Más de doscientos años. Este el tiempo, en el año 1977, que llevaba muerta la artesanía de papel en España. En aquel entonces, las técnicas tradicionales y la fabricación de este material eran tan solo un párrafo más en los libros de historia. La artesanía, sin pulso. De hecho, no existía ningún gremio artesano que quisiera recuperar estos conocimientos, por lo que, en ese sentido, el papel artesanal parecía estar condenado al vacío en España. O al menos eso parecía.
En ese mismo año, en Cuenca, dos personas estaban entablando una conversación sobre el papel y su uso como material artístico. Uno de ellos era el pintor filipino Fernando Zóbel, y la otra persona sería la que, en años posteriores, recuperaría esta artesanía en el ámbito español: Segundo Santos. Durante su charla, Zóbel le regaló un libro americano que trataba de hacer papel casero con utensilios del hogar. “De ahí surge la investigación y la creación posterior de un taller de papel”, asegura Santos en una entrevista a elDiario.es en Palma, donde ha ofrecido una charla en la Fundación Museo Juan March.
Cabe resaltar, sin embargo, que el proceso de aprendizaje de Santos fue completamente autodidacta. Al no haber ningún maestro artesano que se hubiera preocupado de preservar las técnicas de fabricación artesanal de papel, él mismo tuvo que consultar enciclopedias para ir construyendo la teoría por su cuenta y emplear productos propios para ir ensayando la parte práctica. “En España había el vacío absoluto. No había dónde consultar. Lo único que encontré para comenzar con lo básico era un libro del siglo XVIII, por lo que naturalmente las técnicas estaban muy anticuadas”, recalca.
El primer taller de papel artesanal
Y fue de esta manera cuando, tras este proceso de formación, abrió su primer taller de papel en el caso antiguo de Cuenca, donde creaba papeles de todo tipo de materiales. “El papel artesanal se puede realizar de muchos materiales: de algodón, de lino, de esparto”, explica, remarcando que “no existe un papel de menor o mayor calidad, todos tienen su uso”.
Sobre su utilización, Santos explica que el papel artesanal se emplea eminentemente en el ámbito artístico, siendo cineastas, pintores y escritores sus clientes habituales. “A mi taller ha venido muchas caras conocidas de España, como Eusebio Sempere, Antonio Saura o Lucio Muñoz”. Santos recalca que también realizaban productos derivados del papel en una segunda tienda que consiguieron abrir, que producía lámparas o encuadernaciones de libro, los cuales también eran muy demandados.
Sobre este último, que fue a su taller a finales de los ochenta, la época dorada de su establecimiento, Santos recuerda una de las anécdotas más notorias que le ha dejado su profesión: “Quería un papel muy grande. En ese momento se creó un conflicto entre lo que él quería y lo que yo podía hacer. Sin embargo, al final se dio en el clavó y salió bien, y eso cambió el rumbo del taller”.
A mi taller ha venido muchas caras conocidas de España, como Eusebio Sempere, Antonio Saura o Lucio Muñoz
Y es que, esta fortuna que parece que le dio el encargo de Muñoz aún le sigue acompañando a día de hoy. A pesar de estar jubilado, su tienda aún continúa abierta en la ciudad de Cuenca, y ha podido encontrar a dos aprendices a los que trasmitir todo ese conocimiento artesanal que pareció haberse perdido a lo largo de los años.
También cabe resaltar que, a raíz del éxito de los talleres, Santos también abrió su propia editorial, Segundo Santos Ediciones, la cual se encarga íntegramente a editar y publicar libros de poesía con papel hecho a mano. “La manufactura, la venta, la impresión... Todo se hace en el taller. Al final la intención es crear ediciones únicas. Han publicado conmigo Clara Janés, Antonio Colinas o Ángel González, grandes personalidades de la poesía española”, recuerda Santos.
Optimismo ante el futuro del papel artesanal
Es un hecho que, tras la internacionalización de los mercados y las nuevas técnicas de abaratamiento de costes, muchas artesanías se vean abocadas a la extinción amenazadas por sustituciones más baratas y que llegan a nichos de mercado más amplios. Es el caso, por ejemplo, de la roba de llengues mallorquina, una manufactura autóctona de la isla de Mallorca y que según Gabriel Riera, el dueño de una de las tres únicas tienes que sigue fabricando las técnicas auténticas, no le queda ni una generación.
Sin embargo, el pesimismo que puede llegar a transmitir Riera y tantos artesanos no parece compartirla Santos. Por el contrario, el ya retirado artesano habla con optimismo cuando se refiere al futuro del papel a mano: “Yo he tenido una tienda y he visto a gente que ha comprado papeles de sitios como Nepal lo hacían muy mal. Querían abaratar tanto que nadie quería comprarlo de lo malo que era. Cuando alguien va a comprar papel artesanal, quieren un papel de calidad”.
Igualmente, sigue reivindicando que muchos artistas aún buscan papel artesanal donde plasmar sus obras ya que, debido a la diversidad de materiales que usan para la fabricación del papel, siempre habrá algún modelo óptimo para la técnica pictórica que quieran emplear. “Hay cosas que no se pueden abaratar, y que han de ser lo que tienen que ser. Estoy convencido que al papel artesanal español aún le queda mucho tiempo de vida”, concluye.