Tecnología para la vigilancia: estos son los nuevos 'juguetes' del Gran Hermano
Aún parece lejos el día en que los coches voladores surquen los cielos de nuestras ciudades, y los androides extraordinariamente humanos tampoco están a la vuelta de la esquina. Ambos avances los predecía, con escaso éxito, la Blade Runner original para el inminente 2019. Sin embargo, la segunda entrega se atrevió a vaticinar algo que ha resultado ser inminente: los drones ya están listos para vigilarnos.
Si en Blade Runner 2049 el Agente K (Ryan Goslin) recurría a un dron para examinar y escanear una zona, hoy ya es posible que los cuerpos y fuerzas de seguridad se hagan con los útiles servicios de una tropa de aeronaves no tripuladas. Hace unas semanas el fabricante asiático DJI cerraba un acuerdo para vender drones de vigilancia a los departamentos de Policía de todo Estados Unidos. Para ello, DJI se ha asociado con AxonAxon (antes TASER International), una multinacional dedicada a la venta de armas de electroshockelectroshock y cámaras corporales que llevan incorporadas los agentes para registrar todo lo que sucede en detenciones y altercados.
Además, el acuerdo entre DJI y Axon conlleva el tratamiento de las imágenes que registren las aeronaves: todo lo que se recopile será automáticamente transferido a Evidence.com, la nube de Axon (al igual que sucede ya con las imágenes grabadas por las cámaras corporales), donde la inteligencia artificial de la compañía hará el resto.
En concreto, y según la propia Axon, los algoritmos encargados de tratar las imágenes registradas por los drones podrán ayudar a analizar escenas del crimen, llevar a cabo operaciones de búsqueda o rescate, o, simplemente, reconstruir accidentes.
Innovaciones como esta, que encuentran su lado positivo en la seguridad, también suponen una nueva puerta abierta a la vigilancia ciudadana. De hecho, la ciencia ya ha probado la efectividad de la combinación de cámaras aéreas y algoritmos de inteligencia artificial para vigilar y controlar a la ciudadanía: un reciente estudio coordinado desde la Universidad de Cambridge ha permitido desarrollar un sistema con el que identificar comportamientos violentos desde un dron.
Los investigadores habrían creado un sistema basado en un cuadricóptero Parrot de apenas 200 euros capaz de transmitir vídeo en tiempo real. Gracias al deep learning (aprendizaje profundo), un algoritmo identificaría a los humanos de la escena grabada y analizaría cuidadosamente sus posturas para compararlas con aquellas que los investigadores han catalogado previamente como violentas. Una pierna levantada o un brazo alzado en actitud agresiva serían detectados por el dron. Teniendo en cuenta que en Israel ya se han utilizado drones capaces de lanzar gases lacrimógenos para dispersar manifestacionesdrones capaces de lanzar gases lacrimógenos, podría ser la propia aeronave la que vigilara a una multitud, identificara de forma automática una situación violenta y acabara con ella.
Más allá de los muchísimos interrogantes éticos que plantea dejar en manos de drones y algoritmos la identificación y detención de altercados, la investigación deja tras de sí una gran incógnita: ¿y si la inteligencia artificial se equivocara? De hecho, ya son varias las voces que han criticado el estudio planteando que algunos de esos movimientos bruscos podrían realizarse, por ejemplo, bailando. ¿Lanzaría constantemente gases lacrimógenos un dron de vigilancia en mitad de un concierto?
De hecho, para perfeccionar el sistema, los investigadores ya cuentan con la autorización de dos festivales celebrados en la India para poner a prueba la efectividad del algoritmo. Más allá de identificar de forma correcta verdaderas agresiones, su utilidad sobrevolando a una auténtica multitud aún debe ser demostrada: si bien las pruebas de laboratorio dieron lugar a una precisión del 94 %, los investigadores reconocen que cuanto mayor es el número de individuos presentes, menor es ese porcentaje, que disminuyó hasta el 79 % con solo vigilar a 10 participantes.
En cualquier caso, el investigador principal del estudio, Amarjot Singh, explica que su pretensión es evitar en el futuro situaciones como la vivida durante el atentado del Manchester Arena en 2017. Con un sistema de cámaras de vigilancia como el suyo, Singh explica que la inteligencia artificial podría detectar cuándo alguien deja una bolsa abandonada en algún lugar.
Vigilancia fronteriza
La tecnología también se está utilizando para controlar fronteras y movimientos migratorios. O al menos eso es lo que pretende el polémico cofundador de Oculus Rift, Palmer Luckey. Después de haber sido obligado a abandonar Facebook tras financiar un grupo de apoyo de la campaña electoral de Donald Trump con 100.000 dólares (más de 86.000 euros al cambio actual), Luckey ha vuelto a apoyar al ahora presidente de los Estados Unidos.
En concreto, Luckey ha respaldado las políticas antiinmigración de Trump con la fundación de su nueva empresa. Su nombre es Anduril Industries y es una de las compañías que tratan de desarrollar soluciones virtuales que sirvan de alternativa al muro físico con el que Trump pretende separar de forma radical Estados Unidos y México.
La propuesta de Luckey pasa por ofrecer a las patrullas fronterizas una suerte de gafas que combinarían numerosas de las más innovadoras tecnologías: con datos aportados por detección de presencia humana, vigilancia con drones, reconocimiento facial e inteligencia artificial, los portadores de las gafas podrían identificar en tiempo real a quienes tratan de evitar los controles para acceder a Estados Unidos.
Y este no es el primer intento de recurrir a la tecnología para abordar la cuestión fronteriza en los Estados Unidos. Ya en 2006, Boeing desarrolló un costoso sistema bautizado como Frontera Segura en el que todo un ejército de sensores y cámaras facilitaban la vigilancia de los 12.000 kilómetros fronterizos del sur de país. Finalmente, en 2011, el proyecto fue abandonado por su coste.
También en Estados Unidos, Amazon está haciendo frente a las presiones de un grupo de inversores que solicitan al gigante controlado por Jeff Bezos que no venda Rekognition, su sistema de reconocimiento facial, a las fuerzas de seguridad.
¿Dónde está mi coche?
También inminente la implantación del enésimo sistema de vigilancia aprobado por las autoridades chinas. En concreto, los habitantes del gigante asiático deberán incorporar a sus coches, a partir del próximo 1 de julio, un chip de radiofrecuencia (RFID, la tecnología que llevan también muchas prendas de ropa para seguir su recorrido por el interior de las tiendas) que será opcional durante un año y que pasará a ser obligatorio para todos los coches fabricados a partir de 2019.
El pretexto que ha utilizado el Ministerio de Seguridad Pública de China es que el objetivo sería analizar los frecuentes atascos para poder tomar medidas. Para este fin, habrá instalados lectores que controlarán el paso sobre el asfalto de los vehículos y que, de hecho, permitirán a las autoridades chinas saber mucho más que cuestiones relacionadas con los embotellamientos: gracias a los chips RFID, el gobierno sabrá la ubicación, la matrícula e incluso el color de los coches de sus ciudadanos.
Este solo es el último de los avances tecnológicos a los que han recurrido las autoridades chinas para controlar a la población. Hace solo un par de meses, la Policía de la ciudad de Zhengzhou comenzó a utilizar unas gafas con cámara incorporada capaces de analizar en tiempo real los rostros de los transeúntes en busca de sospechosos. Si se produce alguna coincidencia, una especie de tableta advertirá al agente.
Ese sistema de vigilancia policial solo vendría a completar la compleja red que está siendo desplegada actualmente en China: para el año 2020, serán 600 los millones de cámaras repartidas por todo el país con la capacidad de reconocer los rostros de sus ciudadanos. De hecho, serán capaces de identificar 200 caras por minuto.
El Gran Hermano de los Estados cuenta con nuevas herramientas para ejercer la vigilancia ciudadana. Ya sea con un dron que todo lo ve mientras surca los cielos o con un chip que controla nuestros movimientos cuando vamos al volante, el futuro que pintaban algunos clásicos de la ciencia ficción parece estar llamando a la puerta.
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