La implosión de Vox en Balears pone en peligro el Gobierno del PP y abre una guerra con la dirección nacional

Apenas 48 horas después de que Santiago Abascal se asegurase el liderazgo de Vox durante cuatro años más y se afanase en exhibir una aparente unidad interna y en refutar cualquier atisbo de malestar entre sus filas –“Son películas de ciencia ficción de los medios de comunicación”, profirió–, la primera crisis institucional le ha estallado en la frente. Y no una crisis trivial: la formación corre el peligro de quedar pulverizada en el Parlament balear, resquebrajando a su paso la delgada cuerda sobre la que caminan la pretendida estabilidad y las futuras iniciativas del Govern de Marga Prohens (PP). El PP necesita sí o sí a Vox para gobernar en el archipiélago, pero la extrema derecha ha implosionado.

No es nada nuevo que un terremoto sacuda cada cierto tiempo a los de Santiago Abascal en las islas –y en otros territorios–, haciendo tambalear los cimientos sobre los que se asienta la gobernabilidad del archipiélago fruto del pacto de investidura que el pasado mes de junio rubricaron los populares y la extrema derecha. Pero el de este calibre supera cualquier conflicto anterior transcurridos apenas siete meses de legislatura. Este lunes, Balears se despertaba con la expulsión de la presidenta autonómica de Vox, Patricia de las Heras, y de la segunda autoridad de la Comunidad Autónoma, el presidente del Parlament, Gabriel Le Senne, purgados del grupo parlamentario por los cinco diputados críticos que –de momento– operan bajo las siglas del partido de extrema derecha. La dirección nacional de Vox ya ha anunciado que prescindirá de estos cinco diputados por actuar de forma “unilateral” y sin informar a Madrid.

Aunque Vox no ha dado una explicación oficial de las causas que han motivado la 'depuración', cabe recordar que tanto De las Heras como Le Senne fueron los únicos dirigentes del partido que este fin de semana acudieron al cónclave de Vox en Madrid para apoyar la aclamación de Abascal, haciendo patente la división interna que atraviesa la formación de extrema derecha en Balears. Están enfrentados, por un lado, el sector más beligerante con la dirección nacional del partido (representado por su portavoz parlamentaria, Idoia Ribas, y los diputados Sergio Rodríguez, Manuela Cañadas, María José Verdú y Agustín Buades) y quienes se han mostrado más fieles a Madrid, es decir, Le Senne y De las Heras.

Además, desde el inicio de la legislatura, Idoia Ribas ha actuado como lideresa de facto del partido, dejando en un segundo plano a la verdadera presidenta, De las Heras. Gracias al poder que ostenta Ribas en el Parlament, el grupo parlamentario ha ido presentando iniciativas para apretar y poner contra las cuerdas al PP de Marga Prohens –por ejemplo, las exigencias de Vox para desmantelar la escuela en catalán–. Sin embargo, el principal socio político del PP ha quedado en una situación anómala en el hemiciclo, dado que, por ahora, los cinco diputados díscolos conservarán el grupo parlamentario a pesar de ser expulsados del partido por la dirección nacional, mientras que Le Senne y De las Heras, aún afiliados de Vox, figurarán como no adscritos.

Los cinco diputados díscolos conservarán el grupo parlamentario a pesar de ser expulsados del partido por la dirección nacional, mientras que Le Senne y De las Heras, aún afiliados de Vox, figurarán como no adscritos

Diferencias irreconciliables

Ambas facciones ya habían mostrado feroces desencuentros en los últimos meses, llegando a provocar un bloqueo histórico de los presupuestos autonómicos de 2024. De hecho, en un escenario político inaudito en Balears, Vox atravesaba el pasado mes de octubre un cisma que alcanzaba su cénit con el abandono de la formación por parte del diputado menorquín Francisco José Cardona, quien mantiene su acta parlamentaria como diputado en el Grupo Mixto.

La decisión de Cardona –a quien se le situaba en el ala ‘moderada’ del partido– vino motivada por la de Idoia Ribas, portavoz de la formación en el Parlament, de destituirle de su condición de portavoz adjunto para designar en su lugar al diputado Sergio Rodríguez, más fiel a ella. El motivo no era otro que las diferencias políticas irreconciliables que dividían –y dividen– el partido. Una parte del grupo parlamentario quería apretar más a Prohens y el otro optaba por ser menos duro con el PP para dejarle gobernar.

Y es que, un día antes del cese de Cardona, el 17 de octubre, se había producido una de las sesiones parlamentarias más tensas de los últimos años en Balears. La causa: la negativa de Vox a dar apoyo al techo de gasto que tenía previsto el PP de cara a 2024, paso previo –y necesario– a la aprobación de los presupuestos autonómicos, los primeros de la legislatura de la presidenta Prohens. La dirección nacional de Vox era partidaria de votar a favor, pero Ribas, la diputada con mayor peso del partido en Balears, optó por votar en contra del techo de gasto. Lo hizo para castigar a los populares, que apenas unas horas antes se habían abstenido en una Proposición No de Ley (PNL) de Vox dirigida a desmantelar la escuela en catalán en Balears. Cardona era uno de los parlamentarios que estaba de acuerdo con apoyar el techo de gasto planteado por el Govern de Prohens, por lo que Vox Baleares actuó en consecuencia, retirándole la portavocía adjunta y relegándole a un segundo plano.

Conflicto lingüístico

Según fuentes del grupo parlamentario de Vox, este mismo lunes Idoia Ribas remitía una carta a la dirección nacional en la que solicita el cese inmediato del Comité Ejecutivo Provincial (CEP) presidido por De las Heras. En la misiva, Ribas censura el envío de un comunicado a los medios con declaraciones de la hasta hoy líder de la formación en las islas –De las Heras– sobre política lingüística que sería contrario a la posición del grupo parlamentario. Según esas mismas fuentes, ese comunicado –que fue enviado desde un correo del partido y no del grupo en el Parlament– sería fruto de las presiones de una plataforma cívica.

Los cinco diputados que quedan en el grupo entienden que lo pactado con el PP es la libre elección de lengua que ya se va a empezar a aplicar de forma voluntaria este año con planes piloto, pero el comunicado hablaba del mínimo de 25% de horario lectivo en castellano y de “acabar con la inmersión lingüística”. El grupo entiende que esta actuación perjudica el trabajo parlamentario. Asimismo, las fuentes consultadas señalan que, cuando se estaban tramitando los presupuestos, el grupo tenía una posición ventajosa para negociar con el PP y quiso organizar reuniones con coordinadores municipales para incorporar sus peticiones, pero fueron desconvocadas por la presidenta.

Las fuertes desavenencias dentro del partido no han dejado de aflorar y han acabando dinamitando el grupo parlamentario con la expulsión de Le Senne y de las Heras, una decisión que no ha gustado en el seno de la dirección nacional del partido. El secretario general de la formación, Ignacio Garriga, ha expresado su rotundo respaldo a los dos dirigentes apartados y ha anunciado que propondrá la destitución de los cinco diputados de Vox que quedan en el Parlament balear, recriminando que estos cinco parlamentarios han actuado “de manera unilateral” y sin informar a Madrid. El partido de extrema derecha, que arrancó la legislatura con ocho parlamentarios, quedaría así barrido del hemiciclo, debilitando una vez más la gobernabilidad de Balears, en manos de una Marga Prohens a quien la oposición no ha cesado de reprocharse su alianza con Vox.

¿Cómo gobernará el PP?

El PP gobierna solo en Balears, pero en minoría, por lo que los votos de Vox en la Cámara autonómica son imprescindibles para sacar la legislatura adelante. Por ello, y tras semanas de tensas negociaciones, los populares lograron sacar adelante sus presupuestos generales ampliamente condicionados por las exigencias de Vox, al incorporar a su texto la práctica totalidad de las enmiendas presentadas por la extrema derecha, incluida la dirigida a destinar 20 millones de euros a marginar el catalán en la educación.

La presidenta del Govern se enfrenta a una coyuntura nada fácil, dado que a partir de ahora deberá negociar con aquellos que en la actualidad ya no cuentan con adscripción parlamentaria, como De las Heras y Le Senne, el díscolo Francisco José Cardona o el presidente del Consell de Formentera, Llorenç Córdoba, acusado en su día por su propio partido, Sa Unió –formada por el PP y Compromís (la derecha local)–, de exigir a Prohens un sobresueldo de 4.000 euros, rompiendo con ello la sintonía de la derecha en la Cámara parlamentaria. Así pues, el Parlament queda de la siguiente manera: situándose la mayoría absoluta en 30 diputados, el PP tan sólo tiene 25 escaños, y depende de los cinco diputados de Vox, de los tres 'purgados' de Vox sin grupo parlamentario y de otro 'outsider' expulsado por el propio PP (Llorenç Córdoba).

Situándose la mayoría absoluta en 30 diputados, el PP tan sólo tiene 25 escaños, y depende de los cinco diputados de Vox, de los tres 'purgados' de Vox sin grupo parlamentario y de otro 'outsider' expulsado por el propio PP (Llorenç Córdoba)

¿Quién será el nuevo president del Parlament?

Por su parte, Le Senne, abogado de profesión y habitual difusor de teorías de la conspiración y bulos sobre el coronavirus y las vacunas y aupado por el PP a la presidencia del Parlament a inicios de legislatura, deberá, de acuerdo al reglamento de la Cámara, dejar de ser la segunda autoridad de las islas al quedar como diputado no adscrito. “He entrado en un partido, en un proyecto político que es Vox, y me echan, tengo que decir con tristeza, por seguir las directrices de la dirección nacional”, manifestaba este lunes el jurista. La nueva presidencia se tendrá que votar en pleno, por lo que de haber candidato los grupos podrían incluir ese punto en la sesión del próximo martes 6 de febrero. El reglamento exige mayoría absoluta en primera votación y mayoría simple en la segunda.

Le Senne (Vox) deberá, de acuerdo al reglamento de la Cámara balear, dejar de ser la segunda autoridad de las islas al quedar como diputado no adscrito

La situación se asemejaría a lo que ya sucedió en Murcia en octubre de 2022, cuando Abascal forzó la disolución de su grupo parlamentario, ocupado entonces por diputados rebeldes. En aquella ocasión, al quedarse solo con dos diputados y ser tres el mínimo necesario para tener representación en la Asamblea Regional, el grupo se vio abocado a disolverse.

Abascal niega división y arremete contra la prensa

La crisis de Vox en Balears no ha hecho más que evidenciar la fragilidad del discurso de Abascal de aparente unidad y cierre de filas, dos mensajes que intentó transmitir el sábado pasado en el acto de su entronización como presidente de la formación de extrema derecha para cuatro años más, sin urnas ni rivales. Arropado ya por su nueva cúpula y ante un nutrido grupo de militantes y simpatizantes que le sirvieron de ‘clac’, Abascal, en una huida hacia adelante, se esforzó en que se visualizara de cara a la galería que dirige un partido en el que no hay fisuras, negando que haya “crisis interna” en Vox y renegando de la existencia de un sector crítico que, según dice, es “un invento” de los medios de comunicación, contra los que volvió a arremeter con suma dureza en su intervención.

Abascal, quien sistemáticamente veta en todos los actos de Vox a aquellos medios que no le son cómodos, como elDiario.es, no ahorró descalificaciones contra la prensa, calificando a los medios de “corruptos”, “mentirosos”, de “no tener vergüenza” y de ser los títeres de los dos grandes partidos, a los que acusa de ser los artífices de una campaña de acoso y derribo contra Vox llena de “bulos”, “insidias y ”noticias falsarias“. ”Un ruido ensordecedor contra Vox que es proporcional al aliento que recibimos en la calle“, según sentenció.

Pero de esa estrategia no sólo acusa al PSOE y a “sus terminales mediáticas”, sino también al propio Alberto Núñez Feijóo y al PP -sus socios en varios gobiernos autonómicos-, con el fin de dañar sus perspectivas electorales.

Abascal, de hecho, no ha cesado de criticar al líder de los populares por su “cobardía” y su “doble discurso” ante Sánchez, reprochándole que “por la mañana convoque a los españoles a protestar en la calle por la ley de amnistía” y “por la tarde pacte con el presidente del Gobierno reformas”, como la del artículo 49 de la Constitución para cambiar el término “disminuido por el de ”discapacitado“, o para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) con un mediador, una figura que en Génova rechazaron de plano cuando el PSOE anunció que la utilizarían para cerrar el pacto con Junts.

El último enfrentamiento de Abascal con Feijóo fue motivado por pedirles insistentemente que no se presenten a las elecciones gallegas del próximo 18 de febrero mientras insistía en el llamamiento al “voto útil” con el fin de asegurarse una mayoría absoluta o suficientemente amplia en el que ha sido su feudo, y así impedir que gobierne allí la izquierda. El líder de Vox ha considerado esta petición “un insulto” y “una falta de respeto” a los votantes de su partido.

Los rumores de la candidatura alternativa de Ortega Smith

A pesar de su insistencia en negar las “crisis” dentro de Vox, desde que el partido se estrelló en las generales del 23J con la pérdida de 19 diputados, el ruido interno no ha parado. Los rumores de que el portavoz municipal y otrora poderoso secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, podría estar armando una candidatura alternativa a la suya desató los nervios en Abascal. Su respuesta fue adelantar el cónclave más de un mes –su fecha oficial era a mediados de marzo– para evitar que unos resultados adversos en Galicia pudieran poner en peligro su continuidad al frente de Vox.

Con su jugada ponía además muy difícil que a otros dirigentes les diera tiempo a recoger el 10% de avales necesarios para postularse al cargo, unos 3.600, según el Comité Electoral, un sencillo trámite para él. Abascal invitó entonces a entrar en su nueva cúpula al que antaño había sido su número dos y amigo, un gesto que los críticos consultados por esta redacción interpretaron como una hábil jugada para neutralizar a Ortega Smith, uno de los dirigentes más aplaudidos en el cónclave de este sábado. Casi al mismo tiempo, el partido también desmintió que Iván Espinosa de los Monteros estuviera pensando en impulsar un nuevo proyecto para presentarse a las europeas, como publicó VozPópuli.

Precisamente, la dimisión de Espinosa como portavoz parlamentario desató dentro del partido un hondo malestar entre un sector crítico, que pese a existir, no tiene una cabeza visible. Sus miembros por lo general no dan públicamente la cara pero critican en privado al líder por la deriva “autoritaria” con la que dirige Vox, Una de las pocas personas que se ha atrevido a denunciarlo tras su marcha ha sido la exdiputada por Granada y candidata a la Junta de Andalucía, Macarena Olona, que llegó a comparar al partido con una “secta” y una “organización nazi”. Pero la marcha del carismático dirigente de Vox también hizo aflorar la existencia de dos sensibilidades en pugna dentro del partido, la más “liberal”, representada por Espinosa de los Monteros y algunos antiguos diputados que fueron purgados a la hora de elaborar las listas electorales del 23J; y otra de tinte mucho más conservador y ultracatólico, capitaneada por Jorge Buxadé e Ignacio Garriga. Este último ha ganado galones en el nuevo organigrama de Abascal en detrimento del jefe de la delegación de Vox en el Parlamento Europeo, cuyo poder interno inquietaba mucho, incluso a sus propios compañeros de la anterior dirección.

Ese sector crítico sigue creciendo. Hace unos días circuló por las redacciones de algunos periódicos un manifiesto anónimo, supuestamente impulsado por miembros de este grupo, en el que reivindicaban “mayor democracia interna” y la vuelta del partido a sus “orígenes”. El propio Abascal calificó de “fake” tal manifiesto y retó a que los que estuvieran detrás a que “dieran la cara”.

La realidad es que la crisis abierta ahora en Balears no es un caso aislado. En Galicia las aguas tampoco bajan tranquilas ya que no ha gustado demasiado la designación del líder de Pontevedra como cabeza de cartel a la Xunta. Este descontento quedó reflejado en el primer mitin al que asistió Abascal para abrir allí la precampaña en el que un grupo de personas abandonaron la sala donde se celebró el acto.

También hace apenas unos días la diputada por Madrid, Carla Toscano, azote de las feministas en el Congreso, decidía dejar el acta del Congreso para dedicarse solo a la portavocía adjunta del grupo municipal, noticia que se produjo justo en medio de los rumores de que Ortega Smith armaba una alternativa a Abascal. Poco después, se conocía que la mano derecha de Rocío Monasterio en la Asamblea de Madrid, José Luis Ruiz Bartolomé, dejaba también sus cargos y la política para volver a la actividad privada como especialista en el sector inmobiliario. En el partido, además, ha sido puesto en tela de juicio el papel y la continuidad de la propia Monasterio como portavoz en la Cámara regional, de quien ahora no se fían.

Pese a que Abascal ha logrado ser reelegido sin oposición interna, el partido de extrema derecha no vive sus mejores momentos y Abascal lo sabe. Este año se enfrenta a un incierto futuro ya que tiene en el horizonte tres importantes citas con las urnas: además de las elecciones en Galicia, fijadas para el 18 de febrero, que no se presentan nada favorables para Vox, también habrá comicios autonómicos en el País Vasco, en donde solo tienen un diputado y un juntero, ambos en Álava. Y en junio están programadas las elecciones europeas, en las que Abascal confía en sacar buena nota dado el auge de la extrema derecha en otros países de la Unión Europea y para lo que cuenta con el apoyo de líderes ultras, como la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, o el nuevo presidente argentino, Javier Milei, que le felicitaron durante la Asamblea del sábado por videoconferencia animándole a continuar su batalla contra la izquierda. Y si supera la prueba medianamente bien, esa puede ser su tabla de salvación.