La cueva que refugió a Rafael Alberti y María Teresa León mientras caían las bombas de la Guerra Civil

Nicolás Ribas

Eivissa —
28 de septiembre de 2022 23:27 h

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28 de junio de 1936. Tren de Atocha. Madrid. Rafael Alberti (El Puerto de Santa María, 16 de diciembre de 1902-28 de octubre de 1999) y María Teresa León (Logroño, 31 de octubre de 1903-Madrid, 13 de diciembre de 1988) eligieron Eivissa para irse de vacaciones, de pura casualidad, a donde llegaron en barco desde Alicante. Los dos escritores, miembros muy importantes de la generación del 27 (aunque la obra de Teresa León fue reconocida mucho más tarde, por el machismo de la época), buscaban un lugar barato y tranquilo para relajarse, descansar, disfrutar del ocio, crear y escribir.

Desde el punto de vista histórico, nos situamos en la época en que se empieza a alimentar el mito de Eivissa, aunque en ese tiempo en la isla se vivía básicamente de la agricultura y la pesca y el turismo era un fenómeno anecdótico. Pese a ello, entre los años 20 y 30, empieza a llegar gente con formación cultural e ideología progresista, como el escritor y filósofo marxista de origen judeoalemán Walter Benjamin (refugiado del nazismo), desde EEUU y buena parte del continente europeo, especialmente la parte occidental. “Eivissa era un lugar arcaico, que representaba las esencias perdidas que la industrialización había hecho desaparecer de muchos sitios de Europa”, explica a elDiario.es Maurici Cuesta, investigador de historia contemporánea de la geografía y de historia del turismo de las Pitiüses.

España vivía un momento de gran tensión social y política, faltaban pocas semanas para que Emilio Mola, José Sanjurjo, Francisco Franco y el resto de militares sublevados dieran un golpe de Estado contra el legítimo gobierno de la República (que triunfó, en un primer momento, en todo el archipiélago balear menos en Menorca), el 18 de julio, que desencadenó la Guerra Civil Española y que se produjo mientras Rafael Alberti y María Teresa León veraneaban en Eivissa.

“Da la impresión de que, pese a que sonaban los tambores de guerra, nadie se esperaba que finalmente estallara, aunque visto en perspectiva, es evidente que iba a estallar. A lo mejor, en ese momento, no era tan evidente”, explica a elDiario.es Artur Parrón, coordinador de Esquerra Unida de Eivissa y Formentera y doctor en Historia. “El 18 de julio, de ‘forma pacífica’, el comandante Mestre se hace con las riendas de la capitanía militar en Eivissa”, añade Maurici Cuesta. Según se detalla en la Enciclopedia de Eivissa y Formentera, después de declararse el estado de guerra se procedió a la detención de los dirigentes y simpatizantes de los partidos de izquierdas y de los sindicatos, pero sin llegar a usar, en ningún momento, la violencia.

Rafael Alberti y María Teresa León, en Eivissa “por casualidad”

Según la reconocida obra de María Teresa León en el exilio, en Argentina, Memoria de la melancolía (1970) recogida por el poeta y escritor Antonio Colinas, en su libro, Rafael Alberti en Ibiza. Seis semanas del verano de 1936, eligieron Eivissa por casualidad. “Nuestro primer proyecto era ir a Galicia, pero el tren descarriló unos días antes y Rafael, como buen andaluz, decidió viajar en sentido opuesto”, aseguraba María Teresa León.

“Alberti quería ir a un sitio tranquilo, a escribir una obra de teatro (El trébol florido,1950). Durante las primeras semanas vivieron en una casa cerca de la necrópolis de Puig des Molins (en la que se ubica el Molí de na Secorrada, declarado Bien de Interés Cultural, BIC)”, explica a elDiario.es Julio Herranz, poeta, periodista y escritor que reside en Eivissa desde 1974, autor de una obra prolífica y con una dilatada experiencia periodística.

Antes del estallido de la guerra, se dedicaban a la contemplación, leer y escribir, conocer a parte de la población local con la que generaron lazos de amistad, pasear por la zona antigua de la ciudad y por el puerto de Eivissa. “Es gente que tiene inquietudes intelectuales, pero luego cuando llega la noche salen a la zona de bares del puerto de La Marina. Hay bares frecuentados por la población local y otros por visitantes. Ellos se mueven en los dos ambientes”, asegura a elDiario.es Maurici Cuesta.

De hecho, María Teresa León y Rafael Alberti frecuentaban mucho el histórico bar La Estrella, situado en el puerto, muy cerca de las murallas de Dalt Vila, de Puig des Molins y del barrio histórico, donde se hicieron amigos del abogado ibicenco y marxista Justo Tur, que pertenecía a una familia burguesa de Dalt Vila. “Creo que vinieron, aparte de para desconectar y conocer un lugar nuevo, a inspirarse y crear poesía y teatro”, añade Maurici Cuesta. De hecho, Alberti fue el primero en escribir un relato literario sobre la guerra en Eivissa, Una historia de Ibiza, publicado por la revista El Mono Azul (Madrid, 1937), mismo año en que el periodista estadounidense Elliot Paul publicó Life and Death of a Spanish Town ('Vida y muerte del pueblo español'), que narra los acontecimientos que sucedieron en Santa Eulària des Riu (Eivissa).

Vinieron a la isla, aparte de para desconectar y conocer un lugar nuevo, a inspirarse y crear poesía y teatro

“Se enteraron del golpe de Estado por la radio, en el bar La Estrella”

“Fue allí donde se enteraron, por la radio, del golpe de Estado”, puntualiza Julio Herranz. Fue entonces cuando sus amigos les recomendaron esconderse en una cueva, cerca de la torre de sa Sal Rossa, donde se refugiaron otras personas de ideología progresista. Sin embargo, según detalla Herranz (quien entrevistó a Rafael Alberti durante su visita a Eivissa en 1987), en un principio no se refugiaron en la cueva. “Pero justo un día que estaban en su casa, tranquilos, vieron subir a la Guardia Civil por Puig des Molins, pensaron que iban a por ellos y se escondieron en una higuera muy grande que había al lado de la casa”, afirma el poeta, quien cuenta la anécdota de que cuando Alberti volvió a Eivissa, medio siglo después, estaba empeñado en encontrar la higuera que le salvó la vida.

Ambos estaban en su casa, tranquilos, y vieron a la Guardia Civil, pensaron que iban a por ellos y se escondieron en una higuera muy grande. Cuando Alberti volvió a Eivissa, medio siglo después, estaba empeñado en encontrar la higuera que le salvó la vida

Cuando la Guardia Civil desapareció, salieron del escondite y se fueron andando, a lo largo de toda Platja d’en Bossa, junto a otros amigos, para refugiarse durante tres semanas en la cueva. De los recuerdos que tuvo en esa cueva, cerca de una zona con vistas a una playa totalmente virgen en esa época, muy cerca del Parc Natural de ses Salines, salió el libro de poesía Retornos de lo vivo lejano (Buenos Aires, 1952). Una obra en la que, según recoge Colinas en su libro sobre la historia de Alberti y León, el poeta español refleja “los instantes más plenos, inolvidables y vivos” de su biografía.

“Estuvieron allí hasta que tuvieron noticias del cambio de bando. El 8 de agosto llegaron las tropas de (Alberto) Bayo y el 9 de agosto las de (Manuel) Uribarri. Son dos columnas, una que viene de Barcelona y otra que llega desde València”, describe Maurici Cuesta. El desembarco de Mallorca -en poder de los sublevados- llegó el 16 de agosto de 1936. En ese momento, se crea el Comité de Milicias Antifascistas en Eivissa, una organización, según narra Cuesta, “bastante horizontal, con representación de todas las formaciones republicanas”. “En esos días, Alberti (no fue el único) hizo una intervención contra los milicianos para defender el patrimonio histórico-artístico. Quieren destruir imágenes religiosas y vinculadas con la monarquía”, añade.

Inspiración literaria

Esa estancia también sirvió de inspiración a la poeta para escribir Memorias de la melancolía. Colinas describe en el prólogo de su libro que fue en Roma, a comienzos de los años 60, donde la poeta riojana escribe una carta al dramaturgo Alfredo Mañas en la que habla del “inolvidable recuerdo de Ibiza”. “No es posible querer más un recuerdo de la vida que lo que nosotros queremos aquellas horas (...) Eivissa… Dios mío, jamás he sido tan feliz (...) Es la única forma de recobrar el paraíso”. 

Para Herranz, esta fue una de sus grandes obras. “Siempre reivindico la figura de María Teresa. Si no fuera por ella, Alberti no sería Alberti. Así de claro. Tenía una gran personalidad, categoría y calidad. Pero como siempre pasa con el machismo, estuvo en la sombra”, lamenta Herranz. “Es una autora que se está revalorizando en los últimos años, como escritora de ensayos, cuentos y teatro. Hasta hace poco parecía que estaba en un segundo plano, bajo la sombra de su pareja, Rafael Alberti, pero en los últimos años se está poniendo en valor su figura, su compromiso político y su obra. Pensemos que ella, durante la Guerra Civil, formó parte de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Tuvo una actividad cultural y de activismo político muy importante”, añade Artur Parrón.

Siempre reivindico la figura de María Teresa. Si no fuera por ella, Alberti no sería Alberti. Así de claro. Tenía una gran personalidad, categoría y calidad. Pero como siempre pasa con el machismo, estuvo en la sombra

También escribió, junto a Rafael Alberti y otros grandes artistas, en una revista, El Mono Azul, publicada en el bando republicano durante la guerra, bajo el paraguas de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, que surge el 30 de julio de 1936. Debido a la destrucción de obras de arte y la quema incontrolada de iglesias y conventos por parte de partidos políticos de izquierdas y organizaciones obreras, se creó la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico (creado por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, dirigido por Francisco Barnés Salinas y su director general de Bellas Artes, Ricardo de Orueta), promovida por la Alianza de Escritores Antifascistas, encabezada, según María Teresa León, por el escritor José Bergamín. Dicho organismo se encargó de trasladar las obras de arte del Museo del Prado y del Monasterio de El Escorial (Madrid) a València.

También tuvo como finalidad proteger y conservar palacios, iglesias y otros edificios por su interés histórico, cultural o artístico. “Rafael Alberti intentó poner sentido común cuando milicianos descontrolados empezaron a quemar obras de arte y religiosas. Algunas no se salvaron, pero otras sí, en la catedral de Eivissa. No es que fueran obras, en algunos casos, de gran valor, pero tenían un valor religioso y era una salvajada quemarlas”, explica a elDiario.es Fanny Tur, directora del Archivo Histórico de Eivissa y Formentera y exconsellera de Cultura del Govern balear en la pasada legislatura.

Alberti intentó poner sentido común cuando milicianos descontrolados empezaron a quemar obras de arte y religiosas. No es que fueran obras, en algunos casos, de gran valor, pero era una salvajada quemarlas

Después de un intento de huida que fracasa, en una barca, el 7 de agosto de 1936, Rafael Alberti fue testigo, desde la lejanía, del bombardeo de la ciudad de Eivissa por parte de la escuadra republicana que estaba a punto de entrar por Pou des Lleó y Santa Eulària des Riu. A primera hora del 9 de agosto, entra en Eivissa, al mismo tiempo que llega la expedición de Manuel Uribarri. Ese mismo día, el poeta intervino en la iglesia de Sant Domènec y en la Plaça de la Catedral para defender el patrimonio artístico ibicenco.

En las últimas horas del 11 de agosto, Rafael Alberti y María Teresa León abandonaron la isla -seis semanas después de su llegada-, desde Pou des Lleó, rumbo a València en el buque Almirante Antequera, ciudad controlada por los republicanos, que se convertiría, el 7 de noviembre de 1936, en la capital de una España asediada por el ejército golpista que se había alzado contra la legalidad republicana. Tras su marcha, Rafael Alberti y María Teresa León fueron denunciados por el régimen franquista, según consta en el libro 437/37 La causa general de les Pitiüses, obra conjunta de María José Vidal Torres y José Miguel L. Romero, acusados de ser “dirigentes marxistas”.

Una placa conmemorativa

Una de las placas de María Teresa León y Rafael Alberti, instalada a pocos metros de la cueva cercana a sa Sal Rossa en la que se refugiaron, sufrió un acto de vandalismo recientemente, a principios de verano. La placa ya ha sido restituida, según explicó Sara Ramón, consellera insular de Cultura, Educación y Patrimonio. “Seguiremos trabajando para poner en valor los bienes patrimoniales y culturales de la isla. No se puede permitir la falta de respeto y educación de unos pocos que hacen daño a nuestro patrimonio”, concluyó.

“Hemos puesto muchas placas de Memoria Histórica, que yo recuerde, la única que en Eivissa ha recibido ‘atentados’ ha sido esta”, aclara Fanny Tur, exconsellera de Cultura. “En el primer Pacte de Progrés (fue consellera insular, entre 1999 y 2003, de diferentes áreas, entre ellas Cultura y Patrimonio) hicimos una serie de actividades alrededor de Rafael Alberti y María Teresa León. La primera placa de la cueva (que ha sido vandalizada) la pusimos entonces”, afirma. Ambos tienen placas en las que se grabaron parte de los textos en los que evocaban aquella tierra de ensueño que habían conocido en el verano de 1936, así como calles a su nombre. Una de ellas fue colocada por el Ajuntament de Eivissa en julio de 2021 (85 años después de su llegada) en el mítico bar Estrella del puerto, donde tanto disfrutaron.