Amanecer Dorado se mantiene en pie desde la cárcel
“Creo en este partido. Si ganan, mandarán a prisión a los que nos vendieron y se llevaron el dinero.” Anna, una trabajadora de la limpieza que ronda los 40 años, subraya que su apoyo a Amanecer Dorado no es cosa de ayer. “Les voto desde que me entendí a mí misma,” repite con un guiño cómplice, mientras aguarda a que comience el acto central de la campaña, en una sala de hotel abarrotada en el centro de Atenas.
A pesar de que las encuestas le conceden a la formación ultraderechista entre un 5% y un 6% del voto, los analistas coinciden en que el resultado real puede estar varios puntos por encima; incluso, situando al partido en tercer lugar por detrás de Syriza y de Nueva Democracia. Uno de los motivos del voto oculto es que el perfil del seguidor de Amanecer Dorado se caracteriza por la desconfianza hacia un establishment “dominado por centros de poder extranjeros que buscan destruir nuestra patria,” en palabras de Yorgos, otro de los asistentes al mítin. Y la suspicacia, en particular hacia los medios de comunicación, se ha agudizado desde que, hace ya un año y cuatro meses, arrancara el macroproceso judicial en el que el partido podría ser declarado finalmente organización criminal.
Tras el asesinato del rapero Pavlos Fyssas a manos de un miembro de la formación neonazi, sus militantes desaparecieron casi por completo del espacio público. Tanto las actividades propagandísticas –los famosos repartos de comida “sólo para griegos”, las patrullas ciudadanas–, como las agresiones racistas de las que se les acusa, han quedado suspendidos. Pero a pesar de ello, la mayoría de sus seguidores permanecen fieles –como demostró el 6,92% del voto obtenido en las elecciones al Parlamento Europeo del pasado mayo–, garantizándoles de nuevo una representación similar a los 16 diputados actuales.
Anna, la limpiadora, es un ejemplo de los votantes que siguen a Amanecer Dorado por convencimiento, y no sólo por castigar al bipartidismo. “Son mi esperanza porque sólo ellos dicen la verdad, todos los demás son unos vendidos,” explica, lanzando de nuevo miradas cómplices. Si fuera necesario, no descarta la posibilidad de una salida de Grecia de la Eurozona y una vuelta al dracma. “Pobres somos de todas formas,” señala.
El recuento de tropelías conocidas gracias a la instrucción del proceso judicial no ha hecho mella en los votantes como ella; al contrario, el “montaje” contra Amanecer Dorado sólo prueba que van por el buen camino. “No han hecho ninguna de esas cosas de las que les acusan, es todo una mentira. Es cosa del Gobierno de Samarás, que temía perder votos”.
Mítines por teléfono
El líder Nikos Mijaloliakos ha convertido en baza la falta de permisos penitenciarios para participar en la campaña y se dirige a sus seguidores en teatrales intervenciones por teléfono desde la prisión de Koridalós. “Los presos políticos de Amanecer Dorado son más libres en la cárcel que aquellos que se arrodillan ante los amos extranjeros del rescate,” repite entre aplausos. La salva es sólo comparable a las suscitadas por las incontables menciones a los mártires del movimiento, los dos jóvenes asesinados por desconocidos en un suburbio de Atenas el año pasado.
Pero a pesar del éxito que, en las presentes condiciones, supondría una repetición del resultado electoral de 2012, Amanecer Dorado se halla en un limbo político. A la espera de la posible ilegalización, sólo les queda la insistencia en su mensaje: “Los ladrones a la cárcel, el pueblo griego al poder”. Y, en caso de cumplirse el escenario de un tercer puesto, la prensa griega ya ha previsto cualquier eventualidad. Si los dos primeros partidos fracasan a la hora de formar gobierno, el presidente de la República estaría forzado a hacer entrega del mandato a un representante de Mijaloliakos, aunque fuera únicamente para constatar que ningún partido está dispuesto a negociar con ellos.
No obstante, para los militantes, el futuro de Amanecer Dorado está claro. Sin una fecha exacta para sentarse por fin en el banquillo, Mijaloliakos y los otros seis diputados encarcelados podrían salir en libertad en marzo, al cumplirse el plazo máximo de 18 meses de prisión preventiva, a no ser que la fiscalía les acuse de nuevos delitos. Entretanto, calculan que un gobierno de Syriza habría conducido al país al desastre. “Muy pronto habrá nuevas elecciones, y entonces será el turno de Amanecer Dorado,” sueña Yorgos, que trabaja en la marina mercante y es militante activo. “No hemos robado nunca y no nos arrodillaremos ante el judío Samarás,” exclama.
El programa que promete aplicar la formación, en caso de una hipotética llegada al poder, no escatima en referencias a la Dictadura de los Coroneles que gobernó el país desde 1967 hasta 1974. Una serie de medidas desarrollistas en el plano económico se conjugarían con un refuerzo del liderazgo de las Fuerzas Armadas. Los inmigrantes, a la espera de la deportación definitiva, prestarían trabajos forzados en las mismas islas en las que el régimen recluía a los disidentes.