Las protestas contra la brutalidad policial en Colombia, desatadas por la muerte de un hombre de 46 años en Bogotá y que la víspera dejaron diez víctimas mortales, continuaron este jueves con disturbios en diferentes ciudades del país. La agitada jornada comenzó muy temprano con el primer balance de las autoridades sobre lo que ocurrió el día anterior, en el que murieron siete jóvenes de entre 17 y 27 años en Bogotá y tres más en Soacha, ciudad aledaña a la capital colombiana.
Solamente en Bogotá, durante la caótica noche del miércoles, en la que hubo incendios de instalaciones policiales y autobuses en varios puntos de la ciudad, hubo 379 heridos, de los cuales 66 fueron impactados con armas de fuego. La alcaldesa, Claudia López, criticó con dureza la respuesta policial a los desórdenes y equiparó el número de heridos por disparos a los resultados de un combate. López cuestionó además el uso indiscriminado de armas de fuego por parte de miembros de la Policía a quienes pidió “reconocer con humildad” que hubo “un ataque directo a varios ciudadanos”.
Disturbios en Bogotá
En la noche del jueves el blanco de las protestas fueron nuevamente los Comandos de Acción Inmediata (CAI) de la Policía, que fueron atacados con piedras y otros objetos y obligaron en algunos casos a la intervención de unidades antimotines. La mayor concentración ocurrió en el CAI de Villa Luz, donde trabajaban los dos uniformados involucrados en la muerte de Javier Ordóñez. Su fallecimiento avivó las protestas callejeras. “Por favor, ya”, “agente, le ruego”, se le escuchó decir a la víctima cuando estaba inmovilizada en una calle del barrio bogotano de Santa Cecilia, a dos policías que con el uso desmedido de la fuerza y de una pistola eléctrica Táser intentaban arrestarlo después de un altercado, al parecer por estar bajo los efectos del alcohol.
Si bien allí hubo disturbios e incluso agitadores trataron de incendiar de nuevo la instalación policial, las situaciones más difíciles se vieron en otros barrios en los que se produjeron choques con el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía. En esas protestas, los manifestantes prendieron fuego y destruyeron los CAI de barrios como Las Ferias y La Macarena, e incluso volvieron a atacar lo que quedaba de los de La Gaitana y Verbenal, destruidos el día anterior.
En el barrio Zona Franca, de la localidad occidental de Fontibón, algunos vecinos formaron una cadena humana para evitar que atacaran un CAI. Sin embargo, eso no evitó que comenzaran a caer piedras y palos contra la infraestructura y que se desatara un enfrentamiento entre los manifestantes y el Esmad hasta que la situación llegó a un punto en el que varios ciudadanos denunciaron en las redes sociales que uniformados hicieron disparos al aire.
También hubo desórdenes en otras ciudades como Medellín, Cali, Barranquilla, Manizales, Pereira y Cúcuta, pero una de las situaciones más graves sucedió en Cajicá, cerca de Bogotá, donde el gobierno municipal decretó un toque de queda. Pese a ello, hubo quienes permanecieron en la calle de noche y asaltaros la sede de la Alcaldía, que fue saqueada. “Esta no es la forma de protestar, esta no es la forma de reaccionar (...) Han destruido la administración municipal, ha destruido la estación de Policía y están destruyendo los locales comerciales”, dijo el alcalde del municipio, Fabio Ramírez.
Retención de defensores de Derechos Humanos
La Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos advirtió que hubo defensores de los derechos humanos detenidos por la Policía en Bogotá y en Villavicencio, capital del céntrico departamento del Meta. “En cumplimiento de nuestro mandato estamos haciendo seguimiento a los casos de los detenidos en Bogotá y Villavicencio. Es fundamental ofrecer garantías para la labor de defensa de los derechos humanos durante jornadas de protesta social”, expresó el organismo en sus redes sociales.
También el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (Cajar) denunció que la Policía tuvo retenidas “de forma irregular” a 25 personas en una estación policial del barrio de Usaquén, en el norte de Bogotá. Posteriormente el Cajar señaló que “fueron dejadas en libertad”. La compleja situación de seguridad que vive Bogotá llevó a la Alcaldía a adelantar de las 23.00 a las 20.00 hora local el cierre de la operación del sistema de autobuses Transmilenio.
Clamor de las familias
Sobre las muertes del miércoles, el caso de Julieth Ramírez Mesa, una estudiante de psicología de 18 años, fue uno de los que generó mayor estupor, ya que su familia dice que murió al ser alcanzada por una bala perdida cuando salió a encontrarse con una amiga y no participaba en las protestas. “No sé si hace parte de la Policía o de los malandros, qué se yo, me mataron a mi hija”, dijo a periodistas Harold Ramírez, padre de la joven, quien recibió un disparo al quedar en medio de los desórdenes en La Gaitana, barrio del noroeste de Bogotá.
Igualmente la pareja del joven Jaider Alexander Fonseca, de 17, otra de las víctimas mortales, dijo a medios locales: “Exijo justicia, que hagan caer todo el peso de la ley sobre los responsables” y culpó a la Policía de “dejar un niño de siete meses sin padre”. Fonseca fue herido en una calle del barrio Verbenal, en el norte de Bogotá, y falleció en la Fundación Cardio Infantil, donde fue ingresado por heridas de bala.
“No tenía educación porque no tenía acceso a la educación, no tenía trabajo, estaba ilusionado porque iba a cumplir 18 años y trataba de conseguir trabajo porque tenía un niño de siete meses, es una familia que queda sin papá”, manifestó, por su parte, Luz Mary Fonseca, tía del joven. En memoria de Fonseca y de Cristian Hernández, quien trabajaba como mensajero, vecinos de Verbenal organizaron un velatorio en una calle del barrio en la que además pidieron justicia ya que, según dijeron, ninguno de los dos participaba en los desórdenes cuando fueron muertos a balazos.