Santiago Abascal se ha propuesto resistir cuatro años más al frente de Vox, el partido que tras abandonar el PP fundó en 2014 junto a Alejo Vidal-Quadras y un grupo de destacados dirigentes políticos, un proyecto que diez años después va a seguir controlando con mano férrea y con muchos más tics autoritarios que cuando inició su tránsito hacia la extrema derecha. Este sábado Abascal era reelegido presidente de Vox sin oposición interna y sin votación de la militancia, en una Asamblea General extraordinaria de trámite -ha durado 15 minutos- que él mismo, a su regreso de vacaciones de Navidad, propuso por sorpresa adelantar un mes y medio sin espera a conocer los resultados de las elecciones en Galicia del 18 de febrero, que no se presentan nada favorables para Vox. A lo largo de estos días, Abascal ha puesto en entredicho la existencia de un sector crítico y ha estado animando a la militancia y a los simpatizantes de Vox a celebrar su entronización que ha tenido lugar en un hotel de Madrid.
Como es habitual desde que inició su andadura, Vox ha vuelto a negar la acreditación a esta redacción para cubrir el evento. El partido de extrema derecha continúa de esta manera vetando en sus actos a los medios que no le son cómodos, una práctica que no es nueva.
En su intervención de este sábado, Abascal ha cargado con dureza contra los medios de comunicación “corruptos” a los que ha acusado de publicar “noticias falsarias” y de provocar “un ruido ensordecedor contra Vox”, que, según ha dicho, “es exactamente proporcional al aliento de recibimos en la calle”, en donde ha asegurado que son muchísimas las personas que le piden que continúe al frente de la formación. Abascal después, ha asegurado a los suyos que él seguirá “peleando” por los principios que “solo defiende Vox” y lo hará “hasta que le falte el aliento”. “Estaré siempre a vuestro servicio y defendiendo aquellas convicciones que para nosotros son lo más importante de nuestra existencia”. Por ello ha pedido “por favor” a todos los concejales y cargos públicos de su partido que no tiren la toalla ante los que auguran el fracaso de Vox, y salgan a la calle a defender esos principios y valores que encarna el partido, así como a protestar contra las medidas del Gobierno de Pedro Sánchez.
El viernes, víspera de la Asamblea, el líder de Vox ya había dejado claro durante una entrevista con Carlos Herrera en la cadena Cope que se sentía “con la responsabilidad de continuar dando la batalla” y “absolutamente respaldado por la militancia” y por “mucha gente” que le ha estado pidiendo por la calle “que siga adelante”. Durante la entrevista, Abascal negó reiteradamente la existencia de una oposición interna a su liderazgo achacando a una campaña contra Vox, fundamentalmente de los medios de comunicación, las noticias sobre presuntas “divisiones” y “purgas”. Como prueba de ello señaló el hecho de que “nadie ha levantado el dedo” para presentarse al cargo de presidente, al que solo aspiraba él después de recoger los pertinentes avales.
Lo que no ha explicado Abascal desde que decidió adelantar la cita interna es por qué no se ha dado más margen a los posibles aspirantes para recoger ese 10% de avales necesarios del censo electoral, que tras la criba de los afiliados que no estaban al corriente de pago de las cuotas, no llevan seis meses en el partido, o bien tienen abierto algún expediente interno, ha quedado mermado a la mitad, es decir, en unos 35.000 militantes con derecho a voto, según datos del Comité Electoral de Vox.
Una década de hiperliderazgo
Abascal, que si no ocurre antes nada continuará manejando las riendas de la formación de extrema derecha hasta 2028, estrenó su cargo de presidente de Vox en septiembre 2014 después de un breve paréntesis como secretario general provisional. Fue en la primera Asamblea General en la que recibió el 91% del apoyo de los escasos militantes que contaba por entonces Vox, unos 4.000, según contabilizaron de cara a aquel cónclave. Abascal derrotó en una votación abierta al otro candidato que se había postulado para el cargo, Ludovico López Cadé, que obtuvo 99 votos frente a los 1.010 conseguidos por él. Por entonces Vidal-Quadras ya se había desvinculado de Vox, enfrentado a Abascal, después de su fracaso en las elecciones europeas, las primeras a las que concurría la formación y cuya campaña fue financiada con dinero de la resistencia iraní. La candidatura de Vidal-Quadras cosechó tan solo 250.000 votos, sin obtener representación. Según narran las crónicas de entonces, fue el propio Abascal el que le pidió que se marchara.
En 2016, volvió a presentarse a la reelección en otra Asamblea extraordinaria celebrada en el madrileño Teatro de La Latina en la que recibió el apoyo del 98% de los afiliados y se acordó prolongar de dos a cuatro años el mandato del Comité Ejecutivo Nacional. El siguiente y último cónclave tuvo lugar en marzo de 2020 y se llevó a cabo a puerta cerrada. Abascal fue proclamado de nuevo presidente de Vox sin votación interna puesto que el único rival que se postuló para el cargo, el militante crítico canario Carmelo González, no logró el 10% de los avales requeridos, cifrados entonces en 5.000. Los estatutos no establecen obligatoriedad de someter a refrendo si solo hay una candidatura válida, aunque el propio líder puede decidir si quiere someterse a ello. Sin embargo, Abascal no ha querido arriesgarse a comprobar el apoyo que tiene de sus bases. Ni antes, ni tampoco ahora.
Aquel acto estuvo rodeado de una fuerte polémica al impedir la entrada al reciento de Vistalegre, donde se celebró, tanto del propio González y sus acompañantes como de los periodistas de los medios que a Vox le resulta incómodos, entre ellos elDiario.es. Allí sin prensa y con un número limitado de asistentes, Vox, además de entronizar por tercera vez a Abascal -extremo que se conoció por una nota hecha pública por el partido-, aprobó sus cuentas del año 2019 y una reforma de los estatutos que ampliaban aún más el poder de la dirección nacional.
Unos inicios presididos por los fracasos
En sus inicios, el partido comenzó cosechando fracaso tras fracaso aunque poco a poco fue experimentando un notable crecimiento, paralelo al que lograban otras formaciones de extrema derecha en Europa. En las generales de noviembre de 2019 Abascal consiguió todo un hito al alcanzar los 52 escaños en el Congreso, convirtiéndose en tercera fuerza política, mientras Ciudadanos se desmoronaba. En aquella legislatura Vox presentó dos mociones de censura que no llegaron a buen puerto pero que sirvieron al menos al líder para erigirse en “jefe de la oposición” frente a un PP que no les apoyó y que se encontraba entonces sumido en una intensa crisis interna que acabó en abril de 2022 con el relevo de Pablo Casado por el de Alberto Núñez Feijóo.
El partido de Abascal culminó su ascenso en las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023, momento en el que consiguió entrar en casi todos los parlamentos regionales, excepto en Galicia, ganando también mucho poder local. Abascal y Feijóo cerraron, no sin dificultades, cuatro pactos para gobernar juntos en coalición, en Valencia, Murcia, Extremadura, Aragón, que se sumaron al que ya estaba en marcha en Castilla y León. Meses después, la formación de extrema derecha se jactaba de haber logrado imponer a los de Feijóo su agenda de medidas ultraconservadoras, principalmente contra la memoria histórica, las organizaciones feministas, la violencia de género o los colectivos LGTBI.
La primera crisis interna de Vox estalló tras el fracaso cosechado en las autonómicas de Andalucía, celebradas en 2022, en las que el PP de Juan Manuel Moreno alcanzó la mayoría absoluta evidenciando el fiasco de la candidatura de Vox que encabezó la diputada por Granada Macarena Olona. La exsecretaria general del grupo parlamentario y mano derecha en aquel momento de Iván Espinosa de los Monteros en el Congreso, no tardó nada en culpar a Abascal de su debacle. Poco después daba un portazo y abandonaba la formación entre durísimas criticas al líder y a toda la cúpula de Vox a la que comparó con una “secta”.
El portazo de Olona y la marcha de Espinosa
Sin embargo, ese dulce momento para Vox saltó por los aires en las últimas elecciones generales de julio de 2023, adelantadas por Pedro Sánchez tras el fracaso del PSOE en aquella doble cita con las urnas del 28 de mayo. El partido de extrema derecha entonces se derrumbó perdiendo 19 escaños y pasando de 52 a 33 diputados, mientras Olona se estrellaba con su propio proyecto, “Caminando Juntos”, con el que intentó aglutinar a un grupo de críticos de Vox.
El varapalo sufrido el 23J desató un fuerte malestar interno. Sobre todo por el hecho de que a la hora de confeccionar las lista electorales la cúpula del partido se había encargado de purgar a los dirigentes considerados del ala más “liberal” -en donde se encuadraban diputados como Víctor Sánchez del Real o Rubén Manso- reforzando y dando prioridad en cambio al sector más conservador y ultracatólico, personificado en el eurodiputado Jorge Buxadé e Ignacio Garriga, su hombre de confianza. Este último, de hecho, fue ascendido a secretario general después de la defenestración de Javier Ortega Smith de este cargo y va a acumular a partir de ahora mucho más poder tras esta Asamblea General extraordinaria en la que Abascal ha dado también entrada en el nuevo Comité Ejecutivo Nacional (CEN) a varios dirigentes territoriales “para adaptar al partido a la nueva realidad” que vive.
Pese a los malos resultados en aquellas elecciones nadie pidió su dimisión y a lo más que se atrevieron a llegar algunos dirigentes fue a reprochar a Abascal que no hiciera “autocrítica”. Un mes después, los cimientos del partido temblaron al anunciar su marcha uno de los dirigentes más carismáticos de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, que abandonó su cargo de portavoz en el Congreso por “motivos personales”, aunque eran muchos los que sabían su distanciamiento con la dirección actual y su desengaño con Abascal que le apartó de las decisiones importantes que se tomaban en el Comité de Acción Política (CAP), el verdadero órgano de poder de Vox elegido por el propio Abascal. Espinosa fue sustituido por la anterior portavoz en el Senado, Pepa Millán, a la que ahora le ha hecho un hueco en su nueva dirección.
Aquel batacazo electoral y la marcha de Espinosa despertó a un sector crítico que, pese a existir, no tiene una cabeza visible y pública, mientras el líder tenía a la vez que lidiar con las sospechas sobre la financiación irregular de Disenso, la fundación privada que él preside y a la que ha traspasado en los últimos cuatros años siete millones de euros desde las arcas de Vox, tal y como publicó elDiario.es.
Fue a partir de entonces cuando se empezó a especular con fuerza con la posibilidad de que Javier Ortega Smith podía estar intentando armar una candidatura alternativa para presentar batalla al líder en este cónclave. La noticia la lanzó Libertad Digital, periódico de Federico Jiménez Losantos, y se extendió como la pólvora. Pero el propio portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid disipó las dudas y lo desmintió. Poco después se supo que había aceptado la invitación de Abascal para entrar en su nuevo equipo en el que tanto él como Buxadé han pasado de ocupar sendas vicepresidencias a ser simples vocales mientras Ignacio Garriga gana poder como único vicepresidente del partido. No obstante, lo interesante a partir de ahora será saber quién se sentará en el CEN, ese núcleo duro de verdadero poder.
Abascal vaticina que 2024 será “un año muy difícil” para Vox
Abascal ha augurado que 2024 será “un año muy difícil” para Vox por lo que ha pedido a los suyos que estén preparados para afrontar todo tipo de campañas mediáticas “insidiosas” y de “ataques” en varios frentes, olvidando sus furibundas arremetidas contra el propio Sánchez al que ha llegado a pedir “colgar de los pies”.
En esa campaña que dice que hay contra Vox ha metido tanto al PSOE y a sus socios como al propio PP, a cuyo líder, Alberto Núñez Feijóo, acusa de mantener un doble juego: por una parte critica las medidas del Gobierno de Pedro Sánchez, pero por otra “le tiende la mano” para pactar cuando le viene bien, mientras se lanza contra Vox “como si fuera un peligroso rival”. “Que no se equivoque. Vox no es el enemigo, el enemigo es Sánchez y sus socios”, no paran de advertir en Bambú (sede de Vox) a los de Feijóo. El último encontronazo entre ambos dirigentes ha surgido por la petición del PP de que no se presenten a las elecciones en Galicia, lo que para Abascal es todo “un insulto”.
Lejos de ver las aguas calmadas, como a Abascal le gustaría, hace apenas unos días veía como la diputada por Madrid, Carla Toscano, azote de las feministas en el Congreso, decidía dejar el acta del Congreso para dedicarse solo a la portavocía adjunta del grupo municipal, noticia que se produjo justo en medio de los rumores de que Ortega Smith armaba una alternativa a Abascal.
A eso hay que sumar un manifiesto anónimo que ha circulado por diversos medios en el que un grupo supuestamente de críticos de Vox reivindican “mayor democracia interna” y la vuelta del partido a sus “orígenes”. El propio Abascal ha calificado de “fake” tal manifiesto y ha retado a que los que estén detrás de él a que “den la cara”.
Por si fuera poco el diario El Mundo adelantaba este viernes que la mano derecha de Rocío Monasterio en la Asamblea de Madrid, José Luis Ruiz Bartolomé, dejaba la política para volver a la actividad privada como especialista en el sector inmobiliario. En el partido también ha sido puesto en tela de juicio la continuidad de Monasterio como portavoz en la Cámara regional.
Y en el primer mitin que Vox celebró en Pontevedra para la presentación de los candidatos a la Xunta, un grupo de críticos se marchó airadamente de la sala donde se celebraba el acto como señal de protesta por la designación de Álvaro Díaz-Mella como cabeza de cartel, que ha causado un hondo malestar interno.
Este sábado por el hotel en donde se ha celebrado la Asamblea muchos han echado de menos la presencia de Espinosa de los Monteros, del que también Voz Pópuli publicaba hace unos días que estaba sondeando la creación de un nuevo partido con “otros purgados de Vox”, y ex del PP y de Ciudadanos para concurrir a las próximas elecciones europeas. El partido y el propio exportavoz parlamentario lo han desmentido pero el mismo digital insiste en que es verdad.