Marta Company, o como se le conoce artísticamente, Marta Coen, empezó a introducirse en el mundo del tatuaje durante la pandemia y se especializó en el tipo de tatuado fine line, consistente en crear dibujos con máquinas de una sola aguja y así crear trazos finos y elegantes en la piel. Aunque comenzó a hacer tatuajes solo a amigos y familiares, no tardó en unirse a un estudio profesional y ahora compagina su trabajo en la papelería familiar con la realización de tatuajes como artista.
Sin embargo, a principios de 2023, Marta descubrió una nueva forma más social de interpretar el arte del tatuaje que le cambió los esquemas por completo: el “nipple tattoo” o los tatuajes de pezón. Comenzó a seguir a tatuadores americanos que practicaban este estilo y pronto empezó a garabatear en su casa pezones y aureolas tanto masculinos como femeninos para, algún día, tener la suficiente habilidad para pasar del papel a la piel.
Así, tras meses de preparación y con la suficiente confianza y técnica para lanzarse a ello, Marta anunció una nueva iniciativa a finales de junio a través de sus redes sociales: #notwithoutmynipplesmcoen. Este proyecto consiste en que, una vez al mes, Marta dedica un día entero a tatuar pezones y aureolas de forma gratuita a todas esas personas -independientemente de su género- que lo necesiten y no puedan recurrir a la Seguridad Social debido a las largas colas de espera. “Si te quieres operar a veces te tienes que enfrentar a colar larguísimas. Yo tengo una clienta que le han dado cita para seis años”, lamenta la tatuadora.
Además, Marta considera que este es un tipo de trabajo que, debido a su naturaleza emocional y social, debe ser realizado de manera altruista: “Me parecía injusto que tuvieran que costear algo así. Algunos tatuadores cobran hasta 400 euros a las personas que se quieren tatuar solo un pezón. Yo creo que esto es algo por lo que no se tendría que pagar”.
Igualmente, la tatuadora ha hecho referencia a los malos resultados que pueden recibir los pacientes tras la cirugía de la Seguridad Social, los cuales son permanentes e irreversibles: “Hay veces que van a operarse y les hacen un auténtico destrozo. Por ejemplo, a un chico que se tatuará conmigo le reconstruyeron los dos pezones y le quedó muy mal. Le da vergüenza quitarse la camiseta delante de la gente. Ahora lo que tengo que hacer es intentar tatuar los bordes para que queden mejor”.
En ese sentido, una de las ventajas que señala Marta es que, con su método, el interesado o interesada podrá observar el resultado antes de hacerse el tatuaje permanente: “Cuando te vas a operar, en ocasiones no sabes muy bien cómo puede quedar el resultado final. La ventaja de los tatuajes es que puedes saber el resultado con anterioridad y, además, es totalmente personalizado para ti. Por ejemplo, en mis redes sociales suelo subir algunos de los pezones que he tatuado y la gente puede hacerse una idea de cómo les quedaría a ellos”.
La ventaja de los tatuajes es que puedes saber el resultado con anterioridad y, además, es totalmente personalizado para ti
Sobre el proceso de tatuado, Marta señala que “no hay mucha diferencia” con hacer un tatuaje en cualquier otra zona del cuerpo, pero remarca que se ha de ir con sumo cuidado con la cicatriz de la operación para poder taparla bien: “No duele nada. Al ser piel cicatrizal, la zona está completamente insensibilizada. Lo único que, como tatuadora, he de ir con cuidado con las cicatrices para que se disimulen bien con la tinta. Es un trabajo más minucioso que con un tatuaje normal”.
De momento, Marta tan solo lleva a una clienta tatuada, pero ya tiene citas hasta diciembre y asegura que “no puede estar más contenta” con la iniciativa: “De momento, la personas que se lo han hecho han salido muy contentas y agradecidas, y es precisamente eso lo que buscaba cuando comencé a tatuar pezones y aureolas”.
Ana María, la “paciente cero” de Marta
La historia de Ana María Ciel podría definirse como una lucha contra la enfermedad y el tiempo. En 2017 le detectaron un cáncer de mama en el pecho izquierdo y tuvo que soportar un tratamiento de diez meses de quimioterapia para que al fin remitiera.
Poco después, en el mismo año, no dudó en entrar en quirófano para reconstruir su mama izquierda y volver a su “normalidad corporal” lo antes posible. “Mi hija siempre me decía: ¿Cuándo vas a tener una teta normal?”, dice entre risas. En dicha operación le cogieron piel de la barriga y se la implantaron en el pecho de tal forma que tuviera la forma de un seno, aunque todavía sin pezón ni aureola.
Ana María tampoco quiso esperar para realizar una reconstrucción completa, y tras los dos años estipulados para la recuperación de la primera operación, en 2020 llamó a la Seguridad Social para pedir fecha para su segundo paso por quirófano. A día de hoy, tras tres años de espera, aún no ha conseguido cita.
Afortunadamente, el local donde trabaja Ana María se encuentra muy cerca del establecimiento de Marta, y cuando se enteró el pasado junio de la iniciativa que estaba llevando a cabo, no dudó en convertirse en la primera clienta de la tatuadora y grabarse a tinta una aureola donde antes se encontraba el pezón izquierdo.
A pesar de ser la primera aureola que tatúa Marta sobre la piel, Ana María no puede estar más contenta con el resultado y afirma que es la primera vez que se acepta a ella misma desde la mastectomía: “Cuando lo vi, no lo creí. Después de años te ves normal, no puedo estar más contenta. Volví al pasado, antes del cáncer”, comenta a elDiario.es.
Cuando lo vi [el tatuaje de Marta], no lo creí. Después de años te ves normal
Igualmente, recomienda encarecidamente a todas las mujeres que aún esperan cita para la reconstrucción y no ven el final del túnel que llamen a Marta y que, al menos, consideren el tatuaje de aureola como una opción viable para poder dejar todas las malas experiencias del cáncer atrás: “Se lo recomiendo a todas las mujeres que aún están esperando a que les llamen para la operación. Hay mucha gente que va por temor, pero vale la pena pasarlo. Es una experiencia que deja todo lo malo atrás y te permite cerrar el ciclo”.