La suya es una historia de misterio. La incógnita de cómo una Futuro House, la icónica casa modular del arquitecto finlandés Matti Suuronen, llegó a Mallorca a finales de los años 70 de la mano de un grupo de músicos. Dicen —aún no se sabe cuánto hay de realidad y cuánto de leyenda— que funcionó como bar e incluso como sala de fiestas, que ocupó el centro de una rotonda y que fue desmontada por peligro de incendio después de pasarse años abandonada en un pinar de Calvià (Mallorca). En 2014 el artista Joan Bennàssar la redescubrió y trató de ponerla en valor en una exposición con el museo Es Baluard de Palma. Pero su intento acabó con la venta de esta 'joya' a un coleccionista de Marsella por solo 50.000 euros.
El principio, eso sí está claro, fue en 1965. Aquel año Suuronen presentó una casa portátil, fácilmente desmontable y construida en plástico. “La diseñó como una casa de vacaciones móvil, casi una cabaña, que pudiera ubicarse en entornos de alta montaña, como zonas de esquí”, explica el artista Joan Bennàssar. Sus virtudes eran muchas: podía instalarse prácticamente en cualquier terreno, era personalizable y perfecta para ser producida en serie. El éxito fue tal que el proyecto no hacía más que presentarse en ferias de arquitectura mientras las empresas fabricantes de plástico se animaban a patrocinarlo.
Matti Suuronen la diseñó como una casa de vacaciones móvil, casi una cabaña, que pudiera ubicarse en entornos de alta montaña, como zonas de esquí
Pero había algo más. No hacía falta ser arquitecto ni ingeniero para ver que aquella casa era distinta: la Futuro House -como así la bautizó su creador- era redonda, se accedía a ella por una puerta que se convertía en escalerilla y tenía una sucesión de ventanas en forma de óvalo. Lo más parecido que se había “visto” antes eran los platillos volantes. “Suuronen explicaba que se inspiró en la ciencia ficción y el cómic, dos de sus aficiones, en la estética que ahora se considera retrofuturista. Pero también decía que buscó una forma redondeada porque en la naturaleza no existían las figuras cuadradas. Su casa le recordaba a los guijarros de los ríos”, detalla Bennàssar. El invento llegaba, además, en plena era espacial. El mismo día que el Apolo 11 aterrizó en la Luna, The New York Times publicó que la Futuro House había llegado a la Tierra.
Suuronen se inspiró en la ciencia ficción y el cómic, dos de sus aficiones, en la estética que ahora se considera retrofuturista. Pero también buscó una forma redondeada porque en la naturaleza no existían las figuras cuadradas
Aquella casa ovni comenzó su producción en serie en Finlandia, pero acabó por exportarse a otros países. “Suuronen se convirtió en un pionero en esta arquitectura modular y hecha en plástico”, asegura el creador mallorquín. De hecho, se calcula que en todo el mundo llegó a haber un centenar de Futuro Houses. Sin embargo, la crisis del petróleo de 1973 supuso un mazazo a aquella utopía futurista. “Las empresas de plástico dejaron de apoyar y patrocinar ese tipo de proyectos arquitectónicos y la casa se dejó de producir”, afirma. Pero para entonces ya se había convertido no sólo en una “fuente de inspiración” para las nuevas generaciones de arquitectos, sino también en un “objeto de culto para los diseñadores, pese a que en su origen tenía un sentido muy utilitario”.
En 2013 la fascinación del creador mallorquín por esta casa futurista le llevó a trazar un mapa con las 57 Futuro Houses que aún se conservan. La mayoría de ellas se encuentran en Europa, pero también se localizan en Estados Unidos, Japón, Corea, Nueva Zelanda o Australia. Uno de los prototipos originales forma parte de la colección del Museu Boijmans van Beuningen de Rotterdam.
Verde por fuera y púrpura por dentro: la casa ovni de Mallorca
La sorpresa llegó cuando, guiándose por las pistas de otros seguidores de la obra de Suuronen, Bennàssar localizó una de estas casas ovni en Mallorca. Estaba en mitad de una zona arbolada de Calvià. Era verde por fuera y púrpura por dentro. Se escondía en el jardín de una familia inglesa, en los terrenos de una vivienda que habían comprado diez años antes. “El padre había intentado reformarla para que sus hijos pudieran jugar dentro, pero desistió porque estaba en muy mal estado: el plástico estaba desgastado y el suelo de madera se había inflado por la humedad y tenía miedo de que se pudiera hundir”, describe el artista.
Ahí llegó el primer misterio. “La familia no tenía ni idea de cómo había llegado la Futuro House hasta ahí, pero tampoco parecía importarles mucho”, relata. De hecho, para cuando Bennàssar se trasladó hasta la zona para verla con sus propios ojos, hacía dos años que la casa había tenido que ser desmantelada y trasladada. Al parecer, las autoridades habían descubierto la existencia de aquel “elemento extraño” durante un incendio en unos terrenos cercanos y ordenaron su desmontaje. Joan la encontró ya en piezas en una zona aledaña al centro cultural CCA Andratx. “En un descampado, desmontada y casi irreconocible, como si fuera el esqueleto de un animal prehistórico”, describe.
La familia de ingleses residentes en Mallorca no tenía ni idea de cómo había llegado la Futuro House hasta ahí, pero no parecía importarles. Estaba en un descampado, desmontada y casi irreconocible, como si fuera el esqueleto de un animal prehistórico
Los ingleses la vendieron y frustraron un proyecto local
El hallazgo disparó la creatividad del mallorquín, que puso en marcha un proyecto expositivo en colaboración con Es Baluard. Su intención era volver a ensamblar la casa ovni y trasladarla hasta el patio del museo, donde se convertiría en una especie de pabellón en el que se organizarían diferentes actividades y se presentaría toda la documentación generada durante su propia investigación.
Para ello tenía que convencer a los dueños de la Futuro House. Y la mejor forma para conseguirlo parecía la de hablarles de su valor histórico y artístico. La familia inglesa se quedó sorprendida e investigó qué precio podía tener la pieza en el mercado. Bastó rastrear solo un poco para encontrar que en 2011 otra casa ovni se había vendido por 100.000 euros en una subasta de Sotherby’s en Londres. Decidieron ponerla inmediatamente a la venta.
“A veces me martirizo pensando que yo hice que saliera de Mallorca”, confiesa Bennàssar. En enero de 2014 la Futuro House de Calvià salió a la venta por 50.000 euros. Por si eso no era suficiente, su propietaria detallaba en el anuncio que estaba en marcha un proyecto expositivo por el que la casa no sólo podía restaurarse, sino también revalorizarse. Una arquitecta alemana se hizo con la pieza y la restauró. Para entonces la exposición de Es Baluard ya tenía fecha, programación de actividades y una empresa encargada para el transporte y montaje de la obra, pero la nueva dueña se negó a cederla o alquilarla “por el riesgo de que se estropeara”. La muestra tuvo que cancelarse.
Entre la frustración y el desencanto, Joan Bennàssar consiguió reorientar su proyecto. Fotografió una ‘performance’ entre las piezas abandonadas de la Futuro House días antes de su venta y diseñó una réplica en miniatura que llevó al Centro Cultural Fabra i Coats de Barcelona en el marco de la exposición Futurs abandonats, demà ja era la qüestió.
¿Cómo llegó la casa a Mallorca?
Pero el mallorquín continuó investigando la historia de cómo aquella casa futurista había acabado en la isla. Rastreó archivos y bibliotecas, pero no encontró nada. Fue más tarde cuando unos vecinos de Calvià comenzaron a completar las lagunas del relato. “Llegó a Mallorca a finales de los 70 gracias a un grupo de músicos finlandeses que la montaron en el bosque como bar”, explica. En verano organizaban también conciertos y actividades abiertas, creando “un contexto experimental de encuentro e intercambio”.
El cómo acabó en el jardín de la familia inglesa no resulta tan sencillo como parece. En la web thefuturohouse.com los seguidores de Suuronen intentaron recomponer la cronología completa. En los últimos años han recibido informaciones de todo tipo de personas para seguir los movimientos de la pieza en la isla. Alguien llegó a contar que se había pasado quince años en el centro de una rotonda.
Las postales antiguas de la costa de Calvià parecen haberse convertido en una de las pistas principales. Primero fue el coleccionista Yves Buysse quien aseguró haber localizado la Futuro House en una postal vintage de Costa de la Calma, agazapada detrás de un complejo hotelero. Luego llegó otra fechada entre 1993 y 1997 en la que parecía haberse trasladado hasta una zona anexa a unas pistas de tenis de Santa Ponça. Un tal Stuart Elliott añadió que era precisamente allí donde la había conocido funcionando como bar. Uno de los últimos en aportar datos fue el arquitecto Luis Moranta, quien aseguró que ya estaba ahí en 1984, según una foto aérea recogida en el Mapa Urbanístic de les Illes Balears.
“El puzle sigue incompleto”, lamenta Bennàssar. ¿Quiénes eran aquellos músicos finlandeses que trajeron la casa hasta Mallorca? ¿Cómo se produjo el traslado? ¿Existen fotos de aquellos días de aquellos días en el bosque? ¿Y de sus noches como bar de Santa Ponça?
El final de la historia, de nuevo, sí es conocido. Tras su restauración, se cree que la Futuro House de Calvià fue vendida al artista y coleccionista Eric Touchaleaume, quien la instaló en Friche de l’Escalette, su parque de esculturas y arquitecturas situado cerca de Marsella. “Se trataba de un patrimonio importantísimo. Habría tenido mucho sentido que alguna institución, ya fuera pública o privada, la hubiera adquirido. Desde Es Baluard al Colegio de Arquitectos. Yo tenía sólo veinte años y no pude hacer mucho esfuerzo en ese sentido”, reconoce Joan.
La fotografía de la 'casa ovni' que ilustra esta noticia, cuyo autor es Runder, ha sido extraída de Flickr, bajo la licencia Attribution 2.0 Generic.