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Los menores consumen más sedantes sin receta: “A veces desconectas de que no eres el hijo que quieren tus padres”

Una alumna camina por un pasillo de un instituto de Madrid.

Nicolás Ribas

Eivissa —
21 de noviembre de 2022 06:01 h

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Durante la adolescencia un porcentaje significativo de personas entran en contacto por primera vez con las drogas, principalmente, con las denominadas drogas “blandas”: el alcohol, el tabaco y el cannabis. En lo que se refiere a otras sustancias, en los últimos años se ha observado un aumento del consumo de hipnosedantes entre los menores, lo que incluye medicamentos como las benzodiacepinas –aquellos con efectos sedantes, ansiolíticos, hipnóticos o amnésicos, entre otros–. Así se desprende de la Encuesta sobre uso de drogas en Enseñanzas Secundarias en España (1994–2021) del Ministerio de Sanidad.

En el caso de las personas entre 14 y 17 años, un 10% de los encuestados (para el estudio de 2021) afirma haber consumido hipnosedantes (como las benzodiacepinas) sin receta médica. La prevalencia de consumo, que es mayor entre las chicas (12,7%) que entre los chicos (7,4%), aumenta a medida que los adolescentes crecen, situándose en un porcentaje del 12,1% a los 17 años. La edad de inicio se sitúa, además, en los 14,4 años. Si nos fijamos en la serie histórica, que incluye en su muestra el consumo en jóvenes de 18 años, este ha aumentado en 1,7 puntos respecto a 2019, pasando del 8,6% al 10,3%. Es la cifra más alta de toda la serie histórica con excepción del año 2010, cuando el porcentaje entre aquellos que afirman haber consumido hipnosedantes sin receta en alguna ocasión se situó en el 10,4%.

“Buscan estar tranquilos y relajarse”

El consumo de medicamentos sin receta entre los adolescentes de 12 y 17 años ha aumentado también en Eivissa en 2022 respecto a 2018, según revela el último estudio del Centro de Estudio y Prevención de Conductas Adictivas (CEPCA), que pasa del 2,7% al 4,3%. En el caso de Eivissa no se puede hacer un análisis más exhaustivo porque los cuestionarios, hasta ahora, se habían centrado más en el alcohol, tabaco y cannabis, las sustancias más consumidas entre los jóvenes menores. “Llevábamos un tiempo observando el aumento del consumo (de medicamentos sin receta como las benzodiacepinas) por los chicos que vienen al programa de asesoramiento individualizado”, explica a elDiario.es Belén Alvite, pedagoga y directora del CEPCA. “Si en otros tiempos parecía que lo que estaba de moda, en cuanto a estimulación, eran las drogas de diseño, ahora es diferente. Buscan estar tranquilos y relajarse”, afirma Alvite.

Si en otros tiempos parecía que lo que estaba de moda, en cuanto a estimulación, eran las drogas de diseño, ahora es diferente. Buscan estar tranquilos y relajarse

Belén Alvite Pedagoga

Esta valoración es el resultado, por un lado, del análisis a través de los jóvenes que acuden al programa de asesoramiento individual del centro y, por otro, de un estudio con una muestra de 2.634 alumnos y alumnas de 18 centros educativos de Eivissa, lo que representa un 31,9% del total del alumnado de la isla. Este estudio muestra que, según las respuestas anonimizadas de los estudiantes, se está usando el consumo de benzodiacepinas como droga recreativa.

Micu, antiguo consumidor: “Es de fácil acceso”

Micu, un estudiante de 22 años de FP en Eivissa, consumidor cuando era menor de edad, explica a elDiario.es que “es una sustancia de alteración del ánimo que produce bienestar para aquel joven con curiosidad y de fácil acceso –aunque no al nivel del tabaco, el alcohol o el cannabis–. Hay más gente joven que las toma de lo que se cree”.

Los resultados de la encuesta desvelan, según Alvite, que el consumo de las benzodiacepinas se produce mezclado con el alcohol. “Buscan la sensación de sedación que les queda”, afirma. Pero, ¿cómo conseguir un medicamento que solo es accesible mediante prescripción médica? Según explican los adolescentes, en palabras de Alvite, tienen diferentes maneras de acceder a ellas: se las quitan a sus padres o familiares, a través de amigos que reciben tratamientos psiquiátricos por déficit de atención u otros motivos médicos o mediante la compra por internet.

“Entrar en contacto con una sustancia suele estar motivado por buscar la forma de relacionarse con un grupo, ya que para tener una relación mejor es importante estar ‘al mismo ritmo’ o tener los mismos intereses”, afirma Micu, quien reconoce haber tenido problemas por el consumo de benzodiacepinas. “Al principio crees que la alteración del ánimo es atractiva, pero también pasa que con el tiempo y el consumo descontrolado, suele ser incompatible para sociabilizar”, sostiene.

Al principio crees que la alteración del ánimo es atractiva, pero también pasa que con el tiempo y el consumo descontrolado, suele ser incompatible para sociabilizar

Micu, Antiguo consumidor de benzodiacepinas

“Creo que parte del consumo de benzodiacepinas tiene que ver con el ambiente recreativo de relajarse. Puede ser una manera de anestesiar un poco un malestar personal”, ahonda Alvite. La pedagoga, a falta de estudios más específicos que profundicen en las razones que hay detrás de su consumo, argumenta que “hay un consumo de sustancias que tiene que ver con pasarlo bien y otro que en el ocio tiene que ver con desconectar de todo lo que me presiona”. “Desconecto de que no soy el hijo o la hija que mis padres querrían, desconecto de que no estoy haciendo lo que me han dicho que debería hacer”, argumenta.

España lidera el consumo de benzodiacepinas

Antes de la pandemia, España ya era el país del mundo que más benzodiacepinas tomaba, lo cual revela un problema que va más allá de su consumo entre adolescentes y jóvenes. “Habría que analizar el consumo de los adultos para entender cuál es el consumo de nuestros jóvenes, es decir, cuáles son las herencias de patrones sociales y emocionales. Tenemos un consumo de benzodiacepinas mucho más alto que en otros países del mundo. Esto nos da una pista de que, a lo mejor, la gente joven empieza a aprender de cómo gestionan los adultos”, comenta Alvite.

Sin embargo, la droga más consumida por los adolescentes sigue siendo –con diferencia– el alcohol, seguida del tabaco y el cannabis. El consumo de estas sustancias entre los estudiantes más jóvenes ha descendido en los últimos años, una tendencia que se observa tanto en el ámbito nacional como en el caso específico de Eivissa, donde el consumo de alcohol ha bajado un 4%, el de tabaco un 8% y el de cannabis un 8,5%.

“Las sustancias de inicio siguen siendo las mismas: alcohol, tabaco y cannabis. Cuando hicimos nuestro primer estudio en el año 2000, la primera sustancia de inicio era el tabaco, después aparecía –muy seguido– el alcohol y, por último, el cannabis. A partir de 2012, el cannabis se puso por delante del tabaco, porque este tiene muy mala prensa”, analiza Alvite.

“Sobre el cannabis ha habido información muy sesgada sobre sus efectos terapéuticos. Hemos tenido casos de chicos que han empezado fumando marihuana y no tabaco, pero después han terminado con una adicción dual”, debido a que la marihuana se suele consumir mezclada con tabaco. “El cannabis suele producir una sensación de bienestar. Eso lo hace muy atractivo”, asegura Micu, que a día de hoy se relaciona con la gente joven a través del deporte y la actividad física. “Hay otro ocio más propio de gente de mi edad, pero no es mi caso”, manifiesta.

Cae el consumo de alcohol, tabaco y cannabis

Estas tres drogas son, explica Alvite, la puerta de entrada al consumo de otras sustancias, aunque no significa, ni mucho menos, que todo el mundo acabe consumiéndolas. “La escalada de consumo no significa que todo el mundo que empiece fumando tabaco o bebiendo alcohol vaya a consumir cocaína. Significa que arriba de la escalera, alguien que consume cocaína, ha consumido previamente las otras sustancias. La escalera se enciende hacia abajo, no hacia arriba. Por eso el mensaje de los padres de ‘si empiezas con esto acabarás con lo otro’, no funciona”, aclara. “Muchas veces empiezan a consumir determinadas sustancias pero luego dejan de consumir o se bajan de la escalera”, matiza.

La escalada de consumo no significa que todo el mundo que empiece fumando tabaco o bebiendo alcohol vaya a consumir cocaína. Significa que arriba de la escalera, alguien que consume cocaína, ha consumido previamente las otras sustancias

Belén Alvite Pedagoga

Es difícil establecer una comparativa entre Eivissa y el conjunto del Estado en cuanto a la edad media de inicio de consumo de estas sustancias entre los menores porque el estudio del Ministerio de Sanidad empieza con adolescentes de 14 años, mientras que el CEPCA también pregunta a adolescentes dos años menores. En el caso de Eivissa, la edad media de inicio del consumo de alcohol es de 13,5 años; en el caso del tabaco, 13,7 años y en el caso del cannabis, 14,4 años.

Mientras que el cannabis solo lo pueden conseguir a través del mercado clandestino porque su venta no está legalizada en España, en referencia al alcohol y al tabaco, más de la mitad afirman adquirirlo ellos mismos o a través de otros menores, pese a que la venta a menores no está permitida por la legislación. En el caso del tabaco, el 79,2% afirma comprarlo en estancos, el 76,5% en bares y restaurantes y el 36,1% en las gasolineras. Si nos referimos a la compra de alcohol, el 77,3% lo adquiere en supermercados, el 51% en pequeñas tiendas de alimentación, el 49,6% en bares y discotecas, el 25,1% en bodegas y licorerías y el 21,2% en gasolineras.

De entre los jóvenes entre 12 y 17 años que beben alcohol, un 26,2% afirma haberlo probado, un 25,7% dice que consume ocasionalmente y un 10,8% lo hace todas o casi todas las semanas. Un 37,3% asegura no haber bebido nunca. En la misma franja de edad, respecto al tabaco, un 19% lo ha probado, un 6,8% fuma ocasionalmente, un 2,1% todos o casi todos los fines de semana y un 4,6% cada día o casi cada día. La mayoría, un 67,5%, no lo ha probado nunca. En cuanto al cannabis, más de tres de cada cuatro, un 76,7%, afirma no haberlo consumido nunca. Un 12,8% dice haberlo probado, un 5,9% lo consume ocasionalmente, un 2% todos o casi todos los fines de semana y un 2,8% cada día.

El estudio pone el foco también en el papel de las familias en cuanto al consumo que hacen los menores del alcohol, tabaco y cannabis. Un 51,9% de padres y madres permite el consumo de alcohol, según responde el alumnado; un 22,8% permite el consumo de tabaco y un 22,7% permite el consumo de marihuana o hachís. El porcentaje de familias que saben que sus hijos e hijas consumen alguna de estas sustancias es mayor que el grado de permisividad que hay, según las estudiantes. “Hay una relación directa entre el consumo de los padres y el consumo de sus hijos. Si hay hermanos mayores que consumen, la incidencia es mayor. Los chicos y chicas que más consumen cualquiera de estas tres sustancias tienen en común un mayor consumo de las mismas en sus familias”, valora la pedagoga. En el caso de las chicas, el consumo de las tres drogas más generalizadas es un 8% superior al de los chicos.

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