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Solo 17 mujeres dirigen gobiernos en el mundo

El mítico azul de los conjuntos que vestía Margaret Thatcher, la primera mujer que dirigió Reino Unido (1979-1990) –y un Gobierno en Europa occidental–, solía ser la única nota de color en las cumbres políticas de más alto nivel entre tantos hombres de traje oscuro. Si hiciéramos esa misma fotografía ahora, más de tres décadas después, la presencia femenina sería mayor. Pero, pese a los avances, la política sigue siendo un mundo de hombres. 

De 196 territorios analizados por elDiario.es –los 193 Estados miembros de la ONU, además de Kosovo, Palestina y Taiwán–, solo 16 tienen a mujer como jefa de Gobierno. Es decir, el 9% de los gobiernos del mundo está en manos de mujeres. Este jueves, una mujer más, Xiomara Castro, pasará a formar parte de esta lista tras su investidura como presidenta de Honduras, elevando el total a 17.

En el listado figuran ocho mujeres europeas: Ana Brnabić en Serbia, Ingrida ŠimonytÄ— en Lituania, Kaja Kallas en Estonia, Katrín Jakobsdóttir en Islandia, Magdalena Andersson en Suecia, Mette Frederiksen en Dinamarca, Natalia GavriliÈ›a en Moldavia y Sanna Marin en Finlandia. Hay también cuatro mujeres africanas: Najla Bouden Romdhane en Túnez, Robinah Nabbanja en Uganda, Rose Christiane Raponda en Gabón y Victoire Tomegah-Dogbé en Togo.

A la lista se suman dos mujeres en América: Mia Mottley en Barbados y Castro en Honduras; dos en Oceanía: Jacinda Ardern en Nueza Zelanda y Naomi Mata’afa en Samoa, y una en Asia: Sheikh Hasina, en Bangladesh.

Otras 11 mujeres más en el mundo ostentan el cargo de jefa de Estado, que son puestos de carácter más representativo que ejecutivo y, por tanto, sus funciones son principalmente ceremoniales y diplomáticas. Esta cifra no incluye a las reinas Margarita II de Dinamarca e Isabel II de Inglaterra, que es actualmente jefa de Estado en 15 países, después de que en noviembre Barbados se convirtiera oficialmente en una república.

La monarca británica sigue reinando en naciones como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, además de Estados insulares del Caribe y del Pacífico, aunque solo desempeña un rol puramente ceremonial. Existe, además, la figura de los gobernadores generales que representan a la reina. Hay tres mujeres gobernadoras, en Canadá, Granada y San Vicente y las Granadinas. 

Nueva presidenta en Honduras

En la mayoría de las naciones en las que hay jefas de Gobierno o de Estado, es la primera vez que una mujer ocupa ese alto cargo. Honduras es una de ellas: por primera vez en su historia una mujer liderará el Gobierno.

Xiomara Castro, del partido de izquierdas Libertad y Refundación (Libre), se convertirá este jueves en presidenta poniendo fin al Gobierno conservador que ha liderado durante 12 años Juan Orlando Hernández, señalado por fiscales estadounidenses por su presunta vinculación con el narcotráfico. 

Castro llega al poder, además, en medio de una nueva crisis política, después de que el pasado viernes una veintena de diputados de su propia formación no respetó un pacto interno y votó a otro candidato para presidir el Congreso. 

La nueva mandataria, de 62 años y esposa del expresidente Manuel Zelaya –que cayó tras un golpe de Estado en 2009–, recibe un país azotado por la corrupción, la violencia y el crimen organizado, donde la falta de oportunidades y la pobreza obliga en muchas ocasiones a su población a emigrar en busca de una vida mejor. 

En Honduras, un país tradicionalmente conservador, los retos en materia de igualdad de género son muchos. Con menos de 10 millones de habitantes, lidera el número de feminicidios en la región, 4,7 por cada 100.000 mujeres, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), y cada tres horas se denuncia una agresión sexual. Honduras es, además, una de las pocas naciones del mundo donde el aborto está prohibido bajo cualquier circunstancia. 

La llegada de Castro al poder podría traducirse en avances en los derechos de las mujeres, pues su plan de Gobierno incluye medidas como “incorporar la perspectiva de género mediante la participación paritaria en todo proceso político” y la despenalización del aborto en tres casos: cuando existe riesgo para la vida de la madre, malformación del feto o violación.

“No solo se trata de que una mujer haya llegado a la presidencia, sino que estableció diálogo con organizaciones de mujeres y está de acuerdo con demandas feministas como despenalizar el aborto, al menos en tres causales, y eso es un avance”, dice a elDiario.es la politóloga hondureña Breny Mendoza, profesora en la Universidad Estatal de California, Northridge. 

¿Por qué hay tan pocas jefas de Estado y de Gobierno?

Castro se convierte así en la única mujer que actualmente preside un Gobierno en todo el continente americano, con excepción de la pequeña isla caribeña de Barbados, donde Mia Mottley ha sido reelegida en las elecciones del pasado 19 de enero como primera ministra. En el caso de Trinidad y Tobago, Paula Mae Weekes es la jefa de Estado y carece de poder ejecutivo. En el resto de continentes, el número de mujeres en el poder también es comparativamente bajo.

El hecho de que una mujer o varias mujeres alcancen las máximas posiciones de liderazgo “no garantiza que se vayan a modificar las estadísticas del mapa mundial actual de las mujeres en la política, ni el avance de las agendas de género o feministas, pero sí tiene un gran valor simbólico y es algo para celebrar”, dice a este medio Virginia García Beaudoux, investigadora y profesora de la Universidad de Buenos Aires.

La propia Margaret Thatcher fue toda una pionera en política, pero durante los 11 años que ocupó la jefatura del Gobierno británico se rodeó principalmente de hombres y no ejerció el poder animando a que las mujeres se presentaran a cargos públicos. Su presencia, sin embargo, allanó el camino a otras políticas. 

Históricamente, el poder ha sido una prerrogativa masculina. Las mujeres, relegadas al espacio de lo doméstico-privado, han tenido que luchar primero por su derecho al voto y después por las cuotas de género y la paridad en los espacios de toma de decisiones. A pesar de que en la actualidad existen marcos normativos avanzados que amparan los derechos de las mujeres, aún sigue habiendo barreras legislativas y prácticas.

Uno de los principales obstáculos, según las expertas de la Red de Politólogas #NoSinMujeres consultadas por elDiario.es, son los estereotipos de género, pues el prejuicio hacia las mujeres lideresas se produce sobre todo en contextos altamente masculinizados como la política. “En ellos, se suscita una incongruencia entre los roles sociales esperados para el género femenino y el rol esperado de un líder”, dice García Beaudoux.

“La falta de correspondencia entre las características que culturalmente se asocian con el liderazgo –competitividad, racionalidad, asertividad y fortaleza–, y los rasgos que estereotípicamente se consideran femeninos –emocionalidad, sumisión y debilidad–, alimenta percepciones erróneas y la falsa creencia de que una mujer no es capaz de desempeñar el liderazgo tan bien como un hombre”, dice la investigadora argentina. Por otra parte, “la política es poder” y ese poder ha estado históricamente en manos de hombres “y es difícil que se sientan felices de cederlo o compartirlo”, añade.

Otro de los grandes obstáculos tiene que ver con la estructura de las propias formaciones políticas. “No se trata de un problema de oferta ni de demanda. El principal problema son los partidos políticos. Es muy difícil que se nombren mujeres (para ser candidatas), y si las hay, es porque hubo una legislación que obligó a los partidos a promover y nombrar mujeres elegibles y a darles los aportes necesarios para hacer sus campañas”, dice Julieta Suárez-Cao, profesora de Ciencia Política en la Universidad Católica de Chile.

Las tareas domésticas y de cuidado, un trabajo no remunerado que recae principalmente sobre las mujeres, también dificultan su acceso a puestos políticos, sobre todo a los de liderazgo. Además, a medida que las mujeres han aumentado su participación en la política también se ha incrementado la violencia contra ellas. “Las mujeres sufren más ataques físicos, amenazas, acoso en redes sociales y en los propios parlamentos, y eso también es un obstáculo. Estas instituciones son hostiles a las mujeres y hay que cambiarlas”, dice Suárez-Cao. 

Más mujeres en los parlamentos

Si bien el número de jefas de Gobierno y de Estado ronda la treintena en todo el mundo, lo que representa cerca del 9% del total de países y territorios, la proporción mundial de mujeres en los parlamentos ha aumentado en el último año hasta llegar al 25,9%, según los últimos datos de la Unión Interparlamentaria (UIP) correspondientes a noviembre de 2021. 

Ese aumento se debe “a las leyes de cuotas (de género) y a las acciones positivas que se han ido incorporando para hacer que las mujeres entren en política”, dice Arantxa Elizondo, profesora de Ciencia Política en la Universidad del País Vasco y también integrante de la Red de Politólogas. Esto es la prueba, a su juicio, de que “si dejáramos las cosas al albor de la espontaneidad del cambio social, tendríamos un porcentaje nimio de mujeres en todos los ámbitos de toma de decisión”.

De acuerdo a esos últimos datos de la UIP, en América Latina y el Caribe, Europa y Norteamérica (EEUU y Canadá), las mujeres ocupan alrededor del 30% de los escaños parlamentarios, mientras que en África del Norte ocupan un 20%, en Asia Occidental un 16% y en Oceanía un 12% de esos cargos.

La UIP también señala que las cuotas electorales de género se aplicaron en 25 de los 57 países en los que se renovó el parlamento en 2020. De media, los parlamentos con cuotas eligieron un 11,8% más de mujeres para las cámaras únicas y bajas y un 7,4% más de mujeres para las cámaras altas.

A pesar de que las leyes de paridad son herramientas necesarias en el impulso de estos cambios, son insuficientes, pues deben ir acompañadas de cambios culturales, según las expertas. “Urge no solo que se modifiquen las políticas y los procesos formales para la incorporación igualitaria de las mujeres en los espacios de toma de decisión, sino también modificar las prácticas cotidianas en el ejercicio de la política, y los prejuicios culturales acerca de los roles que se espera que mujeres y hombres desempeñemos en la sociedad”, dice García Beaudoux. 

Aunque los datos reflejan que aún queda un largo camino para alcanzar la paridad entre hombres y mujeres en el campo político, también surgen ejemplos como el de Chile, cuyo presidente electo, el izquierdista Gabriel Boric, ha elegido un gabinete ministerial que marca un hito histórico: el primer Gobierno mayoritariamente femenino de la historia del país. A partir del 11 de marzo, un total de 14 mujeres y 10 hombres estarán al frente del país.