No ha sido posible alcanzar un acuerdo de mínimos sobre el actual conflicto en Oriente Medio. Las discrepancias en las posiciones respecto al enfrentamiento entre Israel y el grupo palestino Hamás impidieron que la Cumbre por la Paz auspiciada por Egipto, tradicional mediador entre ambas partes, acabara con una declaración conjunta. Los participantes coincidieron en la necesidad de reactivar una solución política que pasa por la coexistencia de dos estados en línea con las resoluciones de la ONU, de proteger a la población civil y del envío de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza de forma continuada.
Los primeros 20 camiones empezaron a cruzar el paso de Rafah justo cuando decenas de líderes internacionales se reunían en la nueva capital administrativa de Egipto –una ciudad de dimensiones y edificios faraónicos ubicada a unos 45 kilómetros de El Cairo–, pero esa ayuda es manifiestamente insuficiente frente a la catástrofe que sufre la población palestina, tal y como han denunciado varias agencias de la ONU.
Más allá de esos puntos de encuentro, no se pudo alcanzar un “consenso”, como pretendía el presidente egipcio, Abdelfattah Al Sisi, por las brechas entre los países a la hora de condenar la respuesta del ultraderechista Benjamín Netanyahu al ataque de Hamás del pasado día 7, periodo en el que han muertos unos 4.400 gazatíes en la campaña de bombardeos de represalia.
Los dirigentes del mundo árabe condenaron la situación que vive los palestinos a raíz del asedio a Gaza y los bombardeos sobre viviendas e infraestructuras civiles. El más duro fue el rey Abadalá II de Jordania que, en un discurso en inglés, recordó que “todas las vidas importan”: “En cualquier parte bombardear y matar de hambre a la población civil [...] sería condenado”.
“Rechazamos la matanza de civiles en ambas partes y pedimos la liberación de rehenes”, señaló el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, que denunció, no obstante, que las fuerzas de “la ocupación siguen aterrorizando a los palestinos y civiles, y atentando contra los lugares santos” –como una iglesia ortodoxa de Gaza afectada por un bombardeo esta semana–. “Nunca nos iremos, nunca dejaremos nuestras tierras. Resistiremos hasta el final”, agregó tras asegurar que se está intentando “desalojar” a los palestinos de sus casas.
Buena parte de los 34 países presentes –no estaba Israel y países como Estados Unidos enviaron perfiles muy bajos– acusaron a Netanyahu de violar la legalidad internacional con su respuesta a Hamás. “El ataque de civiles en Israel y el asedio a Gaza, el cruel uso de bombas y la destrucción de infraestructuras son violaciones del derecho humanitario”, advirtió el presidente sudafricano, Ciryl Ramaphosa.
Es ahí donde se produce el principal choque. En Occidente son muy pocas las voces que condenan las acciones del Gobierno ultraderechista de Netanyahu. Tras varios días de cacofonía, los líderes de la UE, que fijaron su posición respecto al conflicto el pasado domingo, evitaron calificar la actitud de Israel y se limitaron a apelar a su derecho a la autodefensa en el marco del derecho internacional. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha dado un paso más al apuntar a que “un asedio completo viola el derecho internacional”. Acto seguido ha celebrado los “avances” de los primeros camiones de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza. Quien más claramente en la UE ha señalado a Israel ha sido el alto representante, Josep Borrell.
Reproches a las “vacilaciones” de Occidente
La reacción de Occidente al conflicto entre Israel y Hamás choca con el posicionamiento que ha tenido respecto a la invasión rusa de Ucrania. Y se lo reprochó el rey jordano a los representantes de países europeos y también a EEUU –que estuvo representado por el enviado especial para la crisis humanitaria en Oriente Medio–, al recordarles que han condenado los ataques a la población civil “en otro conflicto, pero no en Gaza”, en una clara alusión a Ucrania.
“Israel decidió asediar Gaza, y continúa el silencio internacional”, recriminó. “La guerra en curso también ha revelado una deficiencia en los valores de la comunidad internacional a la hora de abordar las crisis. Mientras vemos que en un lugar se apresuran y compiten por condenar con prontitud la matanza de inocentes, en otro lugar encontramos incomprensibles vacilaciones a la hora de denunciar el mismo acto. Incluso vemos intentos de justificar esta matanza, como si la vida del ser humano palestino fuera menos importante que la de otras personas”, recoge en un comunicado la Presidencia de Egipto, que ha sido la anfitriona y que ha querido defender una vez más la causa palestina, tal y como viene haciendo desde el estallido de la violencia, aunque no solía hacerlo de forma tan contundente anteriormente.
Algunas fuentes europeas admiten preocupación por las repercusiones que esas diferencias puedan tener en otros países a los que la UE ha intentado atraer, con un gran esfuerzo diplomático, hacia la condena a la agresión de Vladímir Putin de Ucrania en foros como la Asamblea General de la ONU, tal y como publicó el periódico Financial Times. Pero lo que sostienen es que la guerra entre Israel y Hamás la desencadenó el ataque de los milicianos palestinos contra las poblaciones y comunidades judías fronterizas con Gaza..
Ese fue el mensaje de la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, y que en cierta medida mantuvo Ursula von der Leyen hasta que fue corregida por los 27. “El sufrimiento de todos tiene un nombre: fue Hamás, que trajo un tremendo terror sobre Israel y cometió crímenes atroces. Israel, como todo país del mundo, tiene derecho a defenderse y proteger a su pueblo bajo la ley internacional”, dijo Baerbock, que previamente aseguró que “todas las víctimas importan lo mismo”.
La UE tampoco ha secundado la petición de alto el fuego que emerge de los países árabes y que, con matices, ha reclamado el secretario general de la ONU, António Guterres, que ha apostado por un cese de las hostilidades humanitario. A esa petición se ha sumado Pedro Sánchez yendo un paso más allá que los socios europeos. Esa posibilidad se antoja por ahora imposible visto el veto que impuso EEUU a una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pedía “pausas humanitarias” en Gaza y condenaba los ataques a civiles.
La cumbre en Egipto se ha producido, además, con la amenaza de una invasión militar de Gaza inminente. Y la preocupación es que provoque un conflicto en la frontera norte de Israel, con el grupo chií Hizbulá, en el que pueda participar Irán, archienemigo del Estado judío. De ahí el llamamiento a evitar una escalada a nivel regional que se escucha en las capitales. Pero el Gobierno de Teherán, uno de los principales actores, tampoco ha asistido a la cita de este sábado.
Negociar ayuda humanitaria para paliar la “catástrofe”
Los esfuerzos de la ONU, no obstante, se centran ahora en negociar con las partes implicadas para paliar una situación que, en palabras del subsecretario general de Asuntos Humanitarios, Martin Griffiths, “ha alcanzado niveles catastróficos”. Griffiths ha señalado en un comunicado que la entrega de los primeros 20 camiones ha sido posible después de “días de profundas e intensas negociaciones con todas las partes relevantes”, en concreto, Egipto, Estados Unidos e Israel, aparte de Naciones Unidas.
Sin embargo, el acuerdo alcanzado ha permitido la entrada de una cantidad muy reducida de suministros limitados: en primer lugar, médicos, además de alimentos, mantas y colchones, y tan sólo 44.000 litros de agua, uno de los bienes básicos más necesitado ahora mismo en la Franja –donde los más de dos millones de habitantes sobreviven con 3 litros de agua por persona y día, según datos de la ONU–.
Tampoco ha podido introducirse combustible a Gaza, por las restricciones que ha impuesto Israel a la asistencia humanitaria que, bajo ningún concepto, quiere que acabe en manos de Hamás ni insufle oxígeno a su Gobierno en la Franja. Sin embargo, la escasez de combustible afecta sobre todo al sistema de salud, ya que es necesario para los generadores eléctricos de los hospitales, algunos de los cuales ya están fuera de servicio.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha enviado este sábado medicinas y otros suministros médicos esenciales, pero ha asegurado que “apenas podrán empezar a hacer frente a las crecientes necesidades de salud mientras las hostilidades siguen aumentando”. Más de 14.000 personas han resultado heridas en las dos semanas se ofensiva sobre la Franja, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad palestino.
Desde la cúpula de la ONU y todas sus agencias han asegurado que mucha más ayuda es necesaria para aliviar el sufrimiento de los civiles gazatíes. Guterres, que el viernes acudió personalmente al cruce de Rafah, en el noreste de Egipto, ha afirmado que “la población de Gaza necesita un compromiso mucho mayor: la entrega continua de ayuda con base en lo que necesitan”. Y ha asegurado que Naciones Unidas está trabajando “con todas las partes relevantes para que eso suceda”, pero de momento no hay indicadores de cuándo podría volver a abrirse el paso fronterizo, que ha quedado de nuevo cerrado tras la descarga en Gaza y el regreso a Egipto de los 20 camiones.
“Esto es solo un pequeño comienzo y está lejos de ser suficiente. Más de 1,6 millones de personas en Gaza necesitan de manera crítica ayuda humanitaria”, han alertado varias agencias de Naciones Unidas en un comunicado conjunto, en el que han hecho “un llamamiento a un alto el fuego humanitario, junto con un acceso humanitario inmediato y sin restricciones a Gaza para permitir a los trabajadores llegar a los civiles que lo necesiten, salvar vidas y evitar más sufrimiento”.