes. Ante la fuerza de la gran operadora, empezaron las fusiones, como la de Uni2 con Amena y Ya.com para formar Orange (France Telecom España) o la integración de la antigua operadora de móvil Airtel con Tele2 para formar el grupo Vodafone. ONO aglutinó por su parte a gran parte de las operadoras de cable del país y pidió acceso como operador móvil virtual. Se estaba dibujando un escenario en el que el servicio de telecomunicaciones podía ser integral para el usuario: móvil + fijo + ADSL con la misma compañía y a un precio muchísimo más competitivo.
Además, paulatinamente, se fueron instalando en el sector nuevos entes de telecomunicaciones como Jazztel a nivel nacional, u otros regionales que han ido mitigando el problema del acceso rural a internet, como Telecable en Asturias o R Cable en Galicia. Las operadoras “alternativas” han pasado de no tener red propia hasta la casa del usuario, a adquirir poco a poco derechos sobre la red de Telefónica y crear sus propias estructuras de red, tanto fija como móvil. Así, se han ido acercando a un escenario en el que pueden competir con Movistar e incluso superarla, como ha sucedido con el despliegue de la tecnología móvil 4G, que han llegado a ofrecer incluso muchos meses antes que quien fue “la reina de las telecos”.
Ante este escenario, Telefónica, que en España comercializa Movistar, ha tenido que empezar a ser más agresiva a nivel comercial y ponerse al día en la actualización de sus redes. Poco a poco está ofertando nuevos productos, como Fusión, a un precio bastante más asequible que el de los años de bonanza, antes de la crisis. Por fin ha desplegado nuevas redes de fibra en las grandes ciudades y ha aumentado el caudal de velocidad en las redes tradicionales, con un precio claramente a la baja. Esto además ha contagiado al resto, aunque Orange hace ya más de 3 años que se posicionó como el primer operador global de telecomunicaciones y empezó a ofrecer ofertas combinadas de fijo, móvil y ADSL.
Y ahora sí: ¿por qué en España hemos tenido el ADSL más caro de Europa?
La liberalización del mercado de las telecomunicaciones ha tenido, durante muchos años, la culpa del alto precio de los servicios de telefonía e internet. Las nuevas operadoras fueron poco a poco ingeniándoselas para dar salida a sus servicios o apostaron por híbridos para ahorrar costes, como ofertar solo ADSL y la telefonía fija a través de internet con sistemas de VoIP, una opción mucho más rentable por la cantidad de problemas que obtenían al dejar en manos de la centralita de Telefónica el enrutamiento y la portabilidad de un número de telefonía fijo.
Una empresa privatizada no debería haber sido nunca la 'dueña' y gestora de la red que antes era pública, puesto que el letargo y la lentitud en el desarrollo de nuevas redes requiere de mucha inversión económica por parte de otros entes que tuvieron que empezar de cero. Las trabas para acceder a la red tradicional a las que se enfrentaron las operadoras alternativas jugó un papel muy decisivo en el precio, que ha sido durante mucho tiempo muy similar al que ofertaba la operadora dominante, que por su parte alquiló durante años a precios abusivos segmentos de su red, condenando al país a unos precios de ADSL vergonzosos.
Y es que, aunque hayamos tenido el ADSL más caro de Europa, no tenemos los mejores sueldos de Europa, e internet ni siquiera llegaba a todas partes, y hoy día todavía no llega, con esa red que un día era pública y era de todos. Una red que debiera haber sido el motor de la modernización tecnológica de nuestro país.