Las 'party boats' se suman a la contaminación como amenaza a las aves marinas del Mediterráneo

Nicolás Ribas

Eivissa —
18 de enero de 2023 22:46 h

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La pardela balear, conocida como virot en Eivissa y Formentera, es el ave marina más amenazada de Europa y está clasificada en peligro de extinción en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. Apenas se han contabilizado 535 parejas en Eivissa y 692 en Formentera. Esta especie, además, solo nidifica en el archipiélago balear, lo que ya de por sí es un factor de riesgo. Es una especie que solo tiene una cría al año, por lo que su “mortalidad por causas no naturales supone una auténtica catástrofe”, apuntan Cristina Amanda Tur, periodista y escritora, y Oliver Martínez, agente de Medio Ambiente del Govern, en el libro Nacidas para volar. Aves de Eivissa y Formentera.

Como ella, el resto de aves marinas del Mediterráneo se enfrentan a múltiples amenazas. Las más destacadas son la contaminación, la sobrepesca, la pesca accidental, la alteración de los hábitats, la presión humana sobre los ecosistemas, la proliferación de las embarcaciones y las actividades recreativas en los islotes, y la introducción de predadores por el ser humano en los lugares de cría.

Esta situación se produce a pesar de que Balears es un territorio muy rico en cuanto a biodiversidad de la avifauna. Solo en Eivissa y Formentera se han observado más de 260 especies de aves, una cifra nada desdeñable para un territorio tan pequeño del Mediterráneo Occidental, teniendo en cuenta que en zonas mucho más extensas, como la región paleártica, se han citado algo más de 500 especies.

“Los barcos con música silencian a las colonias”

Las aves marinas que se encuentran en una situación más delicada son la pardela cenicienta mediterránea (Calonectris diomedea) y la citada pardela balear (Puffinus mauretanicus). En el caso de la primera, es una especie endémica y reproductora del Mar Mediterráneo, que ha pasado recientemente de estar casi amenazada a considerarse en peligro de extinción, según recoge la última revisión del Llibre Vermell dels Vertebrats de les Illes Balears de 2021. Esta especie en regresión, conocida como baldritja en Eivissa y Formentera y virot gros en Mallorca y Menorca, coloniza islotes de las Pitiüses como Illa Murada, s’Espardell, Illa Llarga, Malvins o els illots de Ponent.

Además de los riesgos mencionados, ambos tipos de pardelas se ven afectadas por la contaminación lumínica y el ruido de la música que hay en los barcos. “En los illots de Ponent hay mucha masificación de barcos con música. Eso les afecta porque silencia a las colonias cuando cantan, lo cual es importante para ellas”, explica Amanda Tur. En el caso de las Pitiüses, esta ave marina se puede observar en islotes como Tagomago, sa Conillera, Illa des Bosc o s’Espardell y en acantilados de Formentera. En el año 2021 se confirmó su nidificación en es Vedranell, con una presencia de, al menos, diez parejas reproductoras.

En los illots de Ponent hay mucha masificación de barcos con música. Eso les afecta porque silencia a las colonias cuando cantan, lo cual es importante para ellas

El 19 de febrero de 2020 entró en vigor la conocida como ‘ley contra el turismo de excesos’, aprobada por el Govern para restringir el ‘turismo de borrachera’ en determinadas zonas de Mallorca y Eivissa (Palma, Calvià, Llucmajor y Sant Antoni). Esta ley (que tiene una vigencia de cinco años) recoge en su artículo 8 la prohibición de publicitar o comercializar fiestas (las conocidas ‘party boats’) y excursiones en las zonas afectadas por la norma; recoger o devolver clientes en estas áreas para trasladarlas al puerto y que los barcos entre en aguas interiores limítrofes en las zonas restringidas.

Las empresas titulares de embarcaciones turísticas o recreativas tampoco pueden presentar nuevas declaraciones responsables, lo que en la práctica supone una moratoria que impide ampliar la oferta existente. Esta limitación, apunta la norma, se tiene que mantener “hasta que no se regule la actividad de fiestas o acontecimientos multitudinarios en barcos”. El mismo texto indica que la restricción “no puede exceder el plazo de dos años”.

Aumento de la protección marina

El cormorán moñudo (Gulosus aristotelis) que puede encontrarse en el Mediterráneo –y este es uno de sus rasgos más destacables– es una subespecie endémica, diferenciada de las poblaciones atlánticas europeas y de las que ocupan las costas del noroeste africano. A diferencia de la población atlántica europea –que se encuentra en declive en las últimas décadas–, la subespecie mediterránea está en buen estado y la tendencia de sus poblaciones, en alza. Pese a ello, está clasificada como especie vulnerable en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

Conocido en las regiones catalanoparlantes como corb marí, es capaz de descender hasta treinta metros de profundidad, durante tres o cuatro minutos, para cazar a sus presas. Durante estas incursiones, puede verse afectada por las redes abandonadas (redes fantasma) y ciertas artes pesqueras como las redes trasmallo y las morunas. Igual que en el caso de los tipos de pardela balear, nidifica, frecuentemente, en los acantilados de los islotes.

El corb marí suele ser citado como ejemplo de los efectos positivos que tiene declarar determinadas zonas como reservas marinas y naturales, tanto por la mayor riqueza de peces que eso supone, como por la menor presión humana que se consigue. En este sentido, el Govern aprobó recientemente el Plan de Gestión Natura 2000 Costa Oeste de Eivissa, aumentando la protección de las zonas de Es Vedrà–Es Vedranell, Illots de Ponent, Porroig, Cap Llentrisca–Sa Talaia y Costa Oeste de Eivissa, que pasan a tener la consideración de Zona de Especial Conservación (ZEC). Asimismo, ha sido aprobada la creación de dos nuevas reservas marinas: ses Bledes y es Vedrans.

El aumento de la protección de estas zonas, junto a la creación de estas dos nuevas reservas marinas, beneficiará también al paíño europeo (Hydrobates pelagicus melitensis), cuya colonia más importante –de todo el Mediterráneo occidental– se encuentra en el islote de s’Espartar. Considerada el ave marina más pequeña de Europa, el fumarell comparte con las pardelas su predilección por los islotes y sus acantilados, utilizando las cuevas como refugio. Se diferencia de especies de aves como los cormoranes o las pardelas por su menor capacidad de sumergirse en el agua (si lo hace, desciende únicamente a uno o dos metros de profundidad). El paíño se alimenta, básicamente, de plancton y pequeños peces que encuentra en la superficie marina.

Antiguamente, existía la superstición de que el fumarell traía mala mar, en forma de naufragios y desapariciones. En realidad, cuando hay temporal y tormenta, es cuando el paíño aprovecha para acercarse a la costa, volando justo por encima de las olas. Tal vez por eso en otros idiomas se le conoce como el ‘pájaro de tempestad’ –ocell de tempesta en catalán y ekaitz–txori txikia en euskera–. De hecho, solo pisa suelo terrestre para anidar. Se calcula que la subespecie melitense cuenta con unas poblaciones de parejas que oscilan entre las 11.000 y 16.000, distribuidas, principalmente, en Balears, Malta y Sicilia. Esta especie se encuentra en peligro, según la última revisión del Libro Rojo de las Aves de España, de 2021.

También es propia del Mediterráneo el halcón de Eleonora (Falco eleonorae), aunque existen colonias de esta especie en las Islas Canarias. La colonia más importante del falcó marí en el archipiélago balear se sitúa en la isla de sa Dragonera (Mallorca), seguida de la colonia de es Vedrà. La reserva natural de es Vedrà y es Vedranell acoge una población reproductora de alrededor de cien parejas. En el caso de las Pitiüses, no nidifica en Formentera, aunque sí que lo hace en la zona comprendida entre Cap Nonó y es Caló de s’Illa, oeste y sur de la isla, respectivamente. Un área escogida por unas 25 parejas de halcones. En Eivissa, el falcó marí también ha encontrado refugio en el islote de Tagomago, donde hay una población de unas 70 parejas.

Una curiosidad histórica. El nombre de esta especie se debe a Leonor de Arborea, la última soberana de una de las regiones occidentales de Cerdeña, que declaró la guerra a la Corona de Aragón por la independencia de la isla. En el siglo XIV, la jueza sarda promulgó la Carta de Logu, considerada uno de los primeros ejemplos de constitución del mundo y, debido a su afición por la ornitología, dictó normas para la protección de las aves rapaces. De ahí que Giuseppe Gené, que describió la especie en 1836 a partir de un ejemplar visto en Cerdeña, le pusiera su nombre.