Una oleada de huelgas en servicios básicos ha sacudido Reino Unido de norte a sur en lo que ha sido apodado como “el verano del descontento”. La crisis del coste de vida, con una inflación del 10,1% en julio –la cifra más alta en 40 años– ha sido uno de los principales motivos que ha sacado a los trabajadores a las calles: estibadores, abogados, servicio postal, limpieza, ferrocarril, autobús, metro y telecomunicaciones. Las previsiones tampoco parecen mejorar para los próximos meses y algunos expertos prevén que el país supere el 18% de inflación a principios de 2023.
Otros sectores votarán a partir de septiembre si deciden convocar huelgas exigiendo subidas salariales acordes con la inflación. Los enfermeros, por ejemplo, decidirán en las próximas semanas si convocan la primera huelga de la historia a nivel nacional. También hay múltiples sindicatos que han amenazado con parones si no mejoran las condiciones laborales, entre ellos, de profesores e incluso bomberos. A los bomberos se les ha ofrecido un aumento del 2%. “La última propuesta insultante viene después de 12 años de reducciones salariales”, declaró a finales de junio el secretario general del sindicato Fire Brigades Union. “Ahora los bomberos comenzarán a debatir las reacciones, incluidas huelgas”.
El sucesor de Boris Johnson, que se decidirá definitivamente el 5 de septiembre, no lo tendrá fácil. Los dos candidatos, los conservadores Liz Truss y Rishi Sunak, se han mostrado a favor de limitar el derecho a huelga e incluso prohibirlo en algunos sectores. El elegido se tendrá que enfrentar a la peor relación con los sindicatos desde los años 70, según informa Bloomberg.
Cuando la moderadora del debate en la BBC preguntó a los dos candidatos si “prohibirían el derecho a huelga en los servicios públicos esenciales”, la respuesta de ambos fue clara y contundente: sí.
Por un lado, Sunak dijo que era una promesa del programa electoral, y que era su deber cumplirla. Mientras, Truss simplemente contestó con un “lo haré”. Días después, la candidata favorita para sustituir a Johnson prometió mantener “una línea dura respecto a la unión sindical”, y tachó las huelgas como un acto “irresponsable” frente a la crisis económica global que atraviesa el país. En otras ocasiones, Truss también habló de la necesidad de “una acción dura y decisiva para limitar la capacidad de los sindicatos para paralizar nuestra economía”.
“La clase trabajadora ha vuelto”
Tras las declaraciones de Truss, Frances O'Grady, secretaria general del Congreso de Sindicatos, declaró que “amenazar el derecho de huelga significa que los trabajadores pierden el poder de negociar mejores salarios y condiciones”, y añadió que “en lugar de disparar al azar contra los trabajadores y sus sindicatos, los candidatos deberían idear planes para que los salarios vuelvan a aumentar. Así es como se lidia con la emergencia del coste de vida”.
“Nuestro mensaje debe ser este: la clase trabajadora ha vuelto”, afirmó Mick Lynch, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Ferroviarios, Marítimos y del Transporte (RMT), en una entrevista con The Guardian. “Nos negamos a ser dóciles, nos negamos a ser humillados, nos negamos a esperar a los políticos y legisladores y nos negamos a seguir siendo pobres”.
El Reino Unido puede estar a las puertas de un movimiento parecido al 'invierno del descontento' de 1978. “Definitivamente va a haberlo”, dice a elDiario.es Robert Morton, delegado nacional de puertos del sindicato Unite. “Tenemos muchas crisis que solucionar: el encarecimiento de la vida, el precio de de la luz,… Mientras, todos nuestros ministros están de vacaciones, el descontento es real”.
“Algunos están recibiendo millones en bonus mientras otros no pueden pagar la electricidad, el gas y la comida”. “Estamos perdiendo nuestros salarios, pero es para encontrar una solución a largo plazo a nuestros problemas. Es un punto de inflexión en el que los trabajadores están buscando un cambio”, dijo Lynch.
Estibadores y ferrocarriles
El pasado domingo comenzó una huelga de trabajadores en el puerto inglés de Felixstowe, el más grande de Reino Unido y donde se canaliza casi la mitad del tráfico de contenedores del país. La huelga, secundada por los estibadores y en la que participan más de 2000 personas, se alargará hasta el lunes 29 de agosto. Por el momento, se ha paralizado toda la actividad del puerto del condado de Suffolk - en el sureste de Inglaterra-, y está teniendo consecuencias en el comercio del país.
El sindicato Unite, que representa a los trabajadores del puerto, rechazó el lunes una subida salarial del 7% al considerarla “significativamente por debajo” de la inflación.
Morton explica en elDiario.es que por el momento no se ha llegado a ningún acuerdo y, en caso de que no se produjera, volverán “a convocar otra huelga” hasta conseguir un aumento del salario que se corresponda a la subida de los precios.
En el transporte ferroviario se han producido cinco huelgas desde junio, provocando retrasos y parones en todo el país, a los que se apuntaron el metro y los autobuses de Londres. Las manifestaciones estaban organizadas en su mayoría por el Sindicato Nacional de Trabajadores Ferroviarios, Marítimos y del Transporte (RMT). El RMT es un pequeño sindicato que cuenta con 80.000 personas afiliadas y que desde principios de verano ha cobrado una gran importancia, con Lynch apareciendo frecuentemente en los medios de comunicación.
El 70% de la población apoya que los trabajadores del ferrocarril reciban un aumento salarial que tenga en cuenta el coste de la vida, según un sondeo nacional realizado por Opinium con una muestra de 2.000 personas a las que se preguntó sobre las huelgas a principios de verano. Sin embargo, los parones han provocado interrupciones continuas durante el verano.
Según un informe del Transporte de Londres, los viajes en metro en Londres se redujeron un 90% en agosto debido a las continuas huelgas. Mientras que el uso de coches, autobuses, monopatines y bicicletas ha aumentado.
Laura Longa, que vive en el municipio londinense de Clapham y trabaja como asesora de ventas en una tienda de fotografía, es una de las personas afectadas por las huelgas en el transporte. Longa dijo que antes de las huelgas ya tardaba una hora en llegar al trabajo, pero desde que empezaron, tarda otra horas más. “Cojo varios autobuses para ir a trabajar y con las huelgas todo el mundo que cogía el tren ahora va en coche o en autobús. Entonces, o los autobuses llegan muy tarde debido al tráfico o van tan llenos que ni siquiera paran en algunas paradas”. Longa dice que está 13 horas fuera de casa “y casi cuatro son de transporte de ida y vuelta”.
Por otro lado, Lucía Arrizabalaga vive en Richmond, al oeste de Londres, y su trabajo está en Acton. “Debo coger el tren sí o sí”. Arrizabalaga, que dice que llega tarde al trabajo y que ha tenido que “buscar rutas alternativas”, sostiene que las huelgas son “una herramienta que ejercen con razón”, pero que “por desgracia se ha convertido en algo habitual y no tiene tanto efecto como antes”.
Futuras huelgas
El Gobierno británico dice estar centrado en parar la inflación y proteger a las familias de los efectos que cause. El secretario de Estado para Negocios, Energía y Estrategia Industrial del Reino Unido, Kwasi Kwarteng, señaló el domingo en el Daily Mail que entiende la “ansiedad” que causa el incremento de precios en la población y que “las ayudas están en camino”. Sin embargo, no dio detalles de dichas ayudas.
Mientras tanto, las convocatorias de huelgas de trabajadores de sectores clave no paran de aumentar en el país. En Escocia, una huelga de trabajadores de la limpieza se ha extendido por varios municipios de la región en la última semana de agosto, provocando que las calles se vean repletas de contenedores llenos de basura.
El jueves, los trabajadores de la antigua empresa estatal de correos del Reino Unido, Royal Mail, anunciaron una huelga en protesta por sus condiciones salariales y a la que asistirán más de 100.000 personas, una de las más multitudinarias del verano hasta la fecha. También el Colegio de Abogados Penalistas –conocido por sus siglas en inglés CBA– votó a favor de realizar una huelga indefinida en Inglaterra y Gales desde el 5 de septiembre, aplazando la gran mayoría de los juicios en los tribunales de la corona de ambos territorios.