Desde hace dos meses, Argentina vive una crisis compleja que el jueves 1 de septiembre tuvo uno de los hechos más graves desde la vuelta de la democracia en 1983: el intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner, actual vicepresidenta y dos veces presidenta.
Esta semana que comienza será clave en la investigación judicial, pero tendrá como fondo temas también cruciales para el país: inflación, deuda, corrupción y muchas preguntas sobre qué hay detrás del ataque.
Al aluvión de hechos de esta semana hay que sumarle dos más: la causa contra corrupción a Cristina Fernández de Kirchner continúa y el ministro de Economía viaja a Washington para buscar inversiones y reunirse con el Fondo Monetario Internacional.
De ahí que sea importante armar –o repasar– el rompecabezas de acontecimientos para tratar de entender la actual situación argentina, donde la economía y la cuestión social también son graves.
La situación económica
En los dos últimos meses Argentina tuvo tres ministros de Economía, y la alta inflación crónica es un problema que se ha ido agravando en los últimos meses. La inflación de julio fue de 7,4%, la cifra mensual más alta de los últimos 20 años y no hay previsión de que baje. Acumula 46,2% en siete meses y el 71% en un año. Los alimentos escalaron 6%, con énfasis en los productos más elementales. Esto lleva a que las familias argentinas tengan serias dificultades para llegar a fin de mes, pero sobre todo afecta a los sectores populares, que son la mitad de la población total.
Más de la mitad de las niñas y niños menores de 14 años vive en situación de pobreza. Eso quiere decir que los ingresos en sus hogares no alcanzan para cubrir una cesta básica de alimentos y bienes indispensables. No hay ningún otro rango etario argentino en el que las condiciones de vida sean tan malas. Y en esos primeros años, precisamente, es cuando los nutrientes son más necesarios para el desarrollo intelectual.
¿Qué se sabe del atentado contra Cristina Fernández de Kirchner?
La causa por el intento de asesinato a Cristina Fernández de Kirchner, vicepresidenta en ejercicio y dos veces presidenta constitucional, entró en un terreno fangoso. En las últimas horas se supo que el contenido del teléfono del atacante se perdió. Hay sumarios abiertos contra la policía que realizó las primeras pericias. Pero a última hora del domingo, la investigación tuvo novedades: detuvieron a la novia del agresor. Brenda Uliarte tiene 23 años y había asegurado que hacía un tiempo que no veía a su pareja, pero cámaras de la Ciudad de Buenos Aires la habrían filmado acompañándolo a la esquina del atentado. Ella vendía copos de azúcar en la calle y además hacía videos hot en la web. De la relación entre ella y Fernando Andrés Sabag Montiel se conoce bastante por sus apariciones en televisión criticando los planes sociales (ayudas) estatales.
El teléfono era una pieza clave para determinar sus contactos; ahora habrá que esperar para saber si realmente no se podrán recuperar. Las dudas que se ciernen sobre la investigación y no saber realmente qué paso es un grave problema: hay minorías de derecha que hablan de la hipótesis de un autoatentado. Los discursos de odio en los que mueven sectores de la política argentina están en el centro del debate, pero no quiere decir que hayan desaparecido después del atentado, repudiado mayoritariamente.
¿Cómo sigue la causa contra Fernández de Kirchner por corrupción en su gobierno como presidenta?
La causa por corrupción que se le sigue a Fernández de Kirchner por su actuación como presidenta –conocida como 'Vialidad'– y por la que el fiscal pidió 12 años de condena e inhabilitación para ejercer cargos públicos inicia este lunes los alegatos de la defensa. Es un juicio oral y los primeros abogados que hablarán en las próximas horas son de los imputados menos relevantes. La defensa de Fernández de Kirchner lo hará después del 15 de septiembre.
¿Por qué es tan relevante este juicio para entender la política argentina actual?
Porque el pedido del fiscal contra la vicepresidenta desencadenó la crítica que ya venía reiterándose desde el oficialismo a sectores del Poder judicial, al que acusan de actuar con intereses políticos. La teoría del lawfare, la inhabilitación de líderes políticos a través de la justicia, volvió al debate público.
Los apoyos del Frente de Todos (la coalición peronista a cargo del Poder Ejecutivo) crecieron. En la calle surgió la vigilia permanente frente al domicilio de Fernández de Kirchner. Fue en una de ellas –la del jueves por la noche– y cuando la vicepresidenta llegaba su piso en pleno barrio de la Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires, que Fernando André Sabag Montiel disparó a centímetros de su cabeza. Estaba entre los militantes kirchneristas y la custodia de la Policía Federal no lo detectó.
El grave hecho conmocionó a un país, que había rechazado la violencia política desde el regreso a la democracia y después de haber sufrido una sangrienta dictadura. Los repudios fueron unánimes. Cuando casi era la medianoche, el presidente Alberto Fernández decretó un día no laborable en todo el país. El viernes Argentina se detuvo productivamente y una multitud colmó la Plaza de Mayo para repudiar el atentado y apoyar la democracia.
Una semana clave para la inestable economía argentina
El ministro de Economía, Sergio Massa, viaja a Washington. Tendrá encuentros con inversores (las arcas públicas están sin divisas) y se encontrará con funcionarios del Fondo Monetario Internacional. Argentina es uno de los principales deudores del organismo y firmó un acuerdo que implica cumplir metas entre las que está el ajuste fiscal.
Pero, además, tiene un grave problema de reservas, que le han llevado a tomar medidas para restringir el uso de dólares para importaciones. Por eso este viaje es esencial para buscar inversiones que tienen que ver con recursos naturales como el litio. Mientras tanto, en el Estado se implementa un ajuste que implica el recorte de partidas presupuestarias que no fueron ejecutadas, una política que contradice las banderas del kirchnerismo.
Un año preelectoral
En este contexto, el presidente Alberto Fernández ha perdido popularidad y centralidad en el ejercicio del poder.
La oposición se debate internamente sobre cómo enfrentar el momento con miras al año 2023 en el que habrá elecciones presidenciales. El panorama electoral es incierto. La aparición de políticos como Javier Milei -que no condenó el atentado y es el representante de una nueva derecha más radicalizada- y su evolución de apoyos es otro de los temas a tener en cuenta para poder comprender el presente pero también el futuro de Argentina.
SH