El diputado chileno que habló durante 15 horas para lograr el 'impeachment' contra Piñera: “Valió la pena”
Las últimas horas de la política chilena han sido intensas, una especie de reality que la ciudadanía ha seguido con atención y que ha sido transmitido por todos los canales, emisoras y por redes sociales. El desenlace ha sido la aprobación del impeachment (juicio político para destituirlo) contra el presidente, Sebastián Piñera, tras las revelaciones publicadas en los Papeles de Pandora que lo vinculan a presuntas irregularidades por la venta de un proyecto minero en Islas Vírgenes Británicas en 2010.
Tras una jornada de 22 horas, la Cámara de Diputados validó la acusación –la segunda que afronta Piñera en su mandato–, que por primera vez llevará a un presidente de Chile a ser enjuiciado por el Senado. La extensión del debate, en el que solo intervinieron el diputado socialista Jaime Naranjo –como acusador– y el abogado de Piñera –como defensa–, fue parte de la estrategia que adoptaron los partidos de centro-izquierda e izquierda. La oposición necesitaba ganar tiempo para contar con el voto clave, necesario para alcanzar la mayoría, del diputado Giorgio Jackson, que estaba confinado, y lograr así que la votación se concretara a su favor.
“Teníamos dos caminos: aceptar la derrota porque había parlamentarios que no podían participar en la votación o aplicar la que yo llamo 'Ley Lázaro', que implicaba que quien hiciera la defensa hablara 'hasta que los enfermos caminen', es decir, hasta que se le levantara la cuarentena al diputado”, cuenta Naranjo, veterano de la política de 70 años, a elDiario.es.
Como un ayuno
En un discurso de 1.300 páginas que leyó durante casi 15 horas, demostró sus dotes de oratoria hasta pasada la una de la madrugada. Se preparó pensando que “estaba haciendo un ayuno” –dice– como había hecho tantas veces durante la dictadura de Pinochet, y con el apoyo de varios parlamentarios que lo alentaron durante toda la exposición: “Todos entendimos que era una acción de solidaridad política”.
Acusó al gobernante de “comprometer gravemente el honor de la nación”, pero fue la parte final de su discurso la más destacada: “Espero que esta Sala apruebe la acusación, si no el país juzgará a aquellos parlamentarios que se opusieron o votaron en contra. Chile juzgará y el pueblo de Chile juzgará a aquellos que están permitiendo esta impunidad”, dijo.
Durante su disertación, Naranjo bebió agua, comió pasas, paró en un par de ocasiones durante 15 minutos para ir al baño e incluso pasó una revisión médica. La estrategia implicó también varias maniobras dilatorias como reclamar por el mal funcionamiento del sistema informático, leer extensos fallos judiciales o releer partes del texto varias veces.
Uno de los momentos más polémicos fue cuando interrumpió su discurso para alegar la falta de quórum en la sala y pedir que se suspendiera la sesión: “Yo le diría al secretario que está siendo ministro de fe que cuente los diputados porque a mí no me dan 57”, dijo. Luego se escuchó a través del micrófono abierto cómo decía a sus pares: “Salgan, salgan ustedes para que no haya 57”.
El momento esperado
A las 12 en punto de la noche, mientras Naranjo seguía su elucubración, toda la atención se trasladó a Santiago, donde el congresista Giorgio Jackson, de la coalición de izquierda Frente Amplio, salía de su casa camino al Congreso de Valparaíso, a 100 kilómetros de la capital.
A esa hora terminaba el confinamiento que le impuso la autoridad sanitaria luego de declararlo contacto estrecho de Gabriel Boric, diputado y candidato a la presidencia del frenteamplismo y el Partido Comunista, contagiado de COVID-19 la semana anterior. Jackson retransmitió en directo parte de su viaje en una conexión que en un momento fue seguida por más de 20.000 personas.
Jackson era el voto 78 que la oposición necesitaba (habiendo perdido el de Boric) para sacar adelante el impeachment y su presencia en la Sala era imprescindible. Apenas entró al hemiciclo, Naranjo dio por terminado su discurso entre aplausos y ovaciones de los parlamentarios opositores. Luego ambos se abrazaron en un gesto que fue interpretado como una señal de unidad opositora: “Fue como decir que las fuerzas de centro-izquierda y de izquierda se unen para enfrentar los desafíos que el país necesita”, dice Naranjo.
Para él, demostrar esa unidad de la oposición ha sido uno de los puntos relevantes de su intervención: “Muchas acciones políticas han fracasado por esta falta de generosidad y de acuerdo”.
Poco antes de la medianoche, también llegó el diputado demócrata cristiano Jorge Sabag, otro de los votos indispensables. Aunque en la mañana había informado de las dificultades para acudir a la votación por encontrarse en el sur del país, su zona, donde esperaba el resultado de una PCR que se había realizado para descartar la COVID-19, terminó asistiendo presionado por su partido y sin hacer caso a las autoridades sanitarias que le recordaron que debía aislarse hasta conocer el resultado de la prueba. Ahora afronta un sumario sanitario por incumplir presuntamente las normas sanitarias.
Piñera, “frustrado”
La votación final tuvo lugar casi a las ocho de la mañana del día siguiente, con Naranjo como protagonista indiscutible de la sesión. Para algunos se trató de una jornada épica y convirtieron al socialista en una suerte de “héroe” nacional. Para otros, en cambio, fue un “espectáculo bochornoso” de la oposición.
Según trascendió en la prensa, Piñera siguió atentamente la sesión y se sintió “frustrado” por el resultado final. Su versión siempre ha insistido en que la venta de la minera Dominga es un hecho ya conocido e investigado en 2017. Pero ahora se ha reabierto el caso y por primera vez un presidente chileno es investigado por la Fiscalía por su función pública.
Este miércoles, por primera vez, el presidente se refirió a la votación en la Cámara de Diputados: “Obedece a un clima enrarecido que estamos viviendo en la política chilena” y tiene un claro e injustificado interés electoral“, dijo. Además, se mostró ”confiado“ en que el Senado, que actuará como juez el próximo martes, ”va a desechar totalmente esta acusación“. Mientras, el presidente podrá seguir ejerciendo sus funciones, pero no podrá salir del país.
Una votación trascendente
El proceso de tramitación de la acusación contra el presidente no puede desvincularse de las elecciones. La primera vuelta de las elecciones es el domingo 21 de noviembre y el Gobierno está atento al impacto que esto puede tener en la campaña del candidato de derecha, Sebastián Sichel, su abanderado, que ha perdido adhesión a favor del líder de la extrema derecha chilena, José Antonio Kast.
La campaña está muy polarizada entre Kast y Boric, a quienes las encuestas dan el pase a segunda vuelta, y el proceso de reprobación constitucional está marcando fuertemente la recta final. Los esfuerzos de la oposición para votar el impeachment antes de los comicios han dado resultado: la votación final del Senado tendrá lugar el próximo martes, solo cinco días antes de los comicios. Una eventual destitución del mandatario podría hundir a su grupo político. Sería también la primera vez desde el retorno a la democracia que un mandatario de Chile termina anticipadamente su mandato. La última vez que ocurrió fue con el golpe de Estado militar contra Salvador Allende en 1973.
De momento, en la Cámara Alta no hay votos suficientes para apartar al presidente: se necesitan 29 y la oposición cuenta con 24 senadores. “Es casi imposible”, dice Naranjo. “Lo importante no es el resultado, sino el proceso y el proceso que vivimos desde que impulsamos la acusación hasta ahora ha sido muy pedagógico y enriquecedor”.
Considera que lo hecho ha valido la pena por varias razones: “La potente señal que se dio al país de que, por muy alto que sea el cargo que ocupe una figura pública, no puede quedar en la impunidad y también para demostrar a las nuevas generaciones que creen que todo se consigue mediante la violencia que, a través de una acción extrema, a través de la no violencia activa, se pueden lograr objetivos”.
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