1. Los últimos resultados en algunas encuestas que muestran un ascenso fuerte de Ciudadanos han despertado alarmas, curiosidad y conversaciones variadas. Parece evidente que hay un interés por parte de un sector del régimen político del 78 por colocarlos como una opción de recambio a Podemos que modifique además la forma política de la derecha española y meta presión al Partido Popular. Esta opción, si bien es plausible, no explica lo que sucede por completo, aunque nos sirve para recordar que en el interior de un régimen en descomposición hay una multitud de estrategias contradictorias e intereses que se prueban de forma atropellada y a la vez. Esta es una de ellas, otra es la de la Gran Coalición PP-PSOE. Una tercera es la de la “bunkerización securitaria” del gobierno para recuperar una parte de su voto.
La aparición de Ciudadanos funciona principalmente como un mecanismo para producir un relato que sea “nuevo” y no esté atravesado por el discurso de Podemos. Su retórica dice “cambio sensato” para dibujarle los contornos a un cambio insensato. Intentar demostrar que en realidad es mentira, que en realidad son la misma vieja política de siempre, es un ejercicio absolutamente inútil. No lo son. Y cualquier pelea sobre qué es auténtico es puro resistencialismo.
2. El grave problema de Ciudadanos es la contradicción entre su novedad en términos simbólicos (una organización más abierta del partido, una retórica de innovación, etc.) con un sistema de medidas que no da cuenta de ninguna de las profundas transformaciones que ha vivido nuestro mundo y por tanto es incapaz de producir bienestar. Esa ideología se llama workfare (disculpas por el palabro).
El workfare vendría a ser la fórmula neoliberal del wellfare (el estado del bienestar de toda la vida) y se basa en vincular los derechos principalmente a dos campos: el empleo y la nación. Cuando esta semana se ha hecho público su plan económico se ha hablado de contrato único y un “Complemento Salarial Anual Garantizado”. ¿A que suena bien? Pues es fatal.
Para tener un complemento al salario tienes que tener salario. Es decir, es una medida que no favorece la empleabilidad sino que el estado se hace cargo de un porcentaje de los sueldos y que permite por tanto a la empresa privada mantenerlos bajos. Pero la clave está en que son medidas todas ellas vinculadas a un campo de trabajo donde el empleo es el bien abundante. Ese campo está agotado por las formas de producción de riqueza del siglo XXI, que son inmateriales, financiarizadas y que producen poco empleo.
Ciudadanos no habla de la deuda no porque le parezca que auditar la deuda es una locura, sino porque no sitúa los derechos en el campo de la renta y la recuperación para la ciudadanía de una parte de la riqueza que se genera de forma distribuida a escalas continentales y planetarias.
Esa ideología del trabajo produce además una representación de la producción de riqueza en términos productivos y no reproductivos. Para Ciudadanos están las medidas económicas y luego las medidas de igualdad, dos elementos separados que esconden una visión del mundo en la que el trabajo de cuidados no merece retribución o apoyo de ningún tipo. Que la mayor parte de las personas que han elaborado dicho programa sean varones casi seguro que es una casualidad.
En tercer lugar esa ideología lleva también a una defensa de la nación y la nacionalidad como el espacio de producción de derechos, porque tienen un imaginario del siglo XX en el que las fronteras nacionales eran determinantes en el campo político. Al contrario que Podemos, conciben el Estado como una herramienta que mira hacia abajo y hacia dentro (de ahí sus políticas recentralizadoras de las administraciones) y no como una palanca para articular derechos que se adquieren hacia afuera y hacia arriba, en la Unión Europea y la economía globalizada.
Dicha noción del empleo como garante de derechos y la nación como espacio de producción de políticas explica sus planteamientos xenófobos. En un contexto de cierre al perfil nacional necesitas construir un “otro” que pone en crisis dicha dimensión nacional para favorecer un relato que explica que esa escasez de empleo no tiene que ver con un modelo productivo y unas instancias superiores, sino con un sujeto interno: las personas migrantes.
Ese discurso tiene problemas graves también, uno de ellos es la dimensión migrante del propio pueblo español, otro es la idea ficticia por completo de que el fenómeno migratorio en España es una especie de presente perpetuo y no una dinámica acumulativa y procesual donde ya hay sectores amplísimos de la población con arraigo (independientemente de su situación administrativa) y segundas y hasta terceras generaciones de migrantes.
Apostar por reforzar el régimen de fronteras es no reconocer la materialidad real de nuestra composición social.
3. Es importante atender también a los mecanismos de crecimiento de las distintas fuerzas políticas que atienden a ese marco de cambio y lo que proponen.
Podemos ha funcionado de forma afirmativa construyendo un marco de país, Ciudadanos se sitúa en un marco reactivo (la opción sensata frente a otra) y por tanto es un subconjunto de la sociedad. Actúa entonces construyendo una base propia y no un discurso de mayorías. Esa base propia está alentada principalmente por dos vectores, el deseo de cambio y el miedo al mismo.
Difícilmente una opción atravesada por esas dos cuestiones puede diseñar un presente nuevo que asuma la complejidad de lo que sucede en España. Las declaraciones de Albert Rivera sobre Andalucía son la primera prueba de una composición social básicamente elitista, atravesada por la ideología del emprendimiento y, como decía, del trabajo como único garante de bienestar y derechos colectivos. Es probable que esa mirada elitista sea lo que los separe también de la mirada a las clases populares los discurso del nuevo fascismo europeo del Frente Nacional, aunque su retórica sea netamente Lepenista.
En cuanto al crecimiento de Ciudadanos es importante porque hablamos de un problema que ha sido analizado hasta la saciedad en Podemos y aquí parece que se está dando de una forma “natural”. Una subida en las encuestas implica un aumento importante en la estructura interna del partido. Podemos ha funcionado en su lógica de crecimiento absolutamente contraintuitiva. No ha puesto el más mínimo interés en aliarse con ninguna fuerza ya existente, ha renunciado a su marca en los procesos municipales para proteger su proyecto y ha iniciado en un año electoral intensísimo un proceso de composición interna que le daba muy poco poder a las estructuras formales (los círculos) y mucho a la ciudadanía (las personas). Ciudadanos crece al revés. Primero han intentado una alianza con UpyD, bloqueada por Rosa Díez y que ha provocado que buena parte de sus cuadros salten de formación, y en segundo lugar han ido fagocitando pequeños partidos locales vinculados normalmente a la construcción o a los círculos de empresarios locales en municipios pequeños.
Esta doble forma de composición es muy importante porque determina el tipo de estructura e intereses de la misma una vez se accede a posibilidades de poder.
4. Probablemente, lo más importante de lo que sucede con Ciudadanos es lo que nos tiene que decir sobre nuestras propias posiciones políticas. Un cierre de nuevo a posiciones de izquierda para enfrentar esta nueva derecha nos encierra en el marco simbólico que propone la propia nueva derecha.
No se trata de ridiculizar a Ciudadanos o de llamarles fachas, se trata de demostrar que el marco político en el que se mueven está superado por las formas de producción de riqueza y beneficio del siglo XXI y por la propia composición social y que se trata entonces de defender una nueva institucionalidad que entiende que vivimos en un mundo mestizo e interdependiente (tanto entre estados como entre las propias personas que lo componemos).
Que necesitamos políticas de acceso a renta, no a salario. Sea en forma de Renta Básica Universal, sea a través de mecanismos de renta indirecta en políticas de vivienda, servicios públicos, transporte y cultura baratos, etc.
Que necesitamos una nueva institucionalidad europea que garantice y reparta derechos que producimos socialmente y en cooperación, no en pequeñas parcelas nacionales.
Que la cuestión migrante no tiene resolución posible porque no es un problema, sino la salida a nuevas políticas de redistribución y obtención de derechos.
Lo demás es seguir enfangados en la cómoda pelea del siglo XX, pero el siglo XX murió hace tiempo y no nos ha dado tanto bueno como para querer resucitarlo.