Ayudar tras la pantalla es posible: lo que aprendimos con el tifón de Filipinas y OpenStreetMap
El pasado 3 de noviembre, el tifón Haiyan asoló las islas Filipinas: fue el más fuerte de la historia del país hasta la fecha y dejó 10.000 muertos y cerca de 300.000 evacuados. La respuesta internacional fue masiva. Y la digital no se quedó atrás: más de mil voluntarios de todo el mundo mapearon las zonas afectadas durante los primeros días de catástrofe. Gracias a ellos, las oficinas de la Cruz Roja en Londres y Washington ofrecieron información mucho más rápida y concreta a las personas que trabajaban sobre el terreno para que supieran dónde hacían más falta. ¿Quién dijo que no se podía ayudar tras la pantalla de un ordenador?
“Después del desastre, las organizaciones humanitarias ofrecen recursos médicos, construyen refugios, evacuan a la gente... También se puede donar dinero. Pero hay un reto en la logística y otro más en la localización. Las preguntas empiezan siempre con el dónde. ¿Dónde está la gente sufriendo más? ¿Dónde están los equipos? ¿Dónde podemos llevar la ayuda? Y ahí es donde OpenStreetMap es un valioso recurso de respuesta”.
Harry Wood es coordinador de Humanitarian OpenStreetMap Team (HOT), el equipo de labores humanitarias que se activa en OpenStreetMap cuando hay una crisis. Y OpenStreetMap es, simplificando, la Wikipedia de la cartografía: un proyecto abierto y colaborativo para crear mapas. Cualquier persona puede recoger información geográfica, con dispositivos GPS o móviles, y subirla a su base de datos. Una vez allí, la comunidad (de la que también puede formar parte cualquiera) la edita.
El resultado es un mapa aparentemente similar al Google Maps 'de toda la vida', pero con bastantes diferencias de fondo (hablaremos más tarde de ellas). En OpenStreetMap los mapas se actualizan en tiempo real, así que funcionan especialmente bien para un caso concreto: exacto, las situaciones de desastre.
Observa y compara estos dos mapas (en grande, aquí). Es Tacloban, la ciudad más afectada por el tifón, tal y como aparecía en OSM: a la izquierda, antes de empezar a editarla; a la derecha, después de recibir las primeras imágenes de satélite (que aún eran de antes de que pasara el tifón). Antes de editarla, el nivel de detalle era mínimo. Después, aparecen todos los edificios. Con este mapa impreso y sobre el terreno, si el tifón se había llevado por delante un edificio los trabajadores sabían que ahí 'debería' haber un edificio y que, por tanto, podía haber gente a la que rescatar.
Después llegaron las imágenes de la zona tras el paso del tifón. Los voluntarios actualizaron los mapas. Los trabajadores ya podían saber dónde, de hecho, había un edificio o no.
Los datos brutos esta vez no vinieron de personas con GPS o móvil recogiéndolos sobre el terreno, sino de fuentes que cedieron información geoespacial (como el International Charter 'Space & Disasters' británico o la Comisión Europea). Una vez subida a la base de datos de OpenStreetMap, esta información pasa a ser de dominio público (porque es una herramienta abierta, como Wikipedia) y ahí es donde llega el trabajo de los voluntarios. Coordinados por el equipo humanitario, que indicaba qué zonas eran prioritarias y recibía nueva información geoespacial, trazaron y editaron los mapas. En España, por ejemplo, se organizó un 'editathon', o quedada de edición, en Burgos.
El 7 de noviembre, antes de que el tifón llegara a Tacloban, los contribuyentes empezaron a mapear la ciudad. El 10 se activó la ayuda humanitaria oficial y se empezaron a recibir imágenes posteriores al desastre. Para el día 15, se habían editado unos dos millones de objetos; para mediados de diciembre, más de cuatro y medio. Un total de 1679 voluntarios de todo el mundo colaboraron desde sus casas o 'quedadas' de edición en grupo.
El gráfico muestra cómo al principio se editaba mucho - igual que había muchos medios hablando de ello -, pero luego la colaboración descendió. “Desafortunadamente, sólo tuvimos este entusiasmo de voluntarios cuando estaba en las noticias”, apunta Wood en este post. “Pero el pico no es malo: de hecho, deberíamos llevarlo hacia la izquierda lo máximo posible. La mejor respuesta, y la más efectiva, es la más cercana al desastre”.
¿Qué hace la Cruz Roja con estos mapas?
Desde una oficina en el centro de Londres, Simon Johnson lidera el equipo técnico de la Cruz Roja británica que, en colaboración con la estadounidense, produjo mapas para coordinar la ayuda sobre el terreno: con datos de diversas fuentes (por ejemplo, las recogidas sobre cuántas y qué organizaciones operaban en cada área o las del propio Gobierno filipino) para determinar qué zonas necesitaban qué tipo de ayuda y supervisarlo todo. La organización ya había usado mapas abiertos durante el terremoto de Haiti y Filipinas fue la confirmación de sus posibilidades.
“Yo no trabajaba en la Cruz Roja durante la crisis de Haiti, pero es conocida como uno de los grandes impulsos del 'open source' y el mapeo comunitario en el sector humanitario”, explica. “La respuesta todavía está en el aire, pero ya sabemos algunas cosas que tendremos que revisar en el futuro. Estamos trabajando con el equipo de información geoespacial de la Cruz Roja estadounidense por primera vez, así que estamos viendo cómo colaborar de forma más fácil y eficiente. Poco después del tifón, uno de los miembros de nuestro equipo fue a Washington para facilitar las comunicaciones entre ambas oficinas. Todavía no hemos recibido feedback de qué encontraron útil los trabajadores sobre el terreno. Ahora mismo hay un miembro evaluándolo”, explica. Aquí están todos los mapas que enviaron a Filipinas, que no son sólo de detalle sino también de operaciones o zonas de emergencia.
En Filipinas aún queda mucho por hacer. Johnson voló al país el pasado 21 de enero para trabajar con Shelter Cluster, que coordina al resto de entidades benéficas. Una vez allí, esta organización “quiere introducir una forma nueva de recoger datos, así que veremos cómo hacerlo y cómo procesarlos y usarlos para crear mejores productos. Y necesitamos mejorar el 'feedback' desde el terreno, saber qué resulta útil y qué no”, explica. “También veo una brecha entre las soluciones académicas y tecnológicas. Tengo la impresión de que la gente que trabaja sobre terreno trabaja muchas horas bajo presión, así que no siempre tienen tiempo de ponerse al día con la tecnología. Es lo que espero entender durante el viaje: el contexto de terreno y qué necesitan realmente quienes trabajan allí”.
¿Por qué el mundo necesita OpenStreetMap?
“El equipo humanitario de OpenStreetMap es un gran ejemplo de lo que puede pasar en la comunidad”, afirma Martin Dittus, estudiante de doctorado en la University College de Londres. Dittus está investigando el funcionamiento de las comunidades virtuales de recogida de datos y centrando su tesis, precisamente, en OpenStreetMap. “Es un proyecto raro porque es capaz de gestionar y combinar las perspectivas de cientos de miles de participantes haciendo un mapa del planeta. No sólo se ve en el mapa de su página inicial, que es una pequeña parte de todos los datos de OSM. Hay un montón de grupos de interés específico haciendo mapas comunitarios con gobiernos locales y nacionales, mapas de bicicletas, temas de accesibilidad al planificar rutas... Esto significa que no es un simple competidor de Google Maps, sino una forma completamente diferente de hacer mapas. Tiene la oportunidad de aportar un nivel de detalle que no vas a encontrar en los mapas clásicos”.
Eso por un lado. Por otro, no es una herramienta comercial: Google Maps puede decidir sobre fronteras o nombres de lugares (el clásico Palestina - Israel o China - Taiwán) con intereses comerciales o políticos detrás. Aunque en OSM también hay discusiones sobre dónde trazar fronteras o qué nombre darle a ciertas zonas (como pasa en Wikipedia), es abierto y no tiene ánimo de lucro.
Para este artículo de The Guardian sobre por qué el mundo necesita OpenStreetMap la respuesta es sencilla: el espacio es un lugar compartido y ninguna compañía debe tener su monopolio y decidir qué mostrar, dónde estás y dónde deberías ir. Dittus lo resume bien. “Los mapas parecen documentos objetivos, pero son bastante subjetivos. Están fuertemente marcados por quien los crea”.