“Es imprescindible que la gente tome conciencia de la importancia de utilizar el catalán, no sólo en las interacciones sociales, sino también en la relación con las empresas”. Así lo afirman desde la Plataforma per la Llengua, organización que promueve el uso de esta lengua como herramienta de cohesión social, desde una perspectiva transversal, en los diferentes territorios de habla catalana. Algunas voces apuntan a la situación de vulnerabilidad del catalán en Balears a pesar de su presencia como lengua vehicular en el ámbito educativo y de que el Estatuto de Autonomía la define como lengua propia de las islas. Otras hablan de sumisión y emergencia lingüística, principalmente a tenor de los importantes cambios demográficos producidos en el archipiélago a lo largo de las últimas décadas.
“Durante los últimos años se ha hablado de emergencia lingüística, pero quizás sería mejor decir que la lengua catalana se encuentra en una situación delicada”, señala la filóloga y coordinadora del Grupo de Investigación Sociolingüística de Balears (Gresib) Maria del Mar Vanrell. En declaraciones a elDiario.es, la docente atribuye esta situación “a muchas causas”, especialmente a la evolución demográfica registrada en las islas a partir del boom turístico de los años setenta: “Hemos pasado de una sociedad en la que la lengua mayoritaria era el catalán, que sobre todo estaba en contacto con el castellano, a una situación en la que el catalán sigue en contacto con el castellano, pero también con muchas otras lenguas”.
Aumento de la población alóctona y alóglota
Como señala la última 'Enquesta d'Usos Lingüístics a les Illes Balears', publicada por el Gresib en 2014 y revisada en 2018, el imparable crecimiento de la población desde la década de los sesenta, cuando residían en Balears 400.000 personas -en contraste con los 1,2 millones actuales-, ha supuesto un decrecimiento en valores relativos de la población autóctona, que pasó de representar el 82% en 1970 al 60% en 2015. El informe, que apunta al incremento considerable de la “fragilidad” de la lengua catalana, subraya que el aumento de la población alóctona (originaria de otro país) y alóglota (hablante de otros idiomas) ha repercutido de forma directa en el retroceso de los conocimientos de catalán y de los usos que de él hace la ciudadanía en su conjunto. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 94,1% de la población residente en Balears habla bien el castellano, porcentaje que desciende al 59,5% en el caso del catalán.
La disminución de la población autóctona ha repercutido negativamente en el uso del catalán en las Islas
“En poco tiempo los porcentajes se han reducido y lo que hacen falta son unas acciones y políticas decididas de protección de los hablantes por parte de la Administración, que puedan ir por el mundo y que puedan hablar en catalán sin que ello suponga un problema. Si el hablante no se siente seguro, evidentemente no empleará el catalán. Lo que quiere es estar tranquilo, poder comunicarse y, al fin y al cabo, evitar el conflicto. Por eso se necesitan políticas de empoderamiento del hablante”, incide Vanrell, quien subraya que hoy en día “la inmensa mayoría entiende el catalán, una lengua románica como el castellano”. “Que el hablante no tenga miedo y que vaya con la confianza de que lo debe hablar y de que además es bueno que lo transmita a hablantes que no lo tienen como lengua inicial”, añade.
Transmisión intergeneracional
En la actualidad, sin embargo, una de las principales fortalezas de la lengua catalana en Balears radica en su transmisión intergeneracional. No en vano, según unas encuestas encargadas por la Plataforma per la Llengua, el 78,6% de los residentes con al menos un abuelo catalanoparlante y el 92% de los que tienen tres o cuatro abuelos catalanoparlantes son hablantes habituales de catalán.
“Los datos muestran que el hecho de tener abuelos catalanohablantes, aunque sean pocos, hace aumentar la posibilidad de que los nietos hablen la lengua de forma habitual”, señala la entidad en el InformeCAT, un documento que muestra una panorámica de la salud del catalán a través de 50 datos de diversos ámbitos como la educación, la sanidad o la justicia. El objetivo de la organización pasa por hacer de este estudio un documento de referencia que se actualice anualmente y permita disponer de un termómetro sobre el estado y evolución de la lengua gracias a la utilización y consulta de numerosas fuentes y de los estudios que la entidad lleva a cabo.
“El InformeCAT es una radiografía imprescindible para que las instituciones y los ciudadanos tomen conciencia de la situación de fragilidad en que se encuentra nuestra lengua y, sobre todo, para que actúen en consecuencia”, señalan desde la Plataforma per la Llengua.
“Falta de integración lingüística” de los recién llegados
Otro de los aspectos en los que hace hincapié el informe es el cambio de idioma a la hora de hablar con un castellanohablante. En este sentido, señala que un 50,9% de los catalanohablantes cree que cambiar al castellano cuando alguien les habla en este idioma no implica “ninguna amenaza” para el catalán. Un porcentaje que se eleva al 70,4% si se tiene en cuanta la población general y no solo la que tiene el catalán como lengua habitual, como indica una encuesta del Gabinete de Estudios Sociales y de la Opinión Pública (GESOP) encargada por Plataforma per la Llengua.
Sobre esto, la 'Enquesta d'Usos Lingüístics' señala que la “falta de integración lingüística efectiva” de los recién llegados, sobre todo en lo que se refiere a los usos, “ha arrastrado a determinados sectores de catalanohablantes jóvenes a comportamientos y actitudes propias de la asimilación, al dejar de usar la lengua propia de las islas para pasar a utilizar por defecto el castellano, sobre todo en los usos intrageneracionales, de mantera prioritaria o única”.
Al respecto, el informe precisa que solo uno de cada diez isleños mantiene el catalán cuando alguien les responde en castellano. Mientras tanto, casi dos terceras partes, un 63,1%, después de haber iniciado una conversación en catalán continúa en castellano si el interlocutor les responde en esa lengua, y una de cada cuatro personas no se dirige nunca a nadie en catalán.
Solo uno de cada diez isleños mantiene el catalán cuando alguien les responde en castellano
Por su parte, el InformeCAT de 2021 revelaba que ocho de cada diez catalanohablantes cambian de lengua cuando alguien les habla en castellano y que la mayoría lo hace “por respeto” o “por educación”. “El uso social del catalán tiene una relación directa con la actitud de sus hablantes. Por este motivo, si los hablantes se mantuvieran de forma generalizada en el uso de la lengua, esto repercutiría positivamente en su vitalidad”, asevera el estudio.
En esta línea, Vanrell apela a “girar ese discurso de que hablar en catalán a un castellanohablante es de mala educación”. “Creo que hay que hacer ver que no es así, porque de algún modo le estás ofreciendo una herramienta y hay investigaciones que así lo demuestran, como el hecho de poder hablar varias lenguas. Crecer en un entorno bilingüe proporciona beneficios a nivel cognitivo, de atención y rapidez a la hora de realizar más de una tarea, etc. Al final a esa persona le estás abriendo puertas, como las del mercado laboral”.
Hay que girar ese discurso de que hablar en catalán a un castellanohablante es de mala educación
“Una lengua no debería ser de un color político concreto”
Sobre las políticas autonómicas actuales, la profesora del departamento de Filología Catalana y Lingüística General de la Universitat de les Illes Balears (UIB) sostiene que “se está haciendo bien, pero desde la Dirección General de Política Lingüística”. La investigadora explica, en ese aspecto, que una lengua “no debería ser de una Dirección General concreta o de un color político concreto, sino un asunto transversal”: “Es una cuestión de derechos humanos. Si no aseguramos el derecho lingüístico de esta parte de la población estamos incurriendo en una discriminación por razón de lengua. Creo que este es el problema principal. Es como cuando salta el discurso de que en la sanidad las lenguas no salvan vidas. No es lo que demuestran las investigaciones”.
Por su parte, el sociolingüística y coordinador de Plataforma per la Llengua en Balears, Ivan Solivellas, alude asimismo a los movimientos migratorios y al fenómeno globalizador como uno de los detonantes de que “la masa de catalanohablantes haya pasado de ser mayoritaria un tiempo atrás a ser minoritaria”, situada en aproximadamente un 46 por ciento de la población de Balears. “A esto debemos añadirle el hecho de que el catalán es una lengua minorizada, que no tiene plenitud de usos ni tampoco una presencia generalizada en todos los ámbitos, como por ejemplo la justicia. No existen prácticamente sentencias en catalán. Hay muchas quejas de personas que se han visto discriminadas, sea en una tienda, sea en un centro sanitario”, abunda.
El catalán es una lengua minorizada. No tiene plenitud de usos ni tampoco una presencia generalizada en todos los ámbitos, como por ejemplo la justicia. No existen prácticamente sentencias en catalán
Asimetría jurídica
El investigador apunta, además, a la existencia de una asimetría jurídica que responde no tanto a lo establecido por la Constitución o por las distintas normativas, “sino a la lectura que se hace de esta legislación”. “En el momento en que una lengua como el catalán, el euskera o el gallego son lenguas cooficiales, tan cooficiales son tanto el catalán como el castellano. Es decir, no es que una sea oficial y otra cooficial. La cooficialidad explica que existen las dos. Lo que sucede es que normalmente se ha hecho una lectura restrictiva y contraria al multilingüismo del Estado en un entorno en el que, además, hay una serie de partidos políticos clara y abiertamente contrarios a la lengua que en distintas ocasiones han intentado atacar los ámbitos en los que el catalán tiene cierta presencia importante, como la educación o algunos medios de comunicación”, precisa.
Respecto a las políticas que en este sentido deberían impulsar las Administraciones, Solivellas cree que “lo primero que hay que hacer es llegar a un consenso político en el que la lengua debe quedar fuera de la arena política, al menos de los partidos que tienen una conciencia y una voluntad democráticas y, por tanto, aquí incluiríamos desde el PSOE hasta el PP, etc. Hay un partido que es contrario a cualquier cuestión propia de un estado democrático y, por tanto, obviamente, no entraría en juego”, apostilla. “Por otro lado, es importante cumplir con la legislación vigente y eso implica que todas las Administraciones públicas asuman su papel como impulsoras de la normalización lingüística. Eso es algo que dice el Estatut y también la Ley de Normalización Lingüística”, añade.
Implicar a todas las instituciones
Asimismo, asevera que todo ello debe implicar a todas las instituciones, “desde el Ayuntamiento más pequeño hasta el Govern balear”: “No puede que haya consellers que no hablen catalán nunca, sobre todo en las ruedas de prensa y en los medios. Debería haber un protocolo, una normativa”.
“Lo importante es entender que las políticas lingüísticas deben tener un razonamiento detrás, es decir, deben realizarse estudios y estos estudios deben elaborar, por un lado, una radiografía de cómo está la situación y, por otro, generar propuestas de mejora. Y también es muy importante que las políticas lingüísticas se expliquen. Porque a veces parece que se trata de políticas autoritarias que responden simplemente a los intereses de una parte de la población y que son capricho de unos pocos. Debe explicarse cómo esto mejora la sociedad en su conjunto y hacer entender que la política lingüística es un pilar transversal”, sentencia.