Arabia Saudí ha destinado 822 millones de dólares en ayuda humanitaria a Yemen entre mayo de 2015 y diciembre de 2017, lo que supone el 85% del total de su ayuda humanitaria destinada en este periodo. En el mismo transcurso, la campaña de bombardeos aéreos liderada por Arabia Saudí ha lanzado 15.489 ataques aéreos, y al menos un tercio de ellos contra objetivos civiles.
La coalición liderada por Arabia Saudí ha lanzado una media de 474 ataques aéreos al mes desde que empezó su campaña de bombardeos contra los rebeldes hutíes, según la información recogida por Yemen Data Project, que realiza un seguimiento de la campaña militar de la coalición. De los 15.489 ataques, 5.885 fueron destinados contra objetivos militares, 4.783 contra objetivos civiles (31%) y los otros 4.819 sin determinar.
Esta aparente contradicción entre ayuda y destrucción es una estrategia para legitimar su actuación al tiempo que persigue sus objetivos en el campo de batalla. “La táctica de Arabia Saudí es hacer la vida lo más difícil posible a los civiles que se encuentran en las zonas controladas por los hutíes”, señala Iona Craig, periodista en Yemen y miembro de Yemen Data Project.
Los bombardeos de Arabia Saudí han tenido consecuencias desastrosas: La ONU informó en 2017 que la coalición era la responsable del 60% de las muertes de civiles en Yemen. De los 27,7 millones de personas que viven en Yemen, 20,7 necesitan ayuda humanitaria y 9,8 millones la necesitan de manera urgente.
Además, la coalición ha colaborado activamente al desarrollo de la hambruna en Yemen, donde el 60% de la población sufre inseguridad alimentaria y casi medio millón de niños padece malnutrición aguda, lo que supone un incremento del 200% desde 2014. A esto se suma la crisis sanitaria causada por la epidemia de cólera.
Al menos 386 de sus bombardeos han ido dirigidos contra granjas, 183 contra mercados, 102 contra infraestructura de electricidad y agua y 62 contra puntos de almacenamiento de alimentos. Paradójicamente, del total de ayuda humanitaria saudí destinada a Yemen el grueso ha ido dirigido a proyectos alimenticios y sanitarios (555 millones).
Y a las bombas se suma un bloqueo en un país que importa entre el 80% y el 90% de las medicinas, los alimentos y el combustible y que ha disparado los precios de los escasos alimentos que hay disponibles. Un bloqueo promovido por el reino de Salmán bin Abdulaziz que además ha impedido la entrada de la ayuda humanitaria de ONG y agencias de la ONU financiadas con los millones saudíes. Las críticas internacionales han obligado a Arabia Saudí a permitir la entrada puntual de ayuda humanitaria en determinados puertos y aeropuertos.
“El reloj avanza y las existencias de medicinas, alimento y otros suministros humanitarios ya son escasos. El precio de este bloqueo se mide en el número de vidas que se pierden”, denunciaron en un comunicado conjunto los directores del Programa Mundial de Alimentos, Unicef y la Organización Mundial de la Salud el pasado noviembre. “Tenemos comida, medicinas y suministros necesarios para salvar vidas, pero tenemos que tener el acceso que actualmente se nos niega”.
El precio de coger su dinero
Arabia Saudí canaliza toda esa ayuda humanitaria a través de ONG y agencias internacionales de reconocido prestigio. La monarquía es el segundo principal donante de las operaciones en Yemen del Programa Mundial de Alimentos, solo por detrás de EEUU (27,7%) y muy por encima de los siguientes en la tabla.
Arabia Saudí aporta el 11,72% de este presupuesto (111 millones de dólares). Le siguen Alemania, con el 5,5% (53 millones) y Reino Unido, con el 3% (28 millones). El Programa Mundial de Alimentos ha preferido no hacer declaraciones a eldiario.es sobre esta aparente contradicción.
Sin embargo, el director de la agencia, David Beasley, fue extraordinariamente franco en sus críticas el pasado septiembre: “Arabia Saudí debería financiar el 100% de la crisis humanitaria en Yemen. O frenar la guerra o financiar la crisis. La tercera opción es hacer las dos cosas”.
La situación es similar en otras agencias de la ONU, como en la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, donde Arabia Saudí es el segundo donante de las operaciones en Yemen (239 millones), solo por detrás de Estados Unidos (425 millones). Lo mismo ocurre en la Organización Mundial de la Salud, donde financia un 16% del presupuesto destinado a Yemen.
“Si las agencias de la ONU no cogen ese dinero, no lo obtendrán de otro lado y si no hay dinero de otro lado, es difícil rechazarlo. Nadie puede dar el dinero necesario en Yemen porque son 22 de 27 millones los que necesitan ayuda”, señala Iona Craig. “La única solución real es un cese de las hostilidades y la comunidad internacional tiene la posibilidad de presionar a Arabia Saudí hacia este objetivo amenazando con retirar el apoyo que están brindando a su coalición y su campaña, pero no veo que la comunidad internacional esté utilizando esa baza”, añade.
Los efectos de esta política saudí ya los sufrió la ONU en 2016, cuando el entonces secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, tuvo que sacar al reino de su lista negra de países que violan los derechos humanos de los niños por sus bombardeos en Yemen. Ban denunció “presiones excesivas inaceptables” en las que se amenazaba con retirar la financiación a la ONU. “Es una de las decisiones más difíciles y dolorosas que he tenido que tomar”, lamentó. Aun así, el nuevo secretario general, António Guterres, volvió a incluir a Arabia Saudí en su lista negra de 2017 el pasado mes de octubre.
Una tendencia creciente en todo el mundo
“Creemos estar asistiendo a una simplificación, a una banalización y, lo que es aún peor, a una instrumentalización de lo humanitario que lo convierte en una mera herramienta para conseguir otros objetivos”, señalaba Médicos Sin Fronteras (MSF) en su informe de 2016-2017.
El director de MSF España, David Noguera, sostiene que esta es una “deriva preocupante”. “Muchos gobiernos visten de ayuda humanitaria una acción política. Están prostituyendo el término”, denuncia. “Nosotros, por ejemplo, no cogemos dinero de la UE porque entendemos que es una contradicción, pero a día de hoy somos una excepción. Entendemos que el mundo humanitario debe ser más contundente a la hora de exigir coherencia a sus donantes”, añade.
Haciendo el cálculo, Arabia Saudí ha destinado 53.000 dólares en ayuda humanitaria por cada uno de los 15.489 bombardeos de su coalición. “El nivel de destrucción es tan bestia que no hay ayuda suficiente. En definitiva son operaciones de propaganda”, concluye.