En un discurso inflamado que seguía discutiéndose este jueves 19 de noviembre por la tarde, el primer ministro belga Charles Michel ha explicado esta mañana en el Parlamento federal un plan de 18 puntos contra el yihadismo y contra el ISIS cargado de medidas represivas cuyos detalles aún están por desvelarse. La iniciativa se produce seis días después de los trágicos atentados de París, con 129 muertos, “ejecutados por células franco-belgas”, ha recordado Michel, del liberal Movimiento Reformador (MR).
Las medidas llegan también en medio de un torbellino de críticas por la laxitud de Bélgica contra el islamismo radical, que ha campado a sus anchas en comunas como la paupérrima Molenbeek antes de preparar algunos de los atentados más sangrientos en Francia (Charlie Hebdo y el supermercado kosher, además del de este viernes), España (11-M) o la propia Bélgica (Museo Judío de Bruselas). Por eso, el punto siete del Plan Michel se titula directamente 'Foreign fighters: privación de libertad' y señala que “todos los combatientes que regresen del extranjero irán a prisión a su regreso a Bélgica”.
La medida implica un encarcelamiento automático y está por ver cómo casa con los derechos y libertades individuales sin que se cometan abusos. Los 17 puntos restantes van cargados de medidas similares, igualmente represivas: una inyección de 1.400 millones de euros para reforzar la seguridad (que depende del Ministerio de Justicia), más controles policiales en las fronteras, un endurecimiento de la instrucción militar para extender las escuchas telefónicas en ciertos casos, una revisión de la Constitución para alargar el periodo de detención hasta las 72 horas…
Las medidas del Gobierno federal, que está compuesto por primera vez en muchos años por únicamente partidos liberales y conservadores (liberales flamencos y valones, cristiano-demócratas flamencos, soberanistas flamencos) lo que le convierte en uno de los Ejecutivos más a la derecha de la historia reciente belga, no se quedan ahí: autorizar los registros las 24 horas (hasta ahora no se podía entre las 21 horas y las 5 de la mañana); un brazalete electrónico para las personas fichadas, cuya implementación corre el riesgo de estigmatizar a inocentes; un registro nacional de pasajeros (PNR, en inglés) belga, una iniciativa que actualmente cuestiona el Parlamento Europeo; excluir a los “predicadores del odio”; desmantelar los lugares de culto “no oficiales”; extender la red de cámaras de seguridad o cerrar sitios de Internet. El paquete de medidas también incluye combatir al ISIS sin especificar cómo, con las consecuencias para la seguridad que una medida así podría tener.
Michel ha respondido a las críticas proferidas por el Gobierno francés, en lo que viene a suponer una crisis inédita franco-belga relacionada con la seguridad y el terrorismo. “No acepto las críticas tendientes a denigrar a nuestros servicios de seguridad, que hacen un trabajo eficaz y tenaz”, ha estallado el primer ministro Charles Michel. “Ayer, en Saint-Denis, un atentado fue evitado concretamente gracias a informaciones proporcionadas por los equipos belgas”.
La oposición de izquierdas (socialistas flamencos y valones, ecologistas de ambas regiones) ha cargado de lleno contra las medidas, acusándolas de que lejos de resolver los problemas y de fomentar la prevención y la integración los incrementarán. “O usted está con lo que pide el Gobierno de Francia o está con las comunas como Molenbeek, cuya alcaldesa es de su mismo partido”, le ha espetado a Michel un diputado ecologista a Michel.
El anuncio, cuya contundencia ha pillado por sorpresa a muchos, ha coincidido con un registro en el barrio Laeken, pegado a Molenbeek por la parte noroccidental de Bruselas pero integrado en la comuna del centro de la ciudad, Bruxelles-Ville. Según las escasas informaciones filtradas por la policía, habría un detenido por el momento.