La batalla por el derecho al aborto vuelve a las calles de EEUU: “Ha llegado la hora de contraatacar”
“El único aborto seguro es el legal”, gritaron las decenas de miles de personas que este domingo salieron a las calles de EEUU en defensa del derecho al aborto. Se cumplía el 50 aniversario de Roe v. Wade, el fallo del Tribunal Supremo que había garantizado su protección a nivel federal desde 1973, hasta que fue anulado el pasado verano por su mayoría conservadora. Se trata del Tribunal Supremo más conservador de los últimos 90 años.
Desde entonces, los estados tienen potestad para decidir cómo regularlo. En 14 estados el aborto es actualmente inaccesible y en otros ocho los tribunales han bloqueado temporalmente su prohibición, según datos del Guttmacher Institute. Esto ha forzado a las mujeres que quieran hacerlo en algunos territorios a afrontar una decisión: abortar en la clandestinidad o costearse el viaje a otro estado donde siga siendo legal.
“La decisión del Tribunal Supremo fue la gota que colmó el vaso para mucha gente. Siento que ahora estamos más unidas, con más ganas de luchar que nunca”, dijo a elDiario.es Meghan Harris, una mujer de 25 años proveniente de Texas que participó en Washington en una de las más de 200 marchas organizadas este domingo por Women's March en 46 estados. Su tierra natal ha vivido una regresión de medio siglo en materia de derechos reproductivos. “En Texas, muchas mujeres ya no reciben atención sanitaria esencial, simplemente porque el gobernador, Greg Abbott, ha decidido que es su trabajo elegir lo que las mujeres hacen con sus cuerpos. Ha llegado la hora de que contraataquemos y defendamos aquello en lo que creemos”.
La manifestación en Washington llevó el lema #BiggerThanRoe (“Más grande que Roe”) a la Casa Blanca y culminó en la First Street, donde se miran el Capitolio y el Tribunal Supremo. Sus organizadoras tienen claro que la batalla por el aborto legal se libra ahora en el ámbito de los estados, pero no han querido desaprovechar la ocasión de reclamar a la máxima instancia judicial que devuelva el derecho que les arrebató en junio.
“Tenemos que luchar en todos los frentes. Debemos permanecer alerta y manifestarnos. Pero, sobre todo, tenemos que votar y animar a la gente a que vote en las elecciones estatales: es nuestra principal arma”, dijo Cheryl Rico, una mujer de 53 años de Maryland.
Consecuencias electorales
La defensa de restricciones al aborto ya pasó factura en las urnas al Partido Republicano en las elecciones de mitad de mandato, celebradas en noviembre, cuando obtuvo los peores resultados en dos décadas en estos comicios. Fue uno de los principales factores movilizadores del voto demócrata para las elecciones legislativas y a gobernador libradas ese día y también fue protagonista en hasta cinco referéndums. Tres estados demócratas (Michigan, Vermont y California) votaron para consagrar la interrupción voluntaria del embarazo en sus constituciones, y otros dos (Kentucky y Montana) habían presentado iniciativas para limitarlo. En todos los casos, los comicios se decidieron a favor de los derechos de las mujeres.
“He venido hoy aquí para pedir a los políticos que escuchen a la gente: así es como se construyó EEUU”, dijo Mary Tisera, una joven de 20 años de Virginia, a elDiario.es. “Cuando salió el fallo del Supremo, no lo podía creer, sentí en mi cuerpo una gran frustración. Vi cómo era posible perder en un día derechos luchados durante años”.
Sin embargo, la batalla judicial no está del todo perdida: en algunos de los estados donde se han implementado prohibiciones al aborto, los tribunales estatales han podido impedir su entrada en vigor. En otros, como Wisconsin, directamente no se puede abortar debido a la incertidumbre legal que rodea a las clínicas que lo practican.
La decisión del Tribunal Supremo de anular el derecho al aborto ha ahondado en las profundas divisiones que ya de por sí atraviesan a EEUU. Especialmente desde la presidencia de Donald Trump, hay dos bandos irreconciliables, que disciernen en asuntos tan fundamentales como el cambio climático, la regulación armamentística, la expansión de la sanidad pública o incluso la legitimidad del presidente Joe Biden. Según una encuesta de Associated Press, en el caso del aborto, un 53% de los estadounidenses desaprueba el fallo del Supremo, mientras que un 30% está a favor.
Manifestación antiabortista
El bando antiabortista, que lleva medio siglo manifestándose para acabar con Roe v. Wade, volvió a salir a las calles en su 50 aniversario. Después de lograr su principal objetivo, las metas del movimiento March for Life son ahora más difusas, pero sus exigencias continúan: entre otras cuestiones, abogan por una prohibición federal del aborto, restricciones al acceso a medicamentos para abortar o la financiación de los llamados “centros de crisis de embarazo”. Estos centros, que están proliferando en el país, se hacen pasar por clínicas proveedoras de abortos, pero en realidad están enfocados a disuadir a las mujeres que quieren abortar.
La llamada “Marcha por la Vida” congregó el viernes en Washington a unas 20.000 personas, muchas de ellas pertenecientes a organizaciones religiosas y universidades privadas, que en un ambiente festivo, con una presencia residual de personas afroamericanas y una gran cantidad de jóvenes convencidos por la causa conservadora, celebraron la sentencia del año pasado.
“La derogación de Roe v. Wade fue alentadora para nuestro movimiento, pero está claro que vamos a seguir creciendo. Nos acompaña algo que el otro bando nunca va a tener: Jesucristo”, dijo con gran entusiasmo Jocelyn Moon, una chica de 18 años que acudió a la marcha con sus compañeros de la universidad privada y bautista Liberty University (Virginia). “Mi exigencia es que sea impensable apoyar el aborto en este país”, insistió Moon, quien, megáfono en mano, se mantuvo en la cabecera de la protesta durante las dos horas que duró la marcha. “Abolir Roe fue un paso increíble, pero eso no significa que hayamos terminado de luchar: estamos listos para dar guerra hasta el final”.
Otro de los asistentes, Gary Russell, un hombre de 72 años que lleva asistiendo a la marcha anual desde los años 80, calificó el aborto como “el mal que corroe a todo el mundo, no solo a Estados Unidos”. Russell asegura que su movimiento tiene ahora más voz que nunca. Concretamente, dice, “desde que Donald Trump fue presidente y habló en este mismo evento hace dos años, parece que el movimiento se ha dinamizado y se ha ido haciendo más fuerte y más joven año tras año”.
“El movimiento no ha aflojado”
Todos los testimonios consultados en la manifestación coinciden en que, de cara a las elecciones presidenciales de 2024, no votarán a ningún candidato que no se comprometa a la prohibición federal del aborto. “Solo votaré a un candidato provida: no voy a hacer ningún tipo de concesión”, dijo Anna Gear, una mujer de 32 años de Virginia.
Kim Airhart, una mujer de 59 años de Pennsylvania que lleva 15 acudiendo a la cita anual, coincidía en esta visión. “[El fallo del Supremo] Nos ha puesto en la dirección correcta”, dijo. “Ha devuelto la lucha al ámbito estatal. Nosotros no podemos elegir a los jueces del Tribunal Supremo, pero sí a nuestros representantes y al gobernador”. Acudió a la marcha con su amiga Mary Beth Brice, de 48 años, quien aseguró que “el movimiento no ha aflojado, sino que se ha trasladado a las bases, a los estados”. “Buscamos convencer a los corazones y las mentes de la nación”.
Al igual que la marcha feminista, los antiabortistas también terminaron la protesta ante el Supremo y el Capitolio. Durante las dos jornadas, se vivieron múltiples episodios de tensión, y hubo decenas de detenidos por provocaciones hacia el otro bando.
La batalla por el aborto legal, que se ha asentado durante medio siglo en los tribunales, se libra ahora en los estados, y aguarda a su momento decisivo en las elecciones presidenciales del próximo año. Hasta entonces, se espera que la juventud movilizada en las calles siga protagonizando eventos masivos, a favor y en contra de los derechos de las mujeres.
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