El 25 de junio Le Journal du dimanche (JDD) no llegó a los kioscos. Unos días antes los trabajadores de la cabecera habían votado a favor de iniciar una huelga que se prolongaría 40 días para protestar contra la llegada de un nuevo redactor jefe, Geoffroy Lejeune, impuesto por el propietario, Vincent Bolloré.
La adquisición de Lagardère News por Vivendi, el grupo de empresas del magnate bretón, anunciaba un cambio radical en el contenido y en la línea editorial del JDD. Una transformación que ya experimentaron el canal de noticias CNews (que ha seguido el modelo de Fox News desde la llegada de Bolloré) y, más recientemente, la histórica radio Europe 1.
Con estos precedentes, la llegada de Lejeune fue interpretada por los trabajadores del periódico como la materialización de un cambio de orientación hacia posiciones ultraconservadoras: antes de desembarcar en el JDD, el periodista había sido director de la revista Valeurs actuelles, publicación con una línea de opinión asociada a la extrema derecha.
Precedentes racistas
Bajo su dirección, en 2020,Valeurs actuelles publicó un artículo titulado “Obono la africana”, en el que la diputada de Francia Insumisa Danièle Obono aparecía en varios dibujos caracterizada como una esclava del siglo XVIII, encadenada con grilletes en el cuello. Las ilustraciones acompañaban un relato de ficción en el que Obono “experimentaba la responsabilidad de los africanos en los horrores de la esclavitud”: trasladada a un pueblo del África subsahariana y vendida a ricos árabes, antes de ser rescatada por un católico.
El artículo le valió una condena en primera instancia junto al director de la publicación y al autor del texto, por “injurias de carácter racista”. Lejeune fue finalmente absuelto por el Tribunal de Apelación de París, que sin embargo confirmó la condena a los otros acusados. De hecho, desde hace meses, Lejeune ya no formaba parte de Valeurs actuelles.
Según la prensa francesa, un exceso de radicalismo en el contenido y el apoyo decidido a la candidatura de Éric Zemmour durante la campaña electoral (en detrimento de Marine Le Pen) llevaron al propietario de la revista, el millonario franco-libanés Iskandar Safa, a prescindir de sus servicios.
Lejeune pasa entonces a dirigir una publicación controlada por Vincent Bolloré, cuyo imperio mediático sirvió de plataforma de lanzamiento a la candidatura de Zemmour.
El periódico del domingo
Fundado en 1948, el JDD ha sido tradicionalmente una publicación moderada, en ocasiones criticada por un excesivo conformismo con el poder. Famosa sobre todo por sus entrevistas políticas, sus ránkings de personalidades favoritas de los franceses y su barómetro de políticos mejor valorados. “Le Journal du dimanche se publica un día en que la mayoría de los diarios nacionales no aparecen”, explica Alexis Lévrier, profesor de la Universidad de Reims y especialista en historia del periodismo.
“Ocupa, por tanto, una posición estratégica, e incluso sin alcanzar grandes cifras de difusión, desempeña un papel influyente ante los responsables políticos y los círculos empresariales. Desde un punto de vista ideológico, el JDD no se presenta como un diario de opinión y cultiva una imagen de moderación y rigor periodístico. Aunque, a menudo se ha mostrado excesivamente cercano al poder”, agrega.
En 2021, las dificultades del grupo Lagardère abrieron la puerta a que Vincent Bolloré ampliase su imperio mediático absorbiendo sus filiales. Una adquisición investigada con lupa por la Comisión Europea, que obligó a Bolloré a deshacerse de una de las dos principales revistas del grupo para evitar un control excesivo sobre el mercado (Bolloré decidió conservar Paris Match y desprenderse de Gala). Pero todo indica que Bruselas no pondrá más problemas a la operación y, de esta forma, los semanarios de Lagardère News se suman a la veintena de cabeceras de la editorial Prisma Media, que Vivendi controla desde la primavera de 2021.
A principios de año, la acumulación de medios de comunicación por parte del empresario bretón precipitó la formación de una comisión en el Senado francés. Después de una carrera iniciada en la empresa papelera familiar y tras pasar por los sectores de la logística y la publicidad, Vincent Bolloré comenzó a interesarse por el mundo de los medios de comunicación hace algo más de una década.
En 2014 se puso a la cabeza de Vivendi, desde donde transformó en profundidad el grupo Canal +. Los programas de actualidad desaparecieron progresivamente de la parrilla (incluyendo emblemas de la cadena como Le Grand Journal y Les Guignols de l'info) y la información se concentró en el canal de noticias, rebautizado como CNews y moldeado a la imagen de Fox, con una sobrerrepresentación de debates sobre inmigración y seguridad.
Esa transformación también implicó huelgas, purgas y una ola de dimisiones, tal y como ocurriría en 2021 en la radio Europe 1. Muchas de las caras de CNews se han convertido también en voces de la emisora a lo largo del último año. Según relata el diario Le Monde, la influencia personal de Bolloré alcanza todas las plataformas que controla: católico practicante, en 2019 se opuso a que la productora Studio Canal financiara Grâce a Dieu, una película de François Ozon sobre acusaciones de pedofilia en la Iglesia.
Victoria para Bolloré
Hace unos meses, los representantes de la redacción compartieron durante una audiencia de la citada comisión parlamentaria su miedo a que el JDD se transformase “en un diario de opinión al servicio de una ideología extremista”.
Durante la huelga, los representantes de los trabajadores habían intentado que los propietarios firmasen un compromiso contra “toda publicación de declaraciones racistas, sexistas y homófobas y, de manera más general, todo contenido discriminatorio o de odio”. Pero finalmente no consiguieron imponer esa cláusula.
Así, una vez finalizada la huelga y confirmada la llegada de Lejeune, los medios franceses estiman que unos 60 periodistas ya han ejercido su prerrogativa para desvincularse de la publicación (en Francia, un periodista puede dejar una empresa, conservando sus indemnizaciones, en caso de desacuerdo con “un cambio notable en el carácter o la orientación” de ese medio). Y se espera que a lo largo del mes de septiembre haya nuevas dimisiones.
“En cierto modo se puede decir que Vincent Bolloré ha ganado porque hace que se vayan los que se resistían a su llegada”, resumía recientemente Jean-Pierre Mignard, abogado del comité de empresa, en una entrevista en France Info. “Pero ¿cuál era la alternativa? La única opción era la huelga, que el periódico no apareciese y, como consecuencia, el agotamiento económico, social y psicológico”.
Unos días después, se publicaba una edición improvisada del JDD, la primera de la era Lejeune. Breve, sin publicidad, realizada fundamentalmente con personal externo y colaboradores venidos de otros medios de la galaxia Bolloré. Desde entonces la han seguido dos nuevos números en los que ya se aprecia un cambio de línea editorial.
“Los primeros números de este nuevo formato de Le Journal du dimanche demuestran que Geoffroy Lejeune pretende hacer exactamente lo mismo que hizo en Valeurs actuelles”, afirma Alexis Lévrier. “Forma parte de una tradición de periodismo de extrema derecha que fue muy poderosa en Francia desde el caso Dreyfus hasta la colaboración con el nazismo [del Gobierno de Vichy]”.
Al mismo tiempo, la posibilidad de un proyecto paralelo se abre paso. Según adelantaba el diario Le Figaro, La Tribune Dimanche podría comenzar a publicarse desde principios de octubre, impulsada por el periodista Bruno Jeudy (que dejó Paris Match a causa de la línea temática impuesta por la nueva dirección) y el empresario Rodolphe Saadé.
Preservar el derecho a la información
La situación del JDD ha provocado una cadena de reacciones en la clase política francesa. En julio, la mayoría de fuerzas políticas (a excepción de la derecha y la extrema derecha) presentó una proposición de ley para “asegurar la independencia de las redacciones que solicitan ayudas del Estado”.
El episodio ha planteado además un debate sobre la libertad de prensa y su regulación, en un sector en el que las ayudas públicas suponen una parte importante de la financiación.
Aunque el presidente Emmanuel Macron ha evitado pronunciarse directamente sobre la cuestión, ha anunciado unos ‘Estados Generales del Derecho a la información’ que arrancarán en septiembre. Idea ya evocada durante la última campaña presidencial, se trata de una gran consulta ciudadana con “la voluntad de luchar contra toda tentativa de injerencia y de dotar a los periodistas del mejor marco regulatorio para cumplir su misión”.
Desde un punto de vista jurídico, el propietario de un medio de comunicación puede decidir libremente sobre su dirección, sin que los trabajadores sean consultados, una medida que diferentes personalidades de la vida pública quieren cambiar y que debe debatirse en los próximos meses (si bien, algunos medios como Le Monde, Libération o Mediapart ya cuentan con mecanismos para proteger la redacción de injerencias).
“Las reglas son diferentes para la prensa escrita y para los medios audiovisuales, en particular las cadenas de televisión: las frecuencias no pertenecen a los empresarios, se les ceden por un periodo de tiempo determinado, a cambio de la firma de acuerdos con los que se les imponen obligaciones (que C8 y Cnews, las cadenas de Vivendi, nunca respetan)”, señala Alexis Lévrier.
“Sin embargo, en un periódico el propietario puede subvertir la línea editorial, incluso pisoteando su historia. Hay algunas protecciones para los periodistas individuales, pero el problema de la legislación francesa es que no hace lo suficiente para preservar la autonomía de las redacciones frente a la intervención de los accionistas”, lamenta.