No pudieron ponerse de acuerdo ni siquiera en cómo hacer el traspaso de poderes. Si el presidente electo Mauricio Macri salió decepcionado hace unos días de la reunión con Cristina Kirchner, asegurando que solo se habían acordado cuestiones de protocolo de la toma de posesión, en este momento no hay ni siquiera eso. A menos que ocurra algo en el último momento, Argentina se quedará por primera vez sin la foto del mandatario saliente colocando la banda presidencial al siguiente, una imagen siempre presente, incluso tras el final de la dictadura.
Cristina Fernández ha decidido no acudir a la ceremonia en la que el conservador Mauricio Macri jurará como presidente tras 12 años de gobiernos kirchneristas. Es el final de una puja por decidir dónde y cómo se hará el traspaso. Ella pretendía entregar la banda y el bastón presidencial en el Congreso, donde ella los recibió de su marido Néstor Kirchner en 2007 y de su hija cuando fue reelecta en 2011. Él, aunque al principio parecía de acuerdo, optó por que se hiciera en la Casa Rosada, donde sucedía históricamente.
Muchos analistas especulan con que a ella la imagen institucional de su derrota, de su salida del gobierno, no le hace gracia. Y otros destacan que a Macri lo que no le apetece es lo que ella esté detrás de la foto. Porque aunque la alianza Cambiemos ha triunfado en la segunda vuelta, el kirchnerismo sigue teniendo un peso fundamental en el Parlamento.
Una sonora y prolongada despedida desde los escaños podría desdibujar la figura del nuevo presidente. Así que él prefiere hacer el traspaso en territorio amigo, en una casa de Gobierno ya preparada para recibirlo durante los próximos cuatro años. El gobierno kirchnerista argumenta que la ceremonia retrasaría mucho a la presidenta, que viajará en un avión comercial a Santa Cruz, donde su cuñada Alicia Kirchner asume como gobernadora.
“Golpe de Estado”
Este martes, festivo en Argentina, se apuraron las negociaciones para intentar llegar a un acuerdo, mientras las agendas internacionales ya se habían enviado a los invitados y periodistas. Pero no hubo caso. Por la tarde el titular de los servicios de inteligencia y hombre de confianza de los Kirchner, Oscar Parrilli, escenificó en la puerta de la Casa Rosada la ruptura total. El próximo gobierno había solicitado la intervención de la Justicia para decidir quién tiene la potestad de conducir la ceremonia. La jueza Servini de Cubría ha fallado que el mandato de Cristina Kirchner acaba a las 0.00 horas del 10 de diciembre. Y que el nuevo presidente manda desde el momento en el que jura, en este caso a las 12.00 del mediodía. Esto deja un limbo de poder de 12 horas y un resultado: Fernández ha dicho que si no es presidenta, no va a ninguna ceremonia.
Este desajuste institucional “no es muy diferente a un golpe de Estado”, se quejó Parrilli en su comparecencia ante los medios. “Una formación política que hizo campaña con el diálogo y no puede acordar un traspaso de poder”, ironizó Wado de Pedro, secretario de la Presidencia, en esa improvisada rueda de prensa.
Mientras tanto, la cuenta de Twitter oficial del Gobierno también se hizo eco de la caducidad sobre la que se pronunció la justicia a pedido de Macri. Ahora es una cuenta-tributo a los 12 años de gobierno kirchneristas.
Una conversación a los gritos
Hay más en el culebrón entre presidenta y presidente de las últimas semanas. Ella escribió el fin de semana una carta pública en la que aseguraba que Macri le faltó el respeto y le gritó a tal punto que ella tuvo que “recordarle que más allá de nuestras investiduras, él era un hombre y yo una mujer, y que no corresponde que me tratara de esa forma”, explica Fernández.
“Me pasan el celu (teléfono móvil) el presidente electo comenzó con un elevado tono de voz a exigirme que debía entregarle bastón y banda presidenciales en la Casa Rosada porque era 'su ceremonia' y que si no lo hacía como él decía ¡la Corte Suprema de Justicia de La Nación! le iba a entregar los atributos, porque ya habían consultado”, continúa el relato, en el que él insiste “muy enojado, que yo lo tengo que acompañar porque es 'su ceremonia”.
“Bueno ahí pensé hasta acá llegó mi amor y le recuerdo 3 cosas: La 1ra, que no soy su acompañante. La 2da, que el 10/12 no es su fiesta de cumpleaños sino el día que asume como Presidente de todos los argentinos en un sistema democrático al que hay que respetar y que su símbolo mayor es la Asamblea Legislativa donde jura como Presidente y donde quien termina su período le entrega el mando. La 3ra, que no pienso seguir tolerando en silencio, como hasta ahora, el maltrato personal y público que viene dispensando desde el mismo día en que lo invité a Olivos luego de felicitarlo por su triunfo. Ni tampoco las mentiras que se siguen propalando merced a una impunidad mediática nunca antes vista…”, detalla la presidenta.
Macri se ha mantenido en silencio, pero en su lugar ha hablado la futura primera dama, Juliana Awada, que asegura que ella estaba presente mientras su marido hablaba con la presidenta y que de ninguna manera le faltó al respeto. Además, ha afirmado que su marido “es incapaz de gritarle a nadie”.