Un año después de su gran tropiezo electoral como candidato del Partido Socialista francés, Benoît Hamon ya habla con cierto optimismo de las posibilidades que tendrá su nuevo partido, Generation-s, en las próximas elecciones al Parlamento europeo. “Generation-s tiene que ser la punta de lanza de la reconstrucción de la izquierda francesa”, dice en una entrevista para eldiario.es en un hotel en el centro de Madrid.
Hamon ha estado dos días en la capital para dar su apoyo al candidato de la izquierda François Ralle que se juega este fin de semana un escaño exterior de la Asamblea francesa. Además de hablar de la regeneración de la izquierda, ha criticado la postura del Gobierno ante los trabajadores ferroviarios, que han empezado esta semana una serie de manifestaciones, y ha comparado al presidente actual con una “mezcla entre Hollande y Sarkozy”.
Ya han comenzado los primeros paros del servicio ferroviario francés en protesta contra las reformas que el Gobierno pretende implantar para una empresa muy endeudada. ¿Lo ve como una reforma o como una pérdida de derechos para esos trabajadores?
El Gobierno ha mentido mucho a los franceses sobre este asunto. La realidad es que la reforma del sistema ferroviario que está llevando a cabo se va a traducir en el cierre de muchas líneas pequeñas de tren cuando el principio de un servicio público debería de ser que cualquier ciudadano tenga el mismo derecho al mismo y que, por definición, las líneas más rentables deberían financiar a las que lo son menos.
La lógica que se está aplicando en la SNCF significa el abandono del servicio público, el cierre de estaciones y líneas de tren, y las primeras víctimas de este final del servicio público ya viven en zonas en las que hay poco empleo, donde muchos hospitales han cerrado, donde hay menos médicos, donde ya no hay servicio de correos, donde las escuelas también están a punto de cerrar porque hay un menor número de niños. Todo esto es, sencillamente, un abandono de estos territorios y de la gente que allí vive. Esta gente no es la Francia urbanita que vota a Macron, son ciudadanos que ya eran vulnerables y que ahora lo serán todavía más.
¿Cómo valora que el 60% de los ciudadanos franceses esté de acuerdo en la suspensión del Estatuto de los Ferroviarios?
Este sondeo es cierto. Pero muchos franceses viven solo con el fantasma de ese estatuto. Por ejemplo, el Gobierno ha mencionado que los trabajadores del tren tenían derecho a jubilarse a los 53. Es cierto, pero se les ha olvidado decir que desde hace diez años para que los trabajadores del tren puedan disfrutar de una pensión completa tienen que haber cotizado 42 años y medio. En realidad nadie se jubila a los 53 años.
Es bastante increíble que el mismo Gobierno que acaba de regalar 5.000 millones a las grandes fortunas francesas diga en Francia que los privilegiados son los trabajadores del tren. La realidad por la que el Gobierno ha utilizado esta estrategia es para que no se hable de que la consecuencia de la reforma es el cierre de estaciones de tren y de las pequeñas líneas, rurales esencialmente.
Ha pasado un año desde las elecciones presidenciales francesas. ¿Qué balance hace de la presidencia de Macron?
Macron es un presidente liberal, que lleva a cabo una política basada en la desigualdad, pero lo mejor para definir a Macron es hablar de lo que hace. Acaba de hacer un regalo de 5.000 millones de euros con una rebaja de impuestos para las grandes fortunas y al mismo tiempo ha aumentado las tasas sobre los jubilados con impuestos que suponen cientos de euros cada año. Va a cerrar líneas de tren que considera no rentables, acaba de aprobar una ley de trabajo que facilita el despido y disminuye las obligaciones de los empleadores, propone una reforma de las indemnizaciones del paro para tener un mayor control sobre los parados y obligarles a aceptar ofertas de empleo lejos de casa que no se corresponden con el salario que necesitan y tampoco con sus deseos profesionales bajo el riesgo a perder su derecho al paro.
Por otro lado, acaba de lanzar la ley más represiva en cuanto a inmigración y refugiados desde 1945. Ha integrado medidas que, en principio, eran de estado de excepción a la legislación común. Medidas liberticidas que, en principio, eran para unos meses se acaban convirtiendo en medidas definitivas. Macron es un presidente que ama las desigualdades.
Durante este año también ha quedado patente el carácter casi monárquico de la presidencia de Macron, al estilo de Chirac. ¿Qué consecuencias puede tener eso para Francia y sus ciudadanos?
Va mucho más allá que Chirac y Sarkozy juntos. Hipercentralización del poder, reformas por decreto ley, un debilitamiento de los contrapoderes locales y sociales. Ha llevado a la cúspide del poder una fusión entre las altas instancias del Estado y el mundo de los negocios.
La consecuencia de todo esto es una bajada de la calidad política y del político en Francia y una forma de ejercer el poder por parte de Macron que genera mucha violencia simbólica.
En un escenario político dominado por la derecha, con Macron en la presidencia y el Frente Nacional en la oposición, ¿la izquierda puede hacerse un hueco en el debate político? ¿Cómo encaja aquí su nuevo partido y el resto de partidos de izquierda?
Para no negar la realidad hay que asumir que ha llegado el final de la socialdemocracia europea, más allá de hablar de Francia. Creo que, a día de hoy, la socialdemocracia está llegando a un fin de ciclo y será sustituida por una izquierda más radical en cuanto a los temas relacionados con la ecología, la democracia y Europa, y también basada en las cuestiones sociales. Generation-s tiene que ser la punta de lanza de la reconstrucción de la izquierda francesa.
¿Cuál es el origen de la crisis de la socialdemocracia? ¿La considera irreversible?
El origen de su caída es que la izquierda socialdemócrata ha decidido aliarse con las familias conservadoras en Alemania, en Francia, en Italia... a nivel europeo. Los electores que tenían aspiraciones de que mejorase su vida diaria votando a la izquierda se encuentran con que no hay una gran diferencia entre la izquierda o la derecha gobernante a la hora de legislar sobre políticas económicas, el mercado de trabajo, la seguridad nacional, a veces incluso en torno a las libertades públicas.
Cuando se queda sin base social la socialdemocracia se queda a su vez sin electores.
¿Cuál debe ser el mensaje central o la principal prioridad de la izquierda en Francia? ¿Cómo ganarle terreno a la derecha?
Hay que regresar a la batalla cultural porque la izquierda no ha perdido solo en las urnas, sino también en las mentes. A día de hoy tenemos dos ejemplos: en Francia cuando se habla de cotizaciones de las empresas para financiar las prestaciones sociales se suele hablar de 'carga' social en lugar de 'cotización' y eso ya simbólicamente es negativo.
Cuando en Europa se habla del libre intercambio, en principio, parecen palabras bonitas: 'libre' e 'intercambio'. Pero al final, el comercio desregulado significa menos servicios públicos, menos prestaciones sociales, menos protección a nivel sanitario y ecológico.
La reconstrucción de la izquierda pasa también por comenzar a utilizar las palabras correctas para definir bien los desafíos. En estas circunstancias en el movimiento Generation-s pensamos que hay que enfrentarse a tres mentiras fundamentales: que el crecimiento produce felicidad, que el liberalismo permitirá crear empleo y reducir la pobreza, y la tercera mentira, que tiene que ver más con Francia, que nuestro sistema republicano garantiza la igualdad de los ciudadanos. Esto ya no es así.
El proyecto político que proponemos para poder enfrentarnos a estas tres mentiras se basa en adoptar tres procesos de transición, que son la transición ecológica, que supone cambiar de modelo de desarrollo, la metamorfosis del trabajo con la voluntad de dar más autonomía a los individuos gracias a la renta universal y, la tercera, la transición democrática que en el caso de Francia supone romper con la Quinta República y democratizar la construcción europea.
Sin embargo, a veces da la sensación de que la izquierda ha sido la fuerza conservadora en Francia. ¿No es a veces su mensaje contrario a que se produzcan cambios en la economía?
En las presidenciales obtuve un 6,3%. Fue un resultado muy malo. Pero, después, cuando se preguntó a los franceses que de qué ideas se acordaban en cuanto a la campaña presidencial se acordaban de las medidas que yo proponía sobre la renta universal y los impuestos a los robots. Hay dos posturas de la izquierda de ayer que nos parecen peligrosas: por un lado, la que puede haber encarnado Manuel Valls, que consiste en decir 'soy de izquierdas' pero emplear un lenguaje de derechas sistemáticamente; por otro, no tener más que una postura defensiva, estimular en la población solo las pasiones negativas, como la rabia contra Europa.
En Francia, se está a punto de celebrar el 50º aniversario de mayo del 68 que fue un gran movimiento de conquista de derechos, y creo que el renacer de la izquierda pasará por luchar por la renta básica universal, la transición ecológica, la Sexta República, la legalización del cannabis, un gran proyecto educativo, el reconocimiento del bien común...
¿En qué se diferencia su partido de La Francia Insumisa de Mélenchon?
La gran diferencia con la Francia Insumisa tiene que ver con el proyecto europeo. La constatación es la misma, que Europa no funciona y necesita ser democratizada y arrancada de las manos de los lobbies y de la tecnocracia. Pero seguimos creyendo en la cooperación entre los pueblos y pensamos que esta es mejor que la rivalidad entre las naciones.
A día de hoy, La Francia Insumisa está dispuesta a salir de Europa y del euro si Europa no se adhiere a sus propias propuestas. Nosotros consideramos que hace falta construir una mayoría europea de izquierdas en el Parlamento Europeo, algo en lo que ya estamos trabajando con Yanis Varufakis.
¿Cuáles son los objetivos de Generation-s a corto y medio plazo?
A corto plazo que el candidato que apoyamos, François Ralle, sea el elegido contra el candidato de Macron. Y después, hay que ir paso a paso, pero aspiramos francamente a conseguir una mayoría importante de izquierdas en el Parlamento Europeo que haga que se unan tres fuerzas tradicionales de la izquierda europea que son la izquierda radical y popular, los ecologistas y la socialdemocracia, pero la parte de la socialdemocracia que no ha renunciado a cambiar la sociedad.
Manuel Valls, ex primer ministro francés, participó el mes pasado en una manifestación en Barcelona en la que se le pudo ver muy cercano al líder de Ciudadanos, Albert Rivera. ¿Cómo alguien con un mensaje claramente liberal pudo ser primer ministro de un Gobierno socialista?
A día de hoy, decir que Manuel Valls es de izquierdas es un engaño. Punto final [y lo dice en español]. Si eliges a diez estudiantes de Ciencias Políticas de todo el mundo, de España, de Hungría, de EEUU o de China, y les dices que analicen el programa político de Manuel Valls y no les damos pistas sobre su postura, van a contestar los diez que es de derechas.
Los electores de la socialdemocracia han desaparecido porque no entienden que te reivindiques de una manera política y que, una vez en el poder, apliques políticas diferentes.
Hollande y Valls llevaron a cabo una política con tintes conservadores. ¿Qué les diferencia de la política de Macron?
Macron efectivamente está retomando las iniciativas liberales de políticas sobre el mercado de trabajo que ya manejaba Hollande, a la vez que recupera las políticas represivas y anti-inmigrantes de Sarkozy. Macron es una mezcla entre Hollande y Sarkozy.