El locutor y agitador ultra Alex Jones, fundador del podcast Infowars, se ha declarado en bancarrota apenas dos meses después de ser condenado a pagar cerca de 1.000 millones de dólares a las víctimas del tiroteo en la escuela de Sandy Hook en Newtown (Connecticut, EEUU), ocurrido en 2012. La sentencia responsabilizó tanto a Jones como a la empresa matriz de su podcast por difundir los bulos sobre la matanza.
La compañía que financia Infowars, Free Speech Systems, ya se había declarado en bancarrota el pasado mes de julio. Ahora Jones alega que ni la empresa ni él, con su fortuna personal, pueden asumir las deudas. Esto supone que las familias de los 20 niños y seis profesores asesinados deberán esperar aún más para recibir su indemnización.
El locutor ha comunicado a la justicia que estima el valor de sus activos entre uno y diez millones de dólares frente a deudas de entre 1.000 y 10.000 millones de dólares. En total, Jones ha sido condenado a abonar más de 1.400 millones de dólares a las familias de las víctimas, que fueron acosados durante años por los seguidores de Jones, que se inspiraron en las teorías de la conspiración que él difundió desde su podcast.
En otro caso aparte, Jones también había sido condenado a pagar casi 50 millones de dólares a los padres de una de las víctimas, Jesse Lewis. A pesar de los intentos de los abogados por reducir la cantidad, una jueza de Texas decidió a finales de noviembre que deberá abonar la cantidad completa.
Jones afirmó desde hace diez años que el tiroteo de Sandy Hook fue un montaje en el que habían participado actores y con el que el gobierno de EEUU intentaba lograr un cambio de legislación para retirar las armas a los ciudadanos.
Durante el juicio, y a pesar de que se negó a colaborar con la investigación, el locutor llegó a reconocer que el tiroteo había tenido lugar, pero alegó que fueron los medios tradicionales los que no le permitieron retirar sus afirmaciones.
El responsable del tiroteo fue un joven de 20 años, Adam Landa, que asesinó a su madre mientras dormía antes de dirigirse a la escuela de su infancia, donde mató a 20 niños y seis trabajadores antes de suicidarse. La masacre sacudió a la sociedad estadounidense e inspiró un nuevo movimiento ciudadano para la regulación de las armas que, sin embargo, no ha logrado importantes avances desde entonces.