Boris Johnson se resiste una vez más a dimitir. En las últimas horas, el primer ministro de Reino Unido ha recibido la renuncia de más de 50 cargos de su Gobierno y ha escuchado las críticas de los miembros de su partido en privado y en público. Tras un intenso día contestando preguntas en el Parlamento, Johnson se encontró este miércoles por la noche en Downing Street con media docena de sus ministros, que fueron a pedirle en persona que dejara el cargo.
“Quiere quedarse y luchar”, dijo una fuente de Downing Street a The Guardian. “Dice que millones de personas votaron por él hace dos años y que luchará hasta el final”.
Pese a sus palabras, las horas de Johnson como primer ministro pueden estar contadas si el Partido Conservador cambia sus reglas y vuelve a votar sobre su liderazgo en los próximos días, sin esperar el año desde el último voto para destituirlo, como marcan ahora las normas. El 6 de junio, sobrevivió a la moción contra él de su partido por un margen estrecho.
El líder tory está sumido en una nueva crisis política tras la cascada de renuncias debidas en parte al último escándalo que ha salpicado su mandato, la gestión de las acusaciones de acoso sexual contra el diputado conservador Chris Pincher.
Este miércoles, en la sesión semanal de preguntas ante el Parlamento, Johnson también insistió en que no tenía intención de marcharse. “El trabajo de un primer ministro en tiempos difíciles, en circunstancias en las que se le ha dado un mandato colosal, es seguir adelante y eso es lo que voy a hacer”, dijo.
Más de 50 cargos de su Gobierno dimitieron entre el martes y el jueves por la mañana, incluidos el ministro de Economía, Rishi Sunak, y el ministro de Sanidad, Sajid Javid, dos pesos pesados del Partido Conservador. Además de parte de su grupo parlamentario, este miércoles varios ministros pidieron a Johnson que presentara su dimisión. Fuentes cercanas a Johnson contaron que el primer ministro les dijo no querer renunciar para evitar “el caos” que conllevaría su sustitución pese a que, si se queda, se enfrenta ahora a una desbandada de su Gobierno. Según una fuente gubernamental, por la tarde había “lágrimas” entre los fieles al primer ministro, pero a última hora Johnson fue descrito como “animado”.
En medio de la crisis, el desafiante Johnson despidió a Michael Gove, que era ministro de Vivienda, uno de los que le habían pedido que abandonara el cargo y un político muy cercano a él desde la campaña del Brexit. Unas horas después, poco antes de las siete de la mañana del jueves, dimitieron otros dos ministros, el de Gales y el de Irlanda del Norte. Nadhim Zahawi, recién nombrado ministro de Economía, pidió a Johnson en una carta publicada este jueves que se marche: “Haz lo correcto y vete ahora”.
Un diputado le dijo al diario The Times que Johnson prefería un final dramático para su mandato: “Piensa en términos clásicos. Para él, no hay mayor honor en una dimisión que el hecho de que te maten. Si vas a morir, muere luchando”.
Acumulación de escándalos
Johnson llegó al poder en julio de 2019, cuando era ministro de Exteriores, después de que el partido forzara la caída de Theresa May, en medio de las negociaciones del Brexit, y ganó las elecciones generales en diciembre de ese año. Su mandato ha estado marcado por las turbulentas charlas para la salida oficial del Reino Unido de la UE -cuyos detalles ha intentado cuestionar en los últimos meses en un nuevo enfrentamiento con Bruselas- y por la pandemia del coronavirus, por el que él mismo fue hospitalizado en marzo de 2020. También por varios escándalos relacionados con la falta de transparencia sobre qué sabía y qué no el primer ministro.
La última controversia que ha desencadenado esta crisis para Johnson se debe a su gestión de las denuncias por el comportamiento de Pincher, que dimitió como encargado de la disciplina de la formación conservadora tras la revelación de que había manoseado sin su consentimiento a dos hombres en un club privado de Londres (el diputado sólo dijo que había “bebido demasiado” y que se había “puesto en ridículo”).
El primer ministro reconoció, tras haberlo negado en principio, que sí sabía que Pincher había sido investigado en el pasado por comportamientos inapropiados en el entorno laboral. Johnson admitió que fue “un error” nombrar a Pincher para el cargo el pasado febrero y pidió “perdón”. “No hay lugar en este Gobierno para nadie que tengan un comportamiento depredador o abuse de su posición de poder”, dijo en una entrevista el martes poco antes de los anuncios de dimisión de sus ministros.
Este escándalo se une a los malos resultados de los conservadores en las dos últimas elecciones locales especiales y a las celebraciones en Downing Street que rompieron las estrictas reglas del confinamiento por la pandemia que estuvieron en vigor en Reino Unido la mayor parte de 2020 y 2021.
“Ya basta”, le dijo Javid a Johnson en la sesión de control del Parlamento el miércoles. “Mi conclusión es que el problema empieza en el líder, y creo que no va a cambiar. Y esto significa que depende de nosotros, los que tenemos una responsabilidad de hacer ese cambio”.
El 6 de junio, Johnson superó la votación que convocó el Partido Conservador para cuestionar su liderazgo tras el informe independiente que documentaba la falta de cumplimiento de las reglas sanitarias para el control de la pandemia por parte de varios miembros del Gobierno, incluidas celebraciones en Downing Street en 2020 y 2021. Según las normas actuales del partido, no se puede someter a otro voto interno al líder conservador hasta dentro de un año, a no ser que se cambien las reglas, cosa que los tories esperan hacer la semana próxima, cuando nuevos diputados asuman el control del comité encargado.
¿Y ahora qué?
Si Johnson dimite o es destituido, corresponde al Partido Conservador escoger al sustituto de Johnson hasta las próximas elecciones generales, previstas en principio para 2024. La última vez que los tories destituyeron a su premier, en el caso de May, el proceso tardó unas seis semanas.
Otra posibilidad sería convocar elecciones anticipadas, aunque para ello sería necesario el acuerdo de los dos grandes partidos en el Parlamento, el conservador y el laborista. Johnson podría tratar de acudir a la reina y pedir la convocatoria de elecciones. Pero ya que sería algo tan excepcional hacerlo en contra de la voluntad de sus propios diputados, en ese caso, es posible que Isabel II desoyera la petición del primer ministro y nombrara a otro conservador siguiendo las indicaciones del partido.