España, 2013. 35 años de constitución, una larga sucesión de Gobiernos elegidos de distintos colores y con distintas mayorías. Estado miembro de la Unión Europea. Con un ejército democrático y una Guardia Civil incluso 'medio civil', ya. El estado de las autonomías. Niños en las escuelas aprendiendo inglés, sociedad multicultural, e incluso campeona del mundo de fútbol.
Todo el país se mueve hoy en día en estos términos de una sociedad moderna, cordial, respetuosa. En definitiva: una sociedad que cree y practica la democracia.
¿Toda la sociedad? Toda no. Un pequeño grupo de españoles irreductibles no acaba de abrazar del todo estas prácticas tan igualitarias. Esto que nos ha venido del extranjero y que no les acaba de convencer. Saben que no pueden comportarse como antes, claro, pero pueden desarrollar nuevas formas, acaso más discretas para mantener sus privilegios y el mundo como ellos lo entienden: son los (casi)demócratas.
Un (casi)demócrata no es fácil de diferenciar de un ciudadano corriente.
Están mezclados entre nosotros y no son fáciles de reconocer a simple vista. Algunos dicen que determinados símbolos como unas pequeñas pulseritas rojigualdas les delatan, pero la verdad es que ya han aprendido a mezclarse con nosotros y es difícil detectarlos. Algunos incluso han aprendido a respetar la cola y no saltarse el turno en el, mercado o en el médico. Bueno, más bien en el mercado, porque una característica de estos (casi)demócratas es que no suelen usar los mismos servicios públicos que el resto de los ciudadanos. Es decir: no van al mismo médico que tú. Incluso algunas corrientes de pensamiento antisistema sugieren que estos (casi)demócratas están intentando destruir estos servicios públicos que han sido bandera de nuestro país y nuestra democracia: la educación y la sanidad.
Esas personas no entienden todo el revuelo que se monta en torno a este tema de la corrupción.
Mandar es complicado, ellos lo saben bien, con tanta gente por debajo que no cooperan y que sólo quieren chupar del bote sin ayudar en nada... Lo tienen 'bien comprobado' en la gestión de sus empresas, que las llevan heroicamente a pesar del complot de trabajadores y sindicatos por hundirles. Así que si un alcalde o un concejal deciden hacer algo de una forma... Digamos... rápida, sin complicaciones..., una normativa, recalificar un terreno, algún 'convenio' no público con alguna empresa o fundación, es porque ellos saben lo que es mejor para todos nosotros. ¿Si llevamos siglos funcionado así y todo ha ido bien...? “Además: ¿no les han votado, no tienen mayoría?, pues ya estaaaaaaaa....”. Si tan malos son, ya los echarán en las próximas elecciones, se autoconvence. “¡Que manía con tener que escuchar una y otra vez que se meten en política para forrarse...! Si quisieran dinero estarían en la empresa privada, joder”. Sector en el que, como ellos bien saben, no faltan recovecos, y con un par de buenos 'contactos' (y quién no los tiene...) hay posibilidades de enriquecerse 'legítimamente'. En algún caso, tal vez algo demasiado rápido y cortando un par de esquinas, si la avaricia te puede, pero desde luego legítimamente. Que eso es suyo. De siempre ha sido así y están convencidos. Y es evidente que nuestro sistema, un sistema representativo en forma de una moderna monarquía parlamentaria, es el mejor que existe, y el Rey Don Juan Carlos ya ha demostrado en múltiples ocasiones su talante democrático.“Y esto no es opnión, son hechos históricos...” Dirían. Y se repiten, y repiten a quién quiera escucharlos: “Al que no le guste: ¡a votar, coño!, que cuatro años no es mucho tiempo”.
Otro tema que suele ocupar a estos (casi)demócratas es la fiscalidad.
Bueno, en realidad su nula o mínima carga fiscal. Un verdadero (casi)demócrata sabe perfectamente los fundamentos jurídicos que regulan el comportamiento de las SICAVs, y claro, no hará nada ilegal. Bueno, mejor dicho, nada que “si no lo hago yo, lo van a hacer otros porque esto es así... Así que mejor lo hago yo. Si no sería tonto”. Y si le van las cosas bien, acabará yendo un par de veces al año a Suiza, 'a subir montañas', como decía el tesorero ese de su partido, que claramente era una oveja negra que “de robar a alguien, nos robó a nosotros. Somos los principales perjudicados, confiamos en la justicia y queremos que esto se resuelva lo antes posible”, como bien ha interiorizado de los mensajes de las tertulias de la tele, y repite a los demás sin pudor y con gesto afectado cada vez que tiene la oportunidad. Eso de pagar impuestos suena como algo lejano y que no está hecho para los de su clase.
Un genuino (casi)demócrata acata y respeta siempre todas las decisiones judiciales.
Todas. Sin excepción. Bueno, casi todas, que claro, hay por ahí algunos jueces, asociaciones, judiciales, prensa rebelde..., incluso injerencias de la Unión Europea y otros factores que hacen que determinadas decisiones no sean 'justas, justas...'. Y bueno, es evidente que esas, no hay que 'respetarlas del todo' y podemos insultar al juez de turno y quejarnos a los cuatro vientos de como los bolcheviques han tomado la judicatura o expresarnos con cualquier contenido que queramos, eso sí, siempre utilizando la siguiente forma: “Como no puede ser de otra forma en Democracia, yo acato y respeto todas las decisiones judiciales..........., PEEEEEEERO...” (salvo, claro, alguna cosa'. Y repito: si tiene alguna duda, los medios independientes de comunicación ya le darán alguna indicación para aclararse.
Un (casi)demócrata es alguien muy leal. Siempre estará al lado de las víctimas.
Sin excepciones ni distingos. “Es un tema muy serio como para hacer política”, suele repetir. Eso sí, estará al lado de las víctimas 'correctas', que hay cada una por ahí que... También defenderá con serio semblante y voz profunda y calmada que: “Lo que pasó en la guerra fue terrible. Los dos bandos cometieron atrocidades. Gracias a Dios que con la Constitución nos pusimos todos de acuerdo y lo arreglamos. Es mejor no remover el pasado”. Estas personas se irritan mucho cuando ven a esos viejos protestando por que no sé qué abuelo suyo que está enterrado en una cuneta u otras historias fantasiosas de ese tipo... A un casi(demócrata) le parecen esas cuestiones algo del pasado y que no tiene sentido hablar de ellas en una sociedad moderna, ahora que todo va tan bien. Le enfada mucho el 'uso político' que se hace de eso que vienen llamando Memoria Histórica y no pierde oportunidad de criticar esa totalitaria, sectaria e injusta ley pasada por un antiguo Gobierno (de otro color) y que obligaba a retirar símbolos, “que pertenecen a nuestra historia”. “Primo de Rivera, vale. Pero...¿Y que hacemos con la Avenida de Roma, le cambiamos el nombre también, ¿o eran muy demócratas los romanos esos que nos conquistaron? ¿Y los Visigodos?” repite con frecuencia. Le indigna que se pretenda reescribir la historia, cuando ya está escrita, y bien escrita, por una serie de señores muy serios y capaces, como todo el mundo sabe.
Un (casi)demócrata es un hombre de su tiempo y no tiene nada en contra de los extranjeros.
Estará a favor de llenar el estrecho de Gibraltar de patrulleras “por la propia seguridad de los migrantes”, que quede claro, y de devolverlos a sus países, liberándolos así de las garras de las mafias esas que se aprovechan de ellos. Vamos, que eso es lo que cuentan las noticias. Sus noticias. Y sobre los migrantes que ya están aquí... pues bueno, “también son seres humanos” y mientras no estén en el colegio de sus hijas (que no se lo pueden pagar, claro) pues no tendrán mayor problema. En su barrio no les ve. Ni en su supermercado, ni en su club social. Ha oído que van en metro, pero él ni se acuerda de la última vez que lo utilizó. Con lo caro que ha salido el BMW Q5 ese, habrá que usarlo, se dice. Además, habrá que tener a alguien para cuidar al abuelo, ¿no? Eso sí, como es normal, se les exigirá que se 'integren' y 'conozcan y respeten la cultura española'. “Lo normal cuando vas invitado a casa de alguien es cumplir las normas de esa casa”. Un poco de educación y respetar los espacios de los demás. Así todo irá bien.
A un (casi)demócrata se le hinchará el pecho de orgullo cuando en alguna disciplina deportiva tengamos España algún gran éxito.
Por supuesto se sentirá agotado tras la retransmisión como si hubiera jugado el mismo esa final a cinco sets y de tres horas de duración. Aguantará la retransmisión hasta el final del todo para escuchar la Marcha de Granaderos que tenemos como musiquilla representativa de nuestro país, y se emocionará 'de verdad y como corresponde' al ver como izan un trapito de colores rojo y amarillo. Un trapito que le gusta, que piensa que representa 'todas las virtudes que nos unen y que hacen que uno sea un buen español', pero del que también piensa que en un diseño anterior era más acertado, con una bonita especie animal del mundo de las aves en su centro, en vez del escudo ese constitucional o no sé qué... Sileciosamente, mientras escucha emocionado con los ojos vidriosos, tatareará en su cabeza una letra que tenía este himno, escrita por el gran poeta José María Pemán. Por supuesto, a los (casi)demócratas no se les pasa por la cabeza que algunos (o muchos, no sé) de nuestros héroes deportivos sitúen su residencia fiscal en otros países, Suiza, generalmente (debe ser por el buen chocolate que hay allí). O el que monten entramados empresariales en el mismo Reino de España en las comunidades donde tiene acceso de una forma cuanto menos inmoral (y muchas veces ilegal) a beneficios fiscales que no les corresponderían. Un verdadero (casi)demócrata no siente nunca que le roban a él cuando se malversa dinero público o se pagan comisiones por obras y cosas de esas. Si siempre ha funcionado así, ¿por qué va a estar mal? es a todo lo que sería capaz de llegar en su cabeza. Además, el dinero público, es “dinero que no es de nadie” y mientra tanto él, claro, va a poder seguir desgravándose en el IRPF el uniforme escolar del carísimo colegio privado de sus hijas, que eso, sí que es dinero de alguien.
Un (casi)demócrata profesa una peculiar relación con la religión.
Y sí, no escribo -su- religión sino -la- religión. Porque España, y esto sí que lo sabe todo el mundo (tienen muy claro), es un país católico, apostólico y romano. Y eso desde hace tres o cuatro mil años, “por lo menos”. Probablemente lleve orgulloso algún crucifijo o símbolo de su filiación religiosa y estará visiblemente presente en primera fila en las más trascendentes celebraciones de cada año. Gastará energía en defender a su iglesia como el mayor servicio social del país, sin recordar que hace años ya que no renovó su suscripción a Cáritas. Y claro, como “la religión es algo muy personal”, y además, “estamos en el s.XXI”, pues él no se sentirá excesivamente obligado y la (no)practicará de forma acorde a los tiempos modernos que corren y a una persona de su importancia y ocupaciones. “Menos mal que logramos parar a aquel presidente que quería destruir a la iglesia”, recuerda con frecuencia. Aquel que permitió a los homosexuales casarse entre ellos. “Y con aquella vicepresidenta tan horrible, que claro, era peor”.
Nuestro hombre (casi)demócrata es un hombre de su tiempo. Y no tiene nada en contra de la homosexualidad.
“Es como una enfermedad, eso le puede pasar a cualquiera. Si ellos no quieren curarse, pues...”, y frecuentemente precederá alguna frase subordinada de un: “yo tengo amigos homosexuales...”. Lo único que le molesta es que aquellos homosexuales quieran coartar su propia libertad libertad casándose entre ellos, cuando el matrimonio, “es lo que es”. Eso está claro. No entiende como esta gente quiere atacar así a la familia. “Debe ser puro vicio. U odio a los de nuestra clase. A los normales”. Y en en cuanto a eso de adoptar... “Por encima de mi cadáver. Por aquí no paso, en una Democracia, la libertad del niño es más importante que la libertad de los homosexuales” oyó decir en la radio una vez, e hizo suyo el argumento.
Para acabar la pieza, vamos a lo práctico. Una buena forma de detectar a un (casi)demócrata es escucharlo atentamente durante un suficiente periodo de tiempo. Es bastante probable que a lo largo de una conversación pronuncie alguno de los términos del siguiente listado:
Habrá siempre que estudiar el contexto, pero es probable que al usarlo, nuestro interlocutor se aproxime o integre en este grupo de los (casi)demócratas que nos ocupa hoy. Es más, si estos conceptos lo usa de forma reiterada, o como contestación a otros argumentos (aunque no tengan nada que ver...) o incluso si los dice al final de una frase alterándose un poco al pronunciarlo... Podemos prácticamente asegurar su pertenencia a este colectivo. Otra buena forma de descubrirlos es utilizar la palabra “dimitir” con insistencia en la conversación. Si hacen como que no saben que es o la circunscriben ex-clu-si-va-men-te a políticos de determinado color, no hay duda... Estamos ante uno de ellos.
Pues nada, amigos: hasta aquí el retrato de estos (casi)demócratas que pueblan en 2013 nuestro querido país de nombre España; una (casi)democracia.
[Este post ha sido inspirado por un Diputado Nacional de un gran partido y portavoz adjunto de su grupo en el Congreso, todo un (casi)demócrata.]