En el último año, el número de galerías de arte se ha multiplicado en Menorca. Solo en Maó hay casi dos decenas. Las casas más antiguas, como Kroma y Argos, pertenecen a una larga tradición de familias vinculadas a la producción y comercialización de artes plásticas en la isla. Las más nuevas son firmas de peso en la industria del arte y el comercio de pinturas, esculturas, instalaciones y grabados en todo el mundo.
La llegada de la firma suiza Hauser & Wirth a la Isla del Rey -un islote de 1500m2 dentro del puerto de Maó al que solo se accede por mar- ha movilizado un gran mercado de alto poder adquisitivo proveniente de Suiza y Francia que, además de arte, comenzó a adquirir bienes inmuebles, lo que disparó el valor de las viviendas.
La galería Cayón, por su parte, compró el edificio de dos plantas donde se ubicaba el mítico Cine Victoria, para reconvertirlo en un imponente centro de arte contemporáneo. Con esta adquisición, la galería suma la M de Menorca a las M de Manila y de Madrid, donde se emplazan las otras dos sedes de la firma.
Solamente estas dos firmas gestionan parte de las obras de artistas de la talla de Andy Warhol, Chillida, Picasso o Anne Liebovitz, y aunque sus representantes insisten en su intención de “trabajar con la comunidad local y potenciarla”, lo cierto es que solo abren sus puertas en los meses de verano, durante la temporada turística. En sus paredes tampoco cuelgan cuadros de artistas locales. Los horarios tampoco permiten un acceso generalizado a la cultura para la mayoría de los residentes, que durante la temporada alta, extienden sus jornadas hasta 10 y 12 horas por día para atender la demanda turística.
Jordi Cárdenas y Claudia Ferrer son dos menorquines especializados en pintura y grabado, respectivamente. Ambos coincidieron el año pasado por primera vez exponiendo en Oxímoron, una muestra impulsada por artistas locales. “Aquello fue una iniciativa del pintor Pol Marbán que nos permitió a los artistas de aquí mostrar lo que hacemos. Estuvo muy bien aunque lamentablemente no hay muchos espacios así”, afirma Jordi.
En el mismo sentido se expresa Cristòfol Pons, pintor de Ciutadella de larga trayectoria en la isla y fuera de ella: “La marca Menorca vende, pero sirve sólo como escaparate porque el arte que circula y se expone no es, en general, el de los artistas locales. Galerías como Hauser o Cayón no están aquí para patrocinar a nuestros artistas al exterior. El problema es que los artistas locales acabamos girando y configurando la realidad del arte en la isla de la manera como la conciben estas grandes firmas de la industria cultural. Se rompe el desarrollo orgánico o espontáneo del arte en el territorio. Y eso mismo les pasa a las instituciones públicas”.
Si algo queda claro es que el arte, cualquiera sea el formato, no está alejado de las tendencias y las fluctuaciones del mercado. Quizás por eso en Menorca floreció una de las primeras galerías de NFT’s (Token No Fungible, por sus siglas en inglés). Andrés Rabosto, sociólogo, doctorando y experto en criptomonedas define así los NFT: “Viene a ser un certificado digital que garantiza que, aunque la obra, imagen, cuadro o mercancía se reproduzca miles de veces, tiene un original y le pertenece a quien posee ese certificado. En el mercado del arte funciona así, pero puede haber NFT de cualquier cosa, por ejemplo, puedes comprar parcelas de Google Earth. Es decir, compras la representación virtual de la parcela”.
Jeremy tiene 52 años, nació en Cambridge y fue DJ en Ibiza durante los años noventa. En enero de este año, abrió The Flat, una galería de arte NFT en el centro de Maó: “La tecnología blockchain -con la que funcionan las criptomonedas y los NFT- tiene cosas buenas y cosas malas. Los certificados NFT de las obras están asociados a una criptomoneda, si ésta baja, entonces baja el precio de la obra. La parte positiva es que por cada venta que se hace, el artista cobra un porcentaje de por vida”.
A diferencia de otras galerías, The Flat sí cuenta con una importante presencia de artistas locales. “Casi todas”, afirma Jeremy mientras señala los cuadros e instalaciones de su colección. Una de las pintoras que más presencia tiene en la galería es Tessa Pons Livermore, quien se muestra prudente sobre el balance del vínculo entre arte y mundo crypto: “Al principio, me costó comprender el hecho de que vendas la imagen del cuadro y puedan comprarla desde cualquier parte del mundo con moneda virtual. Creo que es pronto para hacer una valoración”.