Cómo se vende 'software' libre y por qué deberías comprarlo

Aunque en inglés ‘free’ tenga ambas acepciones, que algo sea “libre” no quiere decir que sea “gratis”. Richard Stallman, el padre del movimiento por el ‘software’ libre, lo ha repetido hasta la saciedad, y algunas compañías se han empeñado en demostrarlo: desarrollar una herramienta ‘open source’ no implica una renuncia a ingresar dinero por el trabajo realizado.

A día de hoy, el mejor ejemplo de lo que podría parecer la gran paradoja del ‘software’ libre es la empresa estadounidense Red Hat. Nacida en 1993, se autoproclama “líder mundial del código abierto” y tiene motivos para ello. No en vano, la compañía está valorada ya en más de 2.000 millones de dólares, cerca de 1.800 millones de euros al cambio actual.

En realidad, Red Hat y compañías similares no se dedican simplemente a vender ‘software’ libre, sino que van un paso más allá para ofrecer un soporte de calidad por el que los clientes sí están dispuestos a pagar. Al fin y al cabo, el código fuente está disponible, y en función de la licencia cualquiera puede hacer uso de él o incluso mejorarlo libremente. Nadie en su sano juicio pagaría por algo que puede obtener de forma gratuita, a menos que se ofrezca junto a un servicio de mantenimiento y de actualizaciones por el que sí merezca la pena pasar por caja.

“Casi el 95 % de las aplicaciones que tenemos nosotros son ‘software’ libre”, explica a HojaDeRouter.com Daniel López, cofundador y CEO de Bitnami, una compañía española con sede en San Francisco que sigue los pasos de Red Hat en lo que a hacer dinero con el ‘software’ libre se refiere.

La empresa, creada por el sevillano junto a Erica Brescia en 2004, ofrece aplicaciones de servidor para desarrollar servicios y plataformas en la nube. El peso de Bitnami es cada vez mayor: más del 50% de las aplicaciones disponibles en el mercado de Amazon Web Services las han desarrollado ellos, tal y como explica López. Eso sí, todas son completamente gratuitas.

“El 99 % de la gente no nos paga ni nos pagará nunca, y nos parece perfecto”, reconoce el CEO de la compañía. “Pero hay un porcentaje a los que les ofrecemos como servicio la posibilidad de monitorizar su aplicación, de hacer copia de seguridad y de administrarla de una forma sencilla”. Y es ahí donde toca hacer caja.

Bitnami ya cuenta con más de 70 empleados (un tercio en España, otro en San Francisco y otro repartido por lugares como Gran Bretaña, Polonia o India) y López vaticina que, antes de final de año, serán más de un centenar. La empresa lleva tres años duplicando su facturación y en 2013 consiguió cerrar una ronda de financiación de más de un millón de euros que dicen no haber utilizado. “Fue simplemente para tener dentro de la compañía a algunos inversores con los que teníamos ganas de trabajar. Entre ellos, Eric Hahn, uno de los primeros inversores de Red Hat”, cuenta López.

Pero no es necesario cruzar el charco para encontrar empresas que hayan hecho de la venta de ‘software’ libre un negocio. Según explica el presidente de la Federación de Asociaciones de Software Libre (ASOLIF), David Olmos, se estima que “los ingresos provenientes directa o indirectamente de las tecnologías abiertas suponen más de un 30 % de la facturación del sector TIC” en España.

Sin embargo, la mayoría de los clientes de pago de este tipo de servicios se encuentran en Estados Unidos y en el norte de Europa. Nuestro país no parece haberse acostumbrado aún a pagar por 'software' libre. Irónicamente, desde ASOLIF afirman conocer casos de grandes grupos empresariales españoles que acuden a Estados Unidos en busca de una solución de código abierto “porque dicen que no lo encuentran en España, cuando sí que existen empresas que prestan ese servicio”.

El CEO de Bitnami llega a asegurar que su compañía apenas tiene clientes en España. “Ni queremos tenerlos”, sentencia, “porque el modelo que hay aquí en realidad no es el de vender ‘software’ libre, sino que se venden consultorías: en muchísimos casos la Administración o los clientes lo que quieren es que sea gratis”. La situación es distinta en Estados Unidos.

De los 14 clientes de Bitergia, 12 son estadounidenses. Desde Leganés, la compañía ofrece analíticas de los procesos de ‘software’, sobre todo de los relacionados con el ‘software’ libre. Trabajan para instituciones como Wikimedia Foundation o la propia Red Hat y las herramientas con las que realizan sus métricas son también de código abierto. A pesar de ello, Bitergia ya factura en su cuarto año de vida cerca de 400.000 euros.

“Ellos pueden repetir el análisis y eso es un valor añadido”, explica el responsable de desarrollo de negocio y 'marketing' de Bitergia, José Manrique. “Por eso creemos que debemos seguir diferenciándonos en el servicio y no en el código”.

Desde la compañía señalan que la principal diferencia entre los contratos estadounidenses y los potenciales clientes españoles es la velocidad de adopción de la tecnología. Mientras que en América todo se reduce a que el precio del servicio se ajuste al presupuesto y a probar su utilidad durante los primeros meses, en España “el proceso es mucho más burocrático”, comenta Manrique.

Independencia

Más allá de las dificultades del mercado patrio a la hora de hacer dinero con el ‘software’ libre, cabe preguntarse qué ganan los clientes que deciden poner su dinero en el ‘open source’. “Las empresas son conscientes de que contratar licencias de ‘software’ sin servicio asociado no les aporta valor añadido”, corrobora David Olmos. Además, contar con herramientas de código abierto les permite disfrutar de algo más: la independencia.

“Básicamente, el mejor argumento viene relacionado con que no tienes ninguna atadura tecnológica con el proveedor”, cuenta Manrique. “Si dentro de dos años Bitergia no existe, la tecnología que hemos hecho estará ahí para que la gente la use”.

Así, quienes hayan pagado por las métricas de la empresa española no se encontrarán con una herramienta obsoleta y desprovista de actualizaciones, sino que tendrán entre sus manos un código gratuito que podrán utilizar siempre que quieran y mejorar a su antojo. “Es un doble riesgo, pero también es una baza con la que juegas: alguien muy bueno puede llegar y mejorar lo tuyo. Es una ventaja que tiene el comprador: no está atado a nadie en concreto”, concluye el portavoz de Bitergia.

Mirando al futuro, todo apunta hacia un prometedor panorama en el que el ‘open source’ no solo no sea un bicho raro (desde ASOLIF Olmos explica que “más del 90 % de las ‘startups’ tecnológicas que se crean lo hacen en torno a tecnologías abiertas”), sino en el que pagar por él sea habitual. “Eso a lo mejor era un problema hace una década”, rememora Daniel López. “A día de hoy, yo lo veo al revés: la gente a nivel de infraestructuras quiere ‘software’ libre”.

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