“Desde que vivo en Mallorca siempre he ido a votar. Vivo en un pueblo pequeño y me siento muy acogido y representado por la política”. Quien así se expresa es Andreas Mathis, alemán residente en la isla desde 1990. Como él, hasta 5.867 germanos con residencia habitual en Balears están llamados a las urnas en las elecciones municipales del próximo 28 de mayo. Andreas, quien vive en el municipio mallorquín de Sencelles con su mujer y sus hijos, asegura que nunca ha tenido problemas a la hora de sentirse integrado y preocupado por las problemáticas del municipio: “Si conectas con los mallorquines, te sientes más acogido”, asegura.
Con 18.979 alemanes censados –15.980 en Mallorca, según datos del Instituto Balear de Estadística (Ibestat) de 2022–, el archipiélago es, en el país centroeuropeo, considerado por muchos su decimoséptimo Bundesland. Con vistas al Mediterráneo, eso sí. Pese a la pérdida de población residente registrada durante los últimos años (en 2011 había 31.096 empadronados), la alemana es la nacionalidad extranjera europea con un mayor número de residentes en la mayor de las Balears. Les siguen italianos (13.782 censados), británicos (13.255), rumanos (7.093), búlgaros (5.088) y franceses (3.981).
Aunque muchos aseguran no sentirse atraídos por la política, otros se muestran interesados en lo que sucede en la Comunidad Autónoma e interpelados por las medidas adoptadas a nivel autonómico y municipal. Por ello, tienen intención de votar, como Andreas. “La política está más profesionalizada que hace veinte o treinta años y eso me gusta. Además, mi mujer es mallorquina y mis hijos, que juegan en el basket base, también. También hablar con otros padres en el instituto facilita mucho las cosas”, comenta en declaraciones a elDiario.es.
Por su parte, Jan Coenen y su mujer, Claudia, explican a este medio que, de cara a los próximos comicios, será la tercera vez que votarán. “Llevamos aquí desde hace 22 años. La última vez votamos a MÉS pero en esta ocasión, por primera vez, votaremos al PP. Somos liberales y sobre todo tenemos gran preocupación por el medio ambiente. Normalmente no votamos al PP pero creemos que el actual Govern no ha hecho un buen trabajo y necesitamos un cambio”. También se muestran especialmente indignados en materia de vivienda, dado que, en su opinión, “todo es muy caro y no se está haciendo nada contra el encarecimiento de los precios”. “Tienen mucho dinero para cosas secundarias como las obras en el Paseo Marítimo de Palma, pero no para lo prioritario para la gente como es la vivienda o los temas sociales”, añaden.
Precisamente, sobre la actual problemática de la vivienda, ambos subrayan que “los mallorquines han vendido terrenos a extranjeros con mucho dinero y ahora se quejan de que no tienen nada, sólo los ricos extranjeros. Han olvidado que el dinero que tienen ahora para comprar Mercedes y casa viene de los extranjeros. De hecho, antes de abrirse al turismo, España era un país muy pobre, especialmente Mallorca”.
Llevamos aquí desde hace 22 años. La última vez votamos a MÉS pero en esta ocasión, por primera vez, votaremos al PP. Normalmente no votamos al PP pero creemos que el actual Govern no ha hecho un buen trabajo y necesitamos un cambio
Tanto Jan, técnico informático, como Claudia, perteneciente al sector inmobiliario, aseguran sentir “mucho interés” por la política balear y por las distintas medidas impulsadas desde las administraciones públicas, aunque manifiestan haberse sentido “discriminados” en algunas ocasiones en materia lingüística: “Tenemos la sensación de que los españoles que viven aquí tienen xenofobia contra los extranjeros. Recuerdo cuando vivíamos en Esporles, ir a una tienda y, pese a hablar castellano, que nos continuasen respondiendo en mallorquín”.
“Se acuerdan de los extranjeros cuando se acercan las elecciones”
Más crítica se muestra Alice Weber, residente en Mallorca desde hace más de treinta años: “En general, los partidos políticos sólo se acuerdan de los extranjeros cuando se acercan las elecciones. Es entonces cuando hacen reuniones y campañas dirigidos a ellos. Pero si quieres que una población se integre políticamente y se interese por ti, debes incluirla desde el principio con pequeñas propuestas del día a día”, subraya tajante. La consecuencia de ello, añade, es que el colectivo alemán o inglés, como tantos otros colectivos extranjeros, “están aquí porque han decidido estar aquí, pero continúan sintiéndose alemanes, siguen votando en Alemania, leen la prensa alemana y se preocupan de lo que pasa políticamente en su país. Y aquí les falta implicación”, subraya.
Si quieres que una población se integre políticamente y se interese por ti, debes incluirla desde el principio con pequeñas propuestas del día a día, no sólo cuando se acerquen las elecciones
En su opinión, una de las razones de que esto ocurra es la imposibilidad de votar a nivel insular, autonómico y nacional si no se posee la nacionalidad española. Incluso en los comicios locales la legislación establece una condición: solo pueden participar los extranjeros procedentes de otros 27 países comunitarios y de terceros Estados que hayan firmado con España un acuerdo recíproco. “Me parece terrible que la Ley no lo permita. Yo llevo viviendo aquí desde hace más de 30 años, 365 días al año, los últimos 31 años me he formado aquí, he trabajado aquí y mis hijos son españoles, pero si quiero votar tengo que nacionalizarme. Me parece muy surrealista en un contexto global como el de hoy en día que un extranjero, dentro de lo que es el espacio Schengen, no pueda votar en el sitio en el que reside. Y hablo por toda la gente que piensa de esta manera y que, como yo, tampoco puede votar”.
Weber, quien es coordinadora de MÉS en el municipio mallorquín de Inca y tenienta de alcalde de Cultura, Formación, Normalización Lingüística y Memoria Democrática, reconoce que en su caso sí siente un compromiso político “más allá” así como de gestión a medio y largo plazo, pero entiende a quienes no sienten interés por votar y participar de ello. “Y a falta de tres o cuatro meses para las elecciones es cuando los grandes partidos con más medios hacen un gran mitin y un speech en nombre de los extranjeros que a lo mejor normalmente no tiene nada que ver con la realidad, porque ni siquiera se han molestado en conocer los núcleos en los que reside, por ejemplo, la comunidad alemana. Y eso provoca que la gente se desinterese más”, comenta.
“Integrar desde el interés, la estimulación y la motivación intrínseca”
Para motivar a los residentes extranjeros a que se preocupen políticamente –“y al igual que hablamos de alemanes podríamos estar hablando del colectivo magrebí o senegalés, de los que tenemos unas comunidades enormes y nos llenamos la boca con que no se integran pero no hacemos nada para ello”–, Weber propone empezar desde el sector cultural: “Yo defiendo muchísimo el catalán y creo en la integración desde el interés, la estimulación y la motivación intrínseca. Que a la gente se la estimule a participar en las fiestas tradicionales. Pedirles a la comunidad senegalesa, alemana o francesa que pongan sus puestos con sus especialidades, que las compartan. Y que den a conocer sus tradiciones o expresiones culturales o artísticas”.
“Se podrían hacer talleres de cocina, e incluso cosas mucho más fáciles, como la decoración navideña alemana. Somos muy dados a hacer manualidades y aquí no se hacen. Parece algo utópico, pero creo que de lo que se trata es de incluir a la gente con pequeñas cosas que la estimulen a acercarse al ayuntamiento más allá de ser aquel sitio donde pagas el agua, pequeñas cosas que al final crean un tejido y una motivación increíbles. E incluso convocar una asamblea en la que participen personas extranjeras con derecho a voto en su localidad para que emitan sus peticiones y sus quejas al ayuntamiento, si les parece que los impuestos son altos, o si en su barrio las farolas no funcionan”, añade.
De lo que se trata es de incluir a la gente con pequeñas cosas que la estimulen a acercarse al ayuntamiento más allá de ser aquel sitio donde pagas el agua, pequeñas cosas que al final crean un tejido y una motivación increíbles
Alemanes en la política de Balears
A lo largo de los últimos años, varios ciudadanos alemanes han integrado las listas electorales de distintos partidos, como Thomas Wenzel, quien concurrió al Ajuntament de Sant Llorenç por el PP, Mark Schlüter, por el PSOE, o Jürgen Keilholz, cabeza de lista de EU–Els Verds Andratx en los comicios de 2007. También un empresario germano inició hace varios años su particular aventura. Horst R. Abel, industrial afincado en Mallorca desde hacía más de treinta años, fundó en 1997 el partido Amigos Alemanes en España, con el que pretendía agrupar a los residentes germanos en la isla e interceder “entre alemanes y españoles”. El conocido como 'rey de la salchicha' falleció en 2008 en la isla fruto de una larga enfermedad, tras haber dejado su huella en la isla, donde creó una fábrica de embutidos y puso en marcha una cadena de restaurantes de productos alemanes.
Horst R. Abel, industrial afincado en Mallorca desde hacía más de treinta años, fundó en 1997 el partido Amigos Alemanes en España, con el que pretendía agrupar a los residentes germanos en la isla e interceder "entre alemanes y españoles
Como recuerda Antonio Salvà, catedrático emérito de Geografía Humana de la Universitat de les Illes Balears (UIB), el 'land' mediterráneo comenzó a registrar una presencia importante de alemanes en 1986, tras la integración española en la Unión Europea. A partir de entonces, la comunidad germana comenzó a superar a la británica en un archipiélago donde la población extranjera empadronada representa actualmente el 18,78%.
El alemán medio empadronado en Mallorca tiene entre 16 y 64 años (representan el 75% de los alemanes residentes en la isla, según el Ibestat). “Muchos de los alemanes con casa en la isla son los hijos de los primeros turistas que vinieron al archipiélago”, explica Salvà. “Ellos cambiaron la tendencia: antes los alemanes se hospedaban en hoteles, pero los hijos de los primeros turistas empezaron a comprar casas para residir permanentemente o para tener una residencia secundaria”, añade.
Alemania, principal mercado emisor en Balears
Mientras tanto, la mayor de las Balears sigue siendo uno de los destinos turísticos preferidos de los alemanes. El germano es, de hecho, el principal mercado emisor de Balears. Durante 2022, hasta 4,3 millones de alemanes recalaron en las islas, un 32,6% de los viajeros internacionales que visitaron las islas el pasado año. El 25,5% procedía, por su parte, de Reino Unido, con 3,36 millones. Con todo, llegaron menos alemanes y británicos que en 2019, año previo a la pandemia. En cuanto al gasto, éste creció un 2,7% en el caso de los germanos, mientras que el de los ingleses descendió un 3,5%. Los alemanes fueron, además, los primeros viajeros extranjeros en aterrizar en las islas tras la apertura de fronteras como consecuencia de la crisis sanitaria de la COVID–19.
El germano es el principal mercado emisor de Balears. Durante 2022, hasta 4,3 millones de alemanes recalaron en las islas, un 32,6% de los viajeros internacionales que visitaron las islas el pasado año
La vinculación de los alemanes con Balears no es un fenómeno reciente. Mallorca continúa siendo refugio de quienes glorifican el nazismo y niegan el Holocausto y el exterminio de los judíos como objetivo final de Adolf Hitler. De hecho, con la isla como punto estratégico para los intereses de las fuerzas fascistas, secuaces del führer y falangistas colaboraron estrechamente durante largo tiempo, incluso mucho después de finalizada la Guerra Civil. También décadas atrás se forjaron en Mallorca importantes colonias de refugiados del nazismo, integradas, entre otros, por el novelista Franz Blei y el pensador Konrad Liesegang, quienes recalaron en el puerto pesquero de Cala Ratjada.
Capdepera, por su parte, hacía lo propio durante el periodo de entreguerras con exiliados políticos que levantaron pequeñas fábricas de tejidos de rafia a mano aprovechando la experiencia de las mujeres que décadas antes se habían iniciado en la llata [palmito trenzado en tiras], crucial para el estímulo económico de la zona. El diplomático Harry Kessler llegó a afirmar que en las calles de Palma se podía escuchar hablar alemán tanto como en los Campos Elíseos de París. A fin de cuentas, Mallorca era, como llegó a definirla el escritor Friedrich Christiansen, “el paraíso más alejado del mundo”, el lugar en el que descansar y olvidar mientras el resto de Europa comenzaba a tambalearse.