Tras su derrota en las elecciones municipales, ¿se acerca el fin de la hegemonía del AKP de Erdogan en Turquía?

Estambul —
1 de abril de 2024 22:53 h

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El último obstáculo electoral de Recep Tayyip Erdogan para asegurarse el control del país durante otro lustro se convirtió en su primera derrota en las urnas. A medida que avanzó el recuento de votos en las elecciones locales del domingo en Turquía, una ola de color rojizo se extendió por gran parte de las 81 provincias del país. El principal partido en la oposición, el socialdemócrata CHP, no sólo ha mantenido el control de las principales ciudades de Turquía, sino que ha ganado las alcaldías de 35 provincias, postulándose como la formación más votada con el 37,8% de los apoyos.

Cada votación en Turquía es percibida como un plebiscito sobre el liderazgo de Erdogan y, en esta ocasión, el mandatario ha perdido por primera vez, tras ganar consecutivamente quince citas electorales. “Comenzamos este éxito juntos, con este sólido viaje hacia la democracia que empezó hace cinco años. Juntos representamos la comprensión de la bondad, la belleza y la unidad de las personas”, declaró tras el recuento de votos el alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, que renovó su cargo con una aplastante victoria con el 51,1% de los votos, diez puntos más que el candidato respaldado por el presidente turco.

Desconocido en el panorama internacional, Imamoglu goza de una creciente popularidad en Turquía y se cree que podría ser el próximo contrincante de Erdogan en las elecciones presidenciales de 2028. Exalcalde de un distrito de Estambul, Imamoglu consiguió en 2019 romper con veinticinco años de gobierno del AKP en esta ciudad, tras ganar los comicios en dos ocasiones, después de que las autoridades impugnaran los resultados de la primera votación. En aquel entonces contó con el apoyo de otras formaciones opositoras –desde partidos nacionalistas hasta la izquierda prokurda– que unieron fuerzas para arrebatar la alcaldía al partido gobernante.

Sin embargo, en los comicios de este domingo esas formaciones más pequeñas presentaron candidatos propios, fruto de divisiones en la oposición tras su fracaso en las elecciones presidenciales del año pasado –en las que Erdogan fue reelegido para un segundo mandato–. En esta carrera electoral solitaria, Imamoglu también batalló contra unos medios de comunicación en manos del Gobierno y contra campañas de desprestigio de líderes del AKP.

El alcalde ha sobrevivido por el momento a un proceso judicial que amenaza con inhabilitarlo, un juicio que ha sido interpretado por la oposición como una intentona del Gobierno de apartarlo de la política. El contrincante de Imamoglu en las urnas, el exministro de Urbanismo y Medio Ambiente, Murat Kurum, no consiguió atraer a los votantes, pese a haber aparecido en la mayoría de los mítines junto al presidente turco.

Las principales ciudades turcas, en manos opositoras

“Dominar las principales ciudades del país en un contexto que tiende hacia el autoritarismo, en el que el presidente controla el Parlamento y el Ejecutivo, es una gran oportunidad para la oposición. Le da margen de maniobra porque las alcaldías toman importantes decisiones en economía, industria y turismo”, señala a elDiario.es el politólogo de la Universidad de Sabanci de Estambul, Berk Esen. Si bien los resultados en Estambul son los más importantes de estos comicios, ya que la metrópolis de dieciséis millones concentra el 20% de la población turca, la victoria del CHP en las urnas es tan o más importante en el resto del país.

El partido socialdemócrata ha ganado en las cinco grandes ciudades del país como Ankara, Esmirna, Adana y Mersin. También en las urbes más industrializadas como Bursa, Manisa y Denizli o la ciudad minera de Zonguldak. El partido opositor ha conseguido penetrar en provincias del mar Negro y de la Anatolia profunda, que eran considerados hasta ahora feudos conservadores que votaban al AKP. “Hoy los votantes decidieron cambiar el panorama que existía hace 22 años en Turquía y abrir la puerta a un nuevo clima político en nuestro país”, declaró el domingo por la noche el líder del CHP, Özgür Özel, quién asumió el mando del partido hace pocos meses y renovó la imagen de la formación.

La estrategia del partido socialdemócrata es sólo uno de los factores que le ha llevado a la victoria en las urnas: los analistas apuntan a los efectos de la crisis inflacionaria como el principal motivo de la bajada en el apoyo a Erdogan. Turquía arrastra desde hace más de dos años una grave depreciación de su moneda y un aumento de los precios, que no ha empezado a golpear a las empresas hasta hace unos meses, según los economistas.

El presidente islamista renovó su mandato como jefe de Estado y la mayoría en el Parlamento gracias a una serie de medidas para maquillar la crisis económica, como el aumento de las pensiones, el sustento de la lira turca de forma artificial, el suministro de gas gratis para los hogares durante un año y la facilitación de los créditos. Meses después otra realidad se ha empezado a notar en los bolsillos de los turcos. Las empresas, en particular las pymes, se han visto forzadas a prescindir de parte de su plantilla, mientras que los precios para los consumidores no han parado de subir y el Gobierno ha incrementado los impuestos.

Este giro hacia políticas más austeras para estabilizar la economía ha supuesto una carga aún mayor para los hogares, que han castigado al partido gobernante en las urnas. Este voto de castigo se puede apreciar también en la participación, que descendió el domingo al 76%, respecto al 87% de las elecciones del año anterior.

Los antiguos socios de Erdogan

Por otro lado, partidos nacionalistas e islamistas que hasta ahora formaban parte de la columna vertebral del AKP han presentado candidatos propios, lo cual ha hecho que pierda importantes ciudades del país. Su antiguo aliado ultranacionalista, el partido MHP, ha perdido tres grandes alcaldías respecto a los comicios de 2019, pero su decisión de presentar candidatos propios en otras ciudades ha dividido el voto conservador.

Aún más peligroso para Erdogan es el Nuevo Partido del Bienestar (YRP), de tendencia islamista que encarna el voto protesta de carácter más conservador. YRP está liderada por Fatih Erbakan, hijo del ex primer ministro Necmettin Erbakan, un influyente ideólogo islamista que ha marcado el ideario político del propio Erdogan. El partido ultraconservador es crítico con el gobierno del AKP, marcadamente anti Unión Europa, defiende los valores familiares conservadores y niega los derechos LGBTI.

Se presentó por primera vez en las elecciones parlamentarias del año pasado, en las que ganó cinco diputados y apoyó a Erdogan para asegurarle la mayoría en el hemiciclo. En estos comicios, el YRP decidió presentar sus propios candidatos y se ha convertido en la tercera fuerza más votada del país, con el 6,2% de los votos; ha arrebatado dos importantes alcaldías al AKP en el centro de Anatolia y el sureste del país, con una campaña crítica con las medidas económicas del Gobierno y haciendo hincapié en las contradicciones de su política exterior.

El YRP ha basado su estrategia electoral en criticar la postura de Erdogan en la guerra de Gaza, acusando al mandatario de ser crítico con Israel sin llegar a cortar los lazos diplomáticos con Tel Aviv. Ese discurso ha disparado la popularidad del partido, mucho más que la de otras formaciones escindidas del AKP y críticas con Erdogan. La formación islamista dará de que hablar en el futuro, ya que el YRP y el AKP son “dos frutos del mismo árbol” que pelean por el poder, como señala este lunes en un análisis el periodista Bahadir Özgür.

Este panorama podría dificultar las aspiraciones de Erdogan de impulsar una nueva reforma constitucional. Pese a que no se conocen los detalles de la propuesta, todo apunta a que el mandatario buscará un cambio legal que le permita seguir en el poder después de 2028, año en que agotará sus dos mandatos al frente del Estado.

Otro resultado electoral que dejará su impacto en los próximos meses es la victoria del partido prokurdo de izquierda DEM, que ha ganado dos alcaldías más que en las elecciones pasadas, asegurándose el control de un total de diez. El partido llegó a los comicios mermado por los procesos judiciales que pedían su cierre –por los que ha llegado a cambiar de nombre hasta en tres ocasiones en el último año y medio– y con miles de sus miembros en prisión.

Las autoridades turcas intervinieron casi todas las alcaldías que habían ganado los prokurdos en las elecciones de 2014 y 2019, alegando que sus alcaldes tenían vínculos con la guerrilla kurda PKK, considerada terrorista por Ankara. El partido DEM ha ganado en importantes ciudades como Batman, donde Gülistan Sönük se convertirá en la primera alcaldesa mujer, tras arrebatar el Ayuntamiento a un partido islamista conservador kurdo aliado del Gobierno.