Así copian PP y VOX a la derecha estadounidense

Se supone que Picasso dijo que “los buenos artistas copian y los genios directamente roban”. Así que podemos decir que en la derecha actual española hay unos cuantos buenos artistas y algún que otro genio, porque esta oleada de discursos nacionalistas que vivimos tiene poco de original. Es como si hubieran viajado al Washington de hace 20 años en un Delorean y regresado con un montón de ideas “nuevas”.

Eslóganes copiados

Sin ir más lejos, el PP ha presentado hace unos días su “Contrato con España”, cuyo título es una traducción literal del “Contrato con América” de los republicanos en 1994. Como casi siempre, la copia es peor que el original: los conservadores de EEUU proponían entonces ocho medidas concretas para que los ciudadanos les devolvieran la mayoría en el Congreso, mientras que el contrato de Casado tiene promesas tan vagas como “revolución fiscal” o “más y mejor seguridad”.

A rebufo del PP, también VOX ha presentado otro “Contrato con España”, pero sin duda su plagio más célebre de un eslogan estadounidense es el de “Hacer a España grande otra vez”. El remedo que hace Abascal del lema de Trump es un intento claro de subirse al carro del ultra más famoso del planeta. La única diferencia es que mientras que al presidente de EEUU le preguntan habitualmente a qué época en concreto quiere volver, en el caso de Abascal no parece haber mucha duda.

Albert Rivera es también un declarado admirador de la política estadounidense y cita entre sus ídolos a presidentes como Lincoln (que fue a la guerra contra los secesionistas) o Kennedy (que mandó al ejército a hacer cumplir las órdenes de Tribunal Constitucional). En la sede de su partido tiene una pared adornada con la frase más célebre de este último, pero de momento sus plagios son menos evidentes.

La guerra contra la Semana Santa

El PP anda aterrorizado con los numerosos ataques que sufre la Semana Santa (?), pero aunque parece algo tan español, es exactamente el mismo pánico falso que consume a EEUU cada año con la supuesta “guerra contra la Navidad”. La cosa empezó a mediados de los 2000 cuando FOX News decidió que los cárteles que decían “felices fiestas” en vez de “feliz navidad” eran una amenaza contra la civilización y una persecución a los cristianos, una “minoría oprimida” que representa el 70% de la población. Ahora Trump se felicita porque gracias a él “volvemos a decir Feliz Navidad”.

Puede sonar algo exagerado lo de los estadounidenses, pero hay que recordar que este año la campaña de las generales coincide con la Semana Santa y Pablo Casado ya ha denunciado que es un plan malévolo para que los nazarenos no voten al PP y su número 2 asegura que se cancelarán mítines para que se pueda seguir celebrando la muerte de Cristo “como Dios manda”. VOX, por su parte, ha exigido el cese de una consejera andaluza que criticó las procesiones en 2013. Abascal dijo: “¡basta de insultar nuestra identidad y nuestras tradiciones!”.

Más allá de las fiestas de guardar, VOX se ha apuntado con fervor a defender lo que los conservadores estadounidenses llaman “valores judeocristianos”. La ultraderecha española siempre ha sido antisemita, pero la islamofobia del partido de Abascal les lleva a alabar a Israel con la misma vehemencia de un congresista republicano de Oklahoma. Y del mismo modo que Trump quería impedir la entrada de musulmanes a EEUU, VOX llevaba en su programa andaluz la “supresión de subvenciones a asociaciones islámicas” por el simple hecho de ser islámicas. De las católicas, evangélicas o budistas no decía nada.

El excepcionalismo

Cuando uno escucha al nuevo PP hablar de la historia de España, también es fácil percibir la influencia de la derecha estadounidense. Si al otro lado del Atlántico se les llena la boca con el “excepcionalismo americano”, Pablo Casado no se queda corto con eso de que “la Hispanidad es la etapa más brillante del hombre junto al imperio romano”. Si Ronald Reagan definía a su país como “un faro cuya luz guía a todos los que aman la libertad en cualquier lugar”, Santiago Abascal se emociona con Don Pelayo y la Reconquista y dice que “permanece el orgullo imborrable por una gesta de siete siglos y permanece la determinación de no someternos al islam”.

Esta visión edulcorada de la propia historia hace que muchos conservadores estadounidenses minimicen las matanzas de nativos americanos y que Casado haya dicho que “los españoles no colonizábamos, hacíamos una España más grande”. Y es esa misma monopolización del patriotismo la que hace que Trump pueda acusar a los demócratas de ser “antiamericanos” como Casado acusa a Sánchez diariamente de ser “un traidor” o “vender a España”.

La polarización, la deshumanización del rival político y lo que se ha dado en llamar “las guerras culturales” han hecho muchísimo daño a Estados Unidos, del que hay otras muchas cosas que copiar.