Violet Jessop, la mujer que sobrevivió al Titanic y desafió a la muerte en alta mar dos veces más

Se partió en dos mientras algunos aún pensaban que no pasaba nada. El Titanic, el orgullo de la navegación moderna, se hundía a toda velocidad el 15 de abril de 1912 en las aguas heladas del Atlántico tras chocar contra un iceberg. Cuatro días después de zarpar, más de 1.500 personas desaparecieron entre la oscuridad y el hielo.
El naufragio fue un desastre monumental, lleno de errores, prisas y desesperación. Y, sin embargo, Violet Jessop bajó viva del bote número 16 con un bebé en brazos, tal y como escribió en sus memorias.
El naufragio no fue su primer susto en alta mar ni sería el último. Había salido ilesa del choque del Olympic con un buque militar británico y, cuatro años después del Titanic, saltó por la borda del Britannic justo antes de que su bote fuera absorbido por las hélices.

Se golpeó la cabeza y perdió el conocimiento. La sacaron del agua tirando de su melena. Según ella misma escribió, solo sobrevivió, precisamente, porque alguien la agarró por el pelo. La historia la convirtió en Miss inhundible, pero el apodo nunca le hizo demasiada gracia.
Miss inhundible, aunque el apodo no le entusiasmaba
Había nacido en 1887 cerca de Bahía Blanca, en Argentina, en el seno de una familia irlandesa que vivía de la ganadería. Fue la mayor de seis hermanos. Enfermó gravemente de niña y los médicos dijeron que no llegaría viva al invierno.
Su madre la llevó a Mendoza, con la esperanza de que el clima seco ayudara a curarla. Contra todo pronóstico, lo hizo. En cambio, quien murió fue su padre, lo que obligó a la familia a trasladarse a Inglaterra.
La madre encontró trabajo como camarera en los buques de la Royal Mail Line, y Violet la imitó cuando apenas tenía 21 años. No estaba claro que pudiera acceder al puesto por su edad, pero hablaba varios idiomas y tenía una presencia agradable.
Tres barcos hermanos, tres naufragios a los que sobrevivió
Empezó en el Olympic, el más grande de su época, que en septiembre de 1911 se llevó por delante al acorazado HMS Hawke frente a la costa británica. El casco quedó perforado, pero no hubo muertos. Mientras reparaban el barco, Violet fue destinada al más lujoso de la flota: el Titanic.
En sus memorias, rescatadas décadas después y publicadas con el título Titanic Survivor, dejó frases secas y directas: “Las otras camareras y yo miramos como las mujeres se aferraban a sus maridos antes de que las metieran en los botes salvavidas con sus hijos”.

Violet fue de las pocas trabajadoras que lograron subir a uno. En mitad del frío, alguien le pasó un bebé. Lo mantuvo apretado al cuerpo hasta que el Carpathia los recogió sin incidentes. En cubierta, siempre según su testimonio, una mujer apareció y le arrancó al niño sin mediar palabra.
En 1916 se alistó como enfermera voluntaria para la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial. Fue enviada al Britannic, el tercer transatlántico de la saga. Iban en busca de heridos por las islas griegas cuando una mina —o tal vez un torpedo— abrió una vía de agua bajo la línea de flotación. El barco se hundió en menos de una hora. Violet subió a un bote, pero el remolino lo arrastró hacia las hélices. Saltó al agua justo a tiempo. Alguien la rescató.
Volvió al mar años después. Trabajó en otras navieras, siempre como camarera. Se retiró en 1950, vivió sola en una casa de campo y murió de una insuficiencia cardíaca en 1971. Falleció en tierra firme después de que ningún barco había podido con ella.
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