El sorpresivo adelanto electoral que decretó Pedro Sánchez tras el fiasco del PSOE en las elecciones municipales y autonómicas pilló a todo el mundo con el pie cambiado. Y una de las primeras preguntas que emergieron en Bruselas fue qué pasaba con la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, que le corresponde a España durante este semestre. Tanto el Gobierno como las instituciones europeas se esforzaron por dar un mensaje de normalidad. Pero lo cierto es que un cambio de Gobierno en plena presidencia es inusual y habría obligado a los nuevos ministros a ponerse al día de los expedientes que están en plena negociación. El resultado del 23J arroja una certeza: habrá continuidad en el plan de la presidencia.
El escenario más plausible en el corto plazo –pero también en el medio– es que la presidencia se desarrolle con el Gobierno en funciones. No hay ningún atisbo de que una investidura exitosa se vaya a producir de forma inmediata. Sánchez ha mandado a los suyos de vacaciones y Junts, cuya abstención es imprescindible, no tiene ninguna prisa. Por tanto, un nuevo Gobierno no echaría a andar hasta avanzado el otoño. Hasta entonces, el actual gabinete sigue la hoja de ruta que ha diseñado.
En el caso de que Sánchez sea incapaz de formar gobierno y el bloqueo conduzca a una repetición electoral, esta no tendría lugar hasta avanzado el otoño por los plazos constitucionales que tasan el proceso (dos meses desde una primera investidura fallida y otros 47 días con las Cortes disueltas). También en ese caso, el Gobierno en funciones seguiría al frente del Consejo de la UE.
Por tanto, la presidencia de la UE se va a producir con los ministros que ya llevan la batuta o, en caso de que Sánchez hiciera modificaciones en el gabinete actual, no sería un cambio radical en los posicionamientos.
Tampoco un cambio de Gobierno habría tenido una especial incidencia respecto a los contenidos, ya que los ministros básicamente se encargan de pilotar las negociaciones con los 27. Lo que sí, tendrían que subirse a un coche que ya está en marcha y en un semestre que es clave en la UE porque es el último completo antes de las elecciones europeas de junio de 2024.
Eso hace que los 27, la Comisión Europea y la Eurocámara se hayan conjurado para sacar adelante en este semestre algunos de los temas clave y más espinosos, como las reglas fiscales. Con este resultado, será Nadia Calviño quien siga pilotando las conversaciones con sus homólogos europeos. Lo mismo ocurrirá en el caso de Teresa Ribera con la reforma del mercado eléctrico o de Fernando Grande-Marlaska con el pacto migratorio, que son los dosieres más relevantes que tiene la UE sobre la mesa.
Una de las cosas que Alberto Núñez Feijóo dio por hecho antes de que los españoles llenaran las urnas de papeletas es que su victoria catapultaría directamente a su Gobierno a asumir la presidencia rotatoria del Consejo de la UE que le corresponde a España durante este semestre. Durante la campaña, el PP usó ese asunto y el candidato se quejó de forma amarga por no tener ningún tipo de información al respecto.
En una conversación informal con periodistas en el ecuador de la campaña, Feijóo se quejó de que no tenía ningún papel sobre el Consejo de la UE y aseguró que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, tendría que tomar una decisión. No obstante, la Comisión no tiene ningún poder de influencia en las presidencias rotatorias más allá de que participa en las reuniones sectoriales con los ministros -a través de los correspondientes comisarios- y en las negociaciones a tres con los 27 y la Eurocámara. En aquella cita con los redactores Feijóo, que en la última etapa de la campaña cargó contra Bruselas, también aseguró que tenía escogido ya a una parte de su eventual gobierno, como el ministro de Justicia y una terna para Exteriores, entre otros.
Pero las urnas y, sobre todo el ‘no’ del PNV, han dejado fuera de juego a Feijóo y, por ahora, en España reina el bloqueo. La intención que tienen en Moncloa es que Sánchez acuda en septiembre a Estrasburgo para la tradicional comparecencia en el Parlamento Europeo, que estaba prevista en julio, pero se pospuso para que no coincidiera con la campaña electoral. No obstante, aún no hay fecha.
Europa celebra el freno de la extrema derecha
El bloqueo no es algo que preocupe en Bruselas, donde están acostumbrados a situaciones similares. Bélgica, sin ir más lejos, estuvo más de un año sin gobierno. En Italia, la duración media de los últimos primeros ministros es de 18 meses.
En lo que sí ha habido cierto alivio es en que la extrema derecha se haya quedado fuera del Gobierno e incluso su avance se haya frenado, en contra de lo que sucede en el resto del continente. “Los extremistas, de derecha o de izquierda, miran atrás y temen cualquier tipo de cambio. Nosotros, el núcleo del grupo democrático, debemos demostrar que tenemos ideas claras sobre cómo lidiar con los cambios que están ocurriendo”, aseguró Von der Leyen en la rueda de prensa de arranque de la presidencia en Madrid.
“No comentamos los resultados de las elecciones nacionales, este caso no va a ser una excepción”, se ha limitado a responder este martes la portavoz de la Comisión Europea, Arianna Podesta, a la pregunta concreta de qué le parece que la extrema derecha no se incorpore al Ejecutivo.
España es ahora el ejemplo por haber conseguido frenar el avance de los ultras. “Es una buena noticia para Europa”, expresó en Twitter la secretaria de Estado para la UE de Francia, Laurence Boone: “El partido euroescéptico Vox cayó, pasando de 52 a 33 escaños. Dos partidos europeístas encabezan las elecciones”.