La tarde del lunes, abriéndose paso entre el ruido ensordecedor de la Panamericana norte, un enjambre de periscopes transmitiendo en vivo y una unidad de antimotines preparada para irrumpir a golpes en cuanto recibiera la orden, una pareja cogida de la mano enfrentó su miedo, miró hacia delante sin titubear y avanzó hasta la puerta de los juzgados centrales de Managua. En apenas unos metros, rodeados de la docena de periodistas independientes que siguen trabajando en la capital de Nicaragua, su entereza los transformó en espejo.
Con palabras firmes y voz templada, transmitiendo un ejemplo de compromiso con el país y el estado de derecho, le rebotaron al régimen del Comandante Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, una imagen distorsionada y grotesca. La de una revolución sandinista convertida en remedo mediocre de la dictadura a la que derrocó. En reino de la arbitrariedad de una familia que pisotea las mismas leyes de las que dota a un país convertido ya en su finca.
Carlos Fernando Chamorro y Desirée Elizondo presentaron un recurso de amparo ante la justicia nicaragüense para saber, al menos, de qué se los acusa, qué supuesto delito han cometido y por qué la policía ha allanado, saqueado, confiscado y ocupado desde hace días el edificio de su propiedad en el que se encuentran las redacciones del diario Confidencial y el programa de televisión Esta Semana. Pese al cierre de facto de ambos medios, los dos siguen publicando y emitiendo desde un estudio de televisión prestado y desde una redacción en una localización secreta.
“El amparo es un derecho constitucional para reclamar por el derecho a la libertad de prensa y de expresión que están siendo aplastados al ocupar la policía la redacción”, explicó Carlos Fernando Chamorro ante la atenta mirada de periodistas y policías, levantando como podía la voz y adaptándola a la brutalidad del tránsito de camiones que lo aturdía.
“Solicitamos que se admita el amparo y se ordene la suspensión del acto, la incautación y ocupación de la redacción y se devuelvan los bienes incautados porque los derechos constitucionales en Nicaragua no han sido suspendidos por ningún estado de emergencia, siguen en vigor y deben ser respetados”, añadió Chamorro que fue, también, escéptico. “Este poder judicial no ha mostrado autonomía ni independencia”.
Las horas previas a la presentación del recurso de amparo en defensa de Confidencial y Esta Semana, estuvieron contaminadas por el laberinto de rumores propios de una ciudad controlada por una policía desbocada y de comportamiento insondable y errático –aunque no por ello menos represiva– que actúa en coordinación con bandas de civiles motorizados al servicio del gobierno. Los periodistas que cubrieron el acto caminaron en grupo ante los civiles que los monitoreaban y la propia policía, que no cesaba de fotografiarlos. Se retiraron todos juntos una vez Chamorro abandonó el lugar.
El propio Chamorro no negó el miedo que flota en el ambiente. Cuando se le preguntó si esperaba ser detenido en algún momento respondió que “todos los nicaragüenses estamos expuestos a que se nos fabriquen cargos por leyes que ellos [el gobierno] han fabricado para eso” y se refirió en concreto a “la ley de terrorismo, que están utilizando para encerrar a 565 presos políticos. Dentro de los planes del régimen podría haber muchos más, entre ellos un servidor y todos los que estamos aquí. Todos estamos expuestos a ser detenidos y convertirnos en presos políticos”.
Chamorro, que calificó la situación a la que la policía lo somete como un “asedio”, apeló, no obstante, al ejemplo de la historia. “Yo vengo aquí blindado por la moral de mis padres, de Pedro Joaquín Chamorro (director del diario La Prensa, asesinado por la Dictadura Somocista en 1978) y Violeta Chamorro (presidenta de Nicaragua entre 1990 y 1997). ”Cuando le preguntaron a mi padre si tenía miedo respondió lo que todos los nicaragüenses debemos responder hoy“, continuó Chamorro. ”Sí, tengo miedo, pero cada quien es dueño de su propio miedo. Tenemos que aprender a administrar el miedo y a vencerlo y demostrar que las ideas no se pueden matar y no se pueden matar matando periodistas“.
También llamó a no cejar en el empeño. “Fuimos asaltados y hemos seguido haciendo periodismo independiente y denunciando que este es un ataque triple: a la libertad de prensa y expresión y a la libre empresa. Llamamos al pueblo de Nicaragua a que no se autocensure”. En relación con su propio diario que, pese a estar confiscado sigue publicando desde un lugar no identificado, concluyó explicando que lo estaban reorganizando y que “el lugar físico no es lo más importante porque Confidencial está en el alma y las convicciones de cada uno de nuestros periodistas”.