El Ministerio de Asuntos Exteriores, con Alfonso Dastis a la cabeza, condecora este martes a Eladio Loizaga, ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay. El político latinoamericano será premiado por su contribución a “favorecer las relaciones de amistad de la nación española con el resto de la comunidad internacional”, además de “por su larga trayectoria profesional”. Pero varias asociaciones cuestionan este galardón por su papel en la dictadura paraguaya. Una hoja de servicios entre la que se encuentra su participación en la expulsión de misioneros españoles contrarios al régimen Stronista y por sus vínculos con la extrema derecha.
Las organizaciónes de víctimas de las dictadura paraguaya defienden la nula idoneidad de tal alta distinción, al señalar la participación de Loizaga durante la dictadura y en momentos de la Operación Cóndor. Entre ellas, destaca el Movimiento Nacional de Víctimas de la Dictadura Stronista, que denuncia sus actos en los diferentes cargos que ocupó en el Ministerio de Asuntos de Exteriores.
Apoyándose en documentos, la asociación señala su participación en la represión y expulsión de varios misioneros españoles destacados por su defensa de los derechos humanos. Incluso recoge el puesto que Loizaga ocupó el 22 de marzo de 1979 durante la Reunión de Coordinación para preparar el 12º Congreso de la Liga Mundial Anticomunista, organización de ultraderecha en donde participaron algunos dictadores y que según varias investigaciones también se implicó en la operación Cóndor.
Entre las casi veinte resoluciones que se tomaron ese día, la “ampliación, actualización y corrección del trabajo 'Principios y Métodos para combatir el Comunismo” es el más relevante. En dicho documento, el régimen señala las bases políticas, sociales y culturales en las que se debían apoyar los paraguayos para luchar contra el comunismo. Además, enumera las distintas etapas de acción de la “doctrina apátrida, totalitaria y dictatorial”.
El Movimiento Nacional de Víctimas de la Dictadura Stronista destaca la participación de Loizaga en la difusión y el señalamiento de varios misioneros españoles. En el Punto 14 del anterior documento, se llega a identificar con nombre y apellidos a extranjeros “sacerdotes aspirantes a guerrilleros”, equiparándoles con “Judas modernos” y con peligrosos marxistas. Se les acusa de “traicionar a Cristo”, predicar “la crítica de todo desde sus púlpitos” para preparar la lucha de clases y movilizar a estudiantes, obreros y campesinos.
Entre los religiosos incitadores de “bandoleros inadaptados” destacan diversos jesuitas españoles, que fueron expulsados del país por la dictadura y que ahora son símbolos de la libertad paraguaya. Son los casos del padre Francisco de Paula Oliva, acusado por abrir los ojos a la juventud y deportado en 1969; y del padre Bartomeu Melià, expulsado en 1976.
Ante los documentos aportados, desde la asociación, el aviso es claro: “España va a condecorar a una persona que se vanagloriaba y difundía como un mérito la represión contra destacados misioneros españoles”. Además, señala como la “mayor de las paradojas” que el mismo Ministerio de Asuntos Exteriores que va a premiar a Loizaga, condecorase en 2010 al propio padre Melià por su lucha del pueblo indígena contra la dictadura paraguaya.