Rock & Press: crónica rockera de un tortazo al poder

Juan Ignacio Orúe

Mallorca —
20 de abril de 2024 21:50 h

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Gabi Rodas se arroja al suelo semidesnudo, desparrama cemento por el escenario, pulveriza un váter con un pilón de obrero, una máscara de cerdo le cubre la cabeza y le impide cantar. En cada concierto todo es posible. Todo. Un caos vital celebra la irrupción de lo inédito. Lo que está por ocurrir sucede entre 2005 y 2011 en Palma, Manacor, Artà, Eivissa, Menorca, la cárcel. Da igual. Falta apenas un rato para un nuevo show. Entonces Carlos Garrido (guitarra), Miquel Massuti (guitarra), Carlos Grauches (bajo), Joan Frau (batería) y Rodas se miran a los ojos antes de enfrentar al público, descubren el pavor en sus retinas tras bambalinas. El misterio del porvenir habita en lo desconocido. “Nos van a comer los leones”, piensan. Y salen a tocar: Rock & Press está en escena.

En tres discos emblemáticos de la escena musical balear, “Cemento” (2005), “Korrupción” (2007) y “Krisis” (2010), narraron la Mallorca contemporánea con un repertorio mordaz, lúcido e irónico, un puñado de canciones reivindicativas cuyo insumo lo obtuvieron de los numerosos casos de corrupción que asolaron y sacudieron a la isla que derivó en el fin de la vida pública del expresidente del Govern balear, el popular Jaume Matas (2003-2007), y de la regionalista Maria Antònia Munar (UM), primera presidenta del Consell de Mallorca, entre otros políticos de aquel momento.

Lo cierto es que las dádivas, los desvíos de fondos públicos, el clientelismo, las infraestructuras faraónicas, las licitaciones a dedo y dudosas recalificaciones inspiraron las letras de este grupo de rock formado por tres periodistas (Rodas, Garrido y Frau), un fotógrafo (Massuti) y un agente judicial (Grauches) de entre 35 y 55 años.

Rock & Press fue una novedad en la música isleña. En su corta trayectoria, tuvo la sensibilidad de intuir una atmósfera del descontento producto de la descomposición moral de la clase política y cultivó la canción de protesta en castellano con una poética urticante y zumbona de versos claros, directos y al hueso. De este modo, captó la atención de un público variopinto seducido por melodías pegadizas y mentalidad punk sin tampoco olvidarse de apuntar sus dardos contra el Govern del PSOE, liderado por Francesc Antich (2007-2011) tras la gestión de Matas. 

“En todas las calas, grandes rascacielos, solo ganan ellos”, describieron en Cemento; “cerditos cabrones cobran comisiones, cerditos ingratos inflan los contratos”, denunciaron en A todos los cerditos les gusta la corrupción; “la pe con la pe, la ka con la ka, si al poder te atas, o mueres o Matas”, advirtieron en La pe con la pe.

“Nosotros contábamos lo que veíamos”, dice Garrido. “Contábamos lo que ningún medio publicaba. El público quería eso. Y lo hacíamos con un lenguaje que no era el de los periódicos, pero las letras de las canciones eran periodismo”, añade.

Nosotros contábamos lo que veíamos. Contábamos lo que ningún medio publicaba. El público quería eso. Y lo hacíamos con un lenguaje que no era el de los periódicos, pero las letras de las canciones eran periodismo

“Alguna vez nos dijeron que yo aportaba la locura y Garrido la cordura”, remarca Gabi Rodas. “Como periodista musical vi más de 3.000 conciertos. Siempre quise estar ahí arriba. No lo escondo. Nunca lo había imaginado y cuando subí dije: ‘Esta es la mía y de aquí no me baja ni Dios. Sólo me bajará la Policía’. Nunca quise imitar a nadie, quería meter en la cárcel a los ladrones. Mi estilo nace de ese fin”, explica.

A menudo el fotógrafo y gestor del sitio web Mallorca Music Magazine, Luis Sergio Carrera, disfrutaba de los recitales como cualquier fan. Recuerda su asombro de lo que se proyectaba desde el escenario en aquellas noches rockeras: “Me llamaba la atención lo que decían esos señores. Me parecía maravilloso que alguien pudiese expresar en alto temas que los periódicos trataban de forma marginal. Es que no se atrevían. Y esta gente era capaz de ponerle letra a todo, sacarlo a la luz y que se hablase en las calles. Sus letras son reveladoras e inspiradoras. Han sobrevivido muy bien con el paso del tiempo”.

“Éramos muy malos. Sabíamos tocar cuatro acordes, cuatro golpes de batería y cuatro de bajo”, reconoce Massuti. “El hecho diferencial eran las letras y la actitud, sobre todo la de Gabi. Había momentos que podía ser una caricatura de Jim Morrison o de Johnny Rotten escupiendo al público. Era una puta locura”, recuerda.

“Para mí, Gabi está en el ranking de los tres mejores alive performers que he visto en mi vida -destaca Toni Noguera, productor de los discos de Rock & Press-. Cuando tienes en el escenario un cantante con un micro, que canta y toca la guitarra, se puede mover y dar saltos, pero la capacidad que tenía Gabi de sumergirse en la historia que estaba contando y hacerte partícipe de aquello poniendo caras, poniendo gestos, era el gozo de cualquier fotógrafo”.

Por un lado, Garrido, Rodas y Massuti conformaron la usina creadora de Rock & Press. Entre cañas y aceitunas muchas letras nacieron en bares de Palma. En varias participaron los tres, pero Garrido escribió la mayoría. Massuti se involucraba más en la composición y en los arreglos. “Escribí canciones sobre todo en el primer disco. Hice Blue moon in the poblat y Raus- cuenta Rodas-. Hoy en día nuestro repertorio sería perseguido por alguna fiscalía. Nos tildarían de terroristas musicales. Músicos actuales como Valtònyc, por letras menos ofensivas, han sido perseguidos los últimos años. En libertad de expresión vamos hacia atrás. Al final, hablamos de canciones”, relata.

Hoy en día nuestro repertorio sería perseguido por alguna fiscalía. Nos tildarían de terroristas musicales. Músicos actuales como Valtònyc, por letras menos ofensivas, han sido perseguidos los últimos años. En libertad de expresión vamos hacia atrás. Al final, hablamos de canciones

Por otro lado, Grauches y Frau se enfocaban en la base rítmica. El baterista grabó los dos primeros discos y en el tercero Mané Capilla entró en su reemplazo. “Las letras eran ingeniosas, siempre tuvimos una actitud punk y queríamos molestar al poder. Como vimos que esto funcionaba, seguimos para adelante”, dice Frau. “Hacían temas todos los días, todo el tiempo. Como eran periodistas estaban más acostumbrados a escribir. Tenían más imaginación”, añade Grauches. 

Tengo una oferta de IB3

La banda nació de forma fortuita, sin temas propios y con polémica. Debutó el 18 de junio de 2005 en el Teatre del Mar en una fiesta del Sindicat de Periodistes de les Illes Balears (SPIB) que se celebró después de una asamblea. 

Casi sin ensayar Rock & Press salió al ruedo con versiones de temas famosos adaptando la letra, que grabaron en un cd casero sin aspiración comercial y pésima calidad para repartir en el evento. Uno de ellos fue Tengo una oferta de IB3 con la melodía de Should I stay or should I go, un clásico de The Clash

Un fragmento hacía referencia a la periodista María Umbert, que en ese momento era la directora general del medio autonómico. “María, sedúceme, fíchame y viólame”, decía la canción entre alusiones sarcásticas y jocosas sobre IB3, su programación y modelo de abordar la comunicación pública. Ella consideró que ese verso la insultaba y en una carta abierta al sindicato manifestó su enojo. “No creo que resulte saludable, ni tolerante, ni tan siquiera lícito acudir a insinuaciones sexuales, sexistas y degradantes”, expuso en un tramo.

Por su parte, el sindicato respondió que lamentaba su molestia, pero consideró que la canción era fruto de la libertad creadora del grupo y añadió que en ningún momento fomentaba una agresión sexual. “Corresponde a una metáfora laboral de denuncia ante la violación de los derechos de los trabajadores en el ámbito público que supone para los profesionales de la comunicación el modelo de IB3”, aclaró.

Fiel a su estilo, Rock & Press nació incomodando. Aquella primera presentación derivó en una controversia que se zanjó en tres semanas, pero en ese período hubo de todo: amenaza de demanda judicial, opiniones en la prensa balear y tres portadas consecutivas dedicadas a la polémica en el diario El Mundo

Encima circuló una versión, publicada en varios medios, de que Rock & Press había adornado la canción en directo con la frase “fuck me, fuck me” (fóllame en castellano) que no pertenece a la letra original. La banda asegura que ese verso nunca existió ni que se cantó jamás.

Diez días después realizó su segunda actuación en Factoria de So, en Santa Maria, cuando ya se sabía que Umbert les querellaría si volvían a entonar el verso de la discordia. La crónica del show de El Mundo, titulada Rock & Press vuelve a pedir a María Umbert que les ‘viole’, recuerda que aquella noche sonó Tengo una oferta de IB3 con una sutil modificación utilizando el plural “María, sedúcenos, fíchanos, viólanos”.

Al final, Umbert bajó el tono al contrapunto y cerró la discusión con un comunicado. “Los músicos eliminaron las palabras más gravemente ofensivas y alteraron la letra y los tiempos verbales de sus alusiones”, enfatizó.  María Umbert trabajó en IB3 hasta 2007. Desde ese momento se desempeña en la actividad privada. elDiario.es se contactó con ella, pero declinó aportar su testimonio. La canción es uno de los hits del primer disco bautizado “Cemento”, pero se grabó retitulada Tuve una oferta de IB3 con arreglos en forma de pitidos para sortear problemas judiciales.

“Yo no conocía a María Umbert. Se enojó mucho y nos hizo la mejor campaña de promoción que nadie podía haber hecho -dice Garrido-. Nuestra intención nunca fue insultarla ni tuvimos la voluntad de atacarla. ¿Piensas que alguien nos llamó para contrastar? Nosotros alucinábamos porque lo único que queríamos era hacer rock and roll. Y entonces empezó a llamarnos mucha gente para que tocásemos. No teníamos la pretensión de formar un grupo y todo se desmadró. En el segundo concierto, unos cámaras de IB3 vinieron a grabar para ver si nosotros decíamos algo de ella. Factoria de So estaba petado, la gente estaba exultante”.

De la redacción al estudio de grabación

Los integrantes de Rock & Press eran músicos amateurs. En general arrastraban una pasión adolescente para pasar el rato y tenían experiencia en directo de un modo muy casero. Los dos conciertos iniciales les dieron confianza en medio de la precariedad.

Sus primeros ensayos fueron en el auditorio de Diario de Mallorca. Rodas intentó con el teclado y abandonó. Se animó a cantar porque Garrido le dijo “venga, atrévete” sin ningún argumento consistente. Frau, por su parte, consiguió una batería de tercera mano que tocaba sentado en un taburete de cuero y Grauches se sumó sobre el filo del primer concierto porque el grupo se había quedado sin bajista a días del debut.

Poco a poco crearon un repertorio con resonancias del punk. También abrevaron en diferentes vertientes del rock, como el sinfónico, progresivo y tradicional, géneros que influyeron en cada miembro. Entonces, tras sumar rodaje en los escenarios, ingresaron en un estudio de grabación bajo la producción de Noguera, que también tocaba la guitarra. Así nació el primer disco de doce canciones. Llevó como portada una especie de monstruo hormigonero diseñado por Max.

“Mi trabajo era cohesionarles, ordenarles, proponerles ideas dentro de lo que ellos hacían sin experimentar- explica Noguera-. Era como un árbitro para que la pelota no saliese del campo. Tenían un nivel medio como músicos, pero la actitud era descomunal. Veía las letras y decía: esto va a picar, esto es muy fuerte”. 

Mi trabajo era cohesionarles, ordenarles, proponerles ideas dentro de lo que ellos hacían sin experimentar. Era como un árbitro para que la pelota no saliese del campo. Tenían un nivel medio como músicos, pero la actitud era descomunal. Veía las letras y decía: esto va a picar, esto es muy fuerte

“Nos curramos el primer disco y flipamos porque estábamos en un estudio de grabación por primera vez de verdad -recuerda Massuti-. Primero grabamos nosotros y cuando Gabi puso la voz, y vimos como quedaba aquello, se nos vino el alma a los pies”. 

“Yo cantaba dormido en mis pesadillas, me despertaba con sudores muy fríos”, dice Gabi Rodas riendo. Cuenta que la música gravita en su vida desde la infancia. Su madre era profesora de piano y daba clases en la casa. Cuando decidió cantar en Rock & Press, ella preguntó: “¿Por qué haces esto?, ¿en qué otro lío te vas a meter?”. “Siempre hay una mala yerba en la familia y le salí desafinado -acepta-. Le tuve miedo al micro, pero nunca al público. Cantase lo que cantase sonaría mal. No me considero cantante”. 

Dos años después lanzaron “Korrupción”, su segundo disco, con 15 temas. A todos los cerditos les gusta la corrupción y Ca na Palleva son dos de los hitos del grupo. Ca na Palleva recuerda al movimiento ciudadano que se creó en 2006 en Eivissa con movilizaciones masivas contra la construcción de grandes autopistas. “Está matando la isla, está matando al paisaje, la puta excavadora, la avaricia agresora”, dice uno de los versos. Grabado en el estudio de Massuti, el arte de portada pertenece al ilustrador Alberto Laosa, que diseñó una estrella roja de cinco puntas sobre un fondo negro. 

El álbum cierra con la canción Live in prision, interpretada en el teatro de la cárcel de Palma donde tocaron dos veces. Sobre el escenario se escucha la voz de un detenido con acento caribeño: “Oye, lo que tú no sabes es que aquí entramos, pero no sabemos cuando salimos. ¡Pa’ lante como un elefante!”, agrega, antes de desatarse la fiesta con una versión de los Sex Pistols.

Finalmente, Rock & Press culmina su producción discográfica con “Krisis” en 2010, que lleva una tipografía del artista visual Albert Pinya con las letras de las canciones. “Izquierda cagona, deja la poltrona, no me digas que me calle, vuelte tú a la calle. Izquierda cagona, deja la poltrona, no des explicaciones, ponle más cojones”, escupe la canción más dura del disco contra el Govern de Antich.

“Criticábamos al PSOE porque éramos periodistas”, explica Garrido. “No estábamos afiliados a ningún partido y fue nuestra manera de provocar. Izquierda cagona fue una canción que tuvo bastante fortuna porque era un lema muy fácil de repetir”, añade.

Noguera, por su parte, considera al tercer disco más preciso, pulido y alineado, un salto de calidad respecto a los anteriores. “El rollo de Rock & Press gustaba porque eran periodistas. Y molestaba al poder porque eran periodistas haciendo música”, analiza. “De alguna manera tocaban fibras más profundas, eran más puntiagudos a la hora de pinchar. Si esto lo hacía un grupo de rock, vale, y hasta te puede desprestigiar, pero como lo hacían periodistas era diferente”, comenta.

Rock & Press coincidió con una época de mucha corrupción. Hicimos las canciones sin que todavía ninguno de aquellos políticos fuera preso. Como que tuvimos la visión de anticiparlo -reflexiona Frau-. Si escuchas las letras de los tres discos, te puedes llegar a dar una idea del momento político que había en aquellos tiempos. Quedamos en la historia de la crónica política de Balears”.

Rock & Press coincidió con una época de mucha corrupción. Hicimos las canciones sin que todavía ninguno de aquellos políticos fuera preso. Como que tuvimos la visión de anticiparlo

Los años pasaban y un público fiel, heterogéneo, de amplio abanico etario, seguía disfrutando de esta banda mallorquina, curiosa e inédita por su propuesta musical, despliegue escénico y formación. Cautivó a adolescentes y adultos del mundo reivindicativo, pero también a jueces y políticos. Todos los miembros coinciden en que el directo era lo que más impactaba por la estética salvaje e imprevisible desmesura.

“Éramos un cóctel de actitud de gente anacrónica, no era normal que personas de nuestra edad hicieran esto”, dice Massuti riendo. “Iban a vernos despistados, muchos jóvenes. Las canciones eran muy concretas en un espacio y tiempo determinado. Dábamos noticias. Creo que flipaban de ver a gente que podían ser sus padres haciendo eso que hacíamos nosotros en el escenario. Éramos punk y cantábamos cosas muy bestias”, añade.

“Nunca vi raro lo que yo hacía. Es raro no moverse y cantar de espaldas -observa Rodas-. Lo menos convencional que recuerdo sucedió en Menorca. Cantábamos en defensa del campo y salté. El cable del micro era largo y caminé como 200 metros. Mis compañeros me habían quedado lejos. Se quedaron haciendo un instrumental y cuando volví me insultaron y dedicaron todo tipo de piropos”.

Lo menos convencional que recuerdo sucedió en Menorca. Cantábamos en defensa del campo y salté. El cable del micro era largo y caminé como 200 metros. Mis compañeros me habían quedado lejos. Se quedaron haciendo un instrumental y cuando volví me insultaron y dedicaron todo tipo de piropos

“Gabi es un tipo tímido, pero en el escenario… vamos. Subía y era el hijo bastardo de satanás -rememora Massuti-. Una vez con un pilón de obrero le pegó un golpe a un váter que teníamos en el escenario y se pulverizó. No se rompió, se pulverizó… fue como una especie de efecto especial y la gente estaba flipando”.

El último ensayo

Hacia 2011 un cúmulo de circunstancias debilitaron al grupo. Cansaban los ensayos hasta entrada la noche después de trabajar, la responsabilidad paterna generaba culpa, agotaba desplazarse con los instrumentos por diferentes sitios de Mallorca lejos de Palma. Todas estas situaciones conspiraron junto a la última gira por teatros de la isla con un resultado amargo: había pasado el momento. La propuesta musical ya no conmovía como antes y Rock & Press dejó de tocar después de haber brindado más de 80 conciertos en Balears, Barcelona y Madrid.

Pero el grupo tomó ánimo y 10 años después volvió con un concierto repleto en la sala grande del Teatre Principal el 3 de julio de 2021 bautizado “El último ensayo”. En aquella especie de despedida oficial, los actores Clara Ingold, Salvador Oliva y José Torresma compartieron el escenario con los músicos, que se presentaron con dos baterías, varios amigos y antiguos integrantes con el fin de remover conciencias e incomodar al poder una noche más.

¿Cuál grupo de rock o de otro género tomó la antorcha de Rock & Press a casi 20 años? ¿Qué aprendió la clase política actual de aquella época? ¿Por qué el Govern fulmina la Oficina Anticorrupción, convirtiendo a Balears en la primera autonomía en eliminar un órgano de control de estas características tras un pasado nefasto? ¿Cómo se llamaría el cuarto disco de Rock & Press? ¿Y la canción qué hablase del caso Koldo, de las mascarillas?

Garrido ensaya una explicación: “Nadie ha recogido la antorcha de Rock & Press. La diferencia de época explica un poco todo. Hoy en día Rock & Press no existiría. Nos habrían prohibido o metido una multa millonaria. Era otro momento, había un resquicio de cierta libertad. Los que pillaban estaban tan convencidos de que eran impunes, no se preocupaban de poner límites. Diría que hay una pérdida grande de libertad de expresión debido sobre todo a la conversión de esta sociedad cada vez más puritana y conservadora a nivel social y político”.

“De una manera totalmente intuitiva y caótica, nosotros hicimos una especie de lectura política. Rock & Press es muy actual, nuestra canción de la corrupción es una radiografía de lo que está pasando ahora. Antes era la corrupción en Son Espases y ahora son las mascarillas, el caso Koldo. Lo que hizo Rock & Press fue galvanizar a una parte de la clase periodística que fue la que nos apoyó en realidad. Se liberaban de sus frustraciones viendo que nosotros nos subíamos al escenario a decir cuatro verdades que sabía todo el mundo”, concluye.