Armenia afronta las primeras elecciones de la posguerra con una sociedad polarizada por la derrota en Nagorno Karabaj
Dos días después del comienzo de la guerra de Nagorno Karabaj, sin decir nada a su familia, Norik partió hacia la autoproclamada República de Artsaj. Este joven de 36 años decidió alistarse en el ejército armenio y luchar por el territorio que consideraba su tierra, disputado por Armenia y Azerbaiyán. En aquel momento, grandes carteles con el lema “Vamos a ganar” ocupaban las principales calles de la capital armenia y la ciudadanía se volcaba unida en apoyo a las fuerzas armadas y los desplazados del conflicto.
Hoy, siete meses después de un alto el fuego que supuso la perdida de buena parte del territorio de Nagorno Karabaj, el soldado de 36 años vive sin movilidad de cintura para abajo debido a un disparo recibido durante los últimos días de ofensiva azerí. Se pregunta si valió la pena: “Las decisiones de este gobierno han perjudicado nuestra patria”.
“La superioridad tecnológica de Azerbaiyán, principalmente por el apoyo de Turquía, no nos permitía hacerlos frente en igualdad, atacaban con drones desde el aire, hasta los conductores tenían miedo de salir a la carretera”, afirma Norik con tristeza en el centro donde se recupera de sus heridas.
Tras 44 días de una guerra marcada por la clara ventaja militar azerí e iniciada a finales de septiembre de 2020, el primer ministro armenio, Nikol Pashinian, firmó un acuerdo con Azerbaiyán, en el que cedía gran parte del territorio de Nagorno Karabaj, ubicado dentro de las fronteras azeríes pero hasta entonces poblada y controlada por ciudadanos de etnia armenia. El alto el fuego fue recibido con incomprensión por parte de su población y desplazados por el conflicto, que se vieron traicionados por el gobierno armenio y decepcionados con la comunidad internacional.
La decisión provocó un gran descontento social que se medirá por primera vez en las urnas este domingo, después de que el Gobierno armenio se viese forzado a convocar elecciones anticipadas el pasado mes de marzo tras realizar una serie de consultas con el presidente de la Republica de Armenia, Armén Sarkisián y los tres partidos que integran el Parlamento de Armenia.
Para parte de la población del país, la firma del acuerdo que puso fin a 44 días de conflicto fue una traición a la patria. Muchos ciudadanos consideran en vano la muerte de alrededor de 3.900 compatriotas, más aproximadamente 11.000 heridos. Gran parte de estos heridos se recuperan, como lo hace Norik, en el Centro de Rehabilitación de Defensores de la Patria de Ereván. Antes de la guerra, se dedicaba a la elaboración de muebles. Ahora, busca una forma de reinventarse y comenzar una nueva vida a través de la formación en 3D o la apertura de un negocio como tallador.
Miles de desplazados no han podido volver a casa
Siete meses después del final del conflicto, 27.501 familias de las 90.640 personas que tuvieron que huir de Nagorno Karabaj a Armenia para protegerse de las bombas aún no han podido volver a sus casas. Eleta es una de las desplazadas de guerra que sigue esperando el momento de poder regresar. En un taller de costura de la ONG Bari Mama, donde recibe formación profesional para salir adelante, la mujer narra sus últimos años en Nagorno Karabaj.
“En 2018 compré un piso en Hadrut y en 2019 me trasladé desde Tug, mi pueblo. Cuando comenzó la guerra, huimos. Nos prometieron que podíamos volver a por nuestras cosas, pero la realidad no fue así, los azeríes nos lo han arrebatado todo a mí y mis dos hijas”, dice entre los telares del taller ubicado en Jrvezh, cerca de la capital armenia.
Ella ya poseía alguna noción de costura pero, a través de este proyecto, ha tenido la oportunidad de formarse de manera profesional y apoyarse en sus compañeras, además de obtener un salario que le permite vivir con dignidad.
“Ahora no me queda nada”
Junto a Eleta se encuentra Venera también procede de Tug (Nagorno Karabaj) y trabajaba allí como profesora. El 5 de octubre huyó de su pueblo junto con su hija de 25 años. Su otra hija de 30 años y el resto de su familia vive en Stepanakert, la capital de la autoproblamada República de Artsaj, que se mantiene bajo el control armenio. “Al comienzo de la guerra pensé que sería cosa de tres días y todo volvería a su cauce, como en otras ocasiones. Ahora no me queda nada”.
Marine vivía en Arakel y trabajaba en un jardín de infancia. Cuenta con terror el momento en que subieron a lo alto del pueblo cuando comenzó la guerra, de donde tuvo que huir a Armenia cinco días después. Un amigo le dejó una casa en una localidad próxima a la capital y en febrero comenzó a formarse como costurera en este proyecto. Tiene miedo de lo que pueda pasar en las elecciones ante la polarización surgida tras la escalada del conflicto en Nagorno Karabaj: “Tal vez tengamos una guerra civil”, augura con temor.
Las protestas contra la gestión del gobierno fueron la tónica tras la firma del acuerdo con Azerbaiyan y la derrota en la guerra. La situación para la Republica de Armenia se agravó aún más el pasado mes de mayo, cuando el Gobierno acusó al ejército azerí de intentar sobrepasar el límite territorial impuesto en el acuerdo del alto el fuego en las regiones de Syunik y Gegharkunik.
Esta situación tampoco ha favorecido al primer ministro, Nikol Pashinian, de cara a las elecciones parlamentarias. La división de la sociedad se ha agudizado cada vez más en el último mes entre los partidarios de Pashinian y quienes apuestan por un cambio de gobierno. La alternativa más fuerte al partido proeuropeo Contrato Civil, del actual primer ministro en funciones, es la del partido de influencia prorusa Alianza Armenia, de Robert Kocharyan, quien fue presidente de la Republica de Nagorno Karabaj entre 1994-1997 y posteriormente presidente de la Republica de Armenia de 1998 a 2008.
Posible vuelta a la situación anterior de la revolución armenia
Robert Kocharyan fue protagonista en una de las páginas negras de la historia de Armenia. En febrero de 2008, Nikol Pashinian fue uno de los protagonistas de las protestas, con motivo de los resultados de las elecciones presidenciales en las que Serzh Sargsyan, quien Kocharyan apoyaba, se proclamó vencedor con un 52% de los votos.
El 1 de marzo de 2008, Robert Kocharyan, quien era presidente en aquel momento, mandó reprimir violentas protestas que acabaron con la muerte de ocho opositores y dos policías. Posteriormente, estableció un estado de emergencia en el que se produjeron detenciones de opositores, se prohibieron manifestaciones y se censuró a parte de la prensa. Kocharyan fue detenido e investigado por estos acontecimientos, hasta que en abril de 2021 fue absuelto por el Tribunal de Jurisdicción General de la ciudad de Ereván.
La campaña preelectoral en Armenia, al igual que todos los meses posteriores a la guerra en el Karabaj, se ha caracterizado por acaloradas discusiones entre el Gobierno y la oposición, que se acusaban mutuamente de las circunstancias que llevaron a la derrota en el conflicto con Azerbaiyán, informa Efe.
El fracaso en la guerra y las críticas a las decisiones tomadas entonces por Pashinian han catapultado de nuevo a Kocharyan, al que parte de la sociedad también mira con rechazo, por su pasado oscuro. La encuesta realizada por MPG Gallup a fecha 10 de junio da como vencedor a la Alianza Armenia con el 24,1% de los votos, muy cerca del partido de Nikol Pashinian, Contrato Civil, con el 23,8% de los votos.
Nikol Pashinian ya ha convocado manifestaciones para después de las elecciones y Kocharyan afirma que responderá con protestas si las autoridades amañan las elecciones. El próximo domingo 20 de junio el pueblo armenio decide si continuar acercándose a Europa o volver a la senda prorusa, un futuro muy incierto en un contexto vulnerable para la sociedad armenia y con Azerbaiyán acechando en cada momento.
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