Dosis a un 20% de la población, 50.000 pinchazos al día: así ha conseguido Israel su esprint en la vacunación

Poco más de tres semanas después de lanzar su campaña de vacunación contra la COVID-19, Israel ha administrado ya casi dos millones de dosis, lo que equivale a alrededor del 22% de su población. Las cifras colocan al país muy por delante del resto del mundo, con la campaña de inmunización más veloz a nivel global.

Emiratos Árabes Unidos, que ocupa el segundo lugar en dosis por persona, ha pinchado hasta ahora a cerca del 14% de sus ciudadanos. En Estados Unidos, esta tasa es de menos del 3%, mientras en Italia y España o Alemania ronda el 1%, según los datos recopilados por la web especializada en datos Our World in Data.

Los datos se ensanchan si se coloca la lupa sobre las personas más vulnerables al virus. Hasta ahora, Israel ha dado prioridad a las personas mayores de 60 años, los trabajadores de primera línea (como sanitarios o policías) y personas con afecciones médicas, seguidas de las personas mayores de 55 años con enfermedades subyacentes. Más de un millón de personas de 60 años o más, o más del 70% de la población de ese grupo, se han puesto la vacuna, según las estadísticas oficiales.

Ya ha comenzado, además, la administración de la segunda dosis de Pfizer-BioNTech y el Ministerio de Sanidad ha anunciado una nueva expansión del programa de inmunización: a partir de este miércoles, los israelíes de 50 años en adelante podrán recibir la vacuna. De acuerdo con datos recogidos por el diario The Times of Israel, más de 295.000 personas entre 50 y 59 años, o el 35% de la población en ese grupo de edad, ya habían sido vacunadas hasta la mañana de este martes. 

El rimo actual es de unos 50.000 pinchazos más cada 24 horas de media (a principios de enero fue superior a 120.000). El plan del Gobierno es que, a finales de marzo, estén vacunados 5,2 millones de ciudadanos. El esprint de Israel, un país seriamente golpeado por la pandemia, y su ventaja frente al resto del mundo al evitar cuellos de botella han asombrado a los expertos. Ahora, Israel se ha convertido en una suerte de modelo que puede proporcionar datos para conocer la eficacia de la vacuna a escala masiva. Estudios preliminares apuntan a una caída de la posibilidad de infectarse con coronavirus de entre el 33 y 60% 14 días después de la primera de las dos inyecciones.

Numerosas voces tratan de dar respuesta a los principales interrogantes y extraer lecciones sobre cómo se ha convertido en el líder mundial en vacunación. El progreso hasta ahora se atribuye a una combinación de factores que van desde la solidez de la cobertura sanitaria hasta las propias dimensiones políticas del despliegue.

Un país pequeño y con un sistema de salud robusto

Parte de la respuesta tiene que ver con la posición aventajada del país, pequeño tanto en geografía como en población. Sus cerca de nueve millones de ciudadanos se distribuyen en casi 21.000 kilómetros cuadrados (sin incluir los territorios ocupados, en los que no ha comenzado la vacunación), lo que facilita el trabajo. En la práctica, cualquier ciudad o pueblo está como máximo a cuatro horas en coche desde la principal instalación de almacenamiento cerca de Tel Aviv.

Las dimensiones del país son una razón importante, pero no la única para explicar la rapidez de la vacunación israelí. Se considera que también ha ayudado su sistema sanitario sólido y altamente digitalizado. En Israel, todos los ciudadanos están obligados a registrarse en uno de los cuatro proveedores de servicios de salud (llamados HMO), cuyas clínicas y hospitales están repartidos por todo el país. Son supervisados y parcialmente subvencionados por el Estado.

Para mantener bajos los costos, las cuatro organizaciones de seguro médico han invertido mucho en digitalización y medicina preventiva, por lo que están bien adaptadas para administrar la vacuna de manera rápida y eficiente, explica el diario Haaretz. Israel cuenta con infraestructuras de datos digitales, en la que se almacenan de manera centralizada registros de todos los pacientes con su información médica desde el nacimiento. “Por lo tanto, es fácil tanto identificar la población objetivo correcta como lograr un 'acercamiento' basado en los datos porque esto es algo que se hace como nuestra rutina de atención diaria”, dice a Reuters el director de innovación del mayor proveedor sanitario, Clalit, Ran Balicer.

Otra de las razones que se mencionan para explicar el esprint israelí es una fuerte campaña de concienciación pública sobre la eficacia y seguridad de la vacuna para hacer frente a la desinformación.

Las técnicas de distribución y logística

Como en muchos otros países, el envío de las dosis a distintos puntos del territorio fue uno de los principales obstáculos de la campaña de inmunización. Las vacunas se distribuían en cajas de unas 1.000 dosis cada una, lo que en algunos casos acabó causando el desperdicio de una parte no utilizada, según las autoridades.

La solución fue empaquetar las dosis en contenedores más pequeños en las que caben menores cantidades dosis, lo que permitió su distribución a sitios más remotos. La técnica, dicen las autoridades, recibió el visto bueno de Pfizer. Las dosis son gestionadas por una empresa de logística en una instalación cerca del aeropuerto principal de Israel que cuenta con congeladores grandes a -70º C.

Las dosis se empaquetan en cajas más pequeñas y se distribuyen a cientos de centros de vacunación. Las vacunas se administran en clínicas e instalaciones especiales. Se han habilitado complejos enormes de carpas en plazas. En la ciudad costera de Haifa, la población se puede vacunar sin bajarse del coche.

“Sal. No pongas una central enorme en medio de tu capital y esperes a que la gente venga. Trata de llevarla a, si no a sus casas, al menos a sus áreas, a los barrios, a sus pueblos”, dijo este lunes el ministro de Sanidad, Yuli Edelstein, en una entrevista en Sky News. “La gente a veces tiene dificultades para llegar, especialmente cuando hablamos de ancianos. Es casi una entrega a domicilio, estoy exagerando, pero se acerca”. Las HMO aseguran que la dedicación de sus trabajadores es “total”, y explican que han sacado al personal sanitario de las clínicas para distribuirlo en los centros de vacunación.

El país parece estar dando, en algunas ocasiones, prioridad a que las dosis sobrantes de vacunas descongeladas no se desperdicien. Los medios locales recogen testimonios que aseguran que cualquier que esté cerca de un centro de vacunación al final del día, es probable que pueda recibir una inyección, aunque sea una persona joven, sano y no trabaje en primera línea. “Todas las noches durante las últimas semanas, los jóvenes israelíes han hecho cola en los centros de vacunación con la esperanza de conseguir una dosis sobrante. En muchos casos han tenido éxito. Su justificación moral es que las dosis, que solo pueden administrarse en un breve intervalo después de sacarlas de la refrigeración bajo cero, deberían desecharse si no se usaran”, dice el columnista de Haaretz Anshel Pfeffer. “Pero, ¿por qué no se han hecho más esfuerzos para llevarlas a las personas que más necesitan la vacuna?”.

Los acuerdos para asegurarse dosis y la reelección de Netanyahu

Israel se aseguró el suministro de la vacuna Pfizer desde el principio y en grandes cantidades. En declaraciones a el New York Times, Edelstein explicó que el país fue “madrugador” cuando comenzó negociaciones con los fabricantes y que las compañías estaban interesadas en suministrar vacunas a Israel por la reputación de su sistema de salud.

Las autoridades no han dicho públicamente cuánto han costado las dosis, alegando que los acuerdos son confidenciales. Pero durante las últimas semanas, varias informaciones han apuntado que Israel ha pagado más que otros países. Según fuentes citadas por Reuters hace una semana, el Gobierno de Benjamin Netanyahu estaba “pagando alrededor de 30 dólares por dosis, o alrededor del doble del precio en el extranjero”. Pfizer se ha limitado a responder que usa “una fórmula de precios escalonada basada en el volumen y las fechas de entrega”. El Ejecutivo dice que reabrir la economía israelí justifica cualquier coste más elevado.

Aunque sigue avanzando, el proceso de vacunación se ralentizó en cierta medida la semana pasada por falta de suministros. Los medios locales han informado de acuerdos con Pfizer y Moderna para adquirir varios millones de dosis más para principios de 2021, algo crucial si se quiere que el despliegue mantenga el ritmo.

Es aquí donde entra en juego la figura de Netanyahu, que promocionó el nuevo pacto con Pfizer y dijo que se había asegurado un compromiso de la compañía farmacéutica para adelantar las entregas a cambio de que Israel proporcionara “datos estadísticos” sobre la efectividad de la vacuna, lo que convierte al país en un caso modelo para comprobar cómo funciona la inmunización a escala masiva. El anuncio no tardó en desatar la polémica. Los expertos en derecho a la privacidad han reclamado transparencia al Gobierno sobre el acuerdo. La directora interina de salud pública del Ministerio de Sanidad ha dicho que la empresa solo recibirá información que se comparta públicamente.

“El acuerdo que he hecho con Pfizer nos permitirá vacunar a todos los ciudadanos de Israel mayores de 16 años a finales de marzo y quizás incluso antes”, dijo Netanyahu, quien ha prometido que Israel será “el primer país del mundo en salir del coronavirus”.

Precisamente a finales de marzo, Netanyahu se juega su futuro político en unas elecciones generales –las cuartas en dos años–, por lo que muchos analistas enmarcan la veloz campaña de vacunación israelí en su campaña electoral.

El primer ministro, que está siendo juzgado por corrupción, ha convertido el programa de vacunación en su logro personal. Se ha jactado en repetidas ocasiones de ser el principal responsable de la llegada de la vacuna a Israel y el pasado 19 de diciembre protagonizó una mediática ceremonia en directo en la que se convirtió en la primera persona inoculada del país.

También ha mencionado reiteradamente sus estrechas relaciones con los directores de Pfizer y Moderna, que envió el primer cargamento de dosis la semana pasada. Sobre el último acuerdo con Pfizer, Netanyahu ha dicho que lo logró tras 17 llamadas telefónicas con el director ejecutivo de la compañía estadounidense, Albert Bourla.

Muchos israelíes se han sentido decepcionados con la respuesta del Gobierno a la pandemia hasta ahora. En estos momentos, mientras avanza rápidamente con la vacunación, el país se encuentra inmerso en un nuevo rebrote de la pandemia que no se ha conseguido frenar y llevó el viernes pasado a un nuevo endurecimiento de restricciones vigentes.

La curva de casos diarios está disparada de nuevo y registra en estos momentos máximos que no se veían desde hace tres meses, agravando la presión sobre el sistema sanitario. En estos momentos, Israel es el quinto país del mundo con mayor incidencia de casos en los últimos 14 días por cada 100.000 habitantes, 1.128, según datos de la Universidad Johns Hopkins analizados por elDiario.es. Solo le superan Republica Checa, Irlanda, Eslovenia y Reino Unido.

Sobre la mesa del Gobierno está la idea de otorgar un “pasaporte verde”, un documento que permitiría a las personas vacunadas ir a eventos culturales y deportivos, o comer en restaurantes. El ministerio de Sanidad ha dicho que la propuesta busca fomentar la vacunación y permitir la reapertura de sectores de la economía cerrados por las restricciones, según informa The Times of Israel.

Sin embargo, la idea ha sido recibida con escepticismo, pues no se sabe con certeza si las personas vacunadas aún pueden propagar el virus y poner a otras en riesgo. Tampoco se conoce hasta qué punto las vacunas previenen no solo la enfermedad, sino también la transmisión asintomática, y cuánto tiempo dura la inmunidad adquirida por la vacuna.

Los palestinos, a la espera

El país está recibiendo elogios por su liderazgo en la carrera mundial de vacunación, pero también críticas por no ofrecer vacunas a millones de palestinos que viven bajo su ocupación, con muchas voces que exigen responsabilidad a Israel como potencia ocupante. En Gaza y Cisjordania, la población palestina sigue a la espera de las vacunas, que no llegarán hasta, como mínimo, febrero. Los palestinos que viven en Jerusalén Este sí tienen acceso a la vacuna. 

“Israel todavía tiene claras obligaciones legales con el bienestar de la población palestina bajo su ocupación ilegal”, ha dicho el Ministerio de Exteriores palestino en un comunicado. “Tales obligaciones están claramente establecidas en el derecho internacional, incluido el derecho internacional humanitario y de derechos humanos”.

Israel dice que la Autoridad Palestina con sede en Cisjordania, que tiene un autogobierno limitado y tiene su propio sistema sanitario, y Hamas, que gobierna en Gaza, son responsables de sus poblaciones. El ministro de Sanidad asegura que a Israel le interesaba asegurarse de que la población palestina también estuviera vacunada y que estaba dispuesto a discutir la posibilidad de transferir cualquier vacuna sobrante una vez Israel satisfaga su propia demanda. 

Varias ONG locales e internacionales también han criticado que Israel no haya dado apoyo activo a los palestinos en la inmunización. “Israel está obligado a proteger la salud y la seguridad de todas las personas que viven bajo su control”, ha criticado la ONG israelí Gisha.

“53 años de ocupación, incluido el control directo y continuo de Israel (...) han socavado gravemente la capacidad de las autoridades palestinas para Gaza y Cisjordania asuman plena responsabilidad en salud tal como se define en los Acuerdos de Oslo”. Gisha dice que la ANP lidera su propia respuesta sanitaria y se coordina con organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero “esto no reduce ni reemplaza las obligaciones legales y morales de Israel”.

En los últimos días, la Autoridad Nacional Palestina ha asegurado tener un acuerdo con AstraZeneca para un envío de dosis que llegarían en febrero o marzo. Este lunes cerró un acuerdo para obtener la vacuna rusa Sputnik V el mes que viene y aprobó su uso de emergencia. Las autoridades palestinas también han recurrido a la OMS, que trabaja para tratar de asegurar el reparto equitativo a través del mecanismo COVAX.

La OMS ha alertado en reiteradas ocasiones contra el llamado “nacionalismo de vacunas”. Hasta semana la pasada, de los 42 países que están administrando vacunas seguras y eficaces contra la COVID-19, 36 son economías de ingresos altos y seis de ingresos medios. Es decir, los países pobres aún no están recibiendo las vacunas mientras los países ricos han comprado la mayoría de las existencias.