El espiritismo del siglo XIX, la pseudociencia que sirvió de preludio de la contracultura en Mallorca
Los círculos espiritistas estuvieron asociados a la lucha contra el dogmatismo de la Iglesia Católica. Fue una corriente internacional compartida por defensores de los derechos civiles. “Proporcionó a las mujeres un foro seguro”, señala Amelina Correa Ramón, catedrática de literatura
Alejado de la imagen proyectada en torno a él como pseudociencia o puro entretenimiento esotérico, el espiritismo fue un día foro de encuentro, empoderamiento y apoyo mutuo para las mujeres, además de influir con intensidad en la lucha obrera y los movimientos sociales gracias a su fuerte compromiso humanitario. A finales del siglo XIX y principios del XX, su incidencia fue decisiva en Catalunya, con Barcelona como gran centro difusor de este fenómeno, pero, más allá de echar raíces en las capitales de provincia, irrumpió con fuerza en una multitud de municipios cuya población se mostraba ansiosa por hallar nuevas formas de contracultura y certidumbres en una época marcada por la crisis de la fe, la deshumanización y los cánones de la industrialización. De igual forma, otros movimientos como el decadentismo o la bohemia comenzaron a buscar en las 'galerías del alma' un espacio en el que refugiarse frente al filisteísmo imperante y la creciente uniformización del mundo.
En Balears, fue especialmente significativa la influencia de esta pseudociencia en Capdepera (Mallorca), que en el periodo de entre siglos aunó un 'tótum revolutum' de pensamientos y creencias y fue testigo del empoderamiento femenino al abrigo de la artesanía de la palma, que consistía en el trenzado del palmito para elaborar objetos que cubrían las necesidades rurales cotidianas –cestas, sombreros, escobas o alfombras– y cuya industria fue crucial para el estímulo económico de la zona. En medio de este fecundo magma, y frente al catolicismo imperante, el espiritismo jugó un papel activo en la renovación social y cultural de la localidad, convertida hoy en uno de los principales núcleos turísticos del extremo oriental de Mallorca.
Como explica el investigador mallorquín Josep Terrassa, el espiritismo 'gabellí' –gentilicio de Capdepera– fue un movimiento social “sorprendente en Balears y único en la 'part forana' de Mallorca” que, junto al metodismo cristiano, introdujo en el municipio las tendencias culturales europeas del momento y lo modernizaron. En su libro 'L'espiritisme a Capdepera (1868-1936)', editado por Documenta Balear, el historiador enmarca este fenómeno, además, en la regeneración social desencadenada tras el pronunciamiento militar del general Prim, que en 1868 dio paso al conocido como Sexenio Democrático (1868-1874). Un periodo de aperturismo emergido entre el reinado de Isabel II y la instauración en 1874 de la restauración borbónica durante el cual afloraron fuertes aspiraciones de participación política y de renovación del tejido asociativo.
La dependencia de la población, además, respecto a la obra de la palma atrajo a una inmigración numerosa entre la que se encontraban numerosos metodistas y librepensadores –muchos de ellos espiritistas– que políticamente se encuadraban dentro del republicanismo y, posteriormente, del socialismo.
Reivindicando el papel de la mujer
Las dinámicas modernizadoras surgidas durante el Sexenio abrieron las puertas, de este modo, a nuevas corrientes y visiones de la vida pública y privada de las que no fue ajena la población de Capdepera, toda vez que las inquietudes religiosas iban debilitándose. “La gente buscaba evidencias que apuntalasen las creencias y diesen seguridad, lo cual creyó encontrar en la viabilidad de comunicarse con los espíritus y en los estudios psicológicos”, señala Terrassa, quien explica que el espiritismo revisó el Antiguo Testamento para realizar de él una nueva lectura, reivindicando, entre otros aspectos, el papel de la mujer.
En Mallorca, uno de los primeros en publicar noticias sobre la introducción del espiritismo fue el presbítero Josep Tarongí entre 1870 y 1880, mientras que en el caso concreto de Palma comenzó a extenderse entre la población obrera al tiempo que los republicanos de la Unión Obrera Balear (UOB) –sociedad mutualista pionera en las islas– mantendrían estrechas relaciones con el movimiento espiritista catalán. En els Hostalets –antiguamente conocido como els Hostalets d'en Canyelles–, uno de los barrios de la capital balear profundamente ligado al republicanismo y al sindicalismo que se convirtió en lugar de estancia para los payeses que llegaban a la ciudad, llegaron a celebrarse a principios de los años ochenta del siglo XIX numerosas sesiones espiritistas en las que participaban los socios de la UOB.
"El espiritismo 'gabellí' fue un movimiento social sorprendente en Balears y único en la 'part forana' de Mallorca"
Al respecto, la investigadora Isabel Peñarrubia, en su trabajo 'Los orígenes del primer feminismo y el Congreso Femenino Nacional de Mallorca', recuerda que en la UOB confluyeron hombres y mujeres espiritistas y protestantes, muchos de los cuales compartirían la doble adscripción. “Tanto aquel movimiento obrero como el protestantismo y el espiritismo hicieron las mismas interpretaciones de los textos bíblicos. Era una interpretación social que se identificaba con el primer cristianismo, mientras que rechazaban el exclusivismo intolerante del catolicismo y no aceptaban el papel de intermediarios de los curas por anatemizar el pensamiento racional y científico”, explica la historiadora.
En este sentido, uno de los espiritistas que dieron impulso al movimiento en Capdepera, Gori Jaume, definía a Dios como el principio moral más absoluto y, en este sentido, el ideal espiritista era alcanzar la máxima perfección moral, como explica Terrassa. Su mujer, Aina Maria Sastre, se dedicaba a la obra de la palma, una actividad que permitió a las mujeres elaborar su propio producto, ocuparse de la contabilidad y negociar con los comerciantes que adquirían los enseres.
Precisamente, el que fuese presidente de la UOB Ignasi Cortacans fue el fundador de una de las publicaciones pioneras en abordar la materia, el diario mallorquín El Espiritismo. Como ha documentado Catalina Martorell, doctora en Historia especializada en republicanismo, anarquismo y movimientos sociales de Balears, El espiritismo vio la luz el 16 de abril de 1881 y se publicaron cuatro números. Las crónicas han dejado constancia, asimismo, de la constitución en 1891 del Centre Espiritista de Capdepera, que estaba ubicado en el número 14 de la calle Sant Joan Baptista, como recoge Martorell en su trabajo 'El republicanisme a Capdepera'. Desde este municipio, muchos de los espiritistas se mantenían conectados con otros grupos dedicados a la misma actividad, principalmente de Catalunya.
Peñarrubia incide en que espiritistas y socialistas compartían los mismos postulados ideológicos, ya que ambas doctrinas defendían el carácter revolucionario del cristianismo primigenio que creían corrompido históricamente por la estructura de poder de la Iglesia, lo que les abocaba a un ansia de reforma social, compartiendo así el imaginario de otros movimientos heterodoxos como el socialismo utópico, la masonería y el librepensamiento en general.
La espiritista que denunció la “triple explotación femenina”
En este contexto, una de las figuras más destacadas de ambos movimientos fue Maria Vaquer Moll (Capdepera, 1902–1982), quien montó su propio taller de confección en el municipio, formaba parte del grupo espiritista local y, durante la Segunda República, escribía artículos feministas en la sección 'Libérate, mujer', de El Obrero Balear, en los que denunció la discriminación femenina en el acceso a la instrucción, así como la “triple explotación que las mujeres sufrían por parte del hombre, del patrón y de las leyes españolas”. Asimismo, emplazaba a las mujeres a que estudiaran para poner fin a los prejuicios y al pensamiento religioso dogmático que no las dejaban progresar.
Vaquer presidió, además, la Agrupación Socialista de Capdepera y, tras ser detenida en plena represión franquista, ingresó en la cárcel de mujeres de Palma. En mayo de 1937, se vio sometida a un consejo de guerra que la condenó a muerte, pero tras siete años en prisión la pena le fue conmutada. Emigró a Argelia y a Francia hasta que en los años sesenta regresó a Capdepera.
La ideología de esta activista estuvo profundamente marcada por los postulados de Amalia Domingo Soler (Sevilla, 1835-Barcelona, 1909), feminista, anticlerical y principal voz del espiritismo en España. Domingo Soler fue, además, vicepresidenta del I Congreso Espiritista Internacional celebrado en Barcelona en 1888, entre cuyas principales reivindicaciones se hallaban la igualdad entre géneros y la liberación de la mujer; el impulso de la enseñanza laica; la reforma penitenciaria para la integración social de los presos; la abolición completa de la esclavitud; la supresión gradual de las fronteras políticas; el desarme gradual de los ejércitos; la instauración del matrimonio civil, la prohibición de la pena de muerte y las cadenas perpetuas y la interpretación del espiritismo como religión laica, antiautoritaria, igualitaria y socializadora.
Sobre esta figura ha investigado en profundidad Amelina Correa Ramón, autora de la obra 'Amalia Domingo Soler y el espiritismo de fin de siglo' (2021, Archivos Vola). En ella, señala que el espiritismo fue uno de los pocos ámbitos de las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX en los que a las mujeres se les concedía voz, “hasta el punto de poder erigirse en protagonistas”. “Hay que tener en cuenta que el siglo XIX, a pesar de encontrarnos con una sociedad por completo hostil a la mujer que escribe, a la mujer que lee, a la mujer que se dedica a cualquier tipo de actividad intelectual, supone el paso decisivo de la musa a la escritora. Es decir, las mujeres, aun con todo en su contra (y, obviamente, aquí caben todo tipo de precisiones y puntualizaciones), cambian su rol pasivo por uno activo”, explica Correa en declaraciones a elDiario.es.
“Por un lado, se daba la paradoja de que, en una sociedad que negaba a las mujeres alzar su voz, manifestar una voz propia, se les permitía sin embargo canalizar la voz de 'los otros', aunque esos 'otros' fueran almas desencarnadas. Eso justifica y explica, en buena medida, el que el papel de médium fuera desempeñado tan mayoritariamente por mujeres”, precisa la investigadora, catedrática de literatura española en la Universidad de Granada.
"El espiritismo proporcionó a las mujeres un foro seguro en el que poder expresar sus puntos de vista, prestarse apoyo mutuo y recibir estímulos y enseñanzas de otras compañeras"
Correa subraya, además, que, independientemente de los “prejuicios” con que se pueda mirar el fenómeno desde el punto de vista actual, en su momento el espiritismo fue un fenómeno asociado en buena medida con el librepensamiento, la masonería, el republicanismo, la defensa de la enseñanza laica y de los derechos civiles y la lucha contra los dogmatismos de la Iglesia Católica, unida con frecuencia al anticlericalismo. De este modo, abunda, sus protagonistas fueron mujeres pioneras en estos campos, mujeres cultas y reivindicativas, muchas de ellas periodistas, escritoras o pertenecientes de algún modo al mundo de las letras. El espiritismo, incide, les proporcionó así un foro seguro en el que poder expresar sus puntos de vista, prestarse apoyo mutuo y recibir estímulos y enseñanzas de otras compañeras de creencias y lucha.
“Tampoco podemos perder de vista que, en realidad, tenemos hoy en día una imagen muy distorsionada y muy falseada del espiritismo. Nos faltan estudios en profundidad que nos sitúen en la verdadera dimensión que tuvo”, reconoce Correa, quien recuerda, por ejemplo, cómo el erudito Mario Méndez Bejarano, en su 'Historia de la filosofía en España hasta el siglo XX', publicado hacia 1929 –en el que trata el espiritismo como una corriente filosófica más–, llama la atención acerca de la “increíble penetración que alcanzó el fenómeno, con sociedades espiritistas, revistas y periódicos no sólo en las capitales de provincias, sino en multitud de pueblos por toda la geografía, en lugares donde hoy nos resultaría inverosímil”.
Incluso el historiador cultural David J. Skal, autor de una de las biografías del escritor irlandés Bram Stoker –afamado autor de 'Drácula'–, señala que la de médium era una de las pocas posibilidades que se ofrecía a las mujeres para “subvertir la autoridad masculina sin salirse de los ideales normativos de pasividad y receptividad femenina”.
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