La derecha europea avala las ideas autoritarias del Gobierno polaco en el pleno de Estrasburgo

Europa no solo es norte y sur, ricos y pobres, centro austero contra periferia rebelde. Europa también es Este y Oeste, un debate que tiene más que ver con los Derechos Humanos que con la crisis, y que este martes 19 de enero ha llevado a la primera ministra de Polonia, Beata Szydlo, a debatir con el Parlamento Europeo por la deriva autoritaria del partido ganador de las recientes elecciones de octubre, el ultra conservador Ley y Justicia. Se ponía en cuestión el intento del Ejecutivo de controlar el Tribunal Constitucional y los medios de comunicación, lo que ha enfrentado al país con la Comisión Europea, y los turnos de palabra han dejado la sensación de una victoria parcial de Szydlo. Y algo más.

“Muchos de los que la aplauden abogan por la destrucción de la UE”, ha advertido la eurodiputada ecologista Rebecca Harms. “Los que aplauden no querían que se celebrara el debate”, ha recordado el presidente de la Eurocámara, el socialista alemán Martin Schulz. Y es que una decena de electos ultras, muchos de ellos polacos a los que sus formaciones han cedido la palabra, han calentado el ambiente. El colofón lo ha puesto el eurodiputado Janusz Korwin-Mikke, sancionado por hacer el saludo nazi y prolijo en declaraciones machistas, que ha señalado con total parsimonia: “No soy demócrata, odio la democracia. Hay que destruir la Unión Europea”.

El político polaco MichaÅ‚ Marusik, que predica una rara ideología libertaria-conservadora, ha intervenido en tono desafiante: “No me importan las críticas que vienen de fuera hacia mi país. Me dan igual las opiniones negativas y positivas. Lo que sí me plantea un problema es el mero hecho de que se celebre este debate”.

La controversia tiene dos ramales: por un lado, el bloqueo del Tribunal Constitucional polaco mediante sucesivas leyes, y por otro la ley de medios que contempla que el nombramiento de la dirección de la radio y la televisión públicas la haga el Ministerio de Hacienda y no una comisión independiente, como se hacía antes.

Aunque Ley y Justicia pasa por ser un partido que roza el integrismo católico y euroescéptico, Beata Szydlo ha pasado por moderada en contraste con algunas de sus señorías, respaldadas por oradores eurófobos del Frente Nacional y del Ukip de Nigel Farage ataviados con el lema ‘Yo soy polaco’. Dentro del Partido Popular Europeo, solo el español González Pons se ha mostrado abiertamente crítico con el Gobierno polaco, al igual que el liberal Guy Verhofstadt al final del debate. Socialistas e izquierda han criticado las medidas de Ley y Justicia.

La mandataria polaca, a pesar de defender la pertenencia a la Unión más allá de lo que suele escucharse en su propia formación, ha dejado alguna perla las tres ocasiones que ha tomado la palabra. Sobre el asunto del Constitucional ha hablado de “malentendidos” ya que, según Szydlo, las normas que regirán el Alto Tribunal son “necesarias para corregir una ley no democrática adoptada por el anterior Gobierno”. Sin embargo, la primera ministra ha escamoteado el hecho de que el propio Constitucional ha fallado contra la nueva ley aunque el Ejecutivo ha hecho oídos sordos.

“El Tribunal Constitucional es un órgano político”, ha manifestado con tranquilidad la gobernante, que pertenece al partido fundado por los gemelos Kaczynski. Respecto a los medios de comunicación, Szydlo ha dicho que el Gobierno tiene que “garantizar la neutralidad y la objetividad”, lo que ha provocado la protesta de Esteban González Pons. “Es como poner a la zorra a cuidar el gallinero”, ha contestado el español, el más duro de los populares.

Hasta en dos ocasiones el belga Verhofstadt, del grupo liberal, ha preguntado si Polonia piensa acatar el dictamen de la Comisión de Venecia (el órgano que valora si las dos nuevas y regresivas normas casan con los derechos y valores europeos) si este falla contra el Gobierno. “Primero esperemos a ver qué dice Venecia”, ha respondido Szydlo evitando decir sí o no.