Los países fueron tomando decisiones en la medida en que se lo pedían sus cifras de contagios y fallecidos; o en función de las declaraciones de la OMS; o por lo que pedía la oposición. O, simplemente, por lo que veían a su alrededor. Pero, lo cierto, es que los 27 miembros de la UE reaccionaron al coronavirus en clave nacional, sin coordinación entre ellos; hasta el punto de cerrar las fronteras con sus vecinos casi sin avisar.
Si bien la primera reacción de los 27 fue descoordinada, la Comisión Europea intenta que ahora sí haya coordinación: un plan para la desescalada, unas directrices, una guía, un criterio, que este miércoles han presentado la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
Por eso, ha redactado una Comunicación al Parlamento Europeo, al Consejo Europeo y al Banco Central Europeo sobre una senda común para levantar las medidas de contención de COVID-19.
El siguiente paso será el plan de recuperación, que discutirán de nuevo los jefes de Gobierno de la UE en el Consejo Europeo del próximo 23 de abril. El fondo, según Von der Leyen, será de “billones de euros”, pero no ha dicho ni cuántos millones ni cómo se financiará. Eso sí, ha mostrado su inclinación a que cuelgue del Marco Financiero Plurianual, el presupuesto de la UE para 2021-2027, que se encuentra atascado, en lugar de otras vías de mutualización o emisión de deuda, que es la vía por la que apuestan países como España, Francia e Italia frente a Alemania, Holanda, Austria y Finlandia.
“Europa necesita un nuevo Plan Marshall”, ha dicho Von der Leyen, “necesitaremos grandes inversiones públicas y privadas para reconstruir la economía y crear nuevos empleos. La clave para esto es un nuevo y poderoso presupuesto de la UE [el MFF 2021-2027]”.
eldiario.es tuvo acceso a un borrador de la Comunicación que se ha presentado este miércoles. En ella, Bruselas reconoce que las “medidas restrictivas son necesarias para frenar la propagación del virus y ya han salvado decenas de miles de vidas”. Al tiempo, la Comisión afirma que “estas medidas tienen un coste: enormes conmociones en la economía, han afectado gravemente el funcionamiento del Mercado Único; y un fuerte impacto social”.
“A pesar de las medidas adoptadas”, reconoce Bruselas, “el impacto económico y social será severo”.
La Comisión Europea también asume que “el regreso a la normalidad será muy largo”, si bien “está claro que las medidas extraordinarias de confinamiento no pueden durar indefinidamente”. Y, al tiempo, reconoce que “el virus continúa circulando y que cualquier nivel de relajación gradual del confinamiento conducirá inevitablemente a un aumento correspondiente en nuevos casos. Tendremos que vivir con el virus hasta que se encuentre una vacuna o tratamiento”.
Para relajar las medidas de confinamiento, Bruselas propone considerar tres criterios principales.
El primero, epidemiológico, que muestre que la propagación de la enfermedad ha disminuido significativamente durante un período prolongado de tiempo. Esto puede indicarse, por ejemplo, mediante una reducción sostenida en el número de nuevas infecciones y hospitalizaciones. El segundo, la capacidad del sistema de salud, en términos de tasa de ocupación en las unidades de cuidados intensivos, por ejemplo. Y, el tercero, en la capacidad de monitorización, incluida la capacidad de tests a gran escala para detectar la propagación del virus, combinada con el rastreo de contactos y la capacidad de cuarentenas en caso de reaparición y propagación de infecciones.
Así, la Comisión Europea entiende que “tres principios básicos deben guiar” su tarea: “La decisión de poner fin a las medidas restrictivas implica equilibrar los beneficios de salud pública con otros impactos sociales y económicos. Al mismo tiempo, la protección de la salud pública a corto y largo plazo debería seguir siendo el objetivo final de las decisiones de los Estados miembros”.
“La acción debe coordinarse entre los Estados miembros”, insiste Bruselas: “La falta de coordinación en el levantamiento de las medidas restrictivas corre el riesgo de tener efectos negativos para todos y probablemente dará lugar a fricciones políticas entre los Estados miembros. Si bien no hay un enfoque único para todos, como mínimo los Estados miembros deben notificarse entre sí y a la Comisión Europea antes de levantar las medidas, y tener en cuenta sus consideraciones”.
“El respeto y la solidaridad entre los Estados miembros sigue siendo esencial”, continúa el Ejecutivo comunitario: “Un factor clave de éxito en esta fase es aprovechar las fortalezas de nuestros vecinos. No todos los sistemas de salud están bajo la misma presión, hay una gran cantidad de conocimiento que se comparte entre profesionales y Estados miembros y la asistencia mutua en tiempos de crisis es clave. En las últimas semanas, se han presenciado ejemplos de solidaridad entre los Estados miembros”.
Bruselas entiende que el relajamiento de las medidas restrictivas “debe ser gradual”. Así, “se deben levantar en diferentes pasos y se debe dejar suficiente tiempo entre los pasos (por ejemplo, un mes), ya que su efecto solo se puede medir con el tiempo”.
“Las medidas generales deberían reemplazarse progresivamente por otras específicas”, lo cual permitiría “volver gradualmente a la normalidad, mientras se continúa protegiendo a la población de la UE del virus”.
Así, los grupos “más vulnerables deberían estar protegidos más tiempo”, como los de más edad, y las personas “diagnosticadas o con síntomas, deberían permanecer en cuarentena”.
Bruselas, también alerta de que “las medidas de emergencia con poderes excepcionales adoptadas por los gobiernos deberían irse sustituyendo gradualmente”. Del mismo modo, “el levantamiento de las medidas debería empezar con las que tengan impacto local para ir extendiéndose gradualmente”.
La Comisión Europea también llama la atención sobre una de sus mayores preocupaciones, y que es intrínseca a la UE: la libertad de movimientos en el espacio interior: “Es necesaria la apertura gradual de nuestras fronteras internas, de forma coordinada. Las exteriores irían en un segundo paso, en función de la expansión de la pandemia”.
“El reinicio de la actividad económica debe ser gradual”, dice la Comisión Europea, “pero no toda la población debe regresar al lugar de trabajo al mismo tiempo, empezando con sectores menos amenazados y esenciales. para facilitar la actividad económica (p. ej. transporte). El distanciamiento social debería permanecer y se debería seguir fomentando el teletrabajo”.
Bruselas asume que “las reuniones de personas deberían permitirse progresivamente. Los Estados miembros deben centrarse en las especificidades de las diferentes categorías de actividad, como: escuelas y universidades; actividad comercial (minorista) con posible progresividad (por ejemplo, número máximo de personas permitidas ...); medidas de actividad social (restaurantes, cafeterías ...), con posible gradación (horario restringido, número máximo de personas permitidas ...); y reuniones masivas (por ejemplo, festivales)”.